Por Angelo Negrón
La voz de Javier Febo es refrescante y ácida a la vez. No lo leía desde su exelente Novilunio y, este su más reciente libro, Hum ano, me ha dejado sentimientos encontrados. Por una parte comienza siendo una especie de auto-mandato al olvido y al descifrar del yo que se exige el autor, para luego ser una crítica-definición de la humanidad. Y es que, lo que emprende con un pedido a “pasar de largo y no querer verte” en su poema “La orilla”, continúa con una definición del “Soy esto y aquello otro” , con las mascaras que eso implica, en sus poemas “Incontables” y “Confieso”. Ya en su cuarta entrega, en la que nos habla de nacimiento, fue que inició la transformación en mí.
Los cuarenta y tres poemas parecen haber sido hilvanados para ir creciendo en el lector esas dudas que crean preguntas filosóficas profundas. El tema de lo humano siempre ha presentado dificultades serías, específicamente en eso de definirlo. ¿Somos sólo materia orgánica? ¿Tenemos eso que llaman alma? ¿Existe otro lugar después del aquí?
Los cuarenta y tres poemas parecen haber sido hilvanados para ir creciendo en el lector esas dudas que crean preguntas filosóficas profundas. El tema de lo humano siempre ha presentado dificultades serías, específicamente en eso de definirlo. ¿Somos sólo materia orgánica? ¿Tenemos eso que llaman alma? ¿Existe otro lugar después del aquí?
Tales distinciones radicales nos envuelven en la particularidad, no nueva, pero imperante en la literatura: Ser transgresores. Por esto menciono al principio que la voz de Javier es refrescante y ácida. Refrescante porque hace vibrar sin abusar de esa lirica llena de te amos orgásmicos y eyaculadores, a la que acostumbro y que inclusive utilizo en demasía a la hora de escribir, y lo agrio de su voz radica, es mi percepción, en que su definición de lo humano asume esa actitud de respuesta y pregunta con la que envuelve la dualidad de cuerpo-alma a lo largo del libro. Febo es transgresor, haciendo uso de un idioma en el que a veces poco a poco, y en algunas piezas de sopetón, te estruja en la cara, por no decir el alma, la aclaración de cuan finitos somos: Frágiles como las ventajas y desventajas del nacer y las adustas pesadillas. Nos explica con firmeza, una y otra vez, lo que la caratula de su libro nos anuncia. ¿Somos eso: Piel, venas, hueso y carne?, ¿También lo que sentimos y soñamos nos convierte en esa madeja de posibles e imposibles que es vivir?
Ya para cuando llegué a los poemas Celibato y Enmarcada comenzó a excitarse mi ser con letras que me despojaban de inhibiciones, pero como si fuese hecho adrede por el autor, o por quien escogió el orden en que aparece esta entrega, todo amague de lujuria se vuelve polvo, y no del que es rico, si no del que hace lagrimear de tristeza con Archivado, poema en que se detiene la avidez por el compartir de cuerpos desnudos en el sexo y nace la indignación por la ignominia hacía una niña de trece años. En adelante, como ha sucedido hasta aquí las letras de Febo siguen creciendo hasta convertirse en una voz agresiva. Un grito que ordena, que exige y explica la miseria que nos adorna como seres vivientes. Esta prerrogativa de sabernos racionales nos envuelve en la búsqueda de entender lo que ha querido decirnos el autor y no cesa el tono progresivo con el que se dirige a través de su obra. Si bien tuve el placer de leer Relato Poliamor tres veces , (pues no salía de su asombrosa perfección), también fue característico de este viaje el pausar y saborear el dolor emergente y las ganas de gritar con el autor ante la injusticia, misma que se perfila como daga en pecho abierto y que ya es tan común que parece inevitable.
Lo expuesto por él en su poema “Hablar” intenta abrirnos los ojos y recordar la máxima de que no hay peor ciego que el que no quiere ver y es que repasa eso de creer en dioses o energías, en religión (monoteísta o no), en políticas, en filosofías y pensamientos de nuestros ancestros advirtiéndonos que todo esto logra que el universo nos desconozca.
Lo expuesto por él en su poema “Hablar” intenta abrirnos los ojos y recordar la máxima de que no hay peor ciego que el que no quiere ver y es que repasa eso de creer en dioses o energías, en religión (monoteísta o no), en políticas, en filosofías y pensamientos de nuestros ancestros advirtiéndonos que todo esto logra que el universo nos desconozca.
La inspiración que cierra este repertorio habla de la muerte en su mayor grado, extinciones que son culpa del hombre; poema que es una invitación a recordar famosos genocidios de nuestra historia dejándonos claro que aún falta mucho para comportarnos como seres humanos. Indudablemente, ser y estar no es lo mismo.
Si bien es cierto que la función de todo escrito es compensar la necesidad del autor; tal escrito no debe detenerse ahí, debe ser leído por otros para que cobre su justo valor. Recomendaré entonces este libro de poemas que ya atesoro, cuya belleza no se limita a hablar hermoso sino a entregar verdades. Esto lo digo repitiendo al poeta estadounidense Wallace Stevens en Sur plusieurs beaux sujects: “El objetivo de un artista no debería ser crear con la mayor belleza posible, sino decir el máximo de verdad compatible con la belleza”. Debo asegurar entonces que tengo miedo de lo que a Javier Febo aún le falta por decir. Sus letras son, como ya mencioné: Un grito que puede causar dentro del alma, ¿eterna?, cambios de sentir y pensar. ¡Este joven autor puede crear todo un movimiento filosófico! En definitiva: Estaremos pendientes a la inyección poética de Javier que se expresa, con propiedad y estimulo, hasta sumergirnos en la profundidad de imágenes y conocimientos con poderosas palabras.
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Angelo Negrón: Sus
cuentos han sido publicados en la revista y colectivo Taller Literario y en
Revista Púrpura. Forma parte de Cuentos Puertorriqueños En El Nuevo Milenio, antología que recoge 50 cuentos de 50
narradores puertorriqueños contemporáneos. Tiene varios libros inéditos de relatos a los que le ha dado
por título: Entre el edén y la escoria, Sueños mojados,
Confesiones y Causa y efecto. Además una novela titulada: Ojos furtivos.
2 comentarios:
Gracias, hermano Angelo.
Un honor para mí tus palabras alentadoras.
Gracias por dedicarle tiempo a mi humilde poesía.
Gracias a ti y a tu prosa. Que conste que no me considero un crítico literario y mucho menos pretendo serlo. Sólo soy alguien a quien leer le apasiona y que a veces escritos como el tuyo lo trastocan y no puede dejar de compartirlo. Mi paso por tus letras ha sido precisamente ese que leíste en mis comentarios sobre tu libro Hum ano. No existe entonces en lo que escribí alguna mentira o algo que busque adornar o superar lo que a toda luz es un libro fenomenal. En verdad ha sido gratificante leerte y por eso agradezco también que hayas tomado a bien mi opinión. Saludos y desde ya tienes en mi a un nuevo seguidor. Cuenta entonces con mi blog para promocionarte o colaborar con tu arte cuando gustes. Saludos.
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