Por Angelo Negrón
Mi piel acaba de pegarse al espaldar frío de la silla. Luego de un café ojeo los papeles que dejé abandonados hace unas horas cuando el cansancio pudo más que apiñar letras en el intento de añadir algunas paginas a la novela que he tratado sobrepase el capitulo dos. Releo y decido hacer algunos ajustes por aquello de la prohibida cacofonía. Estoy de nuevo tratando de juzgar lo que yo mismo quise que estuviese escrito; tachando y añadiendo. Al beso apasionado le añado miradas furtivas para postergar el placer entre los protagonistas. Complacido, con la lentitud en que dos parecen querer ser uno, enciendo la computadora para hacer los cambios y seguir con la encomienda que le hizo mi insomnio a uno de mis pasatiempos favoritos.
Mi piel acaba de pegarse al espaldar frío de la silla. Luego de un café ojeo los papeles que dejé abandonados hace unas horas cuando el cansancio pudo más que apiñar letras en el intento de añadir algunas paginas a la novela que he tratado sobrepase el capitulo dos. Releo y decido hacer algunos ajustes por aquello de la prohibida cacofonía. Estoy de nuevo tratando de juzgar lo que yo mismo quise que estuviese escrito; tachando y añadiendo. Al beso apasionado le añado miradas furtivas para postergar el placer entre los protagonistas. Complacido, con la lentitud en que dos parecen querer ser uno, enciendo la computadora para hacer los cambios y seguir con la encomienda que le hizo mi insomnio a uno de mis pasatiempos favoritos.
— Cuéntame más sobre esta historia — exigió.
Miro el paquete de cartas que no he abierto en una esquina del escritorio. Las abro con la parsimonia de saber que la computadora no estará lista antes de que termine de ojear facturas. La penúltima carta me sorprende. No es factura o promoción y no la esperaba. Pasan diecisiete segundos en que atónito veo su nombre en el remitente. Pasmado decido posponer mi curiosidad y ver la última carta antes de abrir ese sobre color amarillo. American Express no se cansa de enviar cheques en blanco para alimentar mi ego, mi closet y vaciarme los bolsillos. Destruyo los cheques, no caeré más en sus habilidades para vender sueños al trece punto noventa y nueve por ciento de interés. Decido, por fin, abrir el inesperado sobre. Al hacerlo brota de su interior un aroma muy peculiar: perfume delicado. El olor me envuelve. Neuronas que estaban sumergidas en el subconsciente salen y desenvuelvo el papel, esta vez con prisa, descubriendo sus palabras escritas a mano y en tinta negra. Comienza por el clásico:
— Sorprendido — pienso yo.
Saboreo la carta sin leerla. Noto que la misma me ha llevado a un hotel en la ruta norte y a una noche en la que, como ahora, estuve despierto hasta altas horas. Cenamos en el comedor del hotel. Steak con camarones ella; chicken Marsala yo. Luego de varios margaritas paseamos por la orilla de la playa. La luna estuvo jugando a las escondidas esa noche pues gustaba de esconderse en cada nube que le servia de confidente. El mar estaba sereno y los tragos hicieron mejor efecto que todas las palabras que nos dijimos en intentos de confirmar deseos que resplandecían a flor de piel. Llegamos a la habitación. Besos, caricias, sexo…
...el papel tiene sus labios pintados. Pienso que pocas mujeres tienen este tipo de delicadeza: Perfume y labios pintados en una misiva. Su letra me parece hermosa y recatada; tal cual es ella…
Su pelo corto pegado a la nuca deja ver su cuello. Sus labios se abren para dejar ver una dentadura perfectamente nacarada y unos labios que palidecen sólo ante la mirada de sus perspicaces ojos café. Su sonrisa es atractiva. Mujer capaz de reír a carcajadas cuando de sacar del interior la felicidad se trata...
