martes, abril 21, 2020

En las letras, desde Puerto Rico. Serie de los archivos: Jossiana Arroyo y la teoría de Travestismos culturales

por Carlos Esteban Cana


Jossianna Arroyo
Llevo meses confeccionando mi bibliografía. Hasta el sol de hoy, y esto continúa, tal bibliografía se extiende por 83 páginas que cubren 31 años de servicio cultural; desde los primeros pasos en la revista Senderos en Cataño durante el año de la caída del muro de Berlín hasta las ediciones más recientes de este boletín que cumple 14 años en el 2020. Afortunadamente mucho de lo realizado está disponible en Internet, y señalo que es afortunado porque la misión de este servidor tenía y tiene como base inicial dar relieve y divulgación al acontecer cultural de este archipiélago caribeño que es Puerto Rico; fui escribiendo página tras página de una crónica mayor que pertenece a un País que, más allá de sus costas isleñas, también se despliega alrededor del planeta y que ya suma cerca de 8 millones de boricuas. Por eso hoy, en correspondencia con esa misión que me impuse desde el saque (sin saber que ese proceder cumplía con el llamado que hacía el Maestro D. Enrique Laguerre sobre lo esencial que era y es esa crónica para los puertorriqueños), quiero facilitar el acceso a entrevistas y escritos que hasta ahora no han estado disponibles en este formato cibernético. Por eso “En las letras, desde Puerto Rico”, aquí en Confesiones, reproduce el reportaje “Tendiendo puentes hacia la cultura contemporánea: la teoría de Travestismos culturales de Jossiana Arroyo”. Y viene como anillo al dedo reproducir esta entrevista en este momento porque tan reciente como el 17 de octubre de 2019, se ha publicado nuevamente el libro que motivó la entrevista. La primera edición de Travestismos culturales: literatura y etnografía en Cuba y Brasil ocurrió en el año 2003, bajo el auspicio del Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana de la Universidad de Pittsburg. En esta ocasión, ese primer libro de la Dra. Arroyo-Martínez, llega a los lectores a través de Almenara, empresa editorial con sede en Leiden, Holanda, que se especializa en reeditar textos de reconocida importancia.

Y volviendo al reportaje que reproduciremos a continuación, añado que el mismo fue realizado a petición del editor y escritor Eugenio García Cuevas, quien dirigía en aquel momento la sección Zona Cultural de Diálogo, periódico de la Universidad de Puerto Rico. Se publicó en ese medio en la edición de Agosto-Septiembre del 2004. Y debo reconocer que después de volver a leer estas páginas, siento la dimensión de la palabra atemporal con mayor contundencia; las respuestas que ofreció Arroyo-Martínez a mis preguntas así lo confirman.

Tendiendo puentes hacia la cultura contemporánea: la teoría de Travestismos culturales de Jossiana Arroyo


por Carlos Esteban Cana

Portada Travestismos Culturales
Con la paciencia de una antropóloga ha explorado las metáforas de textos que pertenecen a la genealogía crítica de América latina y el Caribe. Analizar textos como Casa Grande e Senzala o Contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar la ha dirigido hacia la deconstrucción de las nostalgias identitarias en estos textos canónicos. Su ensayo teórico la ha llevado ingresar en los nuevos debates que imperan hoy en la crítica latinoamericana y estadounidense. Jossiana Arroyo, Catedrática Asociada de la Universidad de Michigan, conversa con este servidor sobre travestismo cultural.

Después de años de investigación en Berkeley, California, la Dra. Arroyo ha desarrollado su teoría de Travestismo Cultural, que se nutre de las llamadas “políticas de identidad” como forma discursiva. Iniciamos nuestra conversación preguntando acerca del marco teórico que utilizó para realizar su investigación: “Yo me acerco a estas grandes narrativas de la modernidad del nacionalismo cubano y brasileño desde un análisis deconstructivista. Mi análisis de las políticas de identidad se debe al discurso posmoderno, que lo que hace es criticar las grandes narrativas de la modernidad”, señala.

Según Arroyo, el Travestismo Cultural es una estrategia de la escritura de la modernidad. Nos explica: “El travestismo cultural es una estrategia de representación del sujeto que escribe para apropiarse de la cultura del otro; es una voluntad de hablar por el otro; vestirse como otro. Y siempre en esa representación, se abraza al otro de una forma problemática, es decir, que la tensión inherente a esa apropiación de lo otro es una lucha de poder”.

Para los que conocen la trayectoria de Arroyo como analista de la cultura, no fue sorpresa que desarrollara su teoría pensando en el sujeto travesti. En varios de los cursos del programa graduado del Departamento de Estudios Hispánicos de la Universidad de Puerto Rico había explorado el tema de la masculinidad y la sexualidad en la narrativa de Manuel Ramos Otero. Cuando decide trasladarse a Berkeley para ingresar al programa doctoral ya perfilaba focalizar sus investigaciones en la deconstrucción de la voz masculina, la representación de la cultura popular y el tema racial en la obra de Edgardo Rodríguez Juliá. Sin embargo, un curso sobre el Nordeste del Brasil en el Departamento de Antropología, le llevó a descubrir el lugar de la plantación brasileña y la obra del sociólogo, novelista e historiador Gilberto Freyre, acontecimiento que cambió sus planes.

Sumergida cada vez más en el estudio del Brasil, Arroyo fue becada por entidades como el Tonwsend Center for the Humanities y el Merton Research Program y realizó varios viajes que la llevaron a diferentes lugares de la nación sudamericana. Es así que pudo visitar lo que hoy se conoce como la Biblioteca Fundación Gilberto Freyre. Tales experiencias la llevaron a ampliar sus lecturas, y de ahí su encuentro con la obra del historiador y etnógrafo cubano Fernando Ortiz. Ya con el tema de tesis y después de haberse internado en los archivos de la Fundación Fernando Ortiz en Cuba, Arroyo desarrollaría su teoría.

En el año 2003, el Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana publicó bajo la serie Nuevo
Siglo Travestismos culturales: literatura y etnografía en Cuba y Brasil de Jossiana Arroyo. El texto recoge gran parte de los hallazgos de su tesis doctoral y analiza, en particular, la representación que Freyre y Ortiz hacen de los negros y mulatos, desde los conceptos de raza, género y sexualidad.
¿Por qué hacer el análisis desde esos tres tópicos?, preguntamos y de inmediato nos contesta: “Cuando hablamos de cultura no sólo hablamos de raza, sino también hablamos de construcciones de género y sexualidad. Un referente siempre toca al otro. Son formas de subyugación que están juntas. En nombre de la cultura, la escritura utiliza el travestismo como un puente entre las distintas posiciones del yo que escribe y sus otros”.

Jossiana Arroyo en la portada de La Voz, revista del Instituto de la Universidad de Connecticut. Edición de Enero 2015.
El reto que enfrentó Arroyo como crítica fue leer las teorías de Freyre y de Ortiz, intelectuales que se forman en las primeras décadas del siglo XX y que pertenecen a la generación que define la nación, bajo el prisma del travestismo cultural. Analizar la particularidad del tropicalismo en Freyre y la transculturación en Ortiz le permitió entender la aportación de estas teorías como modelos históricos y sociales que se basan en los cruces de poder. Al respecto nos explica: “Los textos de Ortiz y Freyre se convierten en imaginarios de la cultura cubana y brasileña, por la forma en que están escritos. Son narrativas paternalistas que celebran la cultura del otro y que también quieren subordinar a ese otro que hay que socializar de algún modo. Son construcciones de ese cuerpo social que al mismo tiempo entra en relación con los otros; una construcción que define y marca al sujeto”.

