Publicado en Página O del Post Antillano (el sábado 1 de marzo de 2014)
por:
CARLOS ESTEBAN CANA
“Me
fascina el poder de la palabra escrita. Quizás por eso es que no me limito
cuando llega el momento de llenar esa hoja en blanco”. Así comienza el
narrador Angelo Negrón Falcón a contestar nuestras preguntas. Novelista,
cuentista, y también twittero, Negrón lleva casi una década publicando su
bitácora Confesiones. Desde allí ha tendido sólidos puentes de intercambio
creativo con algunos protagonistas de la cultura literaria boricua. Con una obra que
comenzó a publicarse en
revistas durante la última década del Siglo XX, Negrón Falcón ha ido ganando
espacio propio entre lectores y colegas. Recientemente el escritor y editor
Reynaldo Marcos Padua lo incluyó en Cuentos
puertorriqueños en el nuevo milenio, una antología en la que también
figuran escritores como Carmen Lugo Filippi, Pablo Juan Canino, Emilio del
Carril, Rubis Camacho, Juan Antonio Ramos, Edgardo Nieves Mieles, Janette
Becerra y Tere Dávila, entre otros. De buena tinta nos llega además la
información de que durante estos meses publicará sus primeros dos libros. Sin
embargo, en esta conversación que traemos a través a su consideración, el autor
no adelanta mucho al respecto. No suelta prenda, pero sí habla de algunos
cuentos suyos y reflexiona –entre otros temas- sobre el impacto que tiene la
tecnología cibernética en la obra de un escritor. Con ustedes, aquí en Página
0, el escritor Angelo Negrón Falcón.
CARLOS ESTEBAN CANA: ¿Qué género prefieres, el cuento o la novela?
ANGELO NEGRON FALCON: Me encantan ambos géneros. Lamentablemente por el factor
tiempo es el cuento el que se lleva la mayor parte de mi atención, por esto,
suelo hacerme creer que fue el cuento quien me eligió a mí y no yo a él.
CEC: ¿Cuáles fueron esos primeros libros que cayeron en tus manos? ¿Aquellos
autores que despertaron inicialmente tu curiosidad hacia el mundo literario?
ANF: Mis primeras lecturas se remontan a paquines de superhéroes, a relatos
en Selecciones de Reader’s Digest y a la Enciclopedia La Cumbre. Con dicha
enciclopedia llegó Las mil y una noches que me fascinó tanto que lo leí más de
doce veces. Aquellas 574 páginas fueron y serán lo más grandioso que me ha
sucedido en términos literarios pues abrieron ese divino portal. Recuerdo
también que me solía escapar a la biblioteca para leer poemas y cuentos; me
fijaba en lo que tenían que decirme, nunca en quienes eran los autores. Tan
sólo recuerdo un nombre de esa época: el poeta mexicano Amado Nervo.
CEC: Hablemos ahora de Confesiones,
uno de los espacios cibernéticos que, a mi entender, es referencia
importante acerca del acontecer literario boricua.
ANF: Este blog nació en el 2005 como un desahogo personal, por eso le llamé
Confesiones. Ya para esa época disfrutaba escribir relatos y, por alguna razón
que aún desconozco, desahogué ahí partes que me obligaba a cortar de mis
relatos o aquellos relatos que terminaban siendo “fresitas” para mi propio
gusto. Para mi sorpresa, los temas de
amor, desilusión y fracasos, esos que
gravitan en las relaciones humanas eran atractivos en el universo virtual, y
las visitas al blog eran sorprendentes. Esto sucedía en lo que llamo el “boom”
de los blogs, este mundo cibernético en el que encontré a personas como Yolanda
Arroyo Pizarro, Ana María Fuster, Amarilis Tavárez Vales y, de ahí en adelante
me apasionaron más las letras puertorriqueñas contemporáneas.
CEC: Sabemos de tu vínculo estrecho con el escritor Antonio Aguado Charneco,
que es una especie de figura tutelar para varios escritores... ¿Qué puedes
decirnos acerca del Ni-Yamoká Charneco?
ANF: Considero a Antonio Aguado Charneco uno de los mejores escritores que
tiene Puerto Rico. Él es esa clase de escritor que hará críticas sinceras de
tus letras para que mejores; es todo un maestro, tanto en novela como en cuento
y ensayo.
CEC: Pocos escritores en nuestro entorno han privilegiado su formación desde
cierta autogestión. ¿Te distancias de los talleres de escritura creativa?