...El vestido hizo caso omiso de la gravedad a la que lo invité pues resuelve quedarse estancado en sus caderas. Ambos reímos. Ella ordenó al diminuto pedazo de tela que siguiera su camino hasta el suelo so pena de ser destruido por mis ganas. Su sostén liberó pezones de miel. La prenda restante de su ropa interior fue victima de la humedad a la que llegó luego de besos huracanados y llenos de esa pasión que no siempre acompaña al amor, pero que sí está latente en un hombre y una mujer que se conocieron a temprana edad y se desearon casi al mismo tiempo… ¿Amor? Si existió en uno de nosotros, pero…
…miro el sobre nuevamente. Veo la dirección de ella…
...Otis Ave. Tampa, Fl
33604
Descubro que estoy huyéndole a sus palabras. Dando muchas vueltas. Una cosa es que recuerde noches en que nos poseímos con delirio y otra que me distraiga con la dirección, los elipses que dibujaron el ponchado del sello o el doblez que tiene el sobre en el que ahora noto que no contenía sólo la carta…
— ¡Tres fotos dentro del sobre! No puede ser. ¡Mírala! Radiante. ¡Se conserva igual de hermosa y ya han pasado!… ¿que? ¿Once años? Sigue sonriendo con el mismo carisma y mira sus ojos, su sonrisa, su cuerpo esbelto y bien formado. Parece que…
...con su lengua recorrió mi cuerpo. Sus manos fueron portadoras de caricias que aún ahora, al recordarlas, me hacen temblar. Me convirtió en acróbata agitado. Caminé por la cuerda floja y no caí hasta que ella así lo quiso, hasta que ella logró lo que buscaba: varios orgasmos que sellaran lo que por mi sentía. Al desplomarme ella estaba allí… Nunca había vivido algo así. Una mujer ávida de consentirme…
Coloco la carta y el sobre en el escritorio. Aún no le doy lectura excepto el hola ¿Cómo estás? Me dirijo a la cocina; una fresa y un vaso de agua son las dos excusas que hacen que retarde el placer de leerla; de seguir viéndola en las fotos. Me percato de la dureza que sufre mi entrepierna por culpa de los recuerdos, de las fotografías y de las palabras que imagino pudiesen estar ahí. Palabras que, tal vez, describirían o me dejarían saber sus deseos carnales y su entrega al amor que compartimos. Palabras como aquellas que escuche de su boca…
…miro el sobre nuevamente. Veo la dirección de ella…
...Otis Ave. Tampa, Fl
33604
Descubro que estoy huyéndole a sus palabras. Dando muchas vueltas. Una cosa es que recuerde noches en que nos poseímos con delirio y otra que me distraiga con la dirección, los elipses que dibujaron el ponchado del sello o el doblez que tiene el sobre en el que ahora noto que no contenía sólo la carta…
— ¡Tres fotos dentro del sobre! No puede ser. ¡Mírala! Radiante. ¡Se conserva igual de hermosa y ya han pasado!… ¿que? ¿Once años? Sigue sonriendo con el mismo carisma y mira sus ojos, su sonrisa, su cuerpo esbelto y bien formado. Parece que…
...con su lengua recorrió mi cuerpo. Sus manos fueron portadoras de caricias que aún ahora, al recordarlas, me hacen temblar. Me convirtió en acróbata agitado. Caminé por la cuerda floja y no caí hasta que ella así lo quiso, hasta que ella logró lo que buscaba: varios orgasmos que sellaran lo que por mi sentía. Al desplomarme ella estaba allí… Nunca había vivido algo así. Una mujer ávida de consentirme…
Coloco la carta y el sobre en el escritorio. Aún no le doy lectura excepto el hola ¿Cómo estás? Me dirijo a la cocina; una fresa y un vaso de agua son las dos excusas que hacen que retarde el placer de leerla; de seguir viéndola en las fotos. Me percato de la dureza que sufre mi entrepierna por culpa de los recuerdos, de las fotografías y de las palabras que imagino pudiesen estar ahí. Palabras que, tal vez, describirían o me dejarían saber sus deseos carnales y su entrega al amor que compartimos. Palabras como aquellas que escuche de su boca…
...¡Que recuerdos! Aún volaba ella en placeres volcados cuando me ordenó detenerme y tenderme en la cama. Su boca buscó la mía y mis manos rozaron su espalda que sudaba el calor de su fogosidad. Acarició mi cabello. Acercó sus labios a mis oídos dejándome para siempre tatuados en el lóbulo de la oreja aquel comentario y aquella pregunta…
