Por Carlos Esteban Cana
Los tres niños fingían estar dormidos. Nunca se habían quedado despiertos hasta tarde. Año tras año, esa noche era una especial. Había que acostarse temprano para poder encontrar los juguetes deseados a cambio de sus cajitas; esa era la advertencia más importante que les hacía el abuelo cuando los acompañaba a recoger la hierba para los camellos. “Había que acostarse temprano” era lo que ellos también le repetían a su vecinito al otro día, mientras lo convidaban a jugar con sus fabulosos regalos. Yeyito se defendía, había cumplido con los mismos requisitos pero siempre era olvidado; ese día, el nieto de doña Mercedes la billetera, no quería jugar con ellos y se iba llorando. Era por eso, que este año, Joel, Jean Carlos y Juan Manuel, lo arriesgaban todo, y esperaban.
*
Mi hermano me lo pidió de favor. ¡¿Cómo negarme?!; si todavía me pesa en la conciencia haberlo despertado para que lo viera con sus propios ojos: los Reyes Magos no existían; eran Papi y Mami los que colocaban los regalos. Ahora, muchos años después, él quiere mantener esa ilusión que le hice perder, en sus hijos.
**
Cada uno tenía un extremo de aquella red que su abuelo Tomás utilizaba para pescar. La habían cubierto con sus respectivas sábanas, y en el suelo apenas se notaba. Joel, el más pequeño, comenzaba a dejarse vencer por el sueño. Jean Carlos, tenía mucho miedo y quería ir a la cama de su hermano mayor:
-No, quédate en tu cama -le dijo en susurro Juan Manuel- pueden venir de un momento a otro.
Joel oyó las voces de sus hermanos, pensó en su amigo Yeyito, y apretó la red que tenía entre las manos.
***
Ya estábamos listos: Melchor, Gaspar y Baltasar. A pesar de toda esa indumentaria de colores, no me sentía tan ridículo. Mi tío Carlos sí que se veía gracioso, después de conocerlo toda mi vida sin un cabello, verlo con una peluca fue un gran acontecimiento. Esperábamos por Tomaso, mi hermano, que abría poco a poco la puerta del cuarto.
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Escucharon el chirriar, pero continuaron con sus ojos entrecerrados. En la oscuridad comenzó a emerger un rayo de luz y aparecieron tres siluetas con una bolsa en las manos. Juan Manuel sudaba. Joel sentía su corazoncito latir más rápido, y Jean Carlos –por no hacer ruido- contenía la respiración. Los segundos fueron largos. Esperaron a que estuvieran entre las tres camas, un poco más al centro, un poco más...
*****
Allí estábamos los tres. Con los regalos en las manos y cubiertos por la tarraya de mi padre. Habíamos comenzado a depositar los presentes cuando nos tomaron por sorpresa. Yo estaba cavilando que el mejor obsequio para los niños sería un mundo mejor, pero lo de filósofo se esfumó en el acto. Mi hermano estaba furioso, creía que deseaban todos los regalos que los “reyes” llevaban, y los iba a regañar; eso nos hubiera puesto al descubierto. Afortunadamente, mi tío lo persuadió para que los escuchara.
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En la mañana, cuando ya no esperaba nada, Yeyito encontró en el balcón de su hogar su regalo de reyes. Pensó abrirlo de inmediato pero se detuvo. Tampoco despertó a la abuela. Comenzó a ponerse las tenis a toda prisa para hacerlo en compañía de Jean Carlos, Joel y Juan Manuel.
Carlos Esteban Cana Escritor y comunicador puertorriqueño.
Ha cultivado el cuento, el micro cuento, y la poesía. Actualmente, sin embargo,
se ocupa de darle forma a sus dos primeras novelas y a un volumen de ensayos.
Colaborador de varias publicaciones impresas y cibernéticas, en Puerto Rico y
otros países. Bitácoras y publicaciones alrededor del planeta, como
Confesiones, del narrador Angelo Negrón, reproducen su boletín "En las
letras, desde Puerto Rico".
Para el periódico cibernético El Post Antillano también
publica su columna "Breves en la cartografía cultural". En verano del
2012, Carlos Esteban publica Universos, libro de micro-cuentos bajo el sello de
Isla Negra Editores. Otros dos libros aparecerán durante el presente semestre.
El primero titulado "Catarsis de maletas: 12 cuentos y 20 años de
historia", ofrece una vista panorámica de una pasión que el autor ha
desarrollado, por cuatro lustros, en el género del cuento.
"Testamento" es el segundo de los libros mencionados, poemario
antológico que reúne lo más representativo de su poesía; género del que Cana
manifiesta: "Fue la propia poesía que me seleccionó como medio, como
intérprete". Cana es conocido además por haber fundado la revista y
colectivo TALLER LITERARIO, que marcó la literatura puertorriqueña en la última
década del siglo XX en Puerto Rico.
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