por Carlos Esteban Cana
En las letras, desde Puerto Rico, ha tenido ciclos, ‘metamorfosis’ por utilizar un lenguaje Kafkiano, desde que a mediados de la última década del siglo XX, comenzó sus pininos en una sección titulada En las librerías, dentro de la revista Taller Literario (aunque sus antecedentes reales podamos trazarlos en 1989 en la revista Senderos). Lo cierto es que entre las varias series que se han diseñado en el boletín se encuentran Conversaciones fragmentadas, Palabras encontradas, Escritores internacionales y En sus propias palabras.
En sus propias palabras ha reproducido la voz de diversas personalidades del panorama literario boricua. Ana María Fuster, Luis López Nieves, así como Marithelma Costa han sido algunos de estos autores. Hoy esta serie reproduce, en primicia para esta bitácora del escritor Angelo Negrón, la primera parte de una entrevista que le cursé a Enrique Laguerre, allá para el 1992. En realidad se trata de fragmentos salvados de una entrevista más extensa que se extravió.
Laguerre significa mucho para mí, fue el primer escritor de trascendencia con el que pude conversar. El eterno maestro me recibió en su hogar en Hato Rey. En ese entonces yo era un joven universitario que había concluido Los amos benévolos. Esa era la décima novela que leía de su autoría, siendo mi favorita, aún hoy, La resaca. Novela que la Editorial Plaza Mayor lanzó el año anterior en una excelente edición anotada a cargo de la propia Marithelma Costa. De hecho, fue La resaca la primera novela que leí de Laguerre. Y aquella edición con la que me topé en la escuela superior estaba muy lejos del minucioso estudio histórico y literario que despliega Costa en las 80 páginas introductorias que anteceden a la novela. Disfruté de esta nueva edición, sobre todo, la cronología, por no borrar nuestra huella boricua del mapa, y las notas al calce a medida que transcurre la novela. Los estudiantes de hoy sin duda tendrán un privilegio que no tuve en mi tiempo.
En esta primera parte de Laguerre: En sus propias palabras, el novelista nos habla sobre lo que significa para un escritor las diversas experiencias con las que se encuentra. Tanto Laguerre como Manuel de la Puebla (poeta, profesor, director de las revistas Mairena y Julia), han sido mis mentores, y publicar acerca de don Enrique es rendir homenaje a un maestro que como Julio César López y José Ferrer Canales pertenecen a una clase selecta de humanistas que han dejado su huella profunda en Puerto Rico. De esta conversación que leerán a continuación conservo un ejemplar autografiado de La resaca.
Enrique Laguerre: En sus propias palabras
(Lo que pudo sobrevivir; entrevista realizada el 31 de octubre de 1992).
Uno escribe.
Siempre hay elementos autobiográficos en cien novelas que uno escriba o cien dramas. Sí. Uno no puede prescindir de escribir nada si no hay elementos autobiográficos en lo que se escribe, porque esas son las primeras experiencias que uno tiene. Son las experiencias más importantes de un escritor, las experiencias vitales, suyas. Claro está, eso no quiere decir que uno no utilice otras experiencias, como, por ejemplo, la experiencia de otros -que es lo que he llamado la experiencia vicaria- que llega a través de otras personas y que uno hace suya. Y lo que se lee en los libros o escucha en la televisión, esas son experiencias vicarias. Pero si uno tiene un accidente, esa experiencia es primaria; si el accidente es de otro entonces sería una experiencia vicaria. Y además hay otra experiencia como la de ser puertorriqueño, esa es una experiencia colectiva. Y hay todavía otra más que es la universal; la experiencia de ser uno un ser humano, es decir, que lo mismo que le sucede a un esquimal me puede suceder a mí; lo mismo que le puede suceder a un japonés también me puede suceder. Esa es la cuarta experiencia importante y todo eso está de una manera tácita, aunque no explícita en mis obras.
En una obra como La llamarada hay muchos elementos autobiográficos, de mis experiencias iniciales. También en Solar Montoya y en La Resaca, están presentes esas experiencias; la niñez de Dolorito puede tener experiencias mías, de mi niñez. Mi última novela, Los gemelos, tiene muchos elementos autobiográficos. La experiencia que hay allí, de los dos gemelos, son experiencias que tuve con un hermano mío que fue marino mercante y que viajó por distintos países; las experiencias de ese personaje en la novela son las experiencias de mi propio hermano.
Quiero decir que no puedo escribir nada si no hay una experiencia autobiográfica en lo que escribo, en una u otra forma; ya sea utilizando mis propias experiencias, las experiencias de la gente cercana, las experiencias de mis conciudadanos, o las experiencias vitales de ser universal. Yo amo, yo detesto, me enojo y me da ira, lo mismo que le da a cualquier otra persona en el mundo, a unos con más intensidad, a otros con más dominio de sí mismo, pero todos tenemos las mismas experiencias sensoriales.
Disfruta la segunda entrega: http://confesiones1.blogspot.com/2010/09/en-las-letras-desde-puerto-rico_28.html
Disfruta la tercera entrega: http://confesiones1.blogspot.com/2011/08/en-las-letras-desde-puerto-rico.html
*************************************************************Carlos Esteban Cana es comunicador y escritor. Fundador de la revista y colectivo Taller Literario, un espacio de democratización en las letras puertorriqueñas. Se ha desempeñado como coordinador editorial, periodista cultural independiente, y ha laborado además en la industria televisiva. Su obra creativa se ha publicado en revistas y periódicos nacionales como El Sótano 00931, Ciudad Seva, Narrativa Puertorriqueña, Letras Salvajes, CulturA, Diálogo y El Nuevo Día, entre otros. En lo que se refiere al ámbito internacional su narrativa y poesía ha sido publicada por Escaner Cultural, Zona de Carga, Palavreiros, Abrace y el Boletín de Nueva York, entre otros. Recientemente algunos de sus cuentos han sido traducidos al italiano. Ha participado, además, en diversos medios de comunicación reflexionando acerca del panorama cultural en el País.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario