viernes, octubre 27, 2006

Atardecer


Por Angelo Negrón

Después de hacer el amor, bajo los rayos del sol y algunas gotas de llovizna, seguiremos hablándonos con caricias suaves y recurrentes. Ella descubrirá el atardecer y deducirá que la noche llegará pronto a regalarnos sueños compartidos. Y se adormecerá… Dormirán promesas y dormirá ella. Mi insomnio pernoctará a su lado. Caricias ya desaparecidas para no incomodar su sueño se reunirán en mis fantasías; listas para que a primera hora salgan de su escondite. Sueños recurrentes flotarán como siempre y recorrerán su cuerpo desnudo…

El placer la ha hecho viajar lejos, sus ojos se cierran y está hipnotizada de amor. La hora me insinúa que es algo temprano para llamar a Morfeo pues la cena está servida en la mesa junto a las velas, las fresas y las rosas. Mi alma en este atardecer reconoce que debe dejarla dormir. Olvidaré los alimentos. De todos modos; ya hemos cenado. Nos nutrimos el uno al otro; saciando aventuras con besos salados y postre de piel. Como siempre, nos dará hambre de nuevo, ella es pasión que no se extingue…

La sala, como hace un rato, será nuestra habitación. El sofá logra que estemos más unidos. Dejaré encendidas las velas. Su pulular hace que dancen las sombras. El anochecer ya esta con nosotros. El sol se ocultó y ella, lo sé, despertará a media noche. Pedirá que la envuelva con mis brazos y la proteja del frío, le cuente alguna historia o simplemente le haga sentir que sigo aquí; cuidando su vida y alejándola de la soledad…

domingo, octubre 15, 2006

Elementos

Por Angelo Negrón


Fuego:
El que sentiré en mi alma y mi piel cuando te haga mía. El calor es tanto que quema en las entrañas y se eleva mi parte vulnerable de sólo mirarte. El ímpetu tiene tanta proporción que las venas quieren lograr ebullición y juntarse al coro de pensamientos lujuriosos que me acompañan. El deseo de tocar tus pechos envueltos en brasas de placer y mi intención de poseer las mil formas y sabores de tu sexo encendido logran que se derrita el hielo milenario de mis frías y solitarias noches. Mi boca perdiéndose en la tuya y las chispas que despedirá nuestra piel capaz de encender el gigantesco carbón del amor de un solo amague. Nosotros somos aves fénix, capaces de morir y renacer en vivo fuego, en candela de pasiones, ven ahora y quémame con tus gemidos; calcíname con tus besos, incinérame con la llama de tu amor...




Tierra:
Tú acostada, yo a tu lado, estudiando las dimensiones de tu cuerpo, buscando en cada promontorio, en cada isla el supuesto continente perdido que me dará sustento. En ti sembraré la simiente y cosecharé pasiones. Me deleitaré con cada uno de tus puntos cardinales. Me mudaré seguido. Por tiempos viviré en tu norte, por momentos en tu sur y siempre tendré mi vida en el meridiano de tu piel. Misma que no acabo de descubrir completa pues en mi ardua colonización termino por perderme en tu mirada apasionada, equivalente a la dueña de todo mi ser. Por ti se hace polémica la duda: ¿Quién, si no yo, debe ser el dueño del lugar donde nos amaremos sin medida? Sí, soy inmigrante en tu cuerpo, pero garantizo que llegué para quedarme. Excavaré hasta profundizar en las ansias que te llevan a desear ser poseída... Que te llevan a dictaminar que se busque entre tu piel las riquezas ocultas que guardas por experiencias pasadas y por codicia de amar... Cultivaré apetito en tu rasurada oquedad. Comeré de los frutos que me brindan tus adentros y como volcán que derrama su lava derretida crearé nuevas razones para que me ames más...




