sábado, mayo 28, 2016

Experimento Coquí I/FPP

Por: Luis Francisco Cintrón 

Una extensa nube de polvo con partículas grises, rojas, blancas, marrones y amarillas se acrecentaba con forma de una escoba con la boca abierta. Mientras avanzaba desde un horizonte sin distancia, simulaba tragarse la virginidad de los kilómetros, repletos de árboles frutales, ganados, nueve lagos y sobre cincuenta ríos con agua frescas, libres de humanos. Treinta y siete minutos más tarde, cuando la algarabía del denso nubarrón había pasado y se extinguía su silueta soberana, el silencio mostró edificaciones hechas de piedra, costillas de croquis y estrategias y paisajes parecidos a las alucinaciones del opio. Ese terreno virgen, cima de una montaña submarina y esquina de un triángulo travieso, había sido escogido para dar cobijo a un experimento, el principio de una sociedad maniatada.
Por una docena de días, las edificaciones se fueron multiplicando. Altas esquinas filosas, aceras hambrientas de pasos, espacios tenues y despejados, librerías y pequeños estantes de periódicos adornaban la vista citadina y pulmones rurales. Desde lo lejos, se apreciaba el acercamiento de bandadas y el suspiro de aguaceros incesantes que se reflejaban en cuanto cristal formaba el torso de las estructuras. La vida se abría en forma de girasol. Hasta que se escuchó el primer paso, luego decenas, centenas… En los ojos que recibían con dificultad las primeras claridades de su libertad no cabían más asombros ni satisfacciones. Los metros cuadrados recibieron una mayoría humana con un mismo idioma, envueltos en cajas de cartón y el logo del fabricante. Las mentes comenzaron a marcar segundos y de súbito, fueron rociados con la esencia de braceros escriturados. Antes de esto, una bolsa transparente descendía desde la nada y soltaba circunferencias metálicas por ciertos espacios de la nueva urbe.
Las semanas pasaban y los Creadores contagiaban con datos históricos los pensamientos de los transeúntes. Lo lograban con el uso de altoparlantes e imágenes proyectadas a través de pantallas colosales colgadas en las paredes de edificios al borde de las avenidas, con brillantes luces hipnotizadoras. De los coloridos libros colocados en los estantes, brotaban fábulas de alto contenido calórico existencial, como engendros naturales, forrando las capas internas de las barrigas de los consumidores empedernidos. Con el paso del tiempo, las diferencias fueron fechas de la historia.
Mientras más abundancia de bienes materiales, más se definía la diversidad; sin descartar a los pocos afortunados que lograron llenar sus bolsillos con las aisladas y desconocidas entregas de circunferencias metálicas y el resentimiento de los que corrieron sin la suerte, o la oportunidad de capturar su premio. Para estos últimos la piñata siempre estaba vacía y con la rama partida, pero vendada. Lo que al comienzo fue una caja de cartón donde eran iguales, esta similitud se fue separando de la matriz. El disfrute diario de los accesorios provistos mantenía las mentes entretenidas, pero unos pocos se aburrieron y comenzaron a halar un pequeño pedazo de hilo furtivo que vigilaba con su lente desde cada esquina. Por las noches, durante la hibridez de los sueños cordones cubiertos de sangre seca colgaban desde lo alto de una fantasía, acompañados por voces, órdenes y nuevas circunstancias.
Cuando el sol entonaba el comienzo del día, el marco de los habitantes no era distinto. Casi por desapercibido aullaba la cuenta de un reloj, marcador de pasos transicionales con rigidez, dificultad y desasosiego. El descontento fue creciendo y diversos movimientos poblacionales encontraron su nicho. Casi desprendidos debido a la infelicidad invasora, varios lugareños abandonaron el centro de la ciudad y se mudaron a la periferia rural, en busca de paz y contacto con la naturaleza. Un cansancio ensordecedor intensificó el hastío y las dudas acerca del presente comenzaron a aflorar dejando a su paso sectores abandonados y charcos de desesperanza sin órbitas. En las paredes de un salón de clases situado en la región sur colgaban dibujos infantiles con cruces sobre dunas donde varios niños estaban enterrados debido a los aludes causados por futuras lluvias y olvido de necesidades. Entre los grupos surgieron líderes, portavoces, peones, idealistas que fueron concretizando teorías retóricas hasta petrificarlas en sus seguidores. Se desarrollaron mentalidades muy poco flexibles ante ideas que aglutinaran diversos modos de pensares; intentaban establecer una sola doctrina. Algunos adquirían un color más oscuro que la muerte misma y vaciaron su hostilidad en vitrinas, fobias y leña sobre zafacones de metal para dar frente al frío de las noches.