De inmediato nos obliga a preguntar sobre las diferencias que presentan la obra freyriana y orticiana en las propuestas de sujeto de la escritura. Al respecto nos señala: “Una mirada a la representación de los personajes negros y mulatos, permite definir la particularidad del sujeto de la escritura en cada una de las propuestas. Mientras en Freyre hay un intento fraternal de abrazar al otro, un subtexto incluso homosocial que bordea en lo erótico, o sea, en la seducción del otro, en Ortiz hay una socialización textual, una atracción que al mismo tiempo es repulsión”.

Arroyo, tras una breve pausa, puntualiza las particularidades en ambos escritores: “Ortiz, que siempre mantiene una postura de investigador y científico, hará del carnaval su alegoría de la nacionalidad cubana y coloca a estos negros y mulatos vestidos con las ropas de los rituales afrocubanos. Contrario a la postura asumida por Ortiz, Freyre se ve a sí mismo como un escritor y por eso escribe novelas. Era un hombre que hacía declaraciones abiertamente sexuales. Toda su sociología y toda su etnografía es muy Freudiana. Utilizaba términos psicoanalíticos para explicarse”.

Le preguntamos acerca de ejemplos de Travestismo Cultural que pueda encontrar en la literatura puertorriqueña. Nos menciona el texto de Manuel Alonso “El Gíbaro” como un texto inaugural el que celebra las costumbres jíbaras, pero que también las critica. También compara la generación de Freyre y Ortiz, que busca definir la nación, con la generación del 30 y la obra de Antonio S. Pedreira. Además nombra como la “gran mentira” al discurso sobre la mezcla armónica del indio, el español y el negro; la genealogía del mestizaje. Concluye que son imaginarios que crea el nacionalismo cultural.

Y, de manera reflexiva, añade: “Cuba y Brasil eran los medios para meditar, en cierta forma, sobre el nacionalismo cultural puertorriqueño, por un lado, y, la masculinidad, por el otro. Los temas de identidad son muy similares, la relación entre el sujeto colonial y la masculinidad también, y esa lucha de poder constante desde ese sujeto que se siente amenazado, minimizado por la mujer o la sociedad. Todo eso me mostraba un espejo muy real de Puerto Rico”.

La Dra. Jossiana Arroyo, la Dra. Naomi Lindstrom y la escritora Luisa Valenzuela, que ofreció la conferencia La verdad de la ficción, en la Universidad de Texas. 17-09-2009
Su teoría de Travestismos Culturales le ha permitido deconstruir estas narrativas del nacionalismo cultural cubano y brasileño. Las conclusiones a las que ha llegado son contundentes: “El hecho de que se use la teoría posmoderna para analizar las obras de Freyre y de Ortiz no deja de lado valorar un aspecto fundamental de la modernidad. No de que se vuelva a las nostalgias por la identidad, ni que se retome el aspecto hegemónico o la autoridad de estos discursos, pero si el aspecto vital de estas narrativas, un aspecto celebratorio que no se puede dejar de lado y que nos lleva entender la cultura relacional con todas sus contradicciones”.

El travestismo cultural de Arroyo le permite además reflexionar sobre la cultura contemporánea: “En un mundo posmoderno y global como el nuestro, en el que se valida una sola identidad, aquella que propone el imperio –y en este caso hablamos de Estados Unidos- a través de los medios de la comunicación y la imagen, es importante entender la cultura como un espacio dinámico, móvil, no como este espacio hegemónico en donde la oficialidad define”.

Nos preguntamos si es posible crear un modelo nuevo sin esa intervención jerárquica, y le formulamos la pregunta. Un leve suspiro antecede su respuesta: “Yo diría que quizás habría que buscar otros lenguajes. Crear puentes en donde no se privilegie un saber sobre otro; sino que esas formas de saber se relacionen. Eso es lo que hace activa la cultura. Creo que es nuestra responsabilidad no callar al otro, sino, simplemente, respetar lo que dice el otro y dejar que esas voces entren en nuestro trabajo”.

PortadaWriting Secrecy in Caribbean Freemasonry
La conversación ha sido fructífera. Hablamos un poco más sobre lo urgente que sería explorar el texto ya canónico Narciso descubre su trasero de Isabelo Zenón. También me habla con admiración de los trabajos que hace Marie Ramos Rosado desde la crítica, Javier Cardona desde el performance, Edison Viera Calderón desde el testimonio oral, Mayra Santos y su preocupación por la nueva generación de poetas, y el trabajo pedagógico que realiza Silvia Álvarez Curbelo desde la Universidad de Puerto Rico.

Para esta académica que se piensa más como alguien que observa la cultura sin la voluntad de de apropiarse de la voz del otro, los horizontes se expanden. En estos momentos se encuentra trabajando detalles de su libro Writing Secrecy in Caribbean Freemansory, texto en el que establece una teoría de la palabra que examina las relaciones entre cultura y política en el siglo XIX.
Como si fuera poco acaba de recibir una oferta del Departamento de Español y Portugués de la Universidad de Texas, institución estadounidense que cuenta con el único centro de estudios de la diáspora africana.

Insertada en una academia norteamericana que sólo se interesa por validarse en el mercado de las ideas desde los análisis de textos norteamericanos o europeos, la Dra. Jossianna Arroyo tiende puentes hacia la genealogía crítica en América latina y en el Caribe. En esos fundamentos de incorporar el saber del otro está su mayor aportación a los estudios de la cultura contemporánea.


Jossiana Arroyo-Martínez Es catedrática de literatura latinoamericana y caribeña en el Departamento de Español y Portugués y el Departamento de Estudios Africanos y de la Diáspora Africana en la Universidad de Texas en Austin desde el 2004. Obtuvo su Doctorado en Literatura Hispanoamericana en la Universidad de California en Berkeley en 1998. Desde ese año y hasta el 2004 se desempeñó como Profesora Asociada de Español en la Universidad de Michigan. Ha publicado ensayos sobre literatura, cultura y política en la "Revista de Estudios Hispánicos”, “Encuentro de la cultura cubana” y el "Journal of Latino Studies", "CENTRO Journal", entre otras publicaciones. Durante su trayectoria la Dra. Arroyo-Martínez ha recibido becas y subvenciones de fundaciones e instituciones educativas como la Universidad de Puerto Rico, la Fundación Ford y la Fundación Andre W. Mellon. Es autora de Travestismos culturales: literatura y etnografía en Cuba y Brasil (Pittsburgh: Iberoamericana, 2003 y Leiden: Almenara, 2019), una crítica de los discursos del racismo cultural, de género y sexualidad en Gilberto Freyre y Fernando Ortiz y varios novelistas cubanos y brasileños; y de Writing Secrecy in Caribbean Freemasonry (Palgrave Mc Millan, 2013); un análisis de los discursos raciales y políticos en la masonería del fin de siglo XIX en el Caribe y Estados Unidos. Su libro más reciente se títula Mediascapes caribeños ( Caribbeans 2.0: Media, Culture, Politics), en el mismo analiza la sociedad del espectáculo y cómo ésta organiza los espacios mediáticos en el Caribe contemporáneo.






domingo, abril 12, 2020

En las letras, desde Puerto Rico: Serie Escritoras Internacionales: La escritora italiana Silvia Favaretto en 10 respuestas

por Carlos Esteban Cana


Sísifo
Hace apenas una semana que la escritora italiana Silvia Favaretto resultó ganadora de la XV edición del certamen Lengua Madre del Salón del Libro de Turín con una de sus piezas narrativas, y esto sucedía mientras redactábamos esta edición dedicada a su pensamiento y trayectoria. Ante ese nuevo logro, sostuvimos una conversación con Favaretto en la que manifestó: “Ando apurada, pero emocionada. Ha sido un día de altibajos muy fuertes. El cuento se titula La piedra de Sísifo. Tiene que ver con el mito pero también es una metáfora de lo difícil que es la vida a veces para las mujeres y más cuando son extranjeras en Italia. Lo escribí para mis amigas latinoamericanas que viven aquí y que tuvieron que padecer muchas humillaciones de todo tipo, ser tratadas como prostitutas; porque en la mentalidad del italiano medio, las mujeres latinas que vienen aquí es para prostituirse.  Entonces es muy dura la situación de muchas de ellas y yo lo quise representar en mi cuento. Sísifo representa a las mujeres latinoamericanas. Lengua Madre es un concurso que normalmente es para las escritoras extranjeras pero tiene una sección que es para autoras italianas que escriben sobre esas mujeres”.

