martes, febrero 28, 2012
domingo, febrero 26, 2012
Al amparo de las flores
miércoles, febrero 22, 2012
sábado, febrero 18, 2012
En las letras, desde Puerto Rico: Artesanía y dolor en la poética de Alfredo Villanueva
La noche que conversé y conocí a Alfredo Villanueva fue memorable. A pocos escritores les he podido sacar tanto en una breve entrevista. Aunque esa visita lo instalaba nuevamente, de forma cercana, en el circuito literario del patio, Villanueva venía realizando su obra poética y cultural de forma consistente, desde mediados de la década del 80 en Nueva York. A la hora de acercarme a su hoja de ruta, encuentro que son referentes importantes títulos como El imperio de la papa frita, Pan errante o Mala Leche, por mencionar sólo algunos.
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| Pulse sobre la imagen para apreciar mejor. |
Esa noche, entre copas de vinos y un grupo selecto de amigos, la poeta
Etnairis Rivera se refirió a Alfredo Villanueva como un escritor que luchaba
con el tiempo con una especie de nostalgia; un creador que levantaba su voz,
con cierto anarquismo, contra fundamentalismos de cualquier tipo. Y así es. Es
evidente la irreverencia visceral en la poesía erótica de un artista que
disfruta coleccionar cristales de diferentes lugares.
Pero no hablemos más, dejemos que el propio poeta nos hable de aquellas
lecturas que le apasionan, del significado que le da a la poesía, de lo que
implica ser escritor. Alfredo Villanueva es el invitado en esta edición de “En las letras, desde Puerto Rico”.
Alfredo
Villanueva: Yo he querido escribir una poesía que yo llamo somática.
Esto es
que se escribe, como yo digo, con cuatro tintas. Siempre he dicho que
yo escribo con sangre, semen, sudor y lágrimas. Digo que no es con el corazón
que se siente, sino con el estómago. Porque cada vez que yo siento una emoción
muy fuerte a mí lo que se me encoge es el estómago, no el corazón. Yo creo que
para escribir hay que sufrir bastante, y si no se tiene una vivencia muy fuerte
uno termina ensartando palabras que pueden ser muy buenas pero que no
comunican. Porque el acto de la comunicación se da cuando la persona que lee
siente que la persona que escribe le presta su garganta, le presta su voz para
poder decir algo. El cumplido más grande que le hace un lector a un poeta es cuando
le dice: “Me hubiera gustado escribir eso”, o “usted ha dicho algo que he
sentido toda la vida”, “usted ha escrito algo por lo que yo he pasado”.
Alfredo Villanueva. Foto por Alberto Martínez Márquez.
Yo digo que yo soy más Mallarmé. Para mí es la flor que está ausente en todo el
ramillete. La poesía tiene que ver mucho con las ausencias, con los vacíos, con
los agujeros. Pero son ausencias que son presencias porque viajan con uno todo
el tiempo. Uno no puede dejar de recordar, ¿no?; para
mí es muy importante. La poesía comienza en el cuerpo, no en la mente; no en el logos, en el soma. Una de mis líneas
favoritas de aquella obra de Tenesse Williams es: No recuerdo el rostro pero las manos me son
familiares. Nosotros somos un
cargamento de trazas de otros que nos han impactado, y las cargamos. La ventaja
del poeta es que puede recuperar esas trazas; y otros a través del poeta
encuentran las trazas de ellos mismos.
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| Fotografia por: Claudia B |
Siempre he dicho, nadie se acuerda de un poema completo pero se acuerda
de un fragmento de poema. Y ese fragmento del poema le estalla una y otra vez. Tú
puedes estar 20 años después de haber leído lo que llamo un poema cursi: Este domingo triste
pienso en ti, y de repente llega un domingo que estás triste, piensas dulcemente en alguien y ese poema te vuelve
a salir, y tú te quedas como ¡Auch! Te
duele. Porque la poesía que es buena duele, duele por que es como un cuchillazo
que le dan a uno, porque la memoria hace que uno recupere. Yo vivo obsesionado
por fragmentos de poemas. Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise. La noche está estrellada y ya no está
conmigo. No tiene que ver con el idioma, es cualquier poema que tú hayas podido leer en
el original. Tú te quedas con una de esas líneas y la llevas toda la vida
contigo. Cuando menos tú lo esperas salta de nuevo y vuelve a ser vigente.
