domingo, febrero 19, 2006

Dictamen

Por Angelo Negrón

La sentencia es clara; amarla. Ser caminante; recorrer recuerdos validándolos en el presente que llega y se va. Ella se convierte en la presencia única y devastadora de un beso, una caricia y un te quiero…

Fortuitamente la veo entre desconocidos, me acerco y la abrazo. Veo en su rostro desconcierto al verme: no me esperaba. Sus ojos además de sorpresa denotan alegría y eso me tranquiliza. Sella con un beso palabras que no he dicho y mi silencio se hace latente a la espera de más mimos. Nos apartamos. Llegamos a un jardín en donde un ángel atormenta con su cántaro de agua infinita. Los insectos cantan; las manos de ella parecen danzar sobre mi espalda. Me abraza y tenuemente dicta en mi oído sonidos irrefutables. Mismos que hipnotizan mi mente y la lleva a viajar aún más lejos…

Desesperada pide más…quiere más…exige lo que merece y estoy dispuesto a dárselo… con frenesí…sin miedo…soy de su propiedad…existo siendo suyo y queriendo que lo sepa me inclino hasta quedar de rodillas. Su intimidad queda a la altura de mi boca y saboreo con mil placeres su verticalidad. Capto sus piernas temblando. Sus manos se apoyan en mí ante la perdida de equilibrio; su placer es genuino y eso amplifica mi lujuria…la deseo…la poseeré en cuerpo y alma…

…algún día así será…mientras; esperaré el descubrirnos completamente desnudos de enigmas. Tendidos en una cama seremos uno, ella en mi; yo en ella. Ambos: esclavos uno del otro, encadenados en la libertad que sólo brinda el amor verdadero…

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