Minotaura Girl figurine (Painted) by Dark Town Art
Y esto no es un tema fortuito en la obra de esta escritora que nació en Venecia en 1977. En sus libros más recientes ha ido dando relieve a estas injusticias. Al respecto, aclara: “Realmente en toda mi última producción literaria estoy abordando el tema de los estereotipos, tratando de dar mi versión para darle voz a las mujeres. De hecho, mi antepenúltimo libro se titula Minotaura (Ediciones Malpaso, Honduras, 2018), y es eso, sobre el mito del Minotauro pero con voz femenina. Y en el libro Este cuento no se ha acabado (Morgana Ediciones, México, 2019), son las heroínas de los cuentos de hadas quienes dan su propia versión de la historia. En el caso de Sísifo… también. Es como una necesidad de tratar con las letras los temas que agobian a las mujeres que están alrededor mío. Yo que puedo darles voz, se las doy así a través de las letras”.

A Silvia Favaretto la comenzamos a leer hace 16 años cuando su poesía fue incluida en la antología  Día Mundial de la Poesía 2004 realizada por el portal brasileño de literatura Palavreiros. Más adelante, en noviembre del 2009, fue incluida en la Serie Escritoras Internacionales, junto a la venezolana Astrid Lander y la mexicana Elizabeth Cazessús, edición que este boletín publicó en el blog Boreales de la escritora Yolanda Arroyo Pizarro. Favaretto también figuró en uno de mis reportajes para la red de periodismo ciudadano Global Voices por la exposición itinerante “MigrArte Postale” que gestionó junto a su esposo Daniele Rubín y el Progetto 7LUNE. Tal exposición exploraba el tema de la inmigración a través de 125 postales de arte realizadas por 96 artistas de 14 países.

A continuación En las letras desde Puerto Rico, aquí en Confesiones del escritor Angelo Negrón,
presenta algunas reflexiones de Silvia Favaretto acerca del proceso creativo, el arte y la poesía. Su credo es que la buena literatura y el proceder artístico son armas necesarias ante un panorama convulso y banal; con ellas somos capaces de respirar y visualizar otros caminos, otro mundo posible. Aunque en ese menester el artista pueda toparse con pasajes, por los rigores de la vida misma, donde la musa permanezca en silencio. Si tal es el caso, la poeta puntualiza: “No importa, me contento con sostenerle la mano y caminar con ella”. Estas impresiones fueron extraídas de una entrevista más extensa que Favaretto nos concedió en el 2015.

La escritora italiana Silvia Favaretto en diez respuestas 

“Creo que los poetas nacemos con cierta predisposición para este oficio... en algunos se queda callada por razones contingentes, en otros las mismas vicisitudes de la vida lo llevan a desarrollar este arte que incumbe en nosotros como un remedio o un veneno, según como se lo mire”.

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“He sostenido muchas veces que el pasado literario europeo, y en particular el italiano, es tan denso e importante, que a veces funciona más como recurso que disuade que de empuje: si ya Dante Alighieri lo escribió todo en el siglo XIII, ¿qué tendré yo para decir que sea novedoso? Tanta literatura pasada fundamenta, pero al mismo tiempo acalla. Hay que tener cierta fuerza y cierto descaro para lograr ir más allá de ese bloqueo y, a mí, en cierto sentido, ha venido a socorrerme la literatura hispanoamericana, a la que me dediqué desde los años universitarios. En esos momentos encontré en la producción de Storni, Cortázar, Ibarbourou, Fuentes, Asunción Silva, Paz, Benedetti, Lispector y muchos otros, una nueva chispa para alumbrar mis ganas de leer y de escribir. Con la literatura hispanoamericana fue un enamoramiento inmediato, gracias a la importante labor de difusión de mi profesora, la poeta uruguaya Martha Canfield. Es desde la literatura de esos lares geográficos, creo yo, que puede salir algo finalmente inesperado, algo asombroso, que es lo que yo misma intento producir como escritora”.

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“Creo que la poesía es en gran parte, por lo menos en mi caso, un proceso inconsciente, como los sueños o el delirio. Es decir, yo no elijo los temas, ellos se apoderan de mí, sin que yo sepa y brotan del bolígrafo, casi sin que yo me entere. Escribo acerca de lo que advierto y percibo. Mi poesía es mi propia piel. Escribo sobre cómo me tocan las cosas; el roce del espanto, de la alegría, de la tristeza. El tema, finalmente, soy siempre yo. Escribir poesía, creo, es una forma peculiar de autoerotismo, una manera de ilusionarnos con eso de que somos autosuficientes, que no necesitamos el amor de otros. Y, a la vez, la poesía es un tremendo alarido que busca la respuesta del otro”.

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“El proceso creativo en mí es algo bastante automático y espontáneo. Lo expreso en un poema de mi
plaqueta “La noche de los cuerpos” editada en El Salvador por el amigo poeta Otoniel Guevara: El poema me sale/ como cuando te cortas/ y te brota la sangre./ Entonces/ le aprieto encima/ un papel como una garza/ que se embebe de poesía/ hasta parar/ la hemorragia de versos.// Este poema se titula “Mecánica del quehacer poético” y explica exactamente la involuntariedad y necesidad de mi empuje a la escritura. No tengo rituales, pero como casi cada escritor tengo mi libretita chiquita en la cartera en la que apunto notas e inspiraciones que luego elaboro cuando tengo más tiempo. De todas formas, en la poesía, cuando empiezo a escribir nunca sé adónde voy a parar, me dejo llevar por las palabras mismas, el poema llega adonde quiere, yo sólo soy su instrumento”.

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“El arte y la creación son tan necesarios para crearnos grietas por la que podamos respirar, y enseñarles a nuestros hijos sobre la belleza, el esfuerzo, el compromiso, el valor de las palabras, la honestidad y todas esas cosas que yacen olvidadas bajo las pantallas de grandes hermanos y otros talent shows; candidatos políticos que alejan a la gente del servicio al bien comunitario; deportistas multimillonarios que no son ejemplos éticos; cantantes y actrices que les enseñan a nuestras hijas que tienen valor sólo si su cuerpo es un objeto erótico estimado por el hombre; y propagandas que nos vuelven simples consumidores a beneficio de las multinacionales explotadoras. Es éste el momento histórico en que más necesitamos el arte, y su rol es precisamente dar a conocer a las nuevas generaciones que existen otros caminos posibles más allá de estos superficiales y estruendosos ruidos de pura apariencia vacía. El arte también puede ser apariencia, pero nunca vacía”.

