Este año se cumplen diez años
de la conferencia El miedo en la cultura política puertorriqueña, una perspectiva
psicoanalítica ofrecida
por el catedrático, asesor y escritor Alfredo Carrasquillo Ramírez. La misma se
ofreció el 17 de noviembre de 2014 en el Teatro Arturo Morales Carrión de la
Universidad Metropolitana (hoy Universidad Ana G. Méndez, Recinto de Cupey)
como parte de la serie anual Jornadas de
Puerto Rico y el Caribe. Y con sus reflexiones acerca del entramado
sociopolítico boricua, Carrasquillo no dejó indiferente a quienes le escucharon. Ahora que los puertorriqueños viven
las dinámicas propias de un año electoral tiene valor traer nuevamente sobre la
mesa algunas de las preguntas que fueron planteadas en aquel momento a la
audiencia. Antes de dar paso a las mismas queremos añadir información pertinente
sobre el conferenciante: Alfredo Carrasquillo Ramírez cuenta con 33 años de
formación psicoanalítica que le ha llevado a viajar países de América, Europa y
África. Tal experiencia le ha permitido participar de seminarios
internacionales junto a psicoanalistas como Colette Soler, Jaques Alain Miller
y Slavoj Žižek, entre otros.
El miedo en la cultura política puertorriqueña, una perspectiva psicoanalítica (fragmento)
Alfredo Carrasquillo-Ramírez: Buenas Noches. Un placer compartir con ustedes, esperemos pueda ser útil y lo
vean en el contexto de la conversación que han comenzado esta mañana respecto a
esos tres conceptos clave de Espacio, Ciudadanía y Cultura. Yo estoy
particularmente interesado en este tema del miedo hace tal vez unos 15 años
porque pienso que ha sido, por demasiado tiempo ya, uno de los principales, si no el principal recurso movilizador en la política puertorriqueña. Y recurso
movilizador no precisamente para
llevarnos a hacer cosas, sino un recurso movilizador para inhibirnos hacer
cosas.
Así que lo que quiero compartir hoy es la comprensión de una de las pistas o una de las claves que a mí me parece fundamental para entender este tema del miedo que se puede agarrar por varias vías distintas.
Voy a empezar recordando un texto que ustedes conocen de Edgardo Rodríguez Juliá, nuestro gran cronista. Tiene dos crónicas maravillosas, una sobre el entierro de Cortijo y tiene otra que se titula “Las tribulaciones de Jonás” sobre el entierro de Luis Muñoz Marín. Y en un momento dado de esa crónica, él está relatando lo que está ocurriendo, y entonces el narrador en la radio -relata Rodríguez Juliá- dice: “¡Señoras y señores, lo que ocurre aquí es indescriptible!”. Era un desborde de gente, no se podía organizar, la hija de Muñoz Marín tuvo que venir y pedirle a la gente espacio, que permitieran que el ataúd llegara a un lugar, y la expresión que utiliza el narrador en la radio es: “La gente tiene un ataque histórico”. Pero, claro, la persona inmediatamente se da cuenta de que lo que ha cometido es un lapsus y corrige y dice: “Perdón, no, un ataque histérico”. Pero Rodríguez Juliá inmediatamente narra y dice que: Él sabía que con ese error estaba diciendo la verdad. La única verdad. A mí me parece que ese lapsus que recoge
Rodríguez Juliá nos ayuda a pensar este tema, porque uno puede preguntarse si
hay algo así como la histeria puertorriqueña. Y no me refiero a la estructura
histérica de cada sujeto o cada persona en su particularidad, sino si nosotros
podríamos hablar de que los puertorriqueños y las puertorriqueñas como
nacionalidad estamos colocados en una posición histérica con respecto al otro,
con respecto al Amo Imperial.
Dentro de un ratito yo
explicaré a que me refiero con la histeria o qué es en el psicoanálisis, el
campo en el que me he formado, a qué nos referimos cuando hablamos de histeria.
Y si en verdad podemos responder en la afirmativa, si pudiéramos concluir al
menos para propósitos de lo que quiero compartir hoy que sí, que los
puertorriqueños y las puertorriqueñas estamos colocados y colocadas en una
posición de histeria, ¿cuáles han sido las consecuencias políticas de
posicionarnos ahí?; de ubicarnos ahí. Yo creo que estas preguntas nos pueden
justamente ayudar a pensar una de las vías posible con respecto a este tema de
miedo.
Y uno podría decir, por agarrar un momento, que fue la creación del Estado Libre Asociado en Puerto Rico, allá para el 1952, un buen momento para pensar este asunto del miedo o de un concepto que se va a acuñar años después. Estamos en el Teatro Arturo Morales Carrión, así que por supuesto tenemos que ir a esa fuente importante para ver que él nos decía sobre la creación del Estado Libre Asociado. Y Morales Carrión en su Historia de Puerto Rico nos dice: La creación del Estado Libre Asociado dejó un montón de preguntas inconclusas. Algunas de ellas yo se las menciono aquí: ¿Fue o no fue el fin del colonialismo en Puerto Rico?; ¿Deja espacio para el consentimiento mutuo o quedan los Estados Unidos como la autoridad final y unilateral en la Isla?; ¿Se trata de un status permanente o una etapa transitoria hacia la estadidad o la independencia? Y ustedes saben muy bien, con abrir los periódicos en el periodo pre-eleccionario, o antes de un debate político en medio de un plebiscito, o lo que sea, que esas han sido las preguntas, el caldo de cultivo de toda la lucha hegemónica política en Puerto Rico. Es decir, toda la lucha por las significaciones, por hacer sentido y por las interpretaciones en el ámbito de lo político en Puerto Rico, está vinculada a estas preguntas.
Para muchos líderes políticos
puertorriqueños, colocados en una relación histérica en relación con el Otro
Imperial, el silencio del Amo resulta insoportable, pues lo deja sin una
respuesta clara a una pregunta fundamental en la histeria: ¿Qué es lo que el
otro quiere de mí? ¿Qué objeto de deseo debo ser para que el otro me quiera, me
desee?
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