lunes, enero 26, 2015

Corteza


Por: Luis Francisco Cintrón Morales

      ―Recogimos los cuerpos de nuestros hermanos y los enterramos en fosas comunes; esperábamos algo parecido, pero no tan exagerado.  Ayer éramos más de cien, hoy, pues a todos lo que ves aquí― le mencionó Mora, nuestro líder, a un periodista durante aquellos enfrentamientos que sostuvimos con los policías y los soldados del gobierno en medio de las protestas en contra del abuso ambiental por parte del gobierno y otras entidades de la elite nacional. Aquellos tiempos eran críticos para el pueblo; las autoridades se vertían completamente contra quienes protestaran directamente con sus decisiones. En días recientes, la legislatura había creado una ley especial la cual permitiría el arresto de todo aquel que se interpusiera con los trabajos de los contratistas que talaban los árboles y removían terrenos.  Explicaba el legislador Santiago durante el acto de la colocación de la “primera piedra” para la construcción de un hotel de 150 habitaciones en la costa este:
―El país no se puede estancar ni dejar manipular por estos grupos ambientalistas que lo único que quieren es parar el progreso de nuestro país, la búsqueda de fuentes nuevas para la generación de ingresos y dinero nuevo para las arcas de nuestro Fondo Nacional.  La contracción económica que vive el país exige un paso más agresivo y, por ende, ampliamos nuestra capacidad turística, industrial y de viviendas ya que necesitamos habilitar hogares cerca de las áreas de producción.
―Pero legislador― cuestionaba una periodista, ―Ciertos grupos tienen un reclamo válido ante la deforestación y la mala planificación de los terrenos del país, ¿cuál será su estrategia ante tales argumentos? ¿Cómo lograrán enfrentarse a estos grupos que no dan tregua a sus acciones?―
A lo que el legislador respondió: ―Haremos todo lo posible pensando en el pueblo entero y no en un pequeño grupo que lo que hasta ahora ha hecho es interrumpir nuestros avances, sin ideas o soluciones concretas a nuestra grave situación economía actual.
En las mañanas, durante días, se alcanzaban a ver ciertos vehículos a horas exactas frente a las residencias de quienes se manifestaban en contra de las posiciones gubernamentales e incluso hubo integrantes de nuestro grupo que se convirtieron en fantasmas verdes en una cuevilla frente al manantial que nos servía como cuartel donde llevábamos a cabo nuestras reuniones. En un periodo de dos semanas fueron diez los desaparecidos. Teníamos razones de peso para concluir que esos vehículos estacionados frente a las casas de los manifestantes tenían algo que ver con las desapariciones. Pasaban días en lo que algunos compañeros llegaban llorosos al enterarse de las desapariciones o intentos de secuestros por parte de hombres con guayaberas blancas y pantalones marrones a quienes les encantaba arrinconarnos en colmados y farmacias y amenazarnos con tirarnos al fondo del mar.
 ―A Mario―, contaba Ana, ―mientras iba al trabajo montado en su bicicleta el pasado martes, un carro azul marino con tablilla color amarillo, le pasó por el lado dándole un golpe con el espejo retrovisor al manubrio de la bicicleta causando que Mario se cayera. Algunos testigos dijeron que vieron bajarse del auto a tres tipos, quienes lo agarraron y lo metieron en el asiento de atrás del carro y se marcharon a toda prisa. Su hermana está desesperada y su novia, ni hablar. Mario nunca apareció.
―¡Abusadores!― gritaba Mora compungido, ―Es que esto no puede seguir ocurriendo― concluía. 
―¿Y qué haremos?― cuestionaba Ramón mientras Mora quedaba en silencio, pensativo y mirando el fondo del manantial. Al fondo de la “Cuevilla del Manantial”, donde estaban reunidos, Banny lloraba sin cesar frotando sus manos sudorosas y mordiéndose los labios.  Mostraba las fotos de su primo Alberto con las piernas rotas y sin dos de sus dedos de las manos. Su frente mostraba como si le hubieran caído a palazos. Su cuerpo lucía inflado como si hubiera llevado días bajo el yugo del abuso.  En las imágenes se veían unas fotos sobre su cadáver en las que aparecía Alberto manifestándose contra la planta de incineración del sur el pasado mes de febrero. 
―¡Enfrentémoslos!― gritó Mora frente a un poco más de veinticinco compañeros en la Cuevilla del Manantial tras golpear una pequeña mesa de madera que usaban como escritorio cuando tomaban notas de los asaltos y otros eventos en contra de los compañeros.
―Paremos este abuso, podremos perder la vida, pero no la eternidad. El pueblo recordará, el mundo acechará a los culpables de estos atroces crímenes contra personas y contra la naturaleza. 
Los allí presentes no sabían a lo que se exponían y para avivar su decisión, comenzaron a contar anécdotas de persecuciones, abusos, intimidaciones y entre todo, del daño que le hacían a un país ya en vías de deforestación y en decadencia social.  Ramón sacó una botella de pitorro, sirvió un poco dentro de unos vasos plásticos que tenían y brindaron por lo que venía.
―Por nuestros hermanos que ya no están físicamente, hagámosles justicia y protejamos el futuro del país― brindó Ramón.
El gobierno hacía de las suyas, jugaba con el futuro del país impulsado por el poder imperial de los Estados Unidos. Los líderes ignoraban cualquier advertencias; conclusiones de estudios; manifestaciones por parte de varios sectores, tanto ciudadanas como de empresas privadas; gobernaban a sus anchas y con una falta de respeto general a las necesidades del pueblo. A diferencia de otros países donde los insurgentes peleaban exclusivamente por problemas económicos o políticos, nosotros peleábamos por la tierra, por el oxígeno, por los pulmones de nuestra gente y, ahora, por nuestros hermanos caídos. En nuestro país construían vertederos en el norte, incineradoras en el sur, gasoductos de este a oeste, contaminaban los sumideros, vendían los terrenos agrícolas a compañías foráneas para el cultivo de semillas biotecnológicas mientras se mantenían al margen los programas de reciclaje y continuaba la importación de alimentos elaborados con químicos, prohibidos en el 80% de Europa.
―La historia se repite― mencionaba Mora. ―Es absurdo como al siglo XXI continúan con la misma práctica que efectuaban los Mayas y que llevó a esa dinastía al colapso de su existencia. ¿Qué mejor ejemplo que Haití? ¿India? Sus poblaciones son enterradas por los aludes en unos casos, su tierra era infértil en otras áreas y las sequías provocan la falta de agua y alimentos en otras regiones.  En Brasil continúan podando gran cantidad de la Selva Amazónica, pulmón del planeta, si hacen esto, ¿a qué le van a tener respeto?
Un jueves de madrugada, comenzaron a desatarse los encuentros entre manifestantes y oficiales del gobierno. Fueron días caóticos. Las franjas de insurgentes se multiplicaban en grupos pequeños. Se movían como sombras por cada recoveco de las oficinas del gobierno.  Llenaban con gasolina miles botellas en cristal y hundían medias encendidas con fuego y las lanzaban sobre vehículos oficiales causando incendios.
―Rodrigo, ve con Ana y forma un grupo de diez o quince personas y vayan al muelle― Ordenó Mora.
―¿Y si esperamos a que la legislatura entre en sesión y acorralamos las entradas y salidas del Capitolio?― preguntó Ramón quien llevaba tres tanques de gas en su guagua con la intención de crear señuelos en caso de que lo persiguieran.  Fue el origen de un pueblo en pura reinvindicación, harto del abuso por parte de una sociedad elitista que actuaba como la mafia.
―Usen todas sus convicciones como motivación, si se rinden hoy, seremos rehenes por el resto de nuestras vidas― gritaba Mora mientras se encontraba encima de un monumento en bronce en la Plaza Morisca.  Edificios, vehículos oficiales, oficinas de contratistas, camiones de construcción, todos recibían el castigo de los manifestantes.  Al cabo de seis horas, las plazas se llenaban más y más por grupos de la oposición. Los soldados junto con los policías desplegaban su fuerza con gases lacrimógenos y mangueras de presión.  En diferentes puntos se escuchaban detonaciones, las aguas rojas corrían por las cunetas, ambos lados sufrían pérdidas humanas.
―¡Ana! ¡Ana!― gritó Rey al ver cómo los guardias le caían encima a macanazos hasta dejarla inconsciente.
―No podemos hacer nada por ella Rey― le decía Héctor ―corramos al punto C, allí está el resto de los muchachos―. Por varios días el país fue un total caos.  En toda la isla hubo un llamado a levantarse contra las imprudencias del gobierno.