ANF: Nunca he tomado un taller de escritura creativa que no sea el de leer o
tertuliar con personas que gusten de esos temas. No estoy en contra de los
talleres o cursos de escritura creativa. Me consta que ambos recursos
proporcionan herramientas importantísimas, pero desde niño he sido autodidacta
en estos aspectos creativos. Quizás puedo estar equivocado por no haber
tratado, pero siento que la academia con sus reglas puede ser una camisa de
fuerza, y lo menciono considerando que me gusta, digamos, invadir géneros,
mezclarlos, doblarlos o expandirlos; eso es esencial para mi gusto.
CEC: Como escritor que utilizas diversos medios cibernéticos para exponer tu
obra: Facebook, Twitter, las bitácoras... ¿Cómo ves esa interacción entre el
creador contemporáneo y esa tecnología cibernética?
ANF: Aunque sigo prefiriendo abrazar libros, olerlos y zambullirme en sus
adentros debo reconocer que la WEB tiene gran peso al momento de exponerse. Por
ese maravilloso universo virtual he logrado que lean mis escritos en múltiples
países; he recibido recomendaciones, críticas, halagos y hasta insultos. La
agilidad caracteriza a las plataformas que mencionas. Por ejemplo, vía Facebook
he recibido comentarios de antiguos compañeros de clase y familiares que
desconocían mi gusto por leer o escribir. De hecho, me llena de dicha saber que
algunos de esas personas que no acostumbran leer, desde mi espacio se han
animado a leer algunas letras mías o del autor de turno que he publicado en mi
blog; eso me llena de dicha. A su vez, Twitter me reta a expresarme en 140
caracteres o menos, por eso la “twitteratura”, además de parecerme un ejercicio
excelente, me tiene atrapado.
CEC: Algunos escritores tienen sus rituales a la hora de acercarse a la
pantalla, a la hoja en blanco... Cuando Angelo Negrón escribe… ¿Tiene algún ritual particular?
ANF: Prefiero escribir tarde en la noche y, mientras lo hago escucho música,
y suelo interrumpir el proceso, lo que estoy escribiendo para salir de las
cuatro paredes y sentir algo del frío nocturno. Entonces miro al cielo y a
todos lados como buscando algún tipo de aprobación para cuando ando atareado
con un comienzo o algún punto culminante, incluso cuando he colocado ese punto
final.
CEC: Si pudieras mencionar, hablando sobre tu propia obra, esos cinco cuentos
favoritos… Pregunto: ¿Cuáles mencionarías y por qué?
ANF: Montaña Recuerdo es mi
preferido. Cada vez que lo releo me fascina. Lo escribí hace 23 años. Mientras
lo iba haciendo soñaba con verlo transformado en alguna película para niños o
para jóvenes. No ha sido así, pero ya dos de mis tres hijas lo han leído y les
encantó; eso me llena de orgullo. Otros cuentos que te podría mencionar son La niña en el columpio, Vendo una rosa, La
entrega y Pedidos. Y son mis preferidos porque he presenciado como dejan
una mueca de asombro, comentarios que demuestran lo sorpresivo que ha sido el
final para el lector.
***
Carlos Esteban Cana Escritor y comunicador puertorriqueño.
Ha cultivado el cuento, el micro cuento, y la poesía. Actualmente, sin embargo,
se ocupa de darle forma a sus dos primeras novelas y a un volumen de ensayos.
Colaborador de varias publicaciones impresas y cibernéticas, en Puerto Rico y
otros países. Bitácoras y publicaciones alrededor del planeta, como
Confesiones, del narrador Angelo Negrón, reproducen su boletín "En las
letras, desde Puerto Rico".
Para el periódico cibernético El Post Antillano también
publica su columna "Breves en la cartografía cultural". En verano del
2012, Carlos Esteban publica Universos, libro de micro-cuentos bajo el sello de
Isla Negra Editores. Para el 2013 publica su libro Testamento. Testamento es un
poemario antológico que reúne lo más representativo de su poesía; género del
que Cana manifiesta: "Fue la propia poesía que me seleccionó como medio,
como intérprete". Cana es conocido además por haber fundado la revista y
colectivo TALLER LITERARIO, que marcó la literatura puertorriqueña en la última
década del siglo XX en Puerto Rico.
Otro libro aparecerá durante el presente semestre: Titulado
"Catarsis de maletas: 12 cuentos y 20 años de historia", ofrece una
vista panorámica de una pasión que el autor ha desarrollado, por cuatro lustros,
en el género del cuento.
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