lunes, diciembre 10, 2012

En lo que creo. Mayra Santos-Febres se expresa sobre el Festival de la Palabra


Queridas amiga/os:
     Me acabo de enterar que el Partido Nuevo Progresista puso en su plataforma que el Festival de la Palabra era iniciativa de ellos. Yo, como no leo plataformas de ningún partido (lo confieso) y voto por candidaturas (cosa que me da un trabajo increíble dilucidar), no me había enterado hasta hoy del asunto. Despiste de escritora, de madre de familia, de mujer que trabaja 3 trabajos (como lo tienen que hacer tantas otras, no me quejo). Espero que no sea demasiado tarde para enmendar mi error y comentar acerca de este particular. 
     Siempre me pierdo en vericuetos político-partidistas. Aprovecho para confesar que ese juego no es el mio. Yo soy una simple escritora. Hago lo que me toca y desde la trinchera que mejor conozco- que no es la de los partidos políticos . Además, como buena hija de mis tiempos, soy una de esas tantas "desafiliadas" . Pienso que el mundo de hoy es un lugar más complejo que antes, con actantes sociales diversos que responden a necesidades y luchas mucho más detalladas que ya no pueden ser recogidas en una sola plataforma politico- partidista - por lo menos, no en las que tenemos operando. También creo que nos vamos acercando a esa posibilidad; aunque el camino aún se perfila largo y el proceso lento. Me gustan más las alianzas que los sectarismos. Siento mucho si mis convicciones políticas y existenciales afectan la manera en que se percibe el Festival de la Palabra. 
      Practico mi ideología y no es ningún secreto. Cualquiera que ha leído alguna vez mis antiguas columnas del períodico en Nuevo Dia, o mi blog personal, "lugarmanigua" o mis entradas en el blog de Radio Isla, o mis columnas en el diario español El Pais, sabe cuál es. Soy y siempre seré anti-racista, pro-derechos gay, pro-derecho de los niños y de las mujeres( a fin de cuentas, soy una mujer con dos niños), puertorriqueñista, pero de cuño internacionalista e iberoamericano (que no de un nacionalismo cerrado), pro-- derecho de los trabajadores que se ganan día a día el pan con el sudor de su frente y que defienden sus derechos al trabajo bien remunerado. No creo en la anexión (ni con Obama, y eso es grande). No creo en los excesos del mantengo y ni del componente político.Tampoco creo en la colonia. Soy meritócrata- creo que los puestos administrativos deben ejercerse por mérito y no simplemente por alianzas ideológicas. Defiendo los derechos de los inmigrantes- de todos- los de los ilegales también- y me hermano y siempre defenderé a los boricuas de la diáspora que se consideran puertorriqueños, hablen el idioma que hablen y residan en el país que residan. Pero sobretodo creo en que personas de diferentes ideologías pueden trabajar juntas por una causa común. No voy a insultar, atacar violentamente, a desestimar ni a ensuciar el nombre, el trabajo ni la dignidad de NADIE simplemente porque no creen en lo mismo en que creo. Estoy dispuesta a caminar el larguísimo y turbulento camino de la negociación y el respeto a la libertad de pensamiento, antes que pisotear a mis supuestos "oponentes". Quien quiera involucrarme en la dinámica del insulto, la violencia, los dimes y diretes recibirá como respuesta mi silencio. 
     No he trabajado tanto como para degradarme de esa manera. 
     Obviamente, esto en lo que creo es una utopía social (y existencial) y posiblemente un absurdo para el ejercicio del poder. Pero Dios no le dio alas a los alacranes. Aclaro, soy una simple escritora. Y ya lo dijo Borges- la literatura es un sueño dirigido. En lo que soy buena es en el ejercicio de la ensoñación; en visualizar otras realidades y ponerlas a funcionar en este plano; bien sea a través de Festivales o de novelas, cuentos, poemas o ensayos. Puedo hacer que todos soñemos un mismo sueño, al menos por unos días. Mi ídolo simpre ha sido Scheherezade. 
     Sin embargo, una cosa me consuela: una vez, en estas tierras, la libertad de los esclavos y el sufragio universal fueron considerados disparates políticos. El derecho a la educación universal también fue considerado un imposible. Y mírenme dónde estoy simplemente porque aprendí a leer y a escribir ; a imaginar y actuar. Y como yo, tantos otro/as. A ver, ¿quien nos quita lo bailado? ¿Quien me quita lo que he leído, lo que he aprendido? 