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“Para ser una escritora es necesario tener un lápiz y una hoja. Pero eso tampoco es necesario: el pasado nos demuestra que se puede escribir con sangre y hasta en las piedras. Hay que nacer escritor. También creo que frecuentar talleres y encuentros literarios puede ayudar mucho a desarrollar conciencia sobre la escritura, las técnicas y los géneros. Sin embargo, la semilla de la poesía uno la debe tener adentro. Ayuda mucho la lectura y confrontar lo realizado con intentar mejorar siempre. Si eso de ser escritora o escritor no se lleva en sí mismo, nunca podrá llegar a cierta altura. La técnica está extremadamente sobrevalorada. Es la intuición, la percepción, el sentimiento, lo que hace de una pieza literaria un arma capaz de cambiarle rumbo a una vida”.

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“El bloqueo del escritor sí existe y yo lo he padecido. Lo que pasa es que, como me enseñó mi amiga
Lauren Mendinueta, hay momentos para escribir y otros para recolectar imágenes, pensamientos y recuerdos que terminarán en la hoja en los otros momentos, los momentos sin bloqueo, que todos los autores atravesamos echando en la hoja la experiencia de lo vivido en los momentos vacíos, de estancamiento. No es que tenga períodos voluntarios de silencio artístico sino que hay períodos que mi arte se tiene que callar forzosamente, porque la vida diaria me requiere tiempo y concentración. También hay momentos en los que la musa no me habla, pero no importa: me contento con sostenerle la mano y caminar con ella”.

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“Yo creo mucho en el papel de la poesía como elemento transformador alquímico de lo duro, pesado, de lo difícil que nos toca vivir en algo estéticamente hermoso y valioso como un poema”.

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“Ser creadora es un don por el que tengo que ser agradecida. De alguna forma es como tener fe en Dios. Escribir es algo que me otorga una posibilidad más de vivir bien, de entender la vida, de enfrentar las dificultades. Y como la fe, también la creación literaria presupone cierta responsabilidad que hay que asumir”.

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“El mayor reto como autor es Ser coherente con uno mismo, no venderse, no acomodarse, buscar caminos nuevos y no transitados, arriesgarse, gozar de lo que uno hace mientras lo hace, y darse cuenta que siempre hablamos desde un lugar de privilegio”.

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Silvia Favaretto (Venecia, 1977). Graduada en Lengua y Literatura Extranjera por la Universidad Ca Foscari, 1997. Escritora, docente y traductora. Ha publicado los libros La carne del tiempo (Artificios, Colombia, 2002) y 2da. edición (Argentina, 2004); La tetra santità e il variopinto orrore, coautoría con Christian Panebianco (Penna d’autore, 2002). Parole d’acqua - Palabras de agua (edición bilingüe, 2007); Entre la carne y las palabras, antología personal (Atemporia, México, 2008). Jardín Ardiente (Costa Rica, 2011). De 2014 son los libros Sacrobosco (Sanremo, Vitale Ed.) y La noche de los cuerpos (El Salvador, Proyecto Editorial La Chifurnia) dedicado a Alejandra Pizarnik. En los últimos años destaca el libro compartido con Silvia Longhoni Sil Vías Poéticas (La luna que, Argentina, 2015), el libro digital Desde la mirilla del ombligo (Ed. El Humo, México, 2015) y Quiero tanto a Julio (Poetazos, México, 2015) con prosas dedicadas a Cortázar. En 2018 publicó Minotaura (Ediciones Malpaso, Honduras), y en 2019 Este cuento no se ha acabado (Morgana ediciones, México) y La sirena feíta (Honduras). Además ha grabado Cds poéticos como Veneziaires Multiverso con Silvia Longhoni (Ed. Federico Meier, Argentina, 2004), Mudo destino del poeta con el grupo de música sicodélica mexicano 1973 (2008) y El sacrificio de la mar (MET, Venezia, 2006).

El Hospital de Pordenone publicó su cuento infantil LA FARFALLA ROSSELLA (2004) que se regala a los niños del departamento de pediatría. Ha traducido los poemas de alrededor de 200 poetas hispanoamericanos y algunos cuentos de la cubana Mirta Yáñez. Ha protagonizado cortometrajes y documentales poéticos. Desde 2014 es presidenta de la Asociación Cultural Progetto 7LUNE que difunde la cultura hispanoamericana contemporánea en Italia.

Incluida en varias antologías y revistas literarias en Europa, Latinoamérica y Estados Unidos; ha
participado en importantes festivales literarios como el Festival Internacional de Poesía de Medellín (2000) y la Feria del libro de Bogotá (2002) en Colombia; Festival de poesía de El Salvador (2003); Eventos Coop Adriatica Coop for words, Venecia y Bolonia; Festival Internacional de Poesía de Rosario, Argentina, 2004. En 2008 hizo una gira literaria en México, en las ciudades de Saltillo, Puebla, Tijuana y Ensenada. En su ciudad, Venecia participa regularmente de ciclos de lecturas poéticas como Orapoesia (2005-2006) Rosaforte (Carpenedo- Veneza), Poesia Femmina (Venezia), Poesia Giovane (Bistrot de Venise, 2008).

Ha obtenido numerosos premios literarios a lo largo de 25 años, en poesía, narrativa y teatro, entre ellos Premio Literario Avis La torre (prosa) - Venecia, 1995; Premio Inves (poesía) - Palermo,  Valle Senio (cuento infantil) - Riolo Terme, 1998; Premio Il diritto e il Rovescio (teatro) - Bologna, 2003; Premio Ibiskos di A. Risolo (poesía) - Empoli, 2007; Premio Internazionale Scrittura attraverso le scienze (prosa) - Mestre, 2011; Premio Il Paese delle donne SEGNALAZIONE DI MERITO, 2019; Premio Il presepe oggi del Centro Studi e Ricerche Bartolommeo Capasso di Sorrento (2020); y Premio Lingua Madre, Sezione Especiale Donne Italiane (2020).

miércoles, abril 08, 2020

En las letras, desde Puerto Rico: Serie Conversaciones fragmentadas: Un joven Julio César Pol habla desde su propia voz…

por Carlos Esteban Cana

El escritor y economista Julio César Pol es uno de los gestores culturales que emergió durante la primera década del siglo XXI con esa fuerza inusitada que da grandeza por su capacidad de servicio. Es así que capitaneó el colectivo y revista El Sótano 00931 durante siete años (2000-2007). Con igual capacidad fue el estratega coordinador que gestó (De)Generaciones, un encuentro de escritores de seis generaciones distintas, del 50 a los novísimos del 2000. Le acompañaron durante la realización de este acontecimiento escritores y gestore
s como Alberto Martínez Márquez, Nicole Cecilia Delgado y Nina Valedón, entre otros. Durante el año 2003 se ofrecieron cuatro magnos recitales en Ponce, Mayagüez, Caguas y San Juan, en los que participaron un centenar de escritores. Tal empresa culminó cinco años después con la antología Los rostros de la Hidra (Isla Negra Editores y Publicaciones Gaviota, 2008), en la que Pol dio perfil bibliográfico a la generación/promoción de poetas que se desarrolló entre el 1993 y el 2008, y esto sobre la base del catálogo de cuatro revistas literarias: Taller Literario, El Sótano 00931, Zurde y Tongüas. Paralelamente Julio César fue el promotor de los primeros libros que publicaron los escritores que formaban parte del Sótano, tarea que no le quitó tiempo para ocuparse de su propia obra.

