por Carlos Esteban Cana
Amílcar Cintrón en el Poets Passage |
El primer escritor vinculado a la junta editorial de
la revista Taller Literario que publicó un libro fue Amílcar Cintrón Aguilú.
Oriundo del pueblo de Caguas, Cintrón Aguilú se hace presente en el panorama
cultural puertorriqueño en la última década del siglo XX, y junto al narrador
Antonio Aguado Charneco dio una nueva mirada a la época taína precolombina. En
sus cuentos los primeros pobladores del Caribe eran humanos sofisticados con
unos conocimientos avanzados en ramas como la agronomía, la escritura, la
matemática o la astronomía. Por lo anterior, fue sorpresiva la publicación de
“Como peces emplumados” en 1999 ya que Cintrón Aguilú, por un lado, había
ganado su popularidad y presencia en las letras nacionales desde el género del
cuento; y por otro lado, la madurez de las piezas poéticas revelaba la
artesanía minuciosa de un poeta que trabajó con y desde el silencio.
En el 2016 Amílcar Cintrón fue parte de los escritores entrevistados en la serie Crónicas urbanas que fue publicada en Diálogo Digital, publicación de la Universidad de Puerto Rico. Cuando se le preguntó qué opinión le merecía su poemario 17 años después (en aquel momento) de su publicación, contestó: “En ese momento yo estaba muy aferrado a lo intuitivo por lo que hice una poesía breve, que profundizaba en unos temas y unos símbolos; trabajaba unas metáforas que tratasen de recoger unas emociones, unas experiencias. Y bueno, ya mirándolo a lo lejos veo que fue bien fructífero porque toqué temas sobre cómo se conforma el machismo, o traté de explorar el problema de la dominación, del colonialismo, y otros temas más”.
Para concluir esta edición de nuestro boletín aquí en
Confesiones dedicada al libro “Como peces emplumados” de Amílcar Cintrón Aguilú
compartimos nueve poesías que a nuestro juicio representan el perfil singular
de ese poemario.
Misterios de las cartas
El total de los tiempos es vano
ante la presencia de las cartas
cuando anuncia con premura
cariños de ardiente amparo,
ansias atadas a una pasión eterna.
Son estelas de viaje en la inmensidad
son sombras, son ecos
de un ser que les dio vida,
dejándolas huérfanas
o bajo la tutela
de un viajero soñador como yo.
Los
hijos del viento
Los hijos del viento marcan el son
del cambio encendido nacidos
parecidos a una explosión
vuelcan la vida dando giros.
Las grandes rocas saltan
disfrutando su sexo y tentaciones
como flores todos abren
deseando iluminar sus sensaciones.
¿Quién pudiera reservar nuevos tiempos
de campos sanos y benignos
paraísos de los sueños
tierra sin peligros ni tropiezos?
Porque aunque fuertemente embisten
de adentro lentamente se marchitan
cuando los macizos se levantan
y, arrogantes, las brisas paralizan.
Es por eso que el futuro los guía
como recios caballos les pide retumbar
los rascacielos poco a poco reciclar
en lámparas para hacer un nuevo día.
Los
indios de mi cabeza
Los indios de mi cabeza
Juegan a los años futuros
que con frecuencia nacen del pasado.
Toman el martillo como cuchara
y al carro le visten sus camas…
Constantemente vienen
chorreando de las hojas
o silbando entre ramas.
A veces guían a Cabeza de Vaca
en otras preparan la Guasábara.
Lamentablemente en muchas
ocasiones corren despavoridos
más allá de la frontera
en la oscuridad de la choza urbana
o tras las grietas del todo administrativo.
Y yo, que no los conozco, los imagino
mojados entre lo raro
que un día se bañó de cotidiano.
Nos vemos tras el puente de los sueños
cual arlequines o ágiles hadas.
Jugando al esconder entre las páginas
me doy cuenta de que estiran el brazo
a través de la fina línea del tiempo
regresando las mentes a la tierra
mezclando los ojos de hojas
al final de cada inconsciencia
en el sueño de cada niño.
En una bella canoa labrada
arrojan aventuras oníricas
al mar de mi conciencia
disfrutando el sol que viene
y los tornasoles que pinta
en sus sombras tenues.
Los
cinco signos femeninos
¿Por
qué te preocupas por la Píldora
de la Inmortalidad, cuando puedes
beber de la Fuente de Jade?
Hsü-hsiao-mu-chi
¿Cómo saber si en cada uno de los poros me brotan
flores
claras, carmesí, desde mi grieta hasta la mente
aturdida
que suda una bruma azul destilada?
Son cinco síntomas y cinco deseos,
además de diez formas de mover el cuerpo.
