por Carlos Esteban Cana
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Foto cortesía de Yolanda Arroyo |
En la pasada entrega de premios del Pen Club de Puerto Rico, que
aconteció el pasado jueves 5 de diciembre, las escritoras Yolanda Arroyo
Pizarro y Vanessa Vilches Norat, fueron galardonadas con el Primer Premio para
libros de cuentos publicados durante el pasado año. Arroyo Pizarro por la
colección Las negras y Vilches Norat
por su segundo libro de cuentos, Espacios
de color cerrado. Por lo anterior, queremos llevar a los lectores de En
las letras, desde Puerto Rico, y de manera exclusiva desde Confesiones, una entrevista que Vanessa
Vilches Norat me concedió en septiembre del 2012, cuando recién comenzaba a
circular esta nueva colección en las librerías del País.
Tengo que reconocer que me acerqué a esta autora desde la admiración,
pues su primer libro, Crímenes domésticos,
me deslumbró de tal manera que terminó siendo la primera selección de este
boletín en la categoría de libros de cuentos publicados durante el 2008. Y
después de nuestro intercambio quedé satisfecho con el resultado, pues el
daguerrotipo trazado mediante preguntas y respuestas destila un delta para
quienes desean conocer un poco más acerca de una de las protagonistas de la
literatura contemporánea: Vanessa Vilches Norat.
Carlos Esteban Cana: Vanessa, desde
septiembre pasado circula en las librerías del país tu nueva colección de
cuentos, titulada Espacios de color cerrado. ¿En qué se diferencia esa obra a Crímenes domésticos?
Vanessa Vilches Norat: Es un texto bastante
diferente a Crímenes domésticos
aunque comparte la angustia como tono. En él traté de abordar la locura y la
monstruosidad a partir del discurso médico. También me propuse trabajar textos
históricos, que explorasen personajes históricos y sus narrativas como el médico
del XIX, Francisco de Goenaga, director del manicomio de Puerto Rico, o la
periodista norteamericana Margherita Arlina Hamm. Una de las grandes
diferencias es que emprendí el reto de narraciones en tercera persona y desde
perspectivas masculinas, por ejemplo. En algunos relatos subyace un humor
negro. El proceso de escritura fue muy diferente. Te diré que el primero se
escribió más orgánicamente, si queremos creer en la organicidad.
CEC: ¿Puedes hablarnos de
algunos de los motivos que detonaron la creación de estas historias?
VVN: Creo que padezco una obsesión
con la memoria y la locura. Todo esto va atado a la reflexión sobre las
categorías sociales, legales e históricas de los comportamientos que se piensan
“desviados” en la sociedad. Investigué sobre un personaje muy interesante para
el discurso psiquiátrico puertorriqueño, pero totalmente olvidado como suele
ocurrir, Francisco de Goenaga. Él fue un alienista venezolano que dirigió el
Manicomio de Puerto Rico y que a su vez estaba obsesionado con dejar la huella
de su ejecutoria en la escritura de informes y libros. Sus textos y su
compasión por sus enfermos mentales me conmovieron. Ese es quizás el cuento
sobre el que giran los demás.
Los anormales de Foucault fue un texto de
cabecera, es maravilloso. Leerlo me hizo escribir relatos sobre la “anormalidad
social y discursiva”.
CEC: ¿Con cuál género
literario te sientes más cómoda?
VVN: El cuento. La brevedad
es una estructura espacial que me interesa. No solo porque hace necesaria la
concentración y condensación de todos los elementos del texto, sino porque me
siento más cómoda en ella. Hay una especie de garantía de expresión que creo me
otorgan los relatos cortos. Me encantaría escribir poesía, quizás deba
intentarlo.
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Foto por David Gasser /Periódico Caridad |
CEC: Ahora hablemos de otro
de los géneros que cultivas. ¿Qué te otorga el ensayo como vehículo de
expresión?
VVN: El ensayo está
relacionado con mi trabajo académico. Es la expresión naturalizada de quien
trabaja en la academia. Estoy convencida de que las categorías de género pueden
ser una especie de traba creativa. Es muy difícil escribir ficción sin líneas
teóricas que dirijan el escrito, por lo menos para mí. Lo importante, me
parece, es cuestionar las categorías siempre. Lo que para mí determina el tono
y la articulación escrita es el lector. Escribir en un medio masivo como el
periódico encamina la escritura por unos senderos particulares.
CEC: La docencia
universitaria… ¿Te brinda oxígeno a tu dimensión creativa o en ocasiones puede
ser una dificultad en tu proceso creativo?
VVN: Ambas cosas. La
verdadera docencia requiere mucho tiempo y paciencia. En estos momentos cuando
se cuestiona el lugar de las Humanidades en la Universidad, es más necesario
que nunca le enseñanza de la literatura, que es un lujo, un lujo necesario.
