por Carlos Esteban Cana
Título: Lo que canta al otro lado
Autor: Ángel Darío Carrero
Poesía
Editorial Renacimiento
164 páginas
Lo que canta al otro lado, antología póstuma de Ángel
Darío Carrero
Hace casi nueve años que el poeta Ángel Darío Carrero fallecía a los 49 años a causa de cánceren la piel. Y ya que comienza a circular su nuevo libro Lo que canta al otro lado, compartiremos unas impresiones acerca de esta antología póstuma.
Integrado por cinco partes, Lo que canta al otro lado presenta el paulatino proceso de pasión creativa que reveló este fraile franciscano a través de tres lustros de obra publicada. En estas 155 páginas el lector familiarizado con la indagación poética y existencial de Jesús Tomé, Jaime Marcano o José Hierro encontrará ecos y resonancias. Y es que como expresa la Profesora (Yanvief) Geneviève Fabry: “Los escuetos poemas de Ángel Darío Carrero parecen esculpidos en el silencio. Su sencillez se da, no como inmediatez, sino como resultado de un arduo proceso de depuración y despojamiento”. Cierro cita.
Las tres primeras partes de este poemario presentan una selección de sus libros: Llama del agua, publicado en el 2001; Perseguido por la luz, del 2008; e Inquietud de la huella, que llegó a los lectores a finales del 2012. Pero tanto la cuarta parte, titulada En espera del resto, que contiene piezas fechadas del 2013 al 2014, como la sección final, nombrada Últimos poemas, representan en conjunto lo más revelador del libro; un tapiz poético similar a lo desplegado por el escritor español José Luis Martín Descalzo en su Testamento del Pájaro Solitario.
Publicada por la editorial sevillana Renacimiento, Lo que canta al agua incluye un prólogo del escritor peruano Fernando Iwasaki, para quien Ángel Darío: “escribía para decirnos que allí en la palabra «había alguien», una «naturaleza exiliada» o una «presencia real». Esta antología reproduce además el ensayo Ante el espejo de la poesía de la autoría del propio Carrero.
Cierro estas impresiones acerca de Lo que canta al otro lado afirmando
las palabras del escritor Eduardo Lalo durante la presentación de esta
antología. Expresa Lalo sobre Ángel Darío: “Su ausencia es para mí una
presencia cotidiana. Por esto y por muchas otras razones reclamo justicia para
la obra de Ángel Darío Carrero, que esta pueda estar con nosotros como los
árboles y el mar, como los frutos o los perros, como alimento, compañía y
belleza revelada y generosa”.
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Título: Luz sobre Luz
Autor: Luce López-Baralt
Poesía
Editorial Trotta
140 páginas
Un
testamento místico, Luz sobre Luz, de Luce López-Baralt
páginas reverbera insondables reminiscencias en el alma inquieta del lector. Este libro publicado por la Editorial Trotta ha merecido elogios de escritoras como Janette Becerra y Melanie Pérez Ortiz. También el poeta mexicano Hugo Gutiérrez Vega (QEPD) se detuvo en las páginas de este poemario.
Quien está familiarizado con la obra publicada de la Dra. López Baralt no se sorprenderá de encontrar en Luz sobre Luz alusiones a la poesía mística de diversas latitudes y tradiciones, y referencia directa a esos emblemáticos escritores ya sea mediante un epígrafe o un diálogo deliberadamente establecido cuando se nombra al poeta de turno. Y por lo anterior desfilan nombres como San Juan de la Cruz, Rumi, Teresa de Jesús o fray Luis de León, entre muchos otros.
Las evocaciones a
la textura impregnada en clásicos como La subida del Monte Carmelo o el bíblico Cantar de los
cantares se despliegan por doquier.
También están presentes conceptos budistas como el loto o la nada o querubines
y serafines de la angelología cristiana.
La voz lírica constantemente se dirige al Amor trascendente en la metáfora del amante nombrado y vuelto a nombrar de una forma u otra y con la grafía mayúscula. Es así que en el poemario además hay espacio para el lirio y la rosa, para el surco y el huerto, para el trébol, el jazmín y la rosa.
