jueves, marzo 14, 2024

En las letras, desde Puerto Rico: Ana-Loreanne Colón: ‘Solo quiero llegar a mí, a ese lugar profundo que aún dezconozco’

por Carlos Esteban Cana

La escritora Ana-Loreanne Colón, para fortuna de sus lectores, de una u otra forma, ha estado presente en estas semanas. Hace un mes presentaba su nuevo libro titulado Mediodía el 10 de febrero en Casa Ruth en Río Piedras  y el 24 de febrero en la Sala Leopoldo Santiago Lavandero en la antigua Casa Alcaldía de Caguas. Mediodía es su primer poemario y forma parte de la nueva Colección Pangea del Colectivo Editorial Luscinia. Además, el 18 de febrero, publicó su artículo “Se nos secan las ideas” en la sección de columnas Punto de vista del periódico El Nuevo Día. En el mismo, Ana-Loreanne formulaba unas preguntas importantes para aquellas personas que han decidido dedicar su vida a ser artista, a vivir y trabajar desde la creación: “¿Quién le da trabajo a un artista? ¿Quién le ofrece un sueldo digno a quien ejerce la labor de crear? ¿Quién entiende que tenemos una responsabilidad social que va mucho más allá de entretener y que merece ser tomada en cuenta? ¿Cuál es nuestro lugar? ¿Dónde encontramos la estabilidad?”.

Y de esa manera, con el poder de su formación profesional, su sensibilidad y su continua reafirmación como mujer actual-compasiva-humana, entró al escenario de las letras boricuas con una colección de cuentos, a mi entender, poderosa. Sangre mía llegó a las librerías y a los lectores gracias a Publicaciones Gaviota en el 2020. Y de inmediato, cuando solté el libro después de la primera lectura, quedé rebobinando la memoria hacia otros libros de cuentos de la tradición narrativa puertorriqueña y sentí que gran parte de los personajes femeninos en estas páginas abordaban las encrucijadas de una forma diferente. Hay en ellas un talante de asertividad general, por nombrarlo de alguna manera, que no deja espacio para un sabotaje propio o la autovictimización en la caracterización. Por eso y más considero Sangre mía un libro importante, de cabecera, dentro de lo que se ha escrito en estos 24 años del siglo XXI en Puerto Rico. Un libro que hay que leer y releer, porque a la misma vez son unos cuentos que invitan a eso, a regresar a sus páginas, a la relectura. No por casualidad, Sangre mía obtuvo la Medalla de Oro en la categoría de Colección de cuentos en español en el año 2021 que otorga el International Latino Books Awards en los Estados Unidos.

Planteado todo lo anterior, quiero agradecer a la escritora que me haya permitido entrevistarle. En los datos suyos encontré que la autora se nombra “amante de los sueños y de la buena lectura. Un alma libre. Una vida redimida por la escritura”. Y algo de eso permea la textura de sus respuestas en esta entrevista y también (quizá a modo de manifiesto inherente personal) eso que añade su biografía: “Cree firmemente en la justicia, en el arte y en la paz”. Con ustedes Ana-Loreanne Colón.


¿Cómo se dieron los primeros pasos suyos en el universo creativo? ¿Cuáles fueron los primeros libros, las primeras películas u otras obras de la cultura en general que le inspiraron lo suficiente como para iniciarse en estos caminos artísticos?

Ana Loreanne: Tuve la dicha de crecer entre mujeres creativas; mi abuela, mi mamá y mis tías: todas hacían arte. Recuerdo que abuela tenía un taller de cerámica y me dejaba estar con ella durante todo el proceso de creación. Ahí fue que tuve mi primer encuentro con la concepción de lo que es una idea: pensarla, gestarla, formarla poco a poco, detalle a detalle, hasta tener entre mis manos lo que en principio estuvo en mi imaginación.