En un periodo de 14 años Pol ha publicado cinco libros en los que reúne parte de sus poemarios: La luz necesaria (2006); Idus de Marzo (2008); Mardi Gras (2012) Sísifo (2017) y El ala psiquiátrica (2020), todos bajo el sello de Isla Negra Editores. Y lo cierto es que la poesía de Pol no ha dejado indiferente a críticos y lectores. Una serie de premios han confirmado, una y otra vez, el prestigio que ha ido ganando su poesía a través de los años. Algunas de las instituciones culturales que le han galardonado son el ICPR Junior College, la Universidad de Puerto Rico en Ponce, la Universidad Politécnica, el Círculo Jaime Marcano, el Círculo de Recreo de San Germán, el Pen Club de Puerto Rico, el Certamen Nacional de Poesía José Gautier Benítez y el Certamen de Poesía Olga Nolla. Pol también fue uno de los editores de la antología Poesía de Puerto Rico: Cinco décadas (El Perro y la Rana, 2015).Actualmente Julio César se ocupa de confeccionar una antología que reúne el catálogo poético de El Sótano 00931 para conmemorar de esta manera los 20 años de fundación del colectivo.

Durante años Julio César Pol ha concedido entrevistas a diversos medios. La más reciente fue publicada por El Post Antillano en enero del 2019 bajo el título Julio César Pol. En la entrevista realizada por el escritor Wilkins Román Samot, Pol manifiesta sobre su poesía: “La densidad a gran escala genera gravedad. Y esa gravedad genera un núcleo hirviendo a raíz de las fricciones. Cada generación de poetas tiene su núcleo. Dos, tres poetas en los cuales todos los demás gravitan. Yo soy ese núcleo en mi generación en Puerto Rico. No sólo por mi trabajo cultural, sino por mi trabajo creativo”. Y más adelante añade con la misma convicción: “Los últimos años me he desconectado del mundo literario porque me he enfocado más en trabajar. Trabajar en el mercado laboral y trabajar más mi obra. Los lectores de los poetas contemporáneos usualmente son otros poetas. Esto genera mucha rivalidad y plagio. Tener mucho de eso puede ser tóxico. La preocupación del poeta debe estar en un tiempo que todavía no es. Los comentarios que he escuchado sobre mi obra han sido constantes a través del tiempo: ‘tú eres el mejor poeta de tu generación’”. De más está decir que esas declaraciones de Pol, que desde joven (como buen heredero de vanguardistas) es un provocador nato, sobre el valor de su poesía revolcaron el avispero literario nacional, avispero que, como se dice en la calle, “no hay que darle mucho para que prenda de un maniguetazo”. 

Reunion de "El Sotano" en el sotano de humanidades
Por todo lo anterior y para sumar
una pieza más a los datos biográficos de este poeta boricua que nació en Ponce en 1976, En las letras, desde Puerto Rico comparte de sus archivos, aquí en el Blog Confesiones (del narrador Angelo Negrón), la voz de un joven Julio César Pol que para la fecha transitaba en la liviandad de conocerse y reconocerse mientras articulaba sus primeros proyectos editoriales y literarios. En estos pasajes el poeta rememora su infancia, ofrece su perfil como líder y gestor cultural de su generación, habla de su rol dual como escritor y economista, y da detalles poco conocidos de su primer libro, La guerra de las galias, que publicó en el año 2000 en una sencilla edición de autor. Que lo disfruten.

La infancia y adolescencia: Tan fuerte pero tan amorosa 


Julio César Pol: “Mi poesía es una poesía fuerte, que se intenta imponer y en la que también trabajo con la sensibilidad y la astucia en las palabras. Quizás algo de eso me viene de mi madre, que si no es la persona más astuta que yo conozco en el mundo, puedo decir de ella que es una persona bien sagaz. Yo creo que, en parte, el escritor debe tener eso, debe ser astuto y saber qué palabras detonan en las personas, qué sensibilidad tú tienes que explotar para llegar a los lectores o transferirle el sentimiento que tú quieres”.

El Sotano en Tour. Awilda Castro, Federico Irizarry, Robert Jara, Amarilis Tavárez Vales y Julio César Pol
“¿Qué recuerdo de la infancia? Recuerdo que desde muy pequeño mi mamá me leía cuentos latinoamericanos para niños y también a Lorca. De Lorca ella solía cantarme una nana, Los pelegrinitos, y eso caló en mí porque siempre me quedé con eso… Recuerdo que mami y mi papá me ponían ante una pared para que yo la pintara; una pared de la casa para que yo hiciera lo que quisiera con ella, y yo la tenía completamente pintada; recuerdo que escribí mi nombre, hice dibujos. Eso me hizo palpar un poco lo que es la libertad y la importancia de lo artístico, y el respeto que a mis padres les merecía el arte”.

“Ya en la escuela recuerdo que me la pasaba llevándole la contraria a todos mis maestros y a una profesora de español, para variar, que daba palabras de domingo para que las memorizáramos y escribiéramos oraciones. Yo, en vez de hacer oraciones, lo que hacía era poemas. Tengo guardadas todas esas libretas. Como yo escribía muy erótico los compañeritos y profesores se pasaban jodiendo, entonces lo que hice fue que le enseñé los poemas a la psicóloga de la escuela y ella me puso en contacto con un escritor llamado José... Lo menciono así porque nunca supe el apellido. Lo único que recuerdo era que su papá era un doctor, una persona con mucho dinero allá en Ponce, pero José decidió ser escritor nada más. Él sacó de su tiempo para enseñarme a Vallejo, a Neruda, hacerme crítica de lo que yo escribía. Para mí eso fue bien significativo”.

“De lo que más me influyó al principio fue principalmente Neruda, también me dio a leer de Vallejo y como que yo no lo digería muy bien. Después fue que vine a cogerle el gusto, pero Neruda y sus Veinte poemas de amor y una canción desesperada, me parece que debe ser una lectura obligada en las escuelas superiores. Eso como que detonó la reserva poética que me había dejado mi mamá desde chiquito. Allí, en la biblioteca de casa, mami tenía poesía; entre los autores que recuerdo estaba Matos Paoli. Ya en la universidad tanteaba y fui comprando un chorro de libros de poesía. Gastaba todos los chavos en eso. Mami en algún momento estaba ya algo molesta porque eran muchos, porque yo los compraba y después no los leía, los almacenaba. Entonces como compraba tanto volumen, no había Cristo que pudiera sentarse a leerlos y ya mami estaba incómoda porque todo el dinero lo gastaba en eso; pero nada, después con el tiempo me los fui leyendo”.

“En la Universidad, uno de mis primeros intentos con la narrativa fue escribir un cuento para un certamen en el que nadie participó y lo gané. Después hubo un lapso, una pausa…”

La importancia del grupo y la tarea de salvaguardar la obra de Francisco Matos Paoli


Julio César Pol: “Sobre hacer proyectos que sumen a los diferentes actores te digo lo siguiente. En mi
caso tiene que ver con algo que es íntimo a mi vocación de escritor y a mi formación en el hogar y eso es el compromiso con el grupo. Como yo viví solo con mami eso era algo que siempre fue importante: el trabajo de equipo; la visión de grupo, no del individuo. Eso fue algo que siempre estaba bien presente: la familia antes que las personas individuales. Y siempre había que velar por eso. Y eso ha prevalecido a la hora de hacer el Sótano, hacer De-Generaciones y hasta juntarnos para ayudar a preservar la obra de Matos Paoli”.