Inicios,
influencias y lecturas
Cuando yo comencé a escribir aquí en Puerto Rico hubo una poeta muy
famosa en su época del grupo Guajana, no era del grupo Guajana como tal sino que
era la musa de los guajanos que me dijo que yo tenía que quemar toda mi poesía
porque no estaba escribiendo poesía política. Yo no tenía la madurez para
escribir poesía política. En ese momento Mercedes López Baralt me había
regalado para mi cumpleaños un libro llamado Cuatro poetas españoles que tenía a
Gabriel Celaya, a Blas de Otero, creo que a Alberti y a José Hierro. Y a ese yo
le tengo que añadir un quinto que es Emilio Prado. Yo, de repente, encontré que
eso me salvó… Me salvó de Darío y me salvó de Lorca, que yo creo que son las
influencias más terribles que hay sobre todos los poetas. No porque sean malos
sino porque uno los llega a imitar como esclavos. ¿No? Yo empecé por la poesía
intimista. Después con mis estudios de literatura, Wallace Stevens. Sobre todo Wallace Stevens,
más que nadie; Whitman, Eliot, el Dante que lo
leí a muerte con un profesor de la Universidad de Puerto Rico. Hablé de los simbolistas, Mallarmé, Verlaine. Pier
Paolo Pasolini que mucha gente no lo ha
leído como poeta. Yo tuve la suerte de que me obligaron a leer, casi a punta de
pistola, a los herméticos italianos. Y para mí fue una revelación Ungaretti, Quasimodo,
lo que yo llamo poesía seca, no poesía mojada. Poetas en los que triunfaba la
imagen sobre la palabra. No eran sentimentales pero dolían muchísimo más. Unas
cosas tan labradas, tan bien hechas, y no digo yo que eran cerebrales: es la imagen. Lo más importante es que uno tiene que
decir algo. Escribir por escribir a mí me deja frío. Yo quiero comunicar, y yo
creo que eso es lo que define mi poesía, la comunicación. Lo más importante en mi vida es que venga alguien que no conoce de
poesía y me diga: “Yo sentí eso que usted escribió”.
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| Alfredo Villanueva,. Foto por Alberto Martínez Márquez. |
A mí me han criticado mucho mi poesía homoerótica, por ejemplo, y sin embargo cuando yo leí sobre la muerte de mi compañero hubo gente que se atacó a llorar en el auditorio. Yo me quedé como ¡Wow! ¿Qué es esto? Y vino una señora y me dijo: “Gracias por compartir tu dolor con nosotros”. Porque la muerte no tiene sexo y es una experiencia universal; y yo que he visto morir a tanta gente. El amor no tiene que ver con sexo. Cuando yo le escribo un poema a un cuerpo que tengo al lado, con el que he vivido por un montón de años y que todavía no conozco, pero a quien ya le he jurado fidelidad o hecho un compromiso. Y lo digo así: aquí hay un extraño. Yo creo que todo el mundo, en los matrimonios, llega una noche en que se despierta y mira ese cuerpo al lado y dice: “¿Éste quién es? o ¿Ésta quién es?” Pero aquí me quedo. Ya no queda más remedio. Aquí estamos y llega ese conocimiento de que son dos extraños que van a estar juntos para siempre.
Sobre
sus libros
Cada libro es un libro muy especial. Tengo un
libro llamado Grimorio (Colección Murmurios, 1988), que es un
libro de magia y una gramática, ese es muy especial porque yo intenté universalizar
mi experiencia. Es muy importante En el imperio de la papa frita (Editorial Colmena ,1989), que es mi primer poemario político
sobre la situación colonial de Puerto Rico. Pero, en realidad, cada libro es
importante y yo no dejo a mis libros atrás. Hay
poetas que escriben y se olvidan del libro y, sin
embargo, en mi caso, mis libros forman una secuencia. Cada uno añade a lo que
han dicho los demás. En los recitales, por ejemplo, no puedo leer nada más que
lo último, sino que tengo que leer un poquito de todo.