Aquí el éxtasis susurra silencios y el lector se nutre de sustantivos y adjetivos contrapuestos, por eso se apalabra el agua quemada, el mediodía oscuro o la noche luminosa. En Luz sobre Luz los sentidos manifiestan plenitud: cuando se alude a ellos uno se pregunta si escuchar es meramente escuchar o si lo visto alude a una visión más profunda.
Este poemario de Luce López-Baralt es un testamento lírico de su búsqueda estética y espiritual. Acercarse a las páginas de Luz sobre Luz puede ser además un hermoso preámbulo a la experiencia de leer La cima del éxtasis, otro libro suyo que describe, desde el ensayo, lo inefable de la vivencia mística.
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Título: Soy Gilberto Gerena Valentín: memorias de un
puertorriqueño en Nueva York
Autor: Gilberto Gerena Valentín
Autobiografía
Editorial Centro Press
301 páginas
Espejo para nuestros días: testimonio de un boricua en Nueva York
Es un hecho palpable que en los últimos años la emigración boricua a los Estados Unidos ha aumentado. Basta con ver la creciente ola de estructuras vacías en algunos pueblos, e incluso hacer una comparación del flujo vehicular con respecto a un lustro atrás, y cualquier habitante con los cinco sentidos puede distinguir una marcada diferencia.
Más allá de lo anterior, los pasados censos del 2010 y 2020 en Puerto Rico evidencian tres hechos contundentes. Por un lado, casi un millón de habitantes del País han emigrado. Por otro, la población de la Isla decreció; suceso que ni siquiera se observó durante las diversas olas migratorias de puertorriqueños en el siglo XX. Y esto adquiere relieve debido a que por primera vez la cantidad de boricuas fuera de nuestras costas, superan a los que habitan el País. Incluso hay quien dice que Puerto Rico fue el país que mayor reducción poblacional tuvo durante la pasada década, en todo el planeta.
Muchos factores han contribuido significativamente para que esté ocurriendo tal éxodo. A primera vista se suele adjudicar a una desaceleración económica durante décadas que ha llevado al consecuente deterioro en la calidad de vida (que se agravó con la bancarrota del Gobierno del Puerto Rico). También al saldo destructor que han dejado huracanes y terremotos en el Archipiélago Boricua. Por todo eso y más, la emigración se incrementó. Y, a la hora de buscar nuevas oportunidades, los destinos preferidos por los puertorriqueños en Estados Unidos han sido Florida, Nueva York, Texas, Massachusetts y Nueva Jersey. Situación que coloca a los puertorriqueños de hoy ante encrucijadas similares a las que vivieron generaciones del pasado.
Por lo anterior, fue importante acercarme a las páginas de Soy Gilberto Gerena Valentín, publicado por el Centro de Estudios Puertorriqueños en Hunter College de la Universidad de la Ciudad de Nueva York. Este libro de memorias cuenta con una excelente edición de Carlos Rodríguez Fraticcelli.
Nacido en Lares, Gilberto Gerena Valentín emigró en 1937 hacia los Estados Unidos cuando contaba con 18 años. En Nueva York comenzó a trabajar en restaurantes y muy pronto se vinculó a grupos sindicales. Con la experiencia ganada su liderazgo fue creciendo, a tal punto que llegó a convertirse en fundador de importantes grupos comunitarios que buscaban mejorar la calidad de vida de los boricuas. Y ese servicio hacia sus compatriotas se desarrolló durante épocas duras en las que el prejuicio era rampante, lo que movilizó a generaciones enteras de puertorriqueños.
Ya fuera para combatir la discriminación que prevalecía hacia los niños en las escuelas, el poco salario que recibían los obreros, o la negación de los derechos humanos y civiles más elementales, boricuas como Gilberto Gerena Valentín, dejaron de lado agendas particulares para comprometerse con el bienestar de los suyos. Con tal misión, miles de puertorriqueños trabajaron de forma incansable, establecieron estrategias dinámicas y realizaron alianzas importantes.