“Sobre esa última experiencia que menciono, la de don Paco te cuento lo siguiente… Cuando el grupo de escritores se organizó para buscar la manera de proteger el legado de D. Francisco Matos Paoli se hizo porque su obra no estaba del todo organizada, estaban cuadernos dentro de otros cuadernos y se corría el peligro que algo se perdiera entre tanta espesura, digámoslo así. Y me di a la tarea de ayudar a doña Isabelita (Freire de Matos) en eso porque entendía y entiendo que todo lo que el Poeta dejó es parte de nuestro patrimonio cultural. Me sentía con el deber de proteger ese legado. A don Francisco lo conocí durante su etapa final, poco antes de su muerte. Fui a su casa. El motivo de mi visita era que quería publicarlo para una revista que nunca llegó a salir, una revista que trabajamos más o menos el mismo grupo del Sótano. En esa ocasión D. Paco fue muy generoso y le autografió un libro a mami. Ciertamente esa identificación, esa cercanía con Don Paco me creó también ese sentido de responsabilidad. Cuando fuimos años después con los otros escritores a su casa, recuerdo cómo Nina Valedón, la coordinadora de la revista Tongüas, quedó fascinada con el espacio y todos los premios que le habían dado a Matos Paoli. Durante las primeras visitas que yo había hecho por mi parte también me sucedió eso; esa fascinación por ver el reconocimiento a una obra verdaderamente lograda. Para ese tiempo ya doña Isabel estaba bien malita, no se encontraba bien de salud, pero como quiera el recibimiento que nos dio fue muy caluroso, fue bien especial. Principalmente porque comprendió que veníamos con un deseo genuino de ayudarle a preservar la obra de D. Francisco, por todos los trabajos que estábamos haciendo en esa dirección y porque eso, preservar la obra de su esposo, era, hasta cierto punto, su mayor preocupación, la paz de ella; eso lo tenía como misión personal y al final creo que asumir esa misión le permitió irse tranquila de este plano. Ante esa obra poética inmensa de D. Paco, doña Isabelita quería asegurarse de que no se perdiera, porque siempre consideró, como lo consideramos nosotros, que don Francisco Matos Paoli es uno de los escritores más grandiosos que ha dado Latinoamérica”.

La economía y el por qué de las cosas…


Julio César Pol: “En la universidad comencé por psicología y me cambié a economía, primero por el aspecto del mercado laboral y, segundo, creo que lo más importante, porque Marx (que lo había empezado a leer y a Engels) decía que la economía regía todos los comportamientos tanto sociales como culturales, y yo quería conocer qué era eso que regía; cómo se movían las cosas, por eso me cambié”.

“En este punto creo que las fuerzas culturales son más poderosas que las económicas, aunque Marx no lo expresaba de esa manera; yo estoy yendo un poco más allá. En el caso de Puerto Rico y de otros países latinoamericanos, nosotros no nos hemos podido integrar absolutamente a una filosofía o explotar lo que es un sistema capitalista, y yo entiendo que es por nuestra formación cultural; una cultura que realmente le da un segunda plano, una segunda importancia a los aspectos económicos. Y aun cuando nos hemos ido integrando a un sistema capitalista, nosotros no logramos maximizar las producciones. Creo que cada cultura debe establecer su propio marco económico. No es que exista la panacea, la fórmula económica para todas las culturas sino que cada cultura tiene su sistema. Hay países que les funciona con un sistema comunista y hay a otros países que no, y es por lo cultural. Lo cultural es predominante y más en la gente; los sistemas económicos nacen de los sistemas culturales. Por eso es que el sistema capital funciona tan bien con los anglosajones, va ligado a cómo ellos piensan y cómo ellos son, no hay nada más. Con nosotros no brega. Inclusive, lo mismo ha pasado en el pueblo chino con el comunismo. El pueblo chino funciona muy bien en un sistema comunista, y es porque que ellos prácticamente siempre han vivido en ese tipo de sistema, incluso antes con el imperio. A mí me parece que las fuerzas culturales son mucho más poderosas”.

Mi poesía


Julio César Pol: “En mi espacio psicológico yo veo mi obra poética como si fuera una gran asamblea con muchos personajes que toman decisiones. Están los personajes empíricos, están los poetas, hay ministros, está el japonés así bien rígido y espiritual. Hay muchos personajes por ahí, que tienen su oportunidad de ser, y se nutren entre ellos pero cada cual tiene su espacio”.

“Para mí, el mejor escritor es aquel que puede dominar todos los estilos, por eso yo he intentado ser lo más diverso posible. Aunque uno no logre dominar todos los estilos, sí me siento satisfecho con lo que he logrado en relación a la tonalidad y la forma. Inclusive, pienso que esa diversidad funciona casi como los heterónimos de Pessoa, un poco para que los lectores vean cosas diversas y lean diferentes caras, que no sea lo mismo todo el tiempo. Si un escritor crea más de lo mismo entiendo que su propuesta es pobre y hasta cierto punto aburre. Me parece que tú, como escritor, tienes que intentar tener un reto contra ti mismo y ese reto es ser diferente, poder presentar tu multiplicidad y tus diferentes rostros. Como dije antes, no repetirte sino ser diferente”.

Los poemarios en La guerra de las galias; la poesía como golpe de luz; espiritistas y pentecostales


“Sobre mi primer libro La guerra de las galias, que hice como edición de autor en el 2000, te puedo decir que reúne varios poemarios que yo dividí entre los que tienen poemas sociales y los que tienen poemas de amor. Incluso en esos de amor hay un poemario en el que trabajo un amor más visceral y extremo, ese se titula Estrupo. Después sale El coño de Melissa que contiene poesías de amor lúdico, que juegan con todo lo que es sexual e íntimo. Está otro que se llama El otro lado de la mano, que trata de un amor comprometido, un amor más sensible, más de fraternidad que se identifica con los dolores del alma ajena. Y el que se llama Siete está integrado por poemas que son visuales”.
“Sobre mi manera de escribir te puedo decir que mucho de lo que escribo, por lo menos los detonantes, los escribo guiando, en medio del tapón. Siempre tengo una libreta al alcance de la mano y empiezo a escribir”.

“La poesía, particularmente, es un vehículo que me permite acceder al plano de las ideas. Cuando yo escribo cuento siento que no es igual. La poesía es como un golpe de luz, como un golpe de iluminación. Quizás eso explica que muchos de los amigos escritores que conozco son hijos de pastores pentecostales que, por lo general, le dan importancia al aspecto espiritual, algo en lo que se afanan día a día. Creo que es algo que se da, incluso, en quienes practican el espiritismo; ese interesarse en lo metafísico es algo diario. Es algo que tú vives y con lo que convives todo el tiempo. Me parece muy interesante que la mayor parte de los escritores que conozco, por un lado o por otro, o son descendientes de espiritistas o son pentecostales. ¿Por qué? No sé, pero me parece algo significativo”.

El proceso creativo; como poeta y como economista…


Julio César Pol: “En este momento cuento con poco tiempo por el trabajo, pero siempre encuentro un hueco para reescribir mis poesías y refinarlas; en los momentos de intimidad que uno está solo. La mayor parte los comienzo a escribir cuando voy caminando o en el carro. Creo que los mejores poemas salen de una ‘sentá’, como diríamos coloquialmente. Entre los proyectos que tengo pendientes quiero hacer un poemario de poemas filosóficos pero eso lo haré cuando tenga un poco más de tiempo”.

“Yo, en esta época de mi vida, no tengo una disciplina rígida como otros escritores aunque, eso sí, siempre intento estar escribiendo. Pero no soy de los que se imponen comenzar su jornada poética a una hora exacta. No. Para mí toda estructura rígida, incluso la que se da en el trabajo como economista, me resulta demasiado fría. La imposición para mí es letra muerta, mata la dinámica de lo espontáneo. Aunque siempre me las ingenio para ser creativo a la hora de dar recomendaciones en la propia economía; en eso de dar recomendaciones tengo más margen para hacerlo”.