    Puedo soñar con el mundo en el cual quiero vivir; el cual le quiero legar a mis hijos y a mi pueblo. Puedo trabajar para que se haga realidad. Quizás estoy equivocada en mis metas; en mis convicciones. No me importa. Ya se encargará la Historia de hacer realidad lo que se merezca mi pueblo. La vida es sabia. Confío en ella. Yo tan sólo debo hacer lo que me toca. 
     Ejerzo y exijo el espacio para ejecutar esta libertad de criterio y esta capacidad de imaginación. Muchos han muerto para que yo pueda gozar de ella. Muchos han luchado por siglos para que yo goce de ese derecho ; todos los "yo" que se reunen en este cuerpo- el yo mujer, el yo negra, el yo puertorriqueña, el yo madre, el yo intelectual, el yo maestra, el yo escritora. Es un milagro que pueda gozar de esta libertad. No pienso vendérsela a nadie, ni comprometerla con nada; con ninguna ideología. Muchos han ofredado su vida para que yo pueda decir ésto ahora. No los defraudaré.  
      El trabajo social, cultural y educativo que me he impuesto (con mucha alegría y satisfacción, debo aclarar) lo llevo a cabo por puro convencimiento. Creo en mi país y en su grandeza. Tengo que creer; es mi naturaleza y mi necesidad. Por eso trabajo como trabajo; porque estoy confiada en que Puerto Rico puede ser un lugar de encuentro para diálogos de corte internacional. Necesitamos un foro grande para poder expresar nuestra grandeza. La constante pelea acerca del status, la identidad, el poder político-partidista no son campo suficiente grande para desarrollarnos a la medida de nuestras posibilidades. 
     Por eso desarrollé, junto a mi Junta de Directores y un diverso equipo de trabajo nacional e internacional , el Festival de la Palabra. En nuestras reuniones se dan cita gente de todas las ideologías, religiones, razas, profesiones, caminos políticos y privados. A todos nos une el mismo ideal. Creemos en Puerto Rico y amamos su literatura. 
     El Festival de la Palabra no es iniciativa de ningún partido. Es el producto de un sinnúmero de escritores, miembros de junta y profesionales que representan diversos sectores de la sociedad (universidades, asociaciones sin fines de lucro, filántropos, abogados, médicos, ingenieros, relacionistas públicos, escritores, estudiantes. etc) y de decenas de voluntarios que creen que Puerto Rico se merece acceso a la palabra y a la literatura como medio de expresión y alimento para el desarrollo de su intelecto y de su educación. El Festival de la Palabra es del pueblo de Puerto Rico y se hace con el dinero del pueblo de Puerto Rico, con ayudas internacionales de consulados y ministerios de cultura y con el apoyo de negociantes, instituciones públicas y privadas, universidades, departamentos y colegiaturas nacionales e internacionales. Como su Directora Ejecutiva, trabajaré para asegurar su futuro crecimiento y me le acercaré a la administración que esté al mando y por la que vote, en libre ejercicio de sus derechos, el pueblo al que sirvo y por el cual trabajo desde mis diversas ocupaciones- como escritora, como profesora universitaria, como gestora cultural y como cuidadana. No tengo que estar de acuerdo con la ideología de la administración que elija el pueblo, ni afiliada con el partido al mando.  
    El Festival, ciertamente, no lo está. 
    Las administraciones vigentes decidirán si quieren apoyarnos o no. Ellos determinarán si se puede o no volver a celebrar el Festival de la Palabra. No yo. Yo tan sólo debo hacer lo que me toca.
    Esta no es la primera vez que identifiquen al Festival de la Palabra con un partido político, ni será la última. Así es el clima público en este país. Obliga a abanderamientos inútiles, enanos. A ser o rojo o azul, y punto. Los que somos de otros colores (de tantos como son los colores y matices de las palabras) estamos constantemente bajo, nos vemos forzados a tener que aclarar nuestra posición una y otra vez. Así que lo hacemos, una y otra vez.
