Por Angelo Negrón
Ella toca mi piel de la forma correcta; la transforma. Me vuelvo alma y navego en idilios de grandeza y porvenir. Oscilan mis palabras entre cabellos y espalda. Mis manos se pierden en sus ganas y me lanzo a experimentar el consuelo de sus ojos brujos. Amor que mata y revive con abrazos y besos; secando el tiempo, tan sólo para volverlo a mojar con ganas de historias y escalofríos. Su risa se mezcla en la atmosfera fantasiosa de tiempos pretéritos y con el suave vaivén de su hermosura. Soy juguete en sus manos. Hace de mí lo que apetece para si misma. Tormenta de queremos, podemos y la búsqueda de las fronteras del amor verdadero. Mundo del nunca quizás. Lluvia que moja deliciosamente mi rostro y lo trasmuta a el hoy sin mañana y sin ayer; presente dispuesto a bautizarla como, (sin principio ni fin) mi musa eterna…
Ella toca mi piel de la forma correcta; la transforma. Me vuelvo alma y navego en idilios de grandeza y porvenir. Oscilan mis palabras entre cabellos y espalda. Mis manos se pierden en sus ganas y me lanzo a experimentar el consuelo de sus ojos brujos. Amor que mata y revive con abrazos y besos; secando el tiempo, tan sólo para volverlo a mojar con ganas de historias y escalofríos. Su risa se mezcla en la atmosfera fantasiosa de tiempos pretéritos y con el suave vaivén de su hermosura. Soy juguete en sus manos. Hace de mí lo que apetece para si misma. Tormenta de queremos, podemos y la búsqueda de las fronteras del amor verdadero. Mundo del nunca quizás. Lluvia que moja deliciosamente mi rostro y lo trasmuta a el hoy sin mañana y sin ayer; presente dispuesto a bautizarla como, (sin principio ni fin) mi musa eterna…