Por Angelo Negrón
Despreocupada noche de noviembre que envuelve a esta soledad de tenerla. Ella habita en mí y yo no subsisto en ningún lugar; siquiera uno aledaño a su mente. Infierno paradigmático y poco acostumbrado el de su despedida. Su aura desapareció escondiéndose en similitudes de forma y espacio. Los boicoteos del corazón, ayudados por el conocimiento de experiencias idas y repasos de lo vivido a su extrema desconsideración, lograron que rememorara sus promesas vanas. Las mismas brotaban de su garganta y no de más adentro. Apretó los dientes y pensó en lo que representaba lo nuestro, luego; decidió que la importancia de ese hecho era sólo una costumbre ideada por su jactancia.
Olvidó que no sirve de nada ser reina en el infinito de las
hadas. En tal universo toda alabanza venida de un ser humano es tan sólo
palabra dicha por lo bajo. El aplauso a esa altura se convierte en juguete
pasajero del viento. Macerándose entre nubes de indiferencia. Pero la mirada de
mi alma, una llena de amor, se esconde en el arco iris de remembranzas.
Recuerdo sus Besos; apasionados labios que me envolvían en
sedante afrodisíaco.
Añoro sus Manos; líneas de la vida que leí y se diluyeron en
querer complacerla entera.
Evoco sus Ojos; dos luceros que, aunque ajenos, eran
idénticos a los míos.
Rememoro su Cuerpo; Ola y danza. Lujuria y descanso de
múltiples pesadillas.
Repaso su Modo de pensar…
…Ese si que es contradictorio. No se trata de que podemos
cambiar de parecer y exponerlo. Somos mentes cambiantes en la relatividad de
las cosas. Más bien se trata de sus fonemas audibles y la manera en que están
en contra de los hechos. Todo lo que alguna vez pudo mencionar, lo prometido y
lo que divulgó es ahora una pregunta conclusa con respuesta incompleta. El te
amo, ese que acostumbraba gritarme, esta vez, parece la mentira más arbórea del
planeta. Su verdad…
¿Cuál es su verdad?
¿Alguna vez fue verdad?
Parece que no, y no importa. Es como lo del único tropiezo
que Dios no absuelve. El Todopoderoso no perdona el pecado que vaya en contra
de la fe pues: un no creyente no necesita ser perdonado. A si mismo: ¿Qué
importa para ella lo que siento y si alguna vez sintió algo real por mí? Para
alguien que se atreve a ser, sin chistar, tan desconsiderado esto debe haber
sido un capitulo más de sólo carne y placer.
Preferible es una sola noche así con desconocidas que
alienten un futuro de verdad, que muchos amaneceres con alguien desguarnecido
de corazón que ha prometido compartir su destino contigo. El amor y la piel
pueden ir de la mano, pero a veces encuentras a alguien que desprovista de
buenos sentimientos arremete contra todo lo que, ella misma alguna vez,
construyó dentro de ti. Y carcome tu soporte. Lo convierte en leña atacada por
las termitas de la incomprensión y la soberbia. Pero; no se da cuenta que se
ataca con esto a si misma. Y es que en tus adentros vive ella o quien ella te
hizo creer que era…
…y dejas de ser ella. Vuelves a vivir por ti y en ti.
Recobras tu camino. Lo conviertes a cada paso en el destino que siempre has
deseado. La olvidas por momentos hasta que te das cuenta que la recuerdas más
de lo que debes; con la diferencia de que no te lastima. El pensarla no causa
el efecto secundario de antes y están sanadas las vergüenzas de aceptar que
amas a alguien que no merecía miradas de idolatría. Meditas en lo vivido,
siempre fuiste tú y no su sombra o “conejillo de indias” como has creído.
Entonces te percatas de lo innegable: ganaste de todos modos…
Ambos ganaron. Tú porque regresaste entero de esta batalla y
con unas experiencias añadidas… Ella por saborear la victoria imperfecta de
querer ser alguien lejano a su verdadera esencia. Definitivamente al ocultarse
en las innecesarias mascaras de su predilección derrochó su camino hacia ti e
hizo que tú recobraras el tuyo…
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