jueves, febrero 24, 2011

Desnudez

Por Angelo Negrón

La fantasía merodeaba la habitación. Lujuria y pensamientos daban vueltas junto al abanico de techo. El ruido de los autos en la avenida cercana no osaba acallar gemidos y miradas de deseo. A la izquierda; el cuarto de baño aún exhalaba el vapor del agua caliente que disfrutamos juntos. Enjaboné su espalda, lavé su cabello, afeité sus piernas y nos besamos por mucho rato debajo de aquellas gotas que hervían menos que nuestras ganas…

Sus manos acercaron mi boca a su pecho y me atacó con sus pezones. Bebí de su deseo. Mis manos buscaban acariciar su recién rasurada oquedad, pero ella me detenía, lo sé, para exasperar mis ansias. Cerró la llave que le daba paso al agua y con ello, ante el pensamiento de la cercanía de su entrega, mi erección palpitó en pos de la búsqueda de su contraparte. Saboreé sus senos, acaricié su cabello mojado y las gotas que corrían por su cuerpo me llevaron consigo por el recorrido de su piel. Rodó la cortina y alcanzó las toallas. Nos miramos. Sin pronunciar palabras decidimos no utilizarlas y meternos mojados a la cama. Al salir de la tina, busqué ver su rostro en el espejo y el empañamiento no me dejó. Desvié mi mirada y enfoqué sus nalgas que en clásico caminar se divertían con mi antojo de acariciarlas. Llegamos a la cama: Horizonte disfrazado de verde menta. Abrazados pasamos por aire, viento y tempestad.

Por primera vez no utilizábamos una habitación de alquiler por lo que carecíamos de la prisa habitual. Estaríamos, (por fin), juntos durante aquella y dos noches más. La sensación de que cuando amaneciera y abriera mis ojos me encontraría con el ser más transcendental de mi vida me dio los bríos para poseerla varias veces. Justo cuando se catapultó en placeres y me dio permiso para abandonarme a los míos; le dije un enfático no. Quiero y necesito — le mencioné — que continúes sintiendo placer. Ella sonrío y sus ojos brillantes por placeres sueltos me convencieron de que tomé el camino correcto a la lujuria. Su múltiple orgásmica respuesta fue precedida de verdaderos gritos de delectación y de algunas lágrimas de felicidad. El agua de la regadera que quedaba en nuestros cuerpos se mezcló con el sudor compartido y me bebí sus lágrimas en clásica poesía centinela. Saboreé sus sollozos y también sus goces. Nos agotamos, pero no nos saciamos de amor. Su mirada era idéntica a la mía: pura complacencia. Se quedó dormida obligada por ese sutil sentimiento que queda después de haber compartido el alma.

Pasó largo rato y yo seguía despierto. Fue un insomnio ineludible. La había escuchado tantas veces decir que dormía desnuda. Ahora estaba a mi lado soñando, tal vez conmigo o con quien sabe que. Mantenía la hermosa sonrisa que la caracteriza en sus labios. Obviamente yo no relegaría de alimentar mis ojos con su desnudez y nutría mis deseos con ganas de despertarla por sorpresa. Que al abrir sus ojos me hallara probando de su pistilo. Pero, se veía tan hermosa allí, desnuda y protegida por mí. En ese momento nació la idea. Me atacó por mucho rato. Peleaba conmigo ese miedo a ser descubierto haciendo algo incorrecto, pero pudo más el morbo de lo prohibido y me aparté silencioso. Busqué dentro de la maleta: la encontré entre mis ropas y el ruido que hizo el lente óptico al encender la cámara no fue suficiente para que me descubriera. Eliminé el destello del flash, no sólo era muy riesgoso sino que no haría falta; existía suficiente luz. Enfoqué y disparé. Estuve despierto toda la noche. Cada vez que se movía creaba una nueva pose para mí y yo, insatisfecho, quería más…

