martes, abril 30, 2024

Café a 3 voces

 


Antología de la Poesía viequense


 

En las letras, desde Puerto Rico: Exitosa puesta en escena de “El niño que enloqueció de amor” producida por el Taller de Teatro del Colegio Otoquí

por Carlos Esteban Cana

 

Con los dramaturgos Pedro Santaliz, Carlos Manuel Rivera, Zora Moreno y Moncho Conde aprendí que el buen teatro se puede dar y ofrecer en cualquier lugar, puede nacer en cualquier espacio donde lo teatreros, actores, dramaturgos y directores se confabulen para ofrecer la magia del teatro a un público ávido de experimentar y vivir una buena historia de principio a fin. Eso fue lo que sucedió en el Colegio Otoquí el 28 de abril con la puesta en escena de la novela “El niño que enloqueció de amor” de Eduardo Barrios. Bajo la dirección de Nelson Alvarado, esta versión (del dramaturgo Roberto Ramos Perea), sin lugar a dudas es más que sobresaliente. Las actuaciones, los aspectos técnicos como la iluminación, el manejo del espacio, la escenografía y el sonido, todo funcionó a la perfección. En esta ocasión, el diario por el cual vamos conociendo la historia de Carlitos deja de ser un conjunto de páginas y se transforma en un personaje que interactúa con el personaje principal como si de su mejor amigo se tratara, aquel que es receptor de sus secretos, interlocutor imprescindible que revela sus emociones. Y como marco de la historia entre Carlitos y su maestra Angélica está la vida de los adultos en una zona rural de Chile: la relación de la madre de Carlitos, viuda, con don Carlos Romeral, empresario y hombre casado, que le sugiere al niño llevar un diario (pues en sus páginas se pueden escribir cosas que no se comentan a nadie) y que, aunque Carlitos lo desconoce, es su padre. Y entre ellos la abuela de Carlitos, una mujer amargada por el fanatismo religioso y las convenciones sociales de la época; torturada por la dinámica propia de lo que el refranero popular denomina como “pueblo chico, infierno grande”. A esa ecuación se le suma: Jorge, novio de Angélica y a quien Carlitos considera su enemigo; y el doctor que trata de aliviar el profundo sufrimiento del niño. He aquí el trasfondo que alimenta el intenso diálogo e intercambio entre los personajes.

 


En esta obra teatral las actuaciones fluyen con total naturalidad. Las actrices y los actores encarnaron sus respectivos personajes con verosimilitud. Todos: Sebastián D’Angelo Domínguez (Carlitos); Adrián Maldonado (El Diario); Jesiemar Rivera (Elena la madre); Alexander Robles (don Carlos); Arelys