lunes, abril 17, 2006

Homenaje a Julio César López

Especial para Confesiones
por Carlos Esteban Cana

En 1976 el poeta
Julio César López publicó
"Geografía del Vértigo",
paradigma en su trayectoria
poética. Un libro que el eminente
crítico Juan Martínez Capó elogió,
y del cual señaló: "El vertigo
parece asociarse aquí con
la obligación, el compromiso
de vivir, con toda la
responsabilidad que esto
conlleva para el ser".

Hoy, los escritores puertorriqueños
y de diferentes parte del
globo conocemos la obra
de Julio César López a través
del escritor y poeta Alberto
Martínez Marquéz, quien
a través de sus proyectos de
difusión mediática en la red
como El Poeta Invitado
o Letras Salvajes, así como
en la prensa, ha refexionado
sobre la obra de Julio César.

Para celebrar los 30 años de
publicación de "Geografía
del Vértigo", comparto con
ustedes una pequeña muestra
de la prosa poética que contiene
la segunda parte del libro, titulada
"Delirio de hormigas".

Para lo anterior he convocado
a tres amigos:

Angelo Negrón: Confesiones

Awilda Castro: Mis Bolas de Pelos

Mario Antonio Rosa: Sur Para Caminantes


Este pequeño homenaje,
en cada una de sus
ediciones, se estará
distribuyendo en estos
valiosos espacios. Cada
una contará con su propia
introducción y selección.

Espero que lo disfruten,

Carlos Esteban Cana

Pensamientos poéticos
autor Julio César Lopez

#15
Las abejas en enjambre hacia
la morada de la miel.
Los peces en cardumen hacia
la comarca de las sales.
Las estrellas en constelaciones
hacia el recinto de la luz.
Las palomas en bandadas hacia
el techo de la ternura.
Enjambre, cardumen, constelación,
bandada.
Estaciones donde la secreta
solidaridad de la naturaleza renueva
sus ímpetus, adopta sus versiones
y deja sus semillas.

#24
Me consuela pensar que tu amor
deja en mi vida una melodía como
el viento que se queda simulando
entre los árboles el rumor de la
lluvia fugitiva.

#29
¡Qué sociego elocuente muestran
las montañas después de la lluvia!

#38
El sol se despide del día
diseñando en las nubes las más
caprichosas catedrales que la
crueldad nocturna amortaja
clausurando una misa de colores.

#58
La torre y la calle no confligen en
materia poética. ¿Qué dónde debe
estar el creador? Pues, unas veces
en la torre y otras veces en la calle.
¿Acaso no es hombre? No hay
conflicto. El conflicto lo inventan
quienes pretenden estar sólo
en la torre o sólo en la calle.

#62
Hermosa aspiración: heredar
la sonrisa de todos los niños.

#65
Mientras, afuera, la lluvia cae,
siento, por dentro, los ríos que
se me van formando.

#71
¡Qué hermoso espejo forma
la lágrima detenida en tus ojos!

#75
Me dijo: "Te envío la primera
rosa que he dibujado.
Las espinas no van; se quedan
conmigo". ¡Y pensar que yo sólo
podía obsequiarle unas hojitas
de amapola que el silencio
secaba!

#77
Me refugio con frecuencia en las
imágenes que despierta el conjuro
de estas nominaciones para flores
que parecen engarzar aires del
tiempo, fervor religioso, idealización
de la mujer: dama de noche,
amantes del viento, lirio de cala,
vara de San José, Manto de la Virgen.

domingo, abril 09, 2006

Enseñanzas

Por Angelo Negrón

¿Habrá sido casualidad? Justo ahora que me siento un ser dividido a la mitad llego a mi cuarto y descubro que Neruda ha muerto. Sus ansias de libertad se han cumplido aunque no de la manera que esperábamos. Lo miro flotar en su pecera de bola y su poesía parece querer pegarse de ese espacio ausente de la vida. Mi pez favorito ya no demuestra orgulloso su azul perlado y su agresiva papada. Este pez beta osaba acompañarme en noches despiertas junto al recuerdo de mi amada. Desconozco si se despidió. Tal vez así fue, pero estuve antes de salir preguntándome tantas cosas sobre los recientes eventos en mi relación amorosa que no me fijé...

— ¿Qué sucede? — le pregunté

No dijo nada. El teléfono la escudaba, pero imaginé su rostro.

— ¿Que vas hacer? — le inquirí ante la posibilidad de invitarla a almorzar y que hablásemos de lo nuestro.

