Por Angelo Negrón
Entró al camerino y exigió que apagaran las múltiples bombillas que rodeaban el espejo de la coqueta donde lo maquillarían. Soltó el velcro que amarraba el micrófono inalámbrico al cuello de su camisa e hizo señas a la mujer para que comenzara a peinarle y maquillarlo para su última salida al escenario.
— ¡Los gritos me traen loco y esto no se acaba! — mencionó colérico — ¿Porqué no se va todo el público a la mierda?— continuó — Ahora quieren otra. No se dan cuenta los muy pendejos, que uno siempre deja una canción “pa’ la ñapa” de todos modos. Avanza, avanza que ya están abucheando y no quiero salir mal en la crítica. Bastante tengo con lo malo que esta trabajando el pendejo encargado del sonido.
En la puerta se escucharon golpes y demandó no ser molestado. Ante la voz de uno de sus ayudantes gritó irritado palabras vulgares y arrojó una lata de atomizador para el cabello contra la puerta.
— Lo que pasa es que el público... — trató de explicar el ayudante.
— ¡Pa’l carajo el público! Sólo han pasado cuarenta segundos ¡Qué esperen! —gritó sin miramientos.
— Pero el del sonido... — le insistieron a través de la puerta.
— Estoy listo — dijo mientras colocaba el equipo de audio en su cintura — ¿Cual fue la parte que no entendiste? — mencionó el famoso cantante al abrir la puerta — no insistas, conozco mi trabajo.
— Si, pero... — volvió a insistir.
— Si dices una palabra más no te quiero en mi equipo — espetó fastidiado.
Llegó a la tarima. La mayoría de las butacas del auditorio estaban vacías y las personas que hacían fila para salir abucheaban y murmuraban sin control. Al ver que la prensa lo fotografiaba con nuevos bríos haló una silla y recogió una guitarra recostada de la pared. Trató de comenzar la canción planeada para la “ñapa”, pero los demás músicos lo miraban sorprendidos.
— ¿Qué pasa con ustedes? ¿A donde van todos?— preguntó.
El tecnico de sonido se acercó y señalándole la cabeza le dijo:
Entró al camerino y exigió que apagaran las múltiples bombillas que rodeaban el espejo de la coqueta donde lo maquillarían. Soltó el velcro que amarraba el micrófono inalámbrico al cuello de su camisa e hizo señas a la mujer para que comenzara a peinarle y maquillarlo para su última salida al escenario.
— ¡Los gritos me traen loco y esto no se acaba! — mencionó colérico — ¿Porqué no se va todo el público a la mierda?— continuó — Ahora quieren otra. No se dan cuenta los muy pendejos, que uno siempre deja una canción “pa’ la ñapa” de todos modos. Avanza, avanza que ya están abucheando y no quiero salir mal en la crítica. Bastante tengo con lo malo que esta trabajando el pendejo encargado del sonido.
En la puerta se escucharon golpes y demandó no ser molestado. Ante la voz de uno de sus ayudantes gritó irritado palabras vulgares y arrojó una lata de atomizador para el cabello contra la puerta.
— Lo que pasa es que el público... — trató de explicar el ayudante.
— ¡Pa’l carajo el público! Sólo han pasado cuarenta segundos ¡Qué esperen! —gritó sin miramientos.
— Pero el del sonido... — le insistieron a través de la puerta.
— Estoy listo — dijo mientras colocaba el equipo de audio en su cintura — ¿Cual fue la parte que no entendiste? — mencionó el famoso cantante al abrir la puerta — no insistas, conozco mi trabajo.
— Si, pero... — volvió a insistir.
— Si dices una palabra más no te quiero en mi equipo — espetó fastidiado.
Llegó a la tarima. La mayoría de las butacas del auditorio estaban vacías y las personas que hacían fila para salir abucheaban y murmuraban sin control. Al ver que la prensa lo fotografiaba con nuevos bríos haló una silla y recogió una guitarra recostada de la pared. Trató de comenzar la canción planeada para la “ñapa”, pero los demás músicos lo miraban sorprendidos.
— ¿Qué pasa con ustedes? ¿A donde van todos?— preguntó.
El tecnico de sonido se acercó y señalándole la cabeza le dijo:
— Para la próxima, si es que existe, hazle caso a tu ayudante cuando trata de advertirte, asegurate que no tengamos problemas tecnicos con la consola de audio o apaga el micrófono cuando salgas del escenario...