“Cuando estoy en mi trabajo como economista es como un tour de force. Por un lado me intentan cortar las alas, pero por otro yo no lo permito. Intento ser creativo inclusive a la hora de hacer propuestas para mejorar la situación económica del País. En ese proponer se puede dar con teorías nuevas e interesantes, aunque sea en un espacio marginal. En mi trabajo como economista también busco espacios disponibles de creatividad”.

“Mi vocación de escritor es igual de importante a mi vocación como economista. Una vez, en una entrevista de radio, me preguntaron qué era para mí lo más importante, si la economía o la poesía y contesté que son dos partes indispensables de lo que yo soy, de lo que me constituye”.

Algunos libros de Julio César Pol


viernes, abril 03, 2020

En las letras, desde Puerto Rico: Serie Libros importantes: Noel Luna reflexiona sobre sus poemarios Hilo de voz y Teoría del conocimiento

por Carlos Esteban Cana



La primera vez que tuve noticias del escritor Noel Luna fue a través de las páginas de la revista Camándula, dirigida por Ilia Casanova y Aida López, revista que también había publicado mi primer cuento. Ese ejemplar de octubre de 1992 incluía una entrevista de Evelyn Zapata a dos jóvenes poetas de 21 años y uno de ellos era Noel Luna. A la pregunta ¿Qué les reta al escribir?, Luna contestó: “Para mí es un reto que el contenido del verso se amolde al espacio limitado de una décima o un soneto, es decir, que el contenido se ajuste a la estructura sin perder su sentido. Es un reto también hacer una introspección a través del verso que uno escribe y ver contradicciones y enfrentarlas en la lectura de éste”. Esta respuesta del poeta, a mi modo de ver, ejemplifica la brújula que le ha guiado a través de una poética que, sin duda, se ha transformado a través del tiempo en más de tres décadas de oficio pero que siempre gravita en torno a ese reto creativo que se impuso desde su juventud, al privilegiar ese binomio simbiótico de estructura y contenido. Con seis títulos dedicados a su propia obra poética (Teoría del conocimiento, 2001; Hilo de voz, 2005; Selene, 2008; Música de
cámara, 2009; La escuela pagana, 2014; y Luz negra, 2017) hasta la fecha, libros que han recibido todo tipo de reconocimientos por parte de las principales instituciones culturales de Puerto Rico, Noel Luna ha ganado también notoriedad en el mundo académico por haber estudiado a fondo la poesía de Luis Palés Matos y por dar a conocer la obra del escritor y crítico argentino Ricardo Piglia, quien fue su profesor y mentor en la Universidad de Princeton. Con este preámbulo “En las letras, desde Puerto Rico”, aquí en Confesiones, reconoce el valor estético del catálogo poético de Noel Luna, y por lo anterior queremos compartir impresiones que el propio poeta ha compartido acerca de Teoría del conocimiento, publicado por la Editorial de la Universidad de Puerto Rico en el 2001, e Hilo de voz, publicado por Terranova Editores en el 2005.   

Teoría del conocimiento (2001)

Noel Luna: “Teoría del conocimiento tiene que ver sobre todo con el trabajo con la forma, con las formas clásicas, particularmente el soneto y la décima. Por lo regular se piensa en las formas clásicas justamente como formas agotadas, en la medida en que han sido trabajadas largamente. Sin embargo, las formas, más allá de ser límites estrechos, aunque lo son, son más que nada máquinas de hacer literatura. Particularmente, por ejemplo, siempre me interesó la décima, una forma, una estructura tan arraigada en la tradición literaria puertorriqueña. Pero ese interés tiene que ver, en mi caso, con un deseo de despojarla de una serie de entendidos a la hora de hablar sobre la décima, ya sea que leamos la décima como una expresión de nuestro espíritu nacional o algunas de esas generalizaciones que, francamente, poco tienen que ver con las características de la forma”.

“A mí lo que me interesa de la forma particularmente es la capacidad de trabajar dentro de ella, y un poco desdecirlas. Cómo articular un discurso poético dentro de una estrofa como la de la décima, por ejemplo, y burlar de algún modo esa estructura. Es decir, cómo lograr que la gramática de esa estrofa simule no estar cumpliendo una estructura cerrada”.

“Durante varios años no escribí sino décima, sonetos, silvas, estrofas de arte menor y mayor. Ensayé octosílabos, endecasílabos, alejandrinos. A menudo me sucedía quedar como encerrado en esas breves cárceles. Recuerdo incluso haber hablado alguna vez en exactos periodos octosilábicos, acentuados en la segunda, quinta y séptima sílaba. Otras veces creía escribir verso libre cuando sólo encadenaba, de modo más o menos arbitrario, endecasílabos. Hago este melancólico catalogo de términos métricos y prosódicos para subrayar un elemento de lo literario que me importa mucho: la forma”.

“La forma, desde luego, no es patrimonio exclusivo de estructuras cerradas tales como las del soneto y la décima, aquellas que yo he practicado más. Formal es todo aquel gesto literario que no pretende ocultar su rigurosa artificialidad. De las formas clásicas me interesa su concisión, su economía, que no hace otra cosa que intensificar o amplificar algunas dimensiones parciales del lenguaje comunicativo. El poeta trabaja, al fin y al cabo, con las palabras de la tribu, pero ese trabajo, desde luego, las transforma”.

Hilo de voz (2005)

Noel Luna: “Con Hilo de voz yo quise cerrar un proyecto, es más que la combinación de tres libros. Fue un proyecto de diez años no porque me haya propuesto estar diez años trabajando en él, sino por distintas razones circunstanciales, sin importancia. El asunto es que más allá de la variedad yo quise tomar el riesgo de juntarlos; corrí el riesgo de que no hubiera unidad. Aunque sí me parece que hay unidad en el proyecto, esa unidad que da el trabajo con la lengua. Y no es que no me interese seguir trabajando en esa dirección pero haber publicado esos libros juntos me ayuda a seguir trabajando ya en una segunda etapa, de cosas distintas aunque muy relacionadas, y que van viento en popa. Desde que pude publicar Hilo de voz, desde que dejé el manuscrito listo, he podido comenzar a trabajar. Antes sencillamente seguía escribiendo poemas en la misma dirección y por eso la publicación”.

“Hace ya unos cuantos años que no escribo sonetos ni décimas, entonces no sé si voy a volver a hacerlo. Por ahora no. No estoy satisfecho en un sentido, pienso que podría trabajar más el soneto y la décima. Sobre todo la décima, porque creo que la décima aquí ha sido tan relacionada con una particular tradición ideológica o idea de identidad. Sin embargo, la décima se presta a lo que uno quiera hacer con ella como vehículo formal. Yo pienso que en algún momento voy a volver a la décima. El soneto no sé. En realidad, no siento que haya salido del cultivo de las formas clásicas, es decir, yo sigo cultivando el endecasílabo, sigo cultivando ciertas formas de versificación estudiando modelos clásicos, y lo hago trabajando por mis propios intereses. Pero creo que a pesar de que ya no estoy escribiendo en esas formas tan reconocibles como la décima y el soneto, todavía estoy elaborando un trabajo sobre la forma porque el lenguaje es eso, al fin y al cabo, un trabajo sobre la forma”.