Ella abrió los ojos varias veces y juro que cada vez que observaba esos dos luceros mi vida se iluminaba. Comencé por hacer lo mismo. Cerraba mis ojos para tener esa sensación al abrirlos de encontrarla a mi lado. Desde entonces cada vez que estábamos juntos lo tomé por costumbre. Aquellas tres noches no volvieron a repetirse. Al principio me sentía algo culpable de haber tomados las fotos sin su consentimiento, pero por suerte me negué a borrar lo que considero uno de mis tesoros. Ese secreto que es sólo mío y que nadie puede quitarme: el de fantasear con la mujer amada, inventándomela aún a mi lado, justo después de ansias compartidas. Las fotos son tan reales que al colocar el disco compacto donde las resguardo y verla modelando exclusivamente para mí en el monitor de la computadora; distingo su piel y rara la vez puedo evitar verlas repetidamente mientras mis manos se regodean en placeres para nada solitarios.

Luego, amplío su rostro y acerco el mío al monitor repitiendo aquello de cerrar los ojos y abrirlos despacio para disfrutarla más aún. Me hace tanta falta mirarla, sentirla, escucharla y complacerla. Ahora, que ella no coexiste a mi lado en minutos de oro, guardo con orgullo y recelo a la amante perfecta en la forma digital de tres punto dos mega píxeles. Ahora, que ella se alejó de mi vida me alegro de haber grabado en una memoria artificial lo que nunca podré suprimir de mi conciente y subconsciente pues es indeleble. Definitivamente nunca borraré de la memoria aquellas tres noches con sus madrugadas; no, nunca olvidaré su hermosa desnudez...

viernes, febrero 11, 2011

En las letras, desde Puerto Rico

(Libros destacados del 2010, un vistazo al panorama literario actual: 2da parte, Cuento)
Por Carlos Esteban Cana