En cuanto a los libros, vengo de una familia de libreros. Yo no iba a campamentos de verano; yo iba a librerías. Pasaba largas horas perdida entre estantes de libros, leyendo e intentando comprender. Fue una de las etapas más hermosas de mi vida, a la que volvería una y otra vez. Los primeros libros que puedo considerar míos fueron un libro de cuentos que mi mamá me leía cada noche: Cuando Oscar era un pequeño gruñón, y un diccionario de sinónimos y antónimos. Luego, cuando fui creciendo y aprendiendo el lenguaje, fue desarrollando un criterio más estético; según los adultos, muy adelantado para mi edad. Conservo en mi biblioteca personal las primeras antologías de cuentos que se utilizaron en el Departamento de Instrucción Pública; fueron un regalo. Ahí supe que quería ser cuentista.

¿Qué motiva su poesía? ¿Qué le mueve a escribir su prosa, su narrativa? ¿Cómo se da en usted ese proceso? ¿Cómo inicia? ¿Hay algún momento ideal para colocarse ante la pantalla o ante la página en blanco? ¿Qué momentos, si algunos, son más propicios para escribir?

Ana Loreanne: Me mueve el saberme viva. Mientras respire, tendré algo para contar. La disciplina me mueve al cuento, a la crónica. El instinto, a la poesía. Aunque son procesos distintos, todo nace de la observación y del silencio. Necesito detenerme y mirar a mi alrededor; permitirme percibir lo que me rodea. Mi escritura es, en su mayoría sensorial. Me gustan los detalles, todo lo que hace que una persona o cosa sea única. Luego que recargo el pensamiento, me disciplino y separo bloques de tiempo para escribir. Lo suelo hacer en distintos momentos del día. Así consigo que cada momento de escritura sea diferente. Me gusta el silencio y la brisa fresca; sentirme cómoda. El resto, va llegando poco a poco.

¿Cómo ha logrado llegar a los lectores?

Ana Loreanne: Creo mucho en que quien escribe debe hacerlo desde y para la solidaridad y la empatía. Me ha servido investigar y tratar temas sensibles con mucho respeto; siempre sin apropiarme de luchas o dolores ajenos. Eso es muy importante. Como escritora tengo licencia poética para imaginar y para crear, no para invadir.

Actualmente, ¿qué está leyendo?

Ana Loreanne: Todo lo de Cristina Peri Rossi, también tengo sobre la mesa a Rossi Braidiotti y a Elvira Sastre, que me parece mágica.

¿Cómo ve el futuro de la humanidad? ¿Qué le preocupa? ¿Algo de eso se manifiesta en su propia obra?

Ana Loreanne: Confieso que me cuesta hablar del futuro; prefiero el ahora en la plenitud de intensidad. Me preocupa que la prisa, la insensibilidad, el consumismo y el egoísmo nos extinga. Son males que no creo que tengan cura. Me preocupa tanto que es imposible separarlos de mi obra.

Hay quien dice que escribir sana… ¿Tiene ese poder la literatura? ¿Cómo lo ve usted?

Ana Loreanne: Escribir, reconstruye y llena espacios vacíos. Sana heridas tan antiguas como la existencia misma. Creo que es el instrumento más reparador al que puede tener acceso una persona. De igual forma, es un espacio de reclamo, lucha y sororidad. La literatura puede lograr cualquier cosa que desee por fuerza propia.

La escritora que usted es hoy… ¿Es la misma que publicó primer su libro? 

Ana Loreanne: No. Soy una mujer mucho más consciente del poder de las palabras, del efecto que tienen en quién lee, y de la necesidad que hay de ellas. Soy mucho más sensible; más humana y menos persona.

Si alguien se le acerca y le pregunta qué es necesario para ser escritora… ¿Qué le diría?

Ana Loreanne: Querer serlo; eso es fundamental. Luego, disciplina. Talento sin disciplina no llega a ningún lado… y que no se trata de moda. Esto es pasión y consistencia. Por lo tanto, las redes sociales no son una buena escuela.

¿A qué aspira con sus libros, con su propia obra?

Ana Loreanne: A encontrarme. Solo eso. Si en el camino logro otras cosas, maravilloso. Pero solo quiero llegar a mí, a ese lugar profundo que aún desconozco.

¿Qué le ocupa en estos momentos? ¿Qué proyectos creativos y literarios, si algunos, le ocupan?

Ana Loreanne: Tengo varios proyectos, uno académico y otros creativos. Aún están en gestación, pero tengo mucha fe en ellos. Sé que marcarán un antes y un después en mi carrera.





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