A Ana María (Fuster Lavín) le agradezco
infinitamente que no importa lo escabroso que yo escribiese me ha publicado en
Borinquen Literario. Yo creo mucho en el Internet. De hecho, tengo dos libros
que no están publicados en papel. Se pueden bajar gratis del Internet, y mi
intención, mi ‘mala leche’ (como yo llamo a uno
de los poemarios), es regalar la poesía. Porque
ya me cansé de cargar con libros en la maleta. No hay nada más subversivo que
decir: lo mío se reparte pero no es comercial. Ahí los editores se mueren. A mí
me cuesta treinta dólares poner un libro en internet, lo puede bajar todo el
mundo y en estos tiempos la gente puede entrar a las bibliotecas digitales.
Como puertorriqueño, y yo lo proclamo a todo tren, es fascinante que me estén
leyendo en diferentes partes del mundo. A veces me da gracia porque yo llego a
Puerto Rico y se me conoce ahora, pero hace
tiempo se me lee afuera. Tengo contacto en todos lados y eso es muy importante.
Alfredo Villanueva. Foto por Alberto Martínez Márquez.
Sobre
el concepto de generaciones en la literatura
Primero que todo no creo en la vaina de las generaciones. No hay poetas
viejos y poetas jóvenes: hay poetas. Y yo creo
que todos nosotros jamás dejamos de aprender unos de los otros. Yo todavía,
cuando escribo y se me queman las pilas, agarro mis poetas y aprendo de nuevo.
De manera que no veo el por qué de esta división artificial. A mí me encanta
trabajar los nuevos o los que comienzan a formarse porque yo he cometido toda
clase de errores en la poesía y sé dónde están en los peligros. El diamante hay
que pulirlo para que brille. Tú escribes con inspiración después de estar tres
días trabajando en ese poema… ¡Perdón! ¡Nada de tres días, toda la vida! Yo
tengo poemas que escribí hace treinta años atrás que cuando los leo nuevamente
los cambio. Y yo creo que es lo más importante. La artesanía es el alma del
arte.
Alfredo Villanueva Collado (Santurce, Puerto Rico, 1944).
Residente en Nueva York. Poeta y cuentista de la diáspora puertorriqueña. B.A,
M.A. Universidad de Puerto Rico. Ph.D. Literatura Comparada, SUNY Binghamton,
1974. Catedrático Emérito, Eugenio María de Hostos Community College (CUNY,
NY). Miembro de la junta directiva de Latino Artists Round Table (NY). Premio
Casa Tomada (NY) de Cuento y Poesía, 2006; mención de cuento, Ateneo Puertorriqueño,
2006. Poemarios: Las transformaciones del vidrio. (Editorial Oasis, 1985);
Antología, Pliego de Murmurios (Sabadell, VII-91, 1987); Grimorio. (Coleccion
Murmurios 1988); En el imperio de la papa frita. ( Editorial Colmena, l989); La
guerrilla fantasma. (Editorial Moria, l989); La voz de la mujer que llevo
dentro. (Arcas, l990); Pato salvaje (Arcas, 1991); Entre la inocencia y la
manzana. (UPR 1996); La voz de su dueño ( Latino Press, 1999); De antiguo amor.
(Taller del Poeta, 2004. PDF Format); Pan errante. Pontevedra. Taller del
Poeta, 2005); Mala leche (Taller del Poeta, 2006, Formato PDF). Antologías
poéticas: Poesía puertorriqueña, 1984-85 (Mairena, 1986); Poesía Actual, 1988.