Enseñar a leer textos literarios desde la materialidad del lenguaje y abrirles
puertas culturales a los jóvenes exige mucho tiempo, pero es meritorio. Por
otro lado, esa labor docente de hormiguita, de mirar con lupa los textos es una
experiencia magnífica para el oficio, porque obliga a la escritora- profesora a
leer con cuidado y calma textos clásicos y recientes para ahondar en su
expresión, en la hechura su lenguaje y
sus propuestas literarias.
CEC: Con respecto a tu
vocación como escritora ¿Desde cuándo inició esa pasión, esa llamada?
VVN: No podría decir. Supongo
que desde el momento que entendí que me quería dedicar a la literatura, como
lectora, crítica y profesora. No tengo un recuerdo infantil particular que
narre el día en que me di cuenta de que quería ser escritora. Quizás debo inventarme
esa memoria fundacional, si como quiera las memorias son eso, una invención.
Pensándolo bien, lo haré para futuras entrevistas.
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umbral.uprrp.edu |
Ahora, recuerdo el texto que me
voló la cabeza, el que me hizo pensar: “Wow, se puede narrar esas cosas tan
terribles de forma tan maravillosa”. Claro, frente a El obsceno pájaro de la noche de Donoso no se puede pensar otra
cosa. Lo leí muy joven, tendría unos 13 años, leía novelas en mis veranos
eternos, y en esa primera lectura no entendí mucho, solo la capacidad de
perversión de la mente humana y el tono ominoso del narrador. Esa inquietud que
me produjo la novela fue más que suficiente, supongo.
CEC: ¿Cuáles fueron esos
primeros libros que de alguna manera fueron claves, importantes, para que
Vanessa Vilches Norat decidiera acercarse a la literatura, ya no desde la
lectura, sino desde su propia producción?
VVN: Son un montón. Te
menciono sólo algunos. Además de El obsceno
pájaro, de Donoso, El amante de
Marguerite Duras; La metamorfosis de
Kafka; Fuera de juego de Cortázar.
CEC: Conocemos de esa
‘complicidad’ continua que tienes con otras escritoras como Mari Mari o Sofía
Irene Cardona. ¿Qué me puedes decir acerca de ese intercambio? ¿Qué valor, si
alguno, tiene esa ‘mesa redonda’?
VVN: Es un lujo. Tener amistades
que funcionan como taller literario es una gran suerte. La generosidad de Mari
y Sofía es inmensa. Además, las columnas del Fuera del Quicio han sido
fundamentales para soltar la pluma y crear oficio. La obligación de las
entregas te pone en forma.
CEC: Una de las preguntas
favoritas de los lectores de este boletín es acerca al proceso creativo de los
escritores. Dicho lo anterior, te pregunto: ¿Tienes algún ritual a la hora de
acceder a la pantalla, antes de colocar la primera letra?
VVN: No. Sufro. Me da mucha
ansiedad escribir. Trato de tener bosquejos a mano de los escritos antes de
colocar mis dedos en el teclado de la computadora. Tengo libretas de muchos
colores, especie de diarios de escritora, donde conservo apuntes, resúmenes,
notas, posibles peripecias, magníficos personajes que luego trato de hacer
concretos. Eso sí, tengo que estar sola, muy sola para escribir. Vuelvo a
sufrir y salen palabras, oraciones y entonces me da alegría y me pongo como el
mente idiota de Cortázar, necia, embobada con el lenguaje y eso que voy
leyendo, eso que es mío y de tantos otros. Luego me da la ansiedad de
corrección y leo y releo y corrijo. No creo que haya una fórmula. Ojalá así
fuera. Escribir es tan duro como cualquier otro trabajo creativo. No hay que fantasear
sobre las musas.
CEC: ¿Ves alguna diferencia
en la propuesta narrativa realizada por mujeres con respecto a sus homólogos
masculinos?
VVN: Sí y no. Este tema ha
sido un debate académico intenso y extenso que es muy difícil de resumir aquí.
Me encantaría decir que la experiencia del género está superada en la
escritura. Que no cuenta más. Que todos somos escritores y ya, o escritoras y
ya. Es un gran deseo, pero no es posible. La forma en la que una se coloca en
la sociedad y en la cultura está marcada por las experiencias que aporta el
género. El lenguaje no escapa a eso, la literatura tampoco. No hay de otra.
Aunque sí hay que reconocer que ha habido un cambio importante en los temas,
los tonos y los estilos de las escritoras desde mediados del siglo pasado.
CEC: ¿Has enfrentado en algún
momento eso que algunos llaman como bloqueo del escritor?
VVN: Claro, todos los días.