Agua:Torrente que acompañará a tu verticalidad antes, durante y después de recibir la pasión que me envuelve. La saturación no es sólo tuya, también es mía. Confundida, nuestra lluvia placentera descenderá acoplada a las paredes de tu intimidad como catarata que es regalo de las entrañas de la mujer que más he amado. Hembra dispuesta a comportarse celestialmente y que juega con el hecho de saberse naturaleza dispuesta a socorrerme. Me lanzaras a la playa donde, al amarnos, dejaremos de ser plurales para convertirnos en singular. Con besos mojados y lengua poseedora aparecerá el sol a la hora del cíclico acontecer de dejar de ser agua para convertirse en nube. Luego se transformara, otra vez, en el liquido de vida que calma mi sed. Inúndame con tu sabia. Mi vida necesita dejar de ser árida ante la ilusión de que una mordedura tuya llegue a los poros de mi piel reseca y a mi porción erguida en espera persistente. Cual búsqueda constante del rocío que hábilmente ha permanecido sellado por la inquietante forma de labios vaginales y que conservas para mí, en un molde húmedo y caluroso. Estás a la espera del asalto de mi lengua o de la dilatación de mi extremidad que, llena de terminaciones nerviosas, sólo desea sumergirse en tu humedad. Seré barca o pez, no importa. Seré lo que tú quieras que sea sólo por bucear en tus siete mares. Sólo por aprender a bailar la danza de tus olas. Encallaré en tus arrecifes y coexistiré paciente ante la espera de tu marejada. Serás gotas de lluvia que bajando de la montaña llegarán al mar de mis placeres. Y en el océano de tus protuberancias, mismas que deseo acariciar sin mesura, sobreviviré a la soledad...



Aire:
Espacio en que amarse será fácil. El viento azotará nuestros cuerpos de manera sublime y la ley de gravedad nos ayudará en nuestro intento de amarnos. Y es que dicha ley exige que tu cuerpo aunque suba tenga que bajar. Conveniente será esta ordenanza. Buscaré que subas y bajes en movimiento constante para darte y darme placer libre y decisivo. Nuestra respiración a veces agitada, a veces pausada, sólo será el anuncio de los sentimientos antes ocultos y de fantasías logradas. Los suspiros serán elocuentes formas de atraer paz a la caída de un imperio que lograste erigir para luego derrumbarlo con las sacudidas persistentes de tu sexo encendido. Justo después de lograr derrocarlo volverás a constituirlo con la excusa de terminar verlo consumido en el movimiento zigzagueante de tu boca. Definitivamente Dios creó a Adán cuando depositó aire sobre el barro, pero a mí me has creado tú. Cuando anhelé por vez primera que el suspiro de tus ojos me envolviera y que tu lengua fuera mía en la esencia de besos huracanados, en las ventiscas, en los envoltorios de tus pechos... Es que también para mí guardaste una manzana. Me la ofreciste en el momento preciso, justo cuando tus vientos se encargaron de derrumbar el árbol, justo cuando olvidaste al hombre nacido del barro... Ser nuevo en tus ganas, creado a tu perfil y parecido, creado por ti, diosa que piensa que ha sido expulsada del paraíso donde yo mismo te llevaré cuando nuestros cuerpos estén en posición horizontal. Desalojada sólo por sustraer dos manzanas y por demoler el manzanero al que no se te permitió subir. De allí te transformarías en brisa, en aura o lo que es más, desde allí podrías haberme visto antes, en el principio de los tiempos, cuando se determinó que yo soy el alma que es gemela contigo...

...Juntos... Inhalaremos ansias. Exhalaremos pasiones hasta que en loco desvarío peleemos contra los molinos de la saciedad. Incluso cuando insaciables nos percatemos de que el amor es perpetuo y que se renueva, una y otra vez, más allá de nuestros cuerpos. En el cántico de nuestros ancestrales besos. En recurrentes caricias que añoran ser puestas de nuevo en uso y diseminadas entre el pelo y los dedos de los pies, entre derecha e izquierda y sobre todo en el clítoris hermoso de tu floral belleza añadiéndole el aguijón constante de esta abeja que soy y que sólo se alimenta del polen de tu pasión.



Tú:
Eres el quinto elemento. Ese que busqué en pieles ajenas, en almas equivocadas, en el sinnúmero de pasiones vanas y en la fornicación desvergonzada de mi cuerpo. Eres fuego que quema, tierra que entrega simiente, agua que calma mi sed de pasiones y aire que arruma con su caricia mis instintos más románticos.

