Por: Luis Francisco Cintrón
Una extensa nube de polvo con partículas
grises, rojas, blancas, marrones y amarillas se acrecentaba con forma de una
escoba con la boca abierta. Mientras avanzaba desde un horizonte sin distancia,
simulaba tragarse la virginidad de los kilómetros, repletos de árboles
frutales, ganados, nueve lagos y sobre cincuenta ríos con agua frescas, libres
de humanos. Treinta y siete minutos más tarde, cuando la algarabía del denso
nubarrón había pasado y se extinguía su silueta soberana, el silencio mostró
edificaciones hechas de piedra, costillas de croquis y estrategias y paisajes
parecidos a las alucinaciones del opio. Ese terreno virgen, cima de una montaña
submarina y esquina de un triángulo travieso, había sido escogido para dar
cobijo a un experimento, el principio de una sociedad maniatada.
Por una docena de días, las edificaciones se
fueron multiplicando. Altas esquinas filosas, aceras hambrientas de pasos,
espacios tenues y despejados, librerías y pequeños estantes de periódicos
adornaban la vista citadina y pulmones rurales. Desde lo lejos, se apreciaba el
acercamiento de bandadas y el suspiro de aguaceros incesantes que se reflejaban
en cuanto cristal formaba el torso de las estructuras. La vida se abría en
forma de girasol. Hasta que se escuchó el primer paso, luego decenas, centenas…
En los ojos que recibían con dificultad las primeras claridades de su libertad no
cabían más asombros ni satisfacciones. Los metros cuadrados recibieron una
mayoría humana con un mismo idioma, envueltos en cajas de cartón y el logo del
fabricante. Las mentes comenzaron a marcar segundos y de súbito, fueron
rociados con la esencia de braceros escriturados. Antes de esto, una bolsa
transparente descendía desde la nada y soltaba circunferencias metálicas por
ciertos espacios de la nueva urbe.
Las semanas pasaban y los Creadores contagiaban
con datos históricos los pensamientos de los transeúntes. Lo lograban con el
uso de altoparlantes e imágenes proyectadas a través de pantallas colosales
colgadas en las paredes de edificios al borde de las avenidas, con brillantes
luces hipnotizadoras. De los coloridos libros colocados en los estantes, brotaban
fábulas de alto contenido calórico existencial, como engendros naturales,
forrando las capas internas de las barrigas de los consumidores empedernidos.
Con el paso del tiempo, las diferencias fueron fechas de la historia.
Mientras más abundancia de bienes materiales,
más se definía la diversidad; sin descartar a los pocos afortunados que
lograron llenar sus bolsillos con las aisladas y desconocidas entregas de circunferencias
metálicas y el resentimiento de los que corrieron sin la suerte, o la
oportunidad de capturar su premio. Para estos últimos la piñata siempre estaba
vacía y con la rama partida, pero vendada. Lo que al comienzo fue una caja de
cartón donde eran iguales, esta similitud se fue separando de la matriz. El
disfrute diario de los accesorios provistos mantenía las mentes entretenidas,
pero unos pocos se aburrieron y comenzaron a halar un pequeño pedazo de hilo furtivo
que vigilaba con su lente desde cada esquina. Por las noches, durante la
hibridez de los sueños cordones cubiertos de sangre seca colgaban desde lo alto
de una fantasía, acompañados por voces, órdenes y nuevas circunstancias.
Cuando el sol entonaba el comienzo del día,
el marco de los habitantes no era distinto. Casi por desapercibido aullaba la
cuenta de un reloj, marcador de pasos transicionales con rigidez, dificultad y
desasosiego. El descontento fue creciendo y diversos movimientos poblacionales encontraron
su nicho. Casi desprendidos debido a la infelicidad invasora, varios lugareños abandonaron
el centro de la ciudad y se mudaron a la periferia rural, en busca de paz y
contacto con la naturaleza. Un cansancio ensordecedor intensificó el hastío y
las dudas acerca del presente comenzaron a aflorar dejando a su paso sectores
abandonados y charcos de desesperanza sin órbitas. En las paredes de un salón
de clases situado en la región sur colgaban dibujos infantiles con cruces sobre
dunas donde varios niños estaban enterrados debido a los aludes causados por futuras
lluvias y olvido de necesidades. Entre los grupos surgieron líderes,
portavoces, peones, idealistas que fueron concretizando teorías retóricas hasta
petrificarlas en sus seguidores. Se desarrollaron mentalidades muy poco
flexibles ante ideas que aglutinaran diversos modos de pensares; intentaban
establecer una sola doctrina. Algunos adquirían un color más oscuro que la
muerte misma y vaciaron su hostilidad en vitrinas, fobias y leña sobre
zafacones de metal para dar frente al frío de las noches.