miércoles, abril 01, 2020

En las letras, desde Puerto Rico: Sencillo homenaje a Carlos Ramón Cana Solís, escritor autodidacta del pueblo de Cataño

por Carlos Esteban Cana 

En esta edición de En las letras, desde Puerto Rico le traemos un interesante cuento de un escritor oriundo del litoral costero de Cataño. ¿Su nombre? Carlos Ramón Cana Solís, mi tío. Carlos Ramón sigue la tradición de los buenos narradores que han salido del pueblo más pequeño del área metropolitana, entre ellos podemos destacar a los escritores Pedro Juan Soto, Salvador M. de Jesús, Angelo Negrón Falcón y Yolanda Arroyo Pizarro. Como cuentista Carlos Ramón emergió en el panorama de las letras boricuas de la mano de la revista Taller Literario. Esta publicación, que con el tiempo se transformó también en colectivo, representó una apertura para creadores que estaban más allá de los tradicionales linderos literarios. Fue de esa manera que escritores que no eran académicos pudieron ver sus cuentos publicados en el panorama de las letras boricuas; autores que no eran profesores ni estudiantes, como Carlos Ramón, lograron tener su espacio en un medio cultural. Escritores que para ganarse el peso eran enfermeras, guardias de seguridad o carpinteros comenzaron a recibir trato igual en las páginas de Taller ya que solo se publicaba el texto y el nombre del autor, partiendo de la premisa que el texto se defendía solo. Se pretendía no cargar la lectura con detalles de la vida, obra y milagros del autor. Y fue así que un escritor autodidacta como Carlos Ramón Cana Solís, que para sobrevivir el día a día se especializó en la ebanistería, pudo publicar sus narraciones y llamar la atención de los lectores. Algunos de sus cuentos como El ruiseñor y el almendro, Juan Albañil o Sin retorno, se caracterizan por su estilo coloquial, el uso de la personificación, minimalista a la hora de utilizar adjetivos, y siempre teniendo como materia prima de sus narraciones los datos y acontecimientos que han ocurrido en el devenir histórico del pueblo que se negó a morir. Por todo lo anterior, esta edición de “En las letras, desde Puerto Rico” que hoy reproduce Confesiones, aspira además a rendir un sencillo homenaje a este buen escritor autodidacta que también me inspiró el amor a las humanidades. El cuento de Carlos Ramón Cana Solís que traemos a su consideración, estimado lector, lleva por título El legado de doña Lila, narración incluida en el octavo volumen de la revista Taller Literario. Que lo disfrute. 


El legado de doña Lila
Carlos Ramón Cana Solís


¡Mira muchacho, no la toques! No. Esa mano de madera es muy valiosa para mí. Sí, un legado que recibí de mi abuela, o sea tu bisabuela Lila. Yo no te había hablado antes de ella… ¿verdad? Parece mentira que no lo haya hecho antes pues le debemos mucho a ella. Pero como dicen por ahí: nunca es tarde cuando la dicha es buena.

Doña Lila fue una de las pioneras que rellenó estos solares. En ese tiempo la Calle Amparo era un lugar de profundas aguas. Y ella con otros vecinos hicieron de este lugar uno apto para vivir.

Según fue pasando el tiempo, doña Lila se fue haciendo famosa por ser una persona muy instruida en el campo del espiritismo científico. Tenía la facultad de poder comunicarse con espíritus. Frecuentemente, por las noches, se reunía con un grupo de personas que también tenían esa capacidad. Esas ceremonias se efectuaban en diferentes casas, y era doña Lila la médium más utilizada por las entidades que querían manifestarse.

Yo, siendo niño, fui testigo de todo eso. Me acuerdo, como si ahora mismo estuviera en alguna de las sesiones que se efectuaban los viernes. Recuerdo que los asistentes se congregaban en torno a una mesa larga en la que se había colocado un mantel blanco y una fuente de agua. Presidía la sesión un señor llamado don Pancho Sánchez, y luego que recitaba unas oraciones iniciaba la ceremonia. Ese era el momento en que mi abuela leía el Evangelio según el Espiritismo,  y lo increíble era que ella no sabía leer pero en esas sesiones –no me preguntes cómo- sí podía hacerlo. Hoy cualquiera te puede decir que esas cosas son fenómenos  paranormales. Pero sigamos con la historia.

Yo, por mi parte, estaba como pez en el agua. Era como si todo aquello me resultara muy familiar; como si ese ambiente fuera algo natural para mí. Sí. Puedo decir que, sin lugar a dudas, era como si me hubiera reencontrado con algo. Para decirte más, una vez vino una señora de apellido Gaztambide, y doña Lila le cogió un espíritu que llevaba tiempo atormentándola por las noches. No la dejaba dormir, y sentía cómo invadía su cuerpo. Pero luego de esa sesión la atribulada señora se sintió mejor. Pero doña Lila insistió en que necesitaba de más sesiones para poder liberarla totalmente de lo que nombró como un “espíritu obsesivo”. La señora Gaztambide no le hizo mucho caso y se ausentó a la próxima sesión, sin embargo no pasó mucho tiempo cuando regresó toda desencajada rogando por una solución. Doña Lila accedió atenderla pero bajo sus condiciones que debían de ser cumplidas al pie de la letra. Fue de esa manera, que con diversas sesiones, doña Lila pudo “limpiarla”, es decir, librar a la señora Gaztambide de aquella misteriosa entidad.

Ahora que conoces algo sobre tu bisabuela te contaré cómo esa mano que tanto atesoro llegó a nuestra familia. Resulta que un hermano de la abuela estaba muy enfermo, tanto que hasta botaba sangre por la boca. Entonces una voz le comenzó a decir a la abuela que por siete días se internara a un manglar cercano y extrajera unas moneditas que allí encontraría. Y, así como te lo digo, ocurrió. Cada tarde, doña Lila se alzaba la falda hasta las rodillas y se internaba en la espesura del manglar. No pasaba mucho tiempo cuando regresaba con una pequeña moneda que guardaba en una pequeña bolsita de tela color violeta. Religiosamente fue efectuado el ritual hasta que en el séptimo día un vendedor de santos tocó a su puerta y le ofreció la misteriosa Mano Poderosa. 

Aquella imagen tallada en ausubo estaba pintada de un pálido color crema. En la parte superior de cada dedo estaba tallado, con minuciosos detalles, un santo. Y esa noche abuela Lila se arrodilló ante la mano; echó una oración en murmullos, y la amarró a la cama de su hermano. Al otro día, el muchacho se levantó como nuevo y no botaba nadita de sangre por la boca. Desde ese día doña Lila comenzó a utilizarla cuando lo creía necesario y pertinente. Aquella Mano Poderosa había llegado para quedarse en nuestra casa.

Y eso lo comprobé cuando vino el terrible huracán San Ciprián. Aquel monstruo tenía unos vientos de tal magnitud que pedazos de hierro eran levantados como hojas y la lluvia era tan fuerte que parecía granizo lo que golpeaba nuestro techo de zinc. El patio se comenzaba a inundar cuando decidimos salir todos -mi abuela, mi mamá, mi hermano y yo- corriendo de la casa. Nos refugiamos sin demora en un ranchón que teníamos en la calle próxima.

Cuando por fin aquel huracán dejó de azotarnos regresamos a nuestra casa. Mijito, puedes creer que no encontramos rastro de paredes, ni de planchas de zinc o muebles. Todo alrededor estaba absolutamente limpio como si aquello fuera un desierto. Sólo encontramos en la parte trasera de aquel solar una máquina de coser Singer que sabrá Dios de qué lugar habría llegado y sobre ella, la Mano Poderosa más brillante que nunca. Mi abuela tomó aquello como una señal divina e hizo que nos arrodilláramos mientras murmuraba una oración.

Desde ese día mi abuela aconsejó a mamá a ganarse la vida como costurera utilizando aquella máquina. Lo cierto es que cuando mamá tomó la decisión de hacer lo que la abuela le decía nuestra precaria situación económica mejoró. Y desde esos tiempos, conservamos en la familia, esa misteriosa Mano Poderosa que nos legó tu bisabuela doña Lila. Así que puedes mirarla, pero no la toques.