La sociedad fue dividiéndose sin procrastinar, hasta el punto en que la razón quedó suspendida y la lógica era defendida por conveniencias y gratificaciones instantáneas. Cuando el tumulto crecía y las masas redoblaban sus ánimos contrariados, desde un flanco idealista surgió una propuesta. “Entre todos escojamos a un líder. Un martes del undécimo mes la ciudad completa escribió sobre la acera una raya bajo el nombre del candidato, representante de un color. Al anochecer de ese primer día se supo la identidad del escogido. El ganador fue un caballero, vecino de uno de los lugares donde habitualmente aterrizaban las circunferencias metálicas. Otro de los candidatos lo acusó de mantener conexión con el más allá y la oposición comenzó a ejercer peso en contra del ganador.
El escogido comenzaba su cargo con pasos que tambaleaban bajo lluvias invernales. Otros grupos prefirieron irse a pelar sus rodillas y fortalecer sus debilidades siguiendo a uno de sus líderes que había interpretado Victorias en unos libros escritos por él, bajo un seudónimo. Varios de los dichosos que lograron leer en el mapa dónde aterrizaban las valiosas y metálicas apariciones redondas comenzaron a prestar sus tesoros a los menos afortunados, logrando que estos garantizaran su devolución con los bienes más queridos. Entonces, aunque la rueda parecía rodar hacia el frente, sus huellas iban en reversa.
Al cabo del tiempo el ganador de las votaciones no logró poner en práctica su plan, que en secreto, era ninguno. Se leía en ciertos periódicos que aún circulaban que tuvo que unirse y practicar las doctrinas del grupo seguidor del intérprete ecuménico; reconocía que sin ellos perdería poder y captación en una mayoría cíclope, pero necesaria. También se alió con los afortunados que llegaron a controlar los aterrizajes metálicos, psicodélicos. Estos a la vez se quedaron con las pocas pertenencias de los que fueron a tomar prestados, enamorados de las hipnotizadoras pantallas gigantes que colgaban de los edificios, y que llenaron sus arcas con fechas límites. La respiración fue vertical, patriarcal, totalitaria….
Un mañana todas las manos cupieron dentro de unas pocas y los habitantes de la ciudad se convirtieron en monos cantantes con herrajes en los cuellos detrás de altas murallas de cemento fresco. Desde las lisas paredes, perfectamente empañetadas, se podían apreciar los hongos e incertidumbres de la población. El ganado y los árboles frutales estaban detrás de verjas cimentadas por proletarios, pagados por los afortunados, el uno por ciento de la población. Los riachuelos estaban secos y su ribera repleta de maderas blancas cruzadas, levantadas en los techos agrietados debido al excesivo castigo del sol y los diezmos concebidos. Entonces todas las burbujas explotaron luego del encendido de una roja bombilla intermitente seguida por una campanada enloquecedora.

Desde lo alto bajaron unos gruesos troncos de piel clara con vellos pardos y un idioma dantesco que gritaba: —Check!…First phase…Thank you. Have a good dinner, Marv— seguido de un sonido grasoso sobre una superficie plana que olía a tinta verde y queso deshidratado. 

***

Luis Francisco Cintrón Morales nació en San Juan, 
Puerto Rico en el 1976.  Es autor del poemario Microgramas de sol (micropoesía) publicado con la editorial Casa de los Poetas y del libro de narrativa La Ciudad en mi estómago con la editorial Verde Blanco Ediciones. Además ha sido publicado en antologías, blogs, revistas y periódicos electrónicas en Puerto Rico, España, México y Argentina, por su poesía, narrativa, ensayos y columnas deportivas y de crítica social.


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