por Carlos Esteban Cana
Puerto Rico aún celebra los 50 años de la publicación del
primer libro de la Poeta Nacional Magaly Quiñones. Ese acontecimiento sucedió
el 20 de agosto de 1969. “Entre mi Voz y el Tiempo” fue el título de ese primer
poemario. Cinco décadas después y 17 libros publicados hasta la fecha, ya el
sello distintivo de esta escritora boricua, nacida en 1945 en Ponce, es más que
claro y reconocible. Poesías suyas como Pier 17 (Me quedo lela), Tengo un mal o
Para mejor mirarnos, son solicitadas en cada recital que ofrece Quiñones. Poco
a poco el lector está haciendo suya esa poesía que la escritora ha sembrado consecuentemente
durante cinco décadas, fiel a su oficio. Lo que le ha permitido recibir
valiosos reconocimientos como el Premio
Mairena, el Premio Pen Club al mejor libro de Poesía, la Medalla del Instituto
de Cultura y el Premio Alejandro Tapia y Rivera, entre otros. Y de igual
manera, con el paso del tiempo, ha habido instituciones y personalidades de la
cultura puertorriqueña que, en más de una ocasión, han manifestado su apoyo a
la candidatura de Magaly Quiñones para el Premio Nobel de Literatura.
Hoy “En las letras, desde Puerto Rico” y como parte de la
Serie de los archivos, compartimos desde Confesiones la ponencia que ofreció
Magaly Quiñones acerca de su trayectoria durante el evento que marcó el 45to
aniversario de la publicación de su primer poemario. Esto sucedió en el centro
de actividades que se conoció como Plaza de la Cultura (en Hato Rey) el 20 de
agosto de 2014. El recital llevó por tituló “La poesía necesaria de Magaly
Quiñones” y en el mismo participaron las escritoras Elsa Tió, Beatriz Santiago
Ibarra, Aurora Sonilú Pérez y la guitarrista Nélida Cortés. Ahora le cedemos la
palabra a esta gran poeta boricua y caribeña, autora de importantes poemarios
como Era que el mundo era, Nombrar, Sueños de Papel, o Pasión y libertad. Con
ustedes, Magaly Quiñones.
Notas en torno 45to aniversario
Magaly Quiñones: “Comienzo por aclarar el título de la
actividad. La he llamado POESIA NECESARIA por varias razones. Llevo más de la
mitad de mi vida dedicada a la literatura ya que comencé a escribir a los 8 años.
Los 3 poemas que leyeron las compañeras poetas son poemas repentistas, o sea,
escritos de repente, provocados por alguna sacudida emocional. La muestra que
leeré da fe de que mi poesía parte de vivencias, experiencias propias o ajenas.
Otros poemas, inevitablemente, han sido creados por encargo para satisfacer una
necesidad del peticionario. Este quehacer me ha llevado a leer mi poesía en
diversos países de América y Europa y en lugares e instancias tan insospechadas
como funerales, bodas, cumpleaños, centros de salud mental, hogares de envejecientes, plazas públicas, hospitales, escuelas, hoteles, cafeterías,
barras, iglesias, etc. De ahí el que mi poesía fluya por dos vertientes: la
poesía amorosa -natural en mí-, y la poesía social. Debo dar gracias porque me
crié en un ambiente propicio, hogar de escasos recursos pero siempre abierto a
las artes. Mis padres se ocuparon de guiarme y alentarme en el camino de la
creación literaria. Y, como siempre digo a los niños cuando visito las
escuelas: ‘Para llegar a ser un buen escritor o un buen pintor, primero hay que
aprender a mirar, mirar con detenimiento para poder ver lo que los demás no
ven, bien sea porque miran el todo sin apresar los detalles o porque van de
prisa y obvian lo importante, lo verdaderamente esencial. Lo que solo se ve con
los ojos del alma, como diría el Principito de Saint Exupery. Como me gustan
todas las expresiones del arte he incursionado, en diversas etapas de mi vida,
en la música (en mis años de Universidad, canté en un trío); luego tomé cursos
de pintura y artes gráficas –de ahí el que haya podido ilustrar algunos de mis
libros; también tomé cursos de periodismo; y aprendí a hacer tallas en madera.
Y por ser hija de un obrero nacionalista, cobré conciencia de los males
sociales, a muy temprana edad, y escribo poesía de protesta, poesía ecológica y
educativa. El haber vivido en la diáspora, en tres estados de la nación
americana, reforzó mi lucha porque miré de lejos y objetivé los problemas de la
Isla”.
“Puedo decir que mi voz se ha levantado en muchas ocasiones
para combatir el abuso contra la mujer, contra los niños o contra cualquier
otra injusticia. No niego que, precisamente por ser mujer en un mundo dominado
por los hombres, el proceso de hacer valer mi voz ha sido difícil. Pero, eso
-poco a poco- ha ido cambiando. Si hoy hablamos de Neruda, Benedetti, Nervo,
Lorca y Machado…, también podemos hablar de Julia, Clara, Gabriela, Alfonsina,
Sor Juana y Teresa de Ávila. En el 1969, conocí a la gran poeta arecibeña
Carmen Alicia Cadilla, ella leyó mis versos y me recomendó que los publicara de
inmediato. Al principio sentí temor ante esta gran responsabilidad pero ella me
alentó y dijo: ‘Yo te ayudo’. Así nació mi primer libro. El dibujo de portada
lo hizo el gran pintor y amigo Toño Martorell; y los dibujos interiores los
hizo otro arecibeño, Ernesto Álvarez. El prólogo lo escribió el destacado
periodista -del ya desaparecido periódico El Mundo-, Don Pepe Romeu. El editor
fue un español, José Nieto, amigo de Carmen Alicia, quien se llevó el
manuscrito a la editorial Juan Ponce de León en Castilla y un mes después lo
envió (ya encuadernado) por barco a San Juan.
La Poesía es necesaria porque propicia y aumenta nuestra
sensibilidad. La Poesía es necesaria porque edifica el espíritu además de
fomentar y desarrollar valores. La Poesía es necesaria porque nos da voces de
alerta ante los peligros cotidianos. La Poesía es necesaria porque nos alienta
a buscar y perseguir la bondad y el asombro que nos provoca el enfrentarnos con
la Belleza.
“Muchas gracias”.
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