Soy melancólica. Eso implica que reconozco la imposibilidad del lenguaje como
sistema de expresión. Solo me queda intentar acercarme al silencio con las palabras que reconozco que no lo
llenarán. Escribir es un rito que dignifica y permite continuar. Hay que ver
cómo se supera o reformula discursivamente lo antes escrito.
CEC: ¿Qué lecturas te ocupan
en estos momentos?
VVN: Acabo de leerme See Then Now, de Jamaica Kincaid. Es un
texto poderoso como toda su escritura. Una especie de poética del odio, narrado
con ese estilo hermosamente repetitivo de Kincaid. Ando con "La condesa sangrienta" de
Pizarnik de arriba abajo y releo El
fantasma de las cosas de Marta Aponte Alsina y En tierras bajas de Herta Muller. Me llevan a pensar en los límites
del exceso, en la imposibilidad de la palabra y la escritura y la maravilla de
una prosa poética, violenta y apretada.
CEC: ¿Puedes compartir con
nuestros lectores cuáles son esos libros imprescindibles para una lectora como
tú? ¿Qué libros son necesarios para la escritora?
VVN: Esta lista me asusta.
Son muchos. No garantizan nada de lo que uno escribe. Son rutas de lectura que
informan mi escritura a veces tangencialmente. Leo muchos textos que se
consideran teóricos, pero que bien pueden leerse retóricamente. Freud, Foucault,
Derrida, Kristeva, por decir algunos. En cuanto a los que se piensan textos
literarios se me hace difícil pensar en unos pocos, pero sin duda, Virginia
Woolf, Julio Cortázar, Donoso, Piñera, Pizarnik, Kafka, Pessoa, Duras, Eltit,
Vallejo, Pizarnik y estoy segura de que estoy dejando muchos, muchísimos. Me
pones en la posición de ser ingrata con esta pregunta. Si solo estamos formados
por las palabras de otros, como tan bellamente dijo Bajtin.
CEC:
Has
considerado la creación de una novela. ¿Te interesa el género?
VVN: Claro que me interesa.
Me encanta leer novelas. Lo he considerado, lo estoy considerando, lo estaré
considerando.
CEC: Puedes hablarnos, si
deseas, de algunos de tus próximos proyectos. Esos que quizás se están
cocinando paulatinamente en estos momentos.
VVN: Sigo obsesionada con la
memoria como tema. Ahora me enfrasco en un texto fragmentado, que explore la
condensación como fórmula de escritura. Eso, memoria y fragmentación. En eso
ando.
CEC: Vannesa Vilches Norat
publicó su primer libro de cuentos, Crímenes
domésticos, con una editorial extranjera. Ahora, Espacios de color cerrado, su segundo, lo hace con una editorial
nacional. Con esa experiencia, ¿cómo describirías la relación ideal entre los
escritores y editoras?
CEC: Este es un tema triste y
pesado. En Puerto Rico la situación editorial es muy difícil. La circulación de
los textos no se da como debería. A penas los libros que se editan en el país
se distribuyen. El mercado exterior para los escritores puertorriqueños es casi
inexistente. Y ahora con el cierre de tantas librerías, el panorama es
desolador. Habría que repensar la manera en que se edita, quizás aprovechar la
ventana que se abre con los libros digitales. Pero no soy muy optimista, los
escritores que son los que menos se benefician en el circuito editorial, es
noticia antigua.
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Carlos Esteban Cana Escritor y comunicador puertorriqueño.
Ha cultivado el cuento, el micro cuento, y la poesía. Actualmente, sin embargo,
se ocupa de darle forma a sus dos primeras novelas y a un volumen de ensayos.
Colaborador de varias publicaciones impresas y cibernéticas, en Puerto Rico y
otros países. Bitácoras y publicaciones alrededor del planeta, como
Confesiones, del narrador Angelo Negrón, reproducen su boletín "En las
letras, desde Puerto Rico".
Para el periódico cibernético El Post Antillano también
publica su columna "Breves en la cartografía cultural". En verano del
2012, Carlos Esteban publica Universos, libro de micro-cuentos bajo el sello de
Isla Negra Editores. Para el 2013 publica su libro Testamento. Testamento es un
poemario antológico que reúne lo más representativo de su poesía; género del
que Cana manifiesta: "Fue la propia poesía que me seleccionó como medio,
como intérprete". Cana es conocido además por haber fundado la revista y
colectivo TALLER LITERARIO, que marcó la literatura puertorriqueña en la última
década del siglo XX en Puerto Rico.
Otro libro aparecerá durante el presente semestre: Titulado
"Catarsis de maletas: 12 cuentos y 20 años de historia", ofrece una
vista panorámica de una pasión que el autor ha desarrollado, por cuatro lustros,
en el género del cuento.