— Nada, no voy hacer nada. ¿Qué quieres que haga? Nada. — dijo casi gritando.

Su repetido “nada” disparó mis dudas. Y comenzó una de esas discusiones al teléfono en que verbalizas preguntas aún a sabiendas de que no existe respuesta.

— Nos estas destruyendo —mencioné.

— No me dejas alternativa — señaló.

— Hablemos de frente — le rogué.

Dijo que sí, pero su tono me indicó que perdería mi tiempo. Sucedería como otras veces. Se escudaría en su soberbia y yo en las dudas que me asaltan cuando no puedo reconocer el porqué se esmera en ocultar su rostro en máscaras nuevas que sabe le hacen daño a lo nuestro. Llegué a su encuentro. Me he prometido mil veces que no excusaré su desconsideración y altivez con pensamientos de conformismo y tampoco caeré en el drama de tratar de entender sus actitudes. Le escucho hablar. ¿Será que padece de bipolaridad? Pienso y me reafirmo en que, por primera vez en nuestra relación, no estoy para comprender y aceptar, sino para ser asertivo con un futuro menos complicado.

Sigue hablando. Osa, sin miramientos, hacerme ver que en su plan maestro ya no soy sino uno más. A pesar de que su rostro refleja, esta vez, la máscara de la dejadez; el mío irradia el antifaz de los recuerdos. La veo besándome, manteniendo divertidas pláticas que rayaban desde lo trivial hasta filosofía o simplemente mirándonos. Ante tal actitud descubro que estoy orgulloso de lo que siento por ella. El amor es algo hermoso y lo que hemos vivido es inalienable. Si no siente lo mismo, o no desea demostrarlo ya, esa es una decisión que debe cargar ella; yo no. Decido pues, vivir de remembranzas. Lo prefiero así. Parece más cómodo recordarla de una sola manera. De la forma en que me brindó los días más significativos de mi existencia. Vendrán otros días, lo sé. Nos despedimos con la promesa de vernos esa misma tarde. No existe beso, ninguno lo propicia, lo que añade a mi pensamiento la confirmación de un adiós.

En la tarde me llama al teléfono móvil y plantea temas triviales. Habla de esto y aquello, pero ni una sola muestra de querer hablar de nosotros. Se ríe de haberse pasado el semáforo y la entrada que la llevaría a estar algunos minutos conmigo. Sigue su camino como si no existieran otras intersecciones donde alcanzar nuevamente la ruta hacia mí y, tal vez, hacia lo nuestro. Me despido. Le digo adiós y ella insinúa un “hasta luego”. Me quedo viendo el atardecer. Hermoso como siempre. Descubro que no ha surgido ni una sola lágrima de mi ser y tal tranquilidad me asusta. Entro a la casa y me recuesto en la silla del escritorio. Enciendo mi computadora. Siento soledad, pero no así vacío; me da con sonreír ante el repaso de mi promesa: “viviré de remembranzas”.

Seguiré disfrutando de su amor aunque no de su presencia — me digo a mi mismo mientras mi sonrisa se vuelve complacencia. Busco con ahínco la foto que nos tomamos juntos en un restaurante y mi sonrisa se disuelve. Justo al lado de esa foto diviso a Neruda flotando inerte. La lagrima brota sincera. Lo he perdido. Lo tomo en mi mano y camino pausadamente hacia el jardín. Luego de un sepelio improvisado busco su foto digital y la imprimo. Escribo debajo de la foto palabras que le robo al tocayo de mi pez: Pablo Neruda.


"El mes de Marzo vuelve con su luz escondida
y se deslizan peces inmensos por el cielo,
vago vapor terrestre progresa sigiloso,
una por una caen el silencio de las cosas".
Con cinta adhesiva pego el impreso en su pecera y me digo que tardaré en adquirir otro pez para mi escritorio. Neruda seguirá acompañándome. No pensaré en su muerte sino en su vida y lo que me brindó su compañía. Contesto mi pregunta sobre si será una casualidad o no estos dos acontecimientos que me han sucedido hoy. Dictamino que fue más bien causalidad. Neruda se impuso en darme una lección y ella a mostrarme su verdadera esencia. Siempre tiendo a enaltecer el amor y no cesaré en mi empeño. Lo que dejaré de idealizar es a las personas y a mi mismo. Somos humanos capaces de ser dioses de nuestro destino. El mío, como el de todos, no está construido aún. Si así fuera, no estuviese aquí. Estaría acompañando a Neruda. Pero eso si; hoy aprendí en carne propia algo que he escuchado siempre y a lo que no le había prestado atención; hoy asimilé que esta vida es una y hay que disfrutarla a plenitud. También; daré más importancia, si es eso posible, a las remembranzas.