(Pliegos, 1988); Papiros de Babel: Antología de la poesía puertorriqueña en
Nueva York (UPR, 1991); Antología infinita No.1 (1992); Centro Español, 1992);
Poesida: An Anthology of AIDS Poetry from the United States, Latin America and
Spain (Ollantay 1995); Como ángeles en llamas/Algunas voces Latinoamericanas
del siglo XX/Selección (Maribelina, 2004); Poesía puertorriqueña del siglo X:
Antología (UPR, 2004); El verbo descerrajado: antología de poemas en
solidaridad con los presos políticos de Chile. (Apostrophe, 2005); Cauteloso
engaño del sentido (Libros de la luna, 2007) Contacto en: alfavil@aol.comjueves, febrero 16, 2012
domingo, febrero 12, 2012
Renuncia
A quien pueda interesar:
sábado, febrero 11, 2012
En las letras, desde Puerto Rico (Serie En sus propias palabras) Marioantonio Rosa: el placer de la lectura o la poética esencial

Mi padre siempre me estimuló desde muy niño a leer. Mi papá era
ingeniero pero antes fue maestro normal. La práctica de ingeniería la hizo en
Cataño en una fábrica de motores aviones. Sin embargo él era un lector,
disfrutaba muchísimo la lectura. Muchas de las asignaciones que me daban en el
Colegio Nuestra Señora de Lourdes, las hacíamos juntos, especialmente las de
historia y estudios sociales. Recuerdo que un día, que me asignaron buscar
información sobre Gabriela Mistral, la gran poeta Premio Nobel, papi me ayudó
con la enciclopedia y con unas referencias. Gabriela Mistral fue la primera
poeta que me llamó la atención. Papi me dijo: “Sería bueno que transcribieras
unos de los poemas”. Mi padre, que siempre me estimuló a que tuviera contacto
con la lectura y la vida cultural, consiguió el libro que se titula Desolación, y yo transcribí unos cuantos
poemas de ese libro. Y puedo decir que desde ese momento comencé a sentir un
apego, una cosa instantánea hacia la poesía y la literatura en general.
En mi proceso creativo he explorado el ensayo y la dramaturgia pero el
primer andamio se da con la poesía. Aunque trabaje en otros géneros siempre
permanecen los elementos que nutren al poema. Siendo cartesiano por naturaleza,
dudo, pienso y existo. Siempre tengo la duda presente en mis creaciones, esa
duda de si el poema cumple realmente con
lo que yo quiero comunicar. Si no es muy hermético o soy demasiado denso. Cosas
así. Por eso digo que mi proceso siempre es un proceso de observación. Cada día
vivo no mirando, sino observando todo lo que me rodea. Las observaciones se
hacen desde el corazón y no desde el intelecto, y esas observaciones te empujan
a un título, te dicen un título, te nombran un título: yo quiero llamarme esto.
Desde ese título, que es lo mismo que decir toda esa observación diaria, van
surgiendo temas que adquieren cuerpo y forma. Temas que piden que hagas luz,
que le des forma adecuada para comunicar. Incluso ocurre en el momento de
escribir la columna en Claridad, en la que siempre trato de tener la frialdad
propia y característica de los periodistas, pero como siempre parto de la
poesía es inevitable que esa luz que da el verso y la metáfora no sea parte de
la historia. No puedo excluir la poesía del reportaje de turno que esté
realizando. El proceso poético esta inherentemente relacionado a la capacidad
de observación y se logra cuando a la misma vez se vive lo que estás
observando. Siempre lo resumo así. Incluso aunque el poema sea negativo, aunque
sea de crítica, siempre hay una aceptación y una exposición de espiritualidad.
El poeta es un ser espiritual lo quiera o no. Lo niegue o no lo niegue. En el
mismo Nerval, en Rubén Darío, en Vallejo, Huidobro o en Nicanor Parra con toda
su antipoesía, está el complemento de cierta unidad espiritual. Tengo una
definición muy personal sobre lo que es espiritualidad y para mí es,
sencillamente, acercarse a una expresión transparente. No necesariamente tiene
que ser pura pero sí transparente, una expresión que permita libertad al propio
ser y al ser con respecto a lo que le rodea. No hablo de la libertad que
predican los proselitistas, ni la espiritualidad que se conoce de las iglesias.