Primero, se maduran mis mejillas, lozanas, en época.
Segundo, dos inquietas puntas revolotean mariposas
desde mis pechos
respiro
profundo para hacerlas volar en suspiros de dolores ricos
sólo
así podrás bailar a la entrada de mi abismo,
con una roca de jade.
Tercero, si trago para apagar las incipientes llamas
muévete
como un ladrón en la noche llena
lento
y cauteloso frente a la entrada iluminada.
Cuarto y quinto, cuando sea mar desbordante, río
creciente
seduciendo
las orillas con el aliento furtivo de la lluvia torrencial
de
oleadas, coladeras y brotes precipitados
podrás entonces entrar
tantear,
golpear, romper bañado de fluidos
penetrar contrariado
como deseoso de sepultarte
en este
hondo, ardiente y resbaloso escondrijo,
empujar adentro
para quedar sepultado hasta tu misma raíz
ahora breve… ahora profundo…
ahora con suavidad… ahora con fuerza.
Tu lengua me explorará, intensa, impávida
tu miembro hasta el mismo corazón
y ya estaremos bañados, ahogados en efluvios de sol
atontados
entre tantos vuelcos inmensos.
Solo así podrás saber
Solo así podrás llegar
Lejos del viento
Tan lejos del viento
adherido a un sentido indefenso
con deseos, un cariño de antaño
y ese temor a las olas…
indómitas, fluidas, espontáneas
sinceras y abiertas de par en par.
Las horas pasan quietas
la esperanza se vuelve ansia
que me atraviesa como lanza
destrozando los sentidos.
Y lo peor es que no sé de ti
no sé en qué piensas
no sé de tus miedos
y desconfío de mi presentimiento,
que al otro lado controla tus latidos
para que no suenen
para que no te despierten
para que no te recuerden
el inevitable encuentro con el cariño.
El guerrero
Son amplias las aceras al centro
es distante saber
cuán cerca pudiste estar de un apremio
que es un aplauso
unas palabras bien dichas
un centellazo en medio del hastío
pero a veces para montar el día
sólo se empieza con cenizas.
A veces las musas tienen caprichos insólitos
nos sorprenden
porque sus torres de marfil
son payolas de la radio,
sus bosques los manantiales de corazones encerrados
que pulen rocas hasta tener diamantes.
Una dama tersa de mantos alados
visita el lugar más frágil entre órganos lacerados
y en vez de pavonearse de palabras te acaricia
buscando derramar lo insondable
llamando la lluvia que limpia las calles.
Centro
Dios el intangible
el omnipresente
el nosotros
el otro
la bandera hacia la montaña
la oscuridad tras la inconsciencia
con cuerpo y tierra propia,
o sin existencia
con nombre innombrable
o vestido del tazón más corriente
de la idea más atea
de la fiesta más bulliciosa
del chiste más insolente.
¿Cómo llamarte
sin
que seas contrario?
¿O solo basta sentirte?
¿Será posible aspirarte
sin oír la infinidad de trompetas
que te anuncian?
Volviéndote canción del recuerdo,
siempre fallida.
¿Será posible que el recuerdo recuerde?
¿Qué el sueño cree conciencia?
Vasija rota
Soy vasija rota de ancestral maya
que drena sus jugos sin fin
se derrama como lava entre laderas
a la inmensidad del oscuro mar.
Cien astucias hicieron a mono aullador
gritar desesperado entre ramas del bosque
los cuentos, repetidos cada mil lunas
entre las olas de la gente del jaguar.
Desentierra con ahínco las rocas
y hallarás las marcas de tus tiempos
si eres persistente, como el poder de la lluvia
verás que la voz de Tlaloc retumba en tu mente.
El poder de los vivos, como fuego arrasa el campo
su sangre a los dioses los mantiene atados
pero mono aullador como la gota cae y cae
socavando del tiempo el cimiento más sellado.
Cubre la niebla del boscoso paisaje
entre los árboles las voces se abren
haciendo de mi mente un nido de dioses
ansiosos de abrir con mi lengua tiempos de antes.
Mutación
Lai
Sulai fin esei
Demar Taln Fir Cay
Yonild Fai Som Cundl
Simari
Kair Dum Anaidi
Pesr Galdl Fum Suarld
Beigr Cisrl Fisld Gwon
Oye
Oye que perdido el peso.
Oye la del centro pausado.
Oye, que los cantos han cesado
entre la luz y la sombra del cambio.
No soy
lo que fui entre la vista
lo que llama, me atrae suave
y me asusta, porque no lo conozco.
Siento que me llama el viento
y me quiero ir sin dirección
y tengo miedo de no volver
y tengo miedo de dejarlo ir…
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