La sociedad fue dividiéndose sin procrastinar,
hasta el punto en que la razón quedó suspendida y la lógica era defendida por
conveniencias y gratificaciones instantáneas. Cuando el tumulto crecía y las
masas redoblaban sus ánimos contrariados, desde un flanco idealista surgió una
propuesta. “Entre todos escojamos a un líder”. Un
martes del undécimo mes la ciudad completa escribió sobre la acera una raya
bajo el nombre del candidato, representante de un color. Al anochecer de ese
primer día se supo la identidad del escogido. El ganador fue un caballero,
vecino de uno de los lugares donde habitualmente aterrizaban las
circunferencias metálicas. Otro de los candidatos lo acusó de mantener conexión
con el más allá y la oposición comenzó a ejercer peso en contra del ganador.
El escogido comenzaba su cargo con pasos que
tambaleaban bajo lluvias invernales. Otros grupos prefirieron irse a pelar sus
rodillas y fortalecer sus debilidades siguiendo a uno de sus líderes que había
interpretado Victorias en unos libros
escritos por él, bajo un seudónimo. Varios de los dichosos que lograron leer en
el mapa dónde aterrizaban las valiosas y metálicas apariciones redondas
comenzaron a prestar sus tesoros a los menos afortunados, logrando que estos
garantizaran su devolución con los bienes más queridos. Entonces, aunque la
rueda parecía rodar hacia el frente, sus huellas iban en reversa.
Al cabo del tiempo el ganador de las
votaciones no logró poner en práctica su plan, que en secreto, era ninguno. Se
leía en ciertos periódicos que aún circulaban que tuvo que unirse y practicar
las doctrinas del grupo seguidor del intérprete ecuménico; reconocía que sin
ellos perdería poder y captación en una mayoría cíclope, pero necesaria.
También se alió con los afortunados que llegaron a controlar los aterrizajes
metálicos, psicodélicos. Estos a la vez se quedaron con las pocas pertenencias
de los que fueron a tomar prestados, enamorados de las hipnotizadoras pantallas
gigantes que colgaban de los edificios, y que llenaron sus arcas con fechas
límites. La respiración fue vertical, patriarcal, totalitaria….
Un mañana todas las manos cupieron dentro de
unas pocas y los habitantes de la ciudad se convirtieron en monos cantantes con
herrajes en los cuellos detrás de altas murallas de cemento fresco. Desde las
lisas paredes, perfectamente empañetadas, se podían apreciar los hongos e
incertidumbres de la población. El ganado y los árboles frutales estaban detrás
de verjas cimentadas por proletarios, pagados por los afortunados, el uno por
ciento de la población. Los riachuelos estaban secos y su ribera repleta de maderas
blancas cruzadas, levantadas en los techos agrietados debido al excesivo
castigo del sol y los diezmos concebidos. Entonces todas las burbujas
explotaron luego del encendido de una roja bombilla intermitente seguida por una
campanada enloquecedora.
Desde lo alto bajaron unos gruesos troncos de
piel clara con vellos pardos y un idioma dantesco que gritaba: —Check!…First
phase…Thank you. Have a good dinner, Marv— seguido de un sonido grasoso sobre
una superficie plana que olía a tinta verde y queso deshidratado.
***
Puerto Rico en el 1976. Es autor del poemario Microgramas de sol (micropoesía) publicado con la editorial Casa de los Poetas y del libro de narrativa La Ciudad en mi estómago con la editorial Verde Blanco Ediciones. Además ha sido publicado en antologías, blogs, revistas y periódicos electrónicas en Puerto Rico, España, México y Argentina, por su poesía, narrativa, ensayos y columnas deportivas y de crítica social.
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