     Lo que importa es el país y su gente. Lo que importa es proveerles lo que necesitan. El deber de un gobierno es servirle a su país. Los fondos que ese gobierno administra deben funcionar para el bien del país. No son los fondos de un partido, de una administración, sino de un país. Es responsabilidad civil velar por el buen uso de esos dineros; demandar que se utilicen para lo que se necesita. Algunos luchan por ello desde la prensa, otros desde partidos políticos, otros desde el ejercicio al voto; otros desde las huelgas, la filantropía o el fortalecimiento de una economía empresarial. Otros pasamos a la acción civil y pedimos participación en la construcción de una democracia y una política cultural de base, cada vez más inclusiva y para beneficio de mayor cantidad de personas. Todos los frentes son buenos, si la meta es la misma: la justicia y el libre acceso a los bienes del país.
     La cultura, por ejemplo, es un bien de este país que debe ser de todos. DE TODOS; no importa la raza, la clase , la nacionalidad, la preferencia sexual. Tampoco importa la ideología. Este último argumento lo esbozo con temor, lo confieso. No quisiera que se utilizara la cultura por la que tanto he trabajado en contra de mis ideales. Pero debo correrme el riesgo. Es más, invito a que todos nos corramos ese riesgo porque entiendo que así funciona la libertad. O es para todos o no sirve de nada.
     Por estas razones y por más, el Festival de la Palabra es del pueblo de Puerto Rico. Ni siquiera es de su Junta de Directores, ni de sus auspiciadores; sino del pueblo de Puerto Rico. Estiramos cada centavo público y privado que recibimos. Quien quiera saber cómo se utilizan estos dineros, puede entrar en nuestra página web, en donde se encuentran nuestros estados financieros actuales a plena disposición de quien quiera revisarlos.
     Le agradezco inmensamente la fe depositada en este Festival a la administración pasada. Puedo mencionar nombre por nombre a quienes nos prestaron valiosísima ayuda; pero la lista sería inmensa y este no es el propósito del actual mensaje. Ya hemos dado las gracias en cada comunicado de prensa, entrevista, programa y foro público por los pasados 3 años a cada uno de los responsables en la administración PNP en ayudarnos a hacer realidad nuestro Festival. Y hemos recibido críticas por ello. Sin embargo inisitimos en que el ejercicio de soñarse parte de un país con peso y presencia internacional exige el cumplimiento de un protocolo. Es uso y costumbre que los mandatarios de un país den la bienvenida y abran los actos internacionales del país. Estas presencias gubernamentales le dan oficialidad y son parte de la proyección internacional de Puerto Rico y de su literatura. Los protocolos casi siempre resultan incómodos de sobrellevar; sobretodo para seres tan desobedientes y dados a la libertad como lo son, por lo general, los escritores.
    Pero el Festival de la Palabra tampoco es propiedad de los escritores nacionales ni internacionales. El Festival de la Palabra es del pueblo de Puerto Rico y para la proyección internacional y nacional de ese pueblo. La comunidad de escritores es su fuerza motora; pero no su dueño.
    Aclaro que como el Festival de la Palabra es iniciativa de un sector de la sociedad civil- escritores, empresarios, maestros, libreros; me acercaré a la nueva administración a pedirle un apoyo similar o mayor. Debo hacerlo; es mi deber y responsabilidad para con el pueblo de Puerto Rico y con el Festival de la Palabra; para con los 5,000 estudiantes y maestros que llegaron a nuestros predios este año ávidos de nuevos instrumentos de enseñanza y nuevas experiencias de crecimiento y aprendizaje. Para las 20,000 visitas que recibimos en el Museo de Arte de Puerto Rico, las 40 escuelas que visitamos, desde Barrio Obrero y el Caño Martín Peña hasta en la Escuela Ecológica de Culebra, llevándoles escritores nacionales e internacionales; para los 2,000 estudiantes que impactamos en Nueva York. Por ellos, debemos acercarnos a la administración que esté en el poder y recibir su apoyo y ayuda.
     Ya ellos decidirán si tenemos Festival de la Palabra en este próximo cuatrenio o no.
     Me apena que el ambiente tribal/político de mi país y que la libertad de acción y de criterio que provee a sus servidores y cuidadanos obligue a esta aclaración.
Reitero sin embargo, que se hará las veces que sea necesario.
 
 
Mayra Santos-Febres
Directora Ejecutiva SLLAPR/FP
mayra.santosfebres@gmail.com
www.festivaldelapalabra.net
787-210-6799
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Fuente: Borinquen Literario
 

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