lunes, mayo 23, 2005

Aún despierto…

Por Angelo Negrón

Noche de insomnio que se avecina. La percibo asomándose en el borde de la ventana. La oscuridad ya se derrumbó a mí alrededor. El reloj cantó once campanadas. Por lo regular me doy cuenta cuando será una noche larga. Una de esas en que el amanecer se vuelve un ruego ante mis parpados abiertos sin derecho a hipnotizar al Dios Morfeo. Esta es una de ellas. Estaré despierto más de lo debido, así que planifico la forma en que agotaré mi mente para al menos dormir tres horas antes de irme a trabajar. Paulo Coelho está en turno con “El Zahir” pero sé que en vez de agotarme me invitará a leer más, así que lo dejaré pendiente; comenzaré por salir a la frialdad de la noche y observar las estrellas mientras sueño despierto. Luego escogeré uno de los libros de Quino pues hace mucho que no ojeo tales caricaturas. ¡Me encantan! Tal vez no escoja sólo uno y los vea todos. Después ¿Qué tal alguna película en la TV? Si creo que eso haré. Desperdiciare mi tiempo esta noche frente a esa caja transmisora. Luego de tanto estudiar merezco algún tiempo de ocio.

La Biblia dice que la ociosidad crea vicios; yo no creo tanto en eso, tenemos derecho a descansar; a estar inactivos un rato. Es mas tenemos derecho a dormir, es tan sólo que a mí parece que me castigaron. Creo que alguna vez le metí el pie a algún angelito alla arriba pa’que se cayera o le recité algún poema a la mujer de San Pablo. En fin, será mejor que diseñe algunos vicios para mi hoy. Iniciaré con palomitas de maíz y luego alguna cerveza Corona con limón y Dios quiera que no me dé con comer algo más a media noche. ¡Estoy ansioso! ¡No tengo sueño! Y para acabar de completar ¡Mañana trabajo fuera del área metropolitana!

sábado, mayo 21, 2005

Una pregunta

Por Angelo Negrón

¡Que ganas de haber nacido contigo! Ser el latido que se convirtió en primero, logró que en tu corazón fluyera la sangre y en tu mente se leyera el destino. Cada átomo convertido en ganas. Millones de células vertiéndose en cascada de placeres…

…Y recordarte que me recuerdes. No permitirte olvidarme. Obligarte a tenerme para vivir. ¿Acaso dejarías de respirar? ¿Dejarías de tener alma?

…Espera… ¡Eso es! No puedo ser tú. Al hacerlo dejaré de ser yo. Si eso pasase amaría a otro ser y no a ti. Te cuidaría, pero sólo por mi beneficio y para poder seguir mirándome en los ojos de alguien más... ¡No! … No quiero eso. Yo también disfruto al tener alma. Deseo amarte a ti...

... ¡Exacto! Es a ti a quien quiero tener. Si bien me gustaría haber llegado antes a este hermoso episodio; deseo aceptar que ahora ha sido cuando por fin llegué. No es tarde. Tal parece que llegamos de forma repentina, pero la verdad es que fue planeado por nuestra necesidad de alguien que inventase la magnificencia en la danza de las olas. Estas fantasías, las tuyas y las mías, deben perdurar en transición que se renueva constantemente. Debemos llegar al lejano universo de la cercanía de nuestros cuerpos. Lejano por que los segundos son tardíos cuando no estas y cercanos por que se transforman en tú y yo abrazados en calidos besos y poros de piel abiertos ante la embestida de nuestro sexo. ¿Me amas; más de lo que te amo yo? ¡Gracias amor! Estamos en perfecto equilibrio. Sólo espero que, algún día al leer esto, puedas contestarme esta pregunta:

¿Quien esta dentro de quien cuando hacemos el amor?

sábado, mayo 14, 2005

Adiós versus hola

Por Angelo Negrón


Desperté. Me gustaría hacerlo algo mas tarde, pero mi compromiso con el trabajo me obliga. Desecharía tal responsabilidad si no fuera por las demás responsabilidades. Y es que esto de padecer insomnio ya no es igual de divertido que antes. Bueno si lo es, mientras estas despierto, pero en cuanto logras dormir desearías seguir rendido en la comodidad de las nubes y el calientito de tu almohada. Cuando abrí los ojos; lo primero que divise fue la foto de mi hija mayor. Anoche la estuve pensando intensamente. Antes de irme a la cama tomé su foto de mi escritorio y la dejé sobre el libro de Paulo Coelho titulado “Maktub”. El estilo de este libro, bien lo afirma el autor, es el mismo que el de Anthony de mello. Son pequeñas historias que pueden, depende de nuestro ánimo, hacernos temblar o recapacitar.

Anoche, antes de dormir, no lo leí. No le di lectura a nada, sólo me lancé a la cama, olvidando la costumbre de leer y observé a esa niña de catorce años que pronto tendrá sus quince. Recordé que cuando era bebé y tuvo que irse de mi lado, la soñaba todo el tiempo. No hablo de soñarla despierto, eso era fácil. Hablo de soñarla dormido. Cada mañana cuando despertaba recordaba haberla soñado. En la mayoría de esos sueños agitaba sus manitas y yo pensaba que eran diciéndome adiós. Anoche, doce años y medio después, descubrí que tales sueños no escenificaban una despedida, sino un hola. Lo supe porque recordé cada una de las veces en que la vi después que su madre decidiera mudarse a New Jersey. La primera vez que la vi, después de esto, fue en un regreso que tuvo a Puerto Rico. Agitó sus manitas queriéndome abrazar. Luego en cada uno de nuestros encuentros fue así, sus brazos se abrían y sus manos se agitaban a la espera de un abrazo. El abrazo más significativo que recuerdo, (por aquello de darle valor a lo invaluable) fue frente a la Corte de primera instancia en New Jersey. Llevaba año y medio sin verla y tuve que solicitar a la corte que me permitieran traerla a Puerto Rico en las vacaciones, según fue estipulado en los estatutos del divorcio. Fue una pena tener que ir a un juez para poder cumplir con mis relaciones paterno filiares, pero fue una inmensa alegría verla correr hacia mí cuando me reconoció entre los presentes. Su carita, su sonrisa, sus ojitos, todos esos diminutivos que para un padre son gigantescos estuvieron acompañados de esas manos agitándose ante el Hola que siempre vi en mis sueños como un adiós.

Ella vendrá pronto. Lo hará en verano. Como siempre me aseguraré de que la pase bien y cuando la vea caminar hacia el avión, sabré que sus manos diciendo adiós, no son otra cosa que un gratificante ¡hola! mezclado con un: ¡estaré de regreso pronto! Y reconoceré que nada ha cambiado; yo siempre he estado aquí: soñándola…