Sino de esa libertad que la misma expresión te permite y te hace capaz de
hacerte un humano espiritual. Y esa espiritualidad personal de cada poeta no es
algo en la que uno esté como flotando ajeno a todo, sino que también se traduce
en la búsqueda de la verdad, por eso la denuncia. Y cuando esa expresión se
logra de una manera exacta y perfecta, es demoledora. Por eso ciertos sectores rechazan
tajantemente, temen y abominan esa verdad. Por eso para ellos la poesía es
inaceptable.
Misivas para
los tiempos de paz es integrado por poemas que recorren el estado de
soledad del poeta, que es un estado necesario. La soledad como un planteamiento
existencial del ser es un tema que yo trabajo desde diferentes aspectos. Hablo
de la necesidad que tiene el ser de alcanzar esa verdad necesaria que permite
al sujeto complementar muchas cosas que rodean su propia vida. Misivas para los tiempos de paz se ocupa
del planteamiento político de 1950, en sus páginas también el lector encuentra
la fascinación con los mitos bíblicos como el de Jonás y la ballena. Está el
planteamiento del héroe en la Epístola
para el Ché Guevara. Está el dilema del amor y está el dilema de enamorarse
en la línea de piquete en una huelga obrera. Los poemas de este libro son tipo
carta. Originalmente las piezas iban a ser todas contra la guerra, pero otros
temas fueron ocupando la piel del libro. Vivencias acerca de lecturas y un
re-encuentro con ese embrión cristiano, que estaba antes de la bohemia, antes
de todo. lunes, febrero 06, 2012
LA LLAMARADA
Prof. Roberto Ramos-Perea
Director General del Archivo
Nacional de Teatro y Cine
Rector del Conservatorio de Arte Dramático
Ateneo Puertorriqueño
POBOX 9021180
San Juan de Puerto Rico 00902-1180
ramosperea@gmail.com
sábado, febrero 04, 2012
En las letras, desde Puerto Rico: Un verso creando lo creado: La poesía necesaria de Magaly Quiñones (Segunda parte)
En esta segunda parte
Magaly nos explica sin rodeos las columnas que estructuran su poética. En un
periodo de 20 años, a partir de 1989, Quiñones ha publicado cuatro libros:
Razón de lucha, razón de amor (1989), Sueños de papel (1996), Patio de fondo
(2004) y Poemas de pasión y libertad (2008). Como la primera parte, antes de
entrar en cada título hemos incluido una pieza del libro que nos ocupa en ese
momento. También hacemos un espacio para dialogar con la poeta sobre la
escritura para niños. Tres libros ha dedicado Magaly para los más pequeños: Mi
mundo: palabras de niños (2004), Poemas para los pequeños (2006) y Quiero una
noche azul (2007). Quiñones además adelanta algo de sus proyectos futuros.
Todo escritor
responsable debe hacerlo porque a veces el sentimiento no sale como debe salir.
En ocasiones, sale interrumpido e inconcluso. Los versos que deben estar al
final salen al principio, y a eso hay que darle la vuelta para que caiga y
cuadre, para que sea posible la comunicación. ¿Para qué vas a escribir una cosa
que no se entienda y que cuando alguien lo lea se quede igual? No. Una de las
funciones básicas de la literatura es comunicar y la otra es cantarle a la
belleza, expresar la belleza y todos los valores altos del espíritu. Lo que
edifica al ser humano. ¿Para qué voy a hablar de cosas que lo que hacen es
fastidiarte la cabeza? Cosas que no te dan nada, que no te abren puertas ni ventanas,
que no integran nada positivo. Dejar al lector en la oscuridad, en el disgusto
o en el lamento, sin buscar otras alternativas, no es lo mío. Yo creo que la
imagen en mi poesía ha sido bien importante, pero la imagen siempre va a la par
con el mensaje. Yo no sacrifico el mensaje por ser purista ni con el idioma ni
con la imagen.