Más allá de que este líder boricua fuera miembro fundador del Congreso de los Pueblos, de la Asociación Nacional Puertorriqueña de Derechos Civiles, del Desfile Puertorriqueño, o que participara en el Proyecto Puertorriqueño de Desarrollo Comunitario, es necesario leer sus memorias porque su voz testimonia una experiencia colectiva trascendental en nuestro proceso histórico como puertorriqueños que nos puede arrojar luz ante la encrucijada que hoy vivimos.
Gilberto Gerena Valentín falleció el 19 de febrero de 2016 en Lares, Puerto Rico; tenía 97 años.
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Título: Luz fugitiva
Autor: Marta Jazmín García
Poesía
Ediciones Callejón
92 páginas
Cuando me aproximo a las páginas de Luz fugitiva de la poeta Marta
Jazmín García Nieves inevitablemente vienen a mi memoria las reflexiones del
escritor y traductor español José Ángel Valente acerca de que “todo movimiento
creador auténtico es en principio un tanteo vacilante en lo oscuro. Porque la poesía
opera sobre el inmenso campo de la realidad experimentada, pero no conocida”.
Publicado por Ediciones Callejón, con 91 páginas y
dividido en tres partes, este primer poemario de García Nieves es muestra de la
indagación que una escritora hace, sirviéndose del arte poético, para palpar de
alguna forma los diversos pasajes, a veces extraños y dolorosos, de la
existencia.
La primera parte, Parpadeos del silencio, presenta poemas en los que
la voz lírica va apalabrando sensaciones propias de quien lentamente se va
despojando de cierto entumecimiento. El lector va percibiendo eso innombrable a
media luz cuando se expresa: “Me sale pronunciar/ culebra/ araña viuda/ pájaro
muerto/ vacío”. Y esto reconociendo la materia prima de la que se sirve el
poema: el lenguaje. Dice el final de No
sé otra forma de decir: “El lenguaje siempre ha sido eso:/ una procesión de
animales peligrosos/ que no nos atrevemos/ morder”.
En la segunda parte, Itinerarios del reflejo, tiene el lector ante sí
una especie de bitácora aunque no necesariamente progresiva ni cronológica.
Aquí espacios, desencuentros y ausencias se bifurcan en las emociones
prevalecientes. Y por eso la referencia a silencios, sombras y fantasmas, a
soledades, hastío y amargura. En cierta forma una textura poética que me trae
recuerdos de lo que desplegó Mayrim Cruz Bernal en su libro Cuando Él es adiós.
La tercera y última parte de este poemario es la titulada
Lumbres
moribundas, que sondea quizás sin menos vacilación los contornos
profundos de lo antes expresado. Y tal como sucede en el cuento Carmina y la noche
de Edgardo Sanabria Santaliz, la voz lírica revela lo que puede quedar tras lo
sombrío, como expresa la pieza Paisaje de la oscuridad. Expresa un fragmento:
Cambiaré el panorama/ de este balcón en mis pies.//
Después de todo,/ los balaustres también/ son suicidas/ en fila por olvidar/
una por una/ mis torcidas contemplaciones.//
Desde allí,/ ahora son sus soledades/ arrogantes y
organizadas/quienes me observan fijamente/ mientras yo les aguanto/ para que no
se caigan./ Para que sujeten/ mis manos/ de todas sus nostalgias/ de piedra/ y
crepúsculo.//
Este poemario muestra en síntesis la fusión de vida y
poesía como metáfora también del tiempo, un tiempo peculiar con una cadencia
propia que se instala en coordenadas brumosas. Así como me sucedió con la
novela El Lobo
Estepario de Herman Hesse, a la hora de acercarme a los versos de Luz fugitiva
tengo que estar debidamente preparado. No de otra forma he logrado aproximarme
a una obra poética que transita con belleza la gradación de la existencia.
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