... En ti reposan todos los elementos unidos. Eres un alma que tiene el privilegio de convertirse en piel y no sólo transgredir las leyes de la física, sino también derrocar los muros que puedan existir en mi vida vacía. Ven y lléname con tus ansias de combatir la soledad que te quebranta. Hazme el amor, una y otra vez. Conviérteme en tu quinto elemento, complementémonos en ese hermoso vaivén que es el amarse. Colmémonos de caricias, de besos y abrazos. Seamos uno, volvamos a empezar. Con las ansias que nos rodean podemos lograr que tenga sentido la extracción de la costilla de mi antepasado para que fueras habitante en el paraíso y que allí me esperases para asistir juntos frente a la fogata o al volcán, delante de la montaña o a las islas, frente al mar o a la cascada o dentro del huracán de nuestro apetito de lujurias donde podremos escuchar en sinnúmero de ocasiones el te amo que saldrá de nuestros labios y que obligados estamos predestinados a escuchar...

Estruja en mi rostro la caricia de un beso. Defiéndeme del aislamiento y de la locura de saberme el soñador de sueños aplazados a la espera de tus caricias. Conviérteme a la devoción de admirarte cada vez más, de saberme perdido entre el fuego, tierra, agua y aire que representa tu alma...

¿Quinto elemento? Eres eso y más...

viernes, octubre 06, 2006

Túnel de luz

Por Angelo Negrón

Comenzó a observar el principio de su muerte; agitaba su cuerpo tratando de escapar, pero algo que no comprendía la empujaba al final del túnel. Hacia una luz extraña que parecía decir su nombre a gritos. El grado de confusión era tal que la lucha contra el hipnótico llamado no le sirvió de mucho.

— ¡La luz al final del camino es cierta después de todo! — pensaba mientras combatía contra el llanto y la desorientación. Se percató de que conocía otro idioma y sus sollozos eran un dialecto hasta ahora ignorado para ella. Pensó en las miles de veces que había escuchado todo lo concerniente al poder del Espíritu Santo sobre las almas y de cómo ayudaba a hablar en lenguas; algo que nunca había practicado, pero que sabía existía y sonrió. Después de todo, si tal energía estaba con ella ¿qué más podía pedir?

Nadaba en un liquido espeso que la asfixiaba por momentos y que la hizo comprender que el único camino prudente era hacia la luz. Estaba atontada. Imaginó a San Pedro y sus llaves, al Paraíso y lo hermoso del lugar. Al encontrarse ante lo desconocido sintió terror. Ese que siempre se padece ante el cambio. El que a veces nos hace tomar decisiones incorrectas. En un ademán de defensa trató de estirar sus manos, pero la prisión del túnel era tal que no pudo hacer nada, sólo volver a llorar en sus adentros. Escuchaba a lo lejos el latir apresurado de una especie de tambor y especuló que era su propio corazón que lo llamaba. En un último intento agitó sus piernas para tratar de volver a su pasada vida, pero estaba escrito que ese día moriría.

Así fue; murió. No entendía aún porqué y menos para qué, pero ya no tenia el poder de decidir a donde quería ir. Sólo existía un camino; un túnel que terminaba en una gran luz y que no le parecía tan apacible como le habían contado. Sintió un jalón y, como si el túnel le ayudara a llegar a la luz, su cuerpo fue moviéndose en contra de su voluntad. No le quedaba mucho aire así que tuvo que rendirse al llamado. Exhausta se dejó atraer y cuando traspasó el fulgor, descubrió que sus ojos obligadamente se cerraban ante tanta luminosidad, sintió un dolor en el pecho que la obligó a hablar más fuerte aquella jeringonza que no entendía y que percibió tendría que aprender pronto para su bienestar.

Cuando logró abrir sus ojos, ya estaba recostada y buscó entre tanta luz reconocer las imágenes algo confusas de personas que le hablaban en aquel extraño idioma que ella no comprendía. Se fueron aclarando las imágenes y descubrió que su corazón padecía de un amor gigantesco hacia aquellos seres. Observó hacia su espalda, ya las alas no estaban presentes y al voltear otra vez y mirar hacia arriba en busca de su aureola, sus ojitos descubrieron a una mujer que lloraba de alegría. Lo comprendió todo y sonrió: estaba viendo a la dueña del túnel,la verdadera luz que la había hecho mudarse del paraíso y morir a su investidura de ángel, únicamente para brindarle el amor de madre; comparable exclusivamente al de Dios...


Isamar Negrón Al momento de "Morir-Nacer"