El país había perdido y ganado, aunque, cuando se pierden vidas, nadie es ganador.  Unos días más tarde, cuando el ambiente estaba menos bélico, Mora fue entrevistado por un periodista del Canal 6:
―¿Piensa que han logrado su propósito?― Y este contestó: ―Recogimos los cuerpos de nuestros hermanos y los enterramos en fosas comunes; esperábamos algo parecido, pero no tan exagerado, aunque nuestra voz ha ondeado en la tierra de la sumisión. Ayer éramos más de cien, hoy, solo los que ves aquí. Esto no se ha acabado, veremos lo que vendrá― y caminó a paso ligero, entre unas paredes al lado sur del edificio de Recursos Naturales hasta perderse de la vista del periodista pues vio una patrulla policíaca que pasaba cerca de donde era entrevistado.

Lc37

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Luis Francisco Cintrón Morales nació en San Juan, Puerto Rico en el 1976.  En diciembre de 2013, publicó su primer poemario "Microgramas de sol" bajo el sello editorial de la Casa de los Poetas. Además ha publicado poemas y cuentos en blogs y revistas electrónicas como Corpus Litterarum (Puerto Rico), Palabras Diversas (España), Inopia (Puerto Rico), Monolito y Factum (México). Participó en el 6to Festival Internacional de Poesía de Puerto Rico. Es parte de la Antología de Casa de los Poetas 2014 con el tema de “Fronteras” (Puerto Rico), de la Antología de Diversidad Literaria 2014 “Versos en el aire” (España), Antología de microrelatos de Diversidad Literaria 2014 “Microterrores” (España) y de la Antología “Palestina Poemas VIII-MPI y Poetas y Poemas con Palestina” (2014) por la Biblioteca de las Grandes Naciones. Colaboró con columnas deportivas para el periódico electrónico El Post Antillano. Colabora con columnas de opinión social en el blog “Atramentum/Voces Subversivas”.

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