     El 2010 fue un año delicioso para los amantes de la buena literatura. A diferencia de años anteriores, estos doce meses dejaron un balance de calidad en todos los géneros, particularmente en cuento. Por otro lado, dos acontecimientos editoriales dan fe de la constancia como requisito esencial para quienes aspiran dejar una huella en las letras, nos referimos a la publicación de la Poesía Completa de Jesús Tomé y a los cuatro tomos de Poesía homohumana de Abniel Marat. Pero detengámonos un momento para comentar brevemente nuestras preferencias en la narrativa corta.
     En cuento dos escritoras noveles ocupan los primeros lugares. Lina Nieves nos obsequia Waltzen. Si alguien creía que en este género todo estaba escrito invito a los lectores a que acudan a este libro. Por raro que parezca, las historias de este libro nunca parecen agotarse, siempre lucen nuevas, diferentes, aun cuando usted lea las mismas en más de una ocasión. Todas tienen cierto hálito de misticismo, como si se tratara del sonido templado de un laúd oriental.
     Cuentos traidores de Rubis Camacho será lectura obligada para los fanáticos de la narrativa corta. Si bien es cierto que en las 124 páginas parece que hay no uno, sino dos libros (el primero manejando personajes míticos, y el segundo inmerso en situaciones ubicadas en el Puerto Rico contemporáneo), la rigurosidad del buen manejo de un lenguaje, con cierto aire poético y metafórico, otorga al lector un manjar de descripciones; pasajes narrativos con luz propia que hacen que situaciones y personajes pernocten de manera placentera en la memoria.
     Pablo Juan Canino, por su parte, cumplió con todos los honores el homenaje a su maestro, Pedro Juan Soto, con su libro Mi hija es García Márquez. Esta colección de cuentos, de Isla Negra editores, es un festín para el amante del cuento perfecto que emana de ese baúl mágico que es la memoria. Aquí ninguna historia rompe los parámetros de excelencia que se palpan de la primera a la última página. No hay artificios estridentes, en ocasiones la sutileza de un final da paso a un silencio que resuena en el próximo cuento.
     Mundo Cruel, de Luis Negrón, se ha convertido en el libro que mas reseñas recibió durante el 2010. No es para menos. La textura orgánica, la elegancia de unas historias sencillas que no pecan de exceso dan perfil propio a este libro entre lo mejor del año. Cuentos como Por Guayama, El jardín y Botella, sin duda, son antológicos.
     A lo lejos, el cielo de Hugo Ríos Cordero se impone por la destreza de quien conoce de forma cabal su oficio. Desde Coloso, pieza que abre el libro, hasta el cuento final que da título al libro estas 30 historias se dejan leer casi de golpe. Nada sobra en este libro de 100 páginas.
     El oficio del vértigo es otro libro que parece de la mano de un veterano, cuando en realidad se trata de un primer libro. Manolo Núñez Negrón organiza en tres partes (Maromas sin red, Saltos al vacío y Días de circo) veinte historias que se caracterizan por sus giros vertiginosos en los finales. Sorprende que algunos cuentos tengan como eje temático la misma materia prima que también desarrollan en sus libros tanto Lina Nieves como Hugo Ríos. En la tercera parte, en ocasiones, el lector necesita conocer referentes de la historia de Puerto Rico para disfrutar a cabalidad de los cuentos.
     El primer libro de narrativa del periodista Mario Santana, Secuestros de papel, deja al lector que busca el placer de la lectura satisfecho. Cierto aire detectivesco y el buen manejo de datos históricos sazonan el suspenso de estos cuentos. Aunque es pertinente señalar que algunas de las historias que Santana desarrolla parecen más esbozos de novela, como Mausoleos, lo cierto es que estamos ante un libro de cuentos que entretiene y se lee rápido.
     El mercader de libros de Francisco García-Moreno Barco es una oda a la imaginación, la creatividad y la utilización impecable del idioma. Rico en refranes y en frases propias de la sabiduría coloquial del pueblo, este libro evidencia el conocimiento que el autor posee de las historias clásicas de la literatura castellana, como La casa de Bernalda Alba de Lorca, y su capacidad de innovarlas. Tradición y novedad se dan aquí en la misma proporción. Cuentos como Los oficios necesarios, A todos nos ha crecido alguna vez un árbol en las manos, Malena en la pared, y la historia que da título al libro, lo colocan entre mis favoritos.
     Canasta de ojos de Irma Rivera recrea el amplio universo de mujeres que han trascendido los límites de su época. Aquí los cuentos están narrados con la templanza de quien ha estudiado minuciosamente el género cuentistero. Y cierra este grupo selecto el título Doce cuentos paralelos, de Eva Quíroz. Fruto que inició en el taller de escritura de Silvia Domenech, estos cuentos de Quíroz fascinan particularmente por el buen uso del lenguaje, aunque algunos cuentos destilen cierto aire a pequeña crónica o estampa.
CUENTO
1. Waltzen
Lina Nieves Avilés
Editorial La Secta de los Perros
2. Cuentos traidores
Rubis Camacho
Mariana Editores

3. Mi hija es García Márquez
Pablo Juan Canino Salgado
Isla Negra Editores

4. Mundo cruel
Luis Negrón
Editorial La Secta de los Perros
5. A lo lejos, el cielo
Hugo Ríos Cordero
Isla Negra Editores
6. El Oficio del Vértigo
Manolo Núñez Negrón
Editores Publicaciones Puertorriqueñas
7. Secuestros de papel
Mario Santana
Editorial Pasadizo
8. El mercader de libros
Francisco García-Moreno Barco
Editorial Preámbulo

9. Canasta de ojos
Irma Rivera Colón
Edición de Autor

10. Doce cuentos paralelos
Eva Quíroz
Edición de Autor


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      Carlos Esteban Cana es comunicador y escritor. Fundador de la revista y colectivoTaller Literario, un espacio de democratización en las letras puertorriqueñas. Se ha desempeñado como coordinador editorial, periodista cultural independiente, y ha laborado además en la industria televisiva. Su obra creativa se ha publicado en revistas y periódicos nacionales como El Sótano 00931, Ciudad Seva, Narrativa Puertorriqueña, Letras Salvajes, CulturA, Diálogo y El Nuevo Día, entre otros. En lo que se refiere al ámbito internacional su narrativa y poesía ha sido publicada por Escaner Cultural, Zona de Carga, Palavreiros, Abrace y el Boletín de Nueva York, entre otros. Recientemente algunos de sus cuentos han sido traducidos al italiano. Ha participado, además, en diversos medios de comunicación reflexionando acerca del panorama cultural en el País.