Seguiré orgulloso de lo que siento. No tiene que esfumarse este sentimiento de amor que logró sembrar ella en mí. Tal vez algún día decida regresar a ser quien fue cuando éramos nosotros lo importante. Si ese día, debido a los recuerdos, sigue este corazón latiendo de igual forma por ella; mi boca buscará besarla de inmediato. Por el contrario, si ya mi corazón late por alguien más, entonces será ella quien tal vez, si no ha aprendido, aprenda el poder del amor, los recuerdos y los buenos amigos; Si no lo ha hecho para ese entonces; le regalaré un pez…

martes, abril 04, 2006

Plagio

Por Angelo Negrón

Su piel desnuda arremete, y me envuelve, en la densa niebla del deseo. Contra toda posibilidad de duda y timidez me espera en la cama, no sin antes haber dejado porciones de su indumentaria esparcidas desde la puerta de entrada. Ha logrado un mapa perfecto. Su ropa interior yace extendida en la aldaba de la puerta. El perfume que sabe prefiero ha sido rociado en el aire que respiraremos juntos y fatigadamente ante la entrega de nuestras almas. Ella me ha enseñado lo que el amor es capaz de lograr en un alma triste. La miel de sus labios se mezcla con la sabiduría de años en que, con entrega total, ha estado amándome…

…Y es reciproco. Esta adoración por ella no es otra cosa que mezcla de amor y más amor. Mis ojos hablan de ella constantemente. La ternura con la que me posee me hace ver el universo como algo cercano y a estas cuatro paredes como una esfera a la que escapar en sus brazos. Cuando tal ternura se convierte en frenesí; sus gemidos se mezclan con los míos y disfruto de sus ojos viéndome mientras se mira satisfecha en el iris de mis ser complacido. Y somos locura. Nos entregamos como si nunca lo hubiésemos hecho. Tal como si el hecho de conocer nuestras zonas erógenas nos diera la excusa para olvidar algunas; redescubriéndolas como nuevas. Lanzándonos entonces a revelar que no nos conocemos aún y que queda mucho por decirnos.

Por ahora atino a decirle que la deseo como a nadie. Me escucha añadir que la disfrutaría inmediatamente; justo en este momento que acabamos de poseernos. Me sonríe e insinúa que esta dispuesta. Con sus manos acaricia mi pecho y me besa apasionadamente. La miro. Recorro su cuerpo. Sigue siendo tan deseada por mí. En este momento en que su vientre crece desmesuradamente, ante la proximidad de un retoño, me parece que es la mujer más erótica de mi existencia. Acaricio su vientre. En él, estoy seguro, está mi descendencia. La abrazo fuertemente. La felicidad de este amor nos envuelve y nos une en este plagio que hemos hecho a Dios. Así es. Nos hemos unido y ante tal acontecimiento pudimos crear a un ser humano.

Dios nos hizo del barro; tal es su omnipotencia. La nuestra está en crear de la carne. El placer que acompaña al amor de procrear es sólo comparable con el cielo y sus habitantes, pero lo que hemos compartido es más que cielo. Esta habitación es más que cielo. Otro angelito ha venido a habitar entre nosotros y será testigo del amor que nos profesamos, será…

…Interrumpe mis pensamientos con uno de sus dedos que limpia una lágrima que ha brotado sin querer. Me besa; reconoce que lloro de felicidad. Vuelve a leer en mis sentidos; los eleva. Sabe lo que quiere y lo que ambiciono. Está dispuesta, tal como prometió, a seguir disfrutándonos. Para eso están nuestros corazones, para latir al unísono. Esta vez busca jalea de fresas; le ha dado como antojo principal y me parece que soy un ser con suerte. La esparce en mi cuerpo y la consume; nos consumimos. Le gusta notar mi aprobación en este rostro mío que hace muecas de placer. También disfruto de verla temblar y gemir. Disponemos de nuestros placeres; veo la locura de lo que sería no tenerla y olvido tal pensamiento pesimista en cuanto escucho el grito de su complacencia. Sigo acariciando su cuerpo y me lleva con ella al viaje sin regreso que significa este otro plagio a Dios; ese en el que somos uno; hombre y mujer unidos en el verdadero amor…