por Carlos Esteban Cana
En una carta abierta que publicara el escritor Antonio Aguado Charneco
en el 2012, manifestaba: “La otra noche, el dolor físico en mi
convalecencia me ahuyentó el sueño, y hurtándole tiempo al desvelo, me encontré
urdiendo un tapiz en mi mente… ¡Coño hermano! hay que tener mucho valor pa’ no
hacerle caso al mundo mercachifle y atreverse a ser lo que uno realmente
quiere”. Lo que el narrador reflexionaba en torno a la experiencia de publicar
una revista, es lo que se puede expresar de su tesón y pasión como creador.
Para entenderlo solo basta mencionar datos de su propia obra.
Y es que nada le resultó ajeno a este escritor boricua nacido en Arecibo que fue residente por décadas de Santa Rita, urbanización marcada y signada por la vida universitaria; ni los callejones llenos de murales y grafitos, ni los árboles centenarios del campus vecino o la Plaza del mercado llena de historias. De su mano el lector se sumerge en viajes tumultuosos, encrucijadas sorpresivas, sectas clandestinas y personajes temerarios.
Publicado por sellos como Isla Negra Editores,
Publicaciones Gaviota, o instituciones como La Editorial de la Universidad de
Puerto Rico o el Instituto de Cultura Puertorriqueña, Antonio Aguado Charneco
ocupa un lugar destacado entre los escritores boricuas que surgieron a finales
del siglo XX. Y hasta el momento de transición de plano (acontecido el 19 de
noviembre de 2016) sostuvo un paso firme y constante ocupándose de novelas
salpicadas de ciencia ficción y suspenso.
A siete años de la partida terrenal de Tony, los escritores que gravitábamos entre la bohemia y la tertulia que generaba desde su balcón tenemos presente sus innumerables lecciones acerca de la vida y el oficio literario. Y por lo anterior podemos compartir con los lectores algunos consejos que Antonio Aguado Charneco nos ofreció acerca de la creación de personajes.
* Cuando uno
construye un personaje, como escritor uno aspira y procura que de las páginas
salga esa mano que agarre el corazón del lector. Es como decir que Enrique
Laguerre nunca picó caña, ¿verdad? y, sin embargo, escribió acerca del obrero
de la caña como nadie. Lo que hace falta es ser observador. Atreverse a hacer
preguntas.
* Como diría
el poeta juglar Eric Landrón, que suele jugar con las palabras: procuro
‘fricción en la ficción’, para causar interés en el lector.
* Entre medio
de las dos orejas hay un archivo propio en el que, ocasionalmente, tú escribes
algo como un trazo, como un boceto, por el cual crees que te vas a dejar llevar
y no siempre ocurre así.
* El que escribe muy
pocas veces calca una persona de la vida real hacia un personaje literario.
Casi siempre lo que hace es que lo arma, lo monta.
* A veces tú planificas un personaje como personaje
protagonista y acaba siendo antagonista. Tú planificas un mero actante, un personaje de
segunda, y él solo se impulsa a primer plano.
* Yo puedo montar un personaje con unas características tuyas y otras mías, y de esa amalgama saco alguien que tiene de ambos pero que no es exactamente ninguno de los dos. Los personajes muy pocas veces, creo, son un calco de alguien. Muy contadas veces. Casi siempre es eso, ese armar el rompecabezas.
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