viernes, noviembre 02, 2012

¿Qué importa?

Por Angelo Negrón
 

Despreocupada noche de noviembre que envuelve a esta soledad de tenerla. Ella habita en mí y yo no subsisto en ningún lugar; siquiera uno aledaño a su mente. Infierno paradigmático y poco acostumbrado el de su despedida. Su aura desapareció escondiéndose en similitudes de forma y espacio. Los boicoteos del corazón, ayudados por el conocimiento de experiencias idas y repasos de lo vivido a su extrema desconsideración, lograron que rememorara sus promesas vanas. Las mismas brotaban de su garganta y no de más adentro. Apretó los dientes y pensó en lo que representaba lo nuestro, luego; decidió que la importancia de ese hecho era sólo una costumbre ideada por su jactancia.

Olvidó que no sirve de nada ser reina en el infinito de las hadas. En tal universo toda alabanza venida de un ser humano es tan sólo palabra dicha por lo bajo. El aplauso a esa altura se convierte en juguete pasajero del viento. Macerándose entre nubes de indiferencia. Pero la mirada de mi alma, una llena de amor, se esconde en el arco iris de remembranzas.
Recuerdo sus Besos; apasionados labios que me envolvían en sedante afrodisíaco.

Añoro sus Manos; líneas de la vida que leí y se diluyeron en querer complacerla entera.
Evoco sus Ojos; dos luceros que, aunque ajenos, eran idénticos a los míos.

Rememoro su Cuerpo; Ola y danza. Lujuria y descanso de múltiples pesadillas.
Repaso su Modo de pensar…

…Ese si que es contradictorio. No se trata de que podemos cambiar de parecer y exponerlo. Somos mentes cambiantes en la relatividad de las cosas. Más bien se trata de sus fonemas audibles y la manera en que están en contra de los hechos. Todo lo que alguna vez pudo mencionar, lo prometido y lo que divulgó es ahora una pregunta conclusa con respuesta incompleta. El te amo, ese que acostumbraba gritarme, esta vez, parece la mentira más arbórea del planeta. Su verdad…
¿Cuál es su verdad?

¿Alguna vez fue verdad?
Parece que no, y no importa. Es como lo del único tropiezo que Dios no absuelve. El Todopoderoso no perdona el pecado que vaya en contra de la fe pues: un no creyente no necesita ser perdonado. A si mismo: ¿Qué importa para ella lo que siento y si alguna vez sintió algo real por mí? Para alguien que se atreve a ser, sin chistar, tan desconsiderado esto debe haber sido un capitulo más de sólo carne y placer.

Preferible es una sola noche así con desconocidas que alienten un futuro de verdad, que muchos amaneceres con alguien desguarnecido de corazón que ha prometido compartir su destino contigo. El amor y la piel pueden ir de la mano, pero a veces encuentras a alguien que desprovista de buenos sentimientos arremete contra todo lo que, ella misma alguna vez, construyó dentro de ti. Y carcome tu soporte. Lo convierte en leña atacada por las termitas de la incomprensión y la soberbia. Pero; no se da cuenta que se ataca con esto a si misma. Y es que en tus adentros vive ella o quien ella te hizo creer que era…
…y dejas de ser ella. Vuelves a vivir por ti y en ti. Recobras tu camino. Lo conviertes a cada paso en el destino que siempre has deseado. La olvidas por momentos hasta que te das cuenta que la recuerdas más de lo que debes; con la diferencia de que no te lastima. El pensarla no causa el efecto secundario de antes y están sanadas las vergüenzas de aceptar que amas a alguien que no merecía miradas de idolatría. Meditas en lo vivido, siempre fuiste tú y no su sombra o “conejillo de indias” como has creído. Entonces te percatas de lo innegable: ganaste de todos modos…

Ambos ganaron. Tú porque regresaste entero de esta batalla y con unas experiencias añadidas… Ella por saborear la victoria imperfecta de querer ser alguien lejano a su verdadera esencia. Definitivamente al ocultarse en las innecesarias mascaras de su predilección derrochó su camino hacia ti e hizo que tú recobraras el tuyo…

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