La silla es cómoda. Mi computadora Hewlett-Packard ya está lista para mi trabajo en Word. Lo acceso. Le doy una ojeada… fastidiado de haberme comportado como un niño tomo el sobre y la carta. Debo leerla. ¿A que le temo? Recordar es uno de mis alicientes favoritos y lo que recuerdo de ella es sensacional. Suficientes noches de pasión como para…
— Te llevaré conmigo — comentó mientras usaba sus manos en beneficio del paseo al que tenía previsto transportarme — Pueden ser mis manos o mi boca la que guíe tu ascenso. Tal vez quieras ambas. ¿Qué prefieres? De todas formas haré que agotes tus ansias en mi boca…
No llegué a contestar; no tuve que hacerlo. Su lengua comenzó a recorrerme. Encontró el camino a mi boca. De allí siguió su marcha paulatina y deliciosa hacia su promesa. Lamió mis tetillas y zigzagueó en mi piel dejando huellas de saliva. Tomó mi intimidad entre sus labios y…
Shut down a la computadora. No la usaré. Son las cinco treinta y ocho de la mañana. Esta carta merece ser leída en el patio; bajo algún rayo de luna o ante la llegada del sol. Después de todo tiene sus labios pintados justo al final y el romance es algo que me encanta. Si...suene cursi o no; le daré lectura fuera de estas paredes. Esta misiva debe ser romántica y ser portadora de buenas nuevas. Tal vez sea el comienzo de algún tipo de intercambio: por cartas o por teléfono. No, no debo pensar en ello; la última vez que me vi involucrado en algo así tuve problemas con…
La silla es cómoda. Mi computadora Hewlett-Packard ya está lista para mi trabajo en Word. Lo acceso. Le doy una ojeada… fastidiado de haberme comportado como un niño tomo el sobre y la carta. Debo leerla. ¿A que le temo? Recordar es uno de mis alicientes favoritos y lo que recuerdo de ella es sensacional. Suficientes noches de pasión como para…
— Te llevaré conmigo — comentó mientras usaba sus manos en beneficio del paseo al que tenía previsto transportarme — Pueden ser mis manos o mi boca la que guíe tu ascenso. Tal vez quieras ambas. ¿Qué prefieres? De todas formas haré que agotes tus ansias en mi boca…
No llegué a contestar; no tuve que hacerlo. Su lengua comenzó a recorrerme. Encontró el camino a mi boca. De allí siguió su marcha paulatina y deliciosa hacia su promesa. Lamió mis tetillas y zigzagueó en mi piel dejando huellas de saliva. Tomó mi intimidad entre sus labios y…
Shut down a la computadora. No la usaré. Son las cinco treinta y ocho de la mañana. Esta carta merece ser leída en el patio; bajo algún rayo de luna o ante la llegada del sol. Después de todo tiene sus labios pintados justo al final y el romance es algo que me encanta. Si...suene cursi o no; le daré lectura fuera de estas paredes. Esta misiva debe ser romántica y ser portadora de buenas nuevas. Tal vez sea el comienzo de algún tipo de intercambio: por cartas o por teléfono. No, no debo pensar en ello; la última vez que me vi involucrado en algo así tuve problemas con…
…cumplió su promesa. Acarició con su boca la desembocadura de mi existencia hasta que no quedó una sola gota de mis ganas. Complaciente observó mi rostro que levitaba en el mismo lugar que el de ella. Cuando la luna nos vio decidió dejar de esconderse detrás de las nubes y guarecerse del frío en nuestras cuerpos. Hubo días similares luego, pero ese día marcó mi admiración por ella. Aún recuerdo el enajenamiento con el que la observé dormir complacida. Ahora después de…
Tomo el libro “La conspiración” escrito por Dan Brown y le hurto una lamparita de esas que se usan para leer en la oscuridad. Huelo el sobre por onceava vez y con él marco la pagina ciento cincuenta y siete del libro que dejo abandonado otra vez en el suelo. Abro la puerta. Entro al patio; la negrura aún no abandona al cielo. Me acomodo en una de las sillas. Enciendo la lamparita…
¿Cómo estas? Espero que bien. Al menos sé que estas sorprendido por estas letras. Había perdido tu dirección y ¿que crees? La conseguí por fin gracias a que la causalidad puso a una de tus primas en mi camino. Ella me contó que te casaste y tienes familia. No lo sabía, aunque es obvio que me lo suponía. Yo también hice familia. Tengo una niña y sigo casada. He vuelt…
…pasó el tiempo y ella tuvo que elegir entre mudarse con sus padres a Estados Unidos o seguir saliendo con alguien que no le prometía el amor que buscaba. Me contó la travesía que emprendería con la ilusión de que le pidiera quedarse conmigo descrita en sus ojos...
...mi silencio e indiferencia empataron en ese momento con sus ganas de querer olvidarme. Después de lágrimas y abrazos la llevé al aeropuerto y la dejé ir...
...corté toda conversación con ella porque tenía miedo a enamorarme. Ella estaba enamorada según dijo y quería algo serio. Se hubiese quedado — lo sé — si se lo hubiese pedido, pero yo no estaba dispuesto a cambiar mi estilo de vida ni aunque me regalara varias fantasías más…
…y sigo casada. He vuelto a Puerto Rico varias veces y te he buscado, pero te mudaste sin dejar huella así que ha sido infructuosa mi búsqueda; hasta ahora. ¡Nada ha sido más oportuno! No te he olvidado; deseo verte. Precisamente salgo sola para borinquen dentro de una semana y me encantaría que pudiesem…
Apagué la lamparita y le devolví su trabajo como marcador. Capitulo treinta y uno. “El tiempo estaba cambiando” dice Dan Brown en el comienzo del párrafo; tomo el sobre y cierro el libro. Guardo en él las fotos y la carta. No terminaré de leerla. Tal vez esté ahí su número telefónico o el lugar donde estará hospedándose. No más tentaciones por el día de hoy. Mañana no sé, pero hoy descartaré este apetito. Eliminaré las inmensas ganas de darme placer mirando sus labios pintados en el papel, oliendo su perfume, observando sus seductoras fotos y cualquier otro recuerdo que me lleve a cada una de las ocasiones en que me sedujo. ¿Por qué?
…Pues…
…porque hoy quiero enamorarme… Estoy dispuesto a hacerlo… hace meses me di cuenta de mi vida vacía y busco el amor. Si termino de leer su escrito la buscaré y la encontraré dispuesta a regalarme fantasías nuevas...
…y sigo casada. He vuelto a Puerto Rico varias veces y te he buscado, pero te mudaste sin dejar huella así que ha sido infructuosa mi búsqueda; hasta ahora. ¡Nada ha sido más oportuno! No te he olvidado; deseo verte. Precisamente salgo sola para borinquen dentro de una semana y me encantaría que pudiesem…
Apagué la lamparita y le devolví su trabajo como marcador. Capitulo treinta y uno. “El tiempo estaba cambiando” dice Dan Brown en el comienzo del párrafo; tomo el sobre y cierro el libro. Guardo en él las fotos y la carta. No terminaré de leerla. Tal vez esté ahí su número telefónico o el lugar donde estará hospedándose. No más tentaciones por el día de hoy. Mañana no sé, pero hoy descartaré este apetito. Eliminaré las inmensas ganas de darme placer mirando sus labios pintados en el papel, oliendo su perfume, observando sus seductoras fotos y cualquier otro recuerdo que me lleve a cada una de las ocasiones en que me sedujo. ¿Por qué?
…Pues…
…porque hoy quiero enamorarme… Estoy dispuesto a hacerlo… hace meses me di cuenta de mi vida vacía y busco el amor. Si termino de leer su escrito la buscaré y la encontraré dispuesta a regalarme fantasías nuevas...
…¡así es! Debido a esta predisposición hacia el amor tengo que huirle de nuevo. No quiero enamorarme de una mujer casada; no estoy preparado para afrontar un triangulo amoroso…
…saco las fotos otra vez. En verdad sigue siendo hermosa. La imagino repitiendo fabulosas y mejoradas peripecias encima de mí… Las coloco encima del escritorio. Guardo el sobre y la carta en el libro falso que tiene llave. Algún día completaré su lectura. Por ahora…
…por ahora me conformaré con soñarla despierto. Tomo sus fotos y…
…veremos si mis manos dándome placer mientras admiro sus fotos son el placebo suficiente para esta calentura que ha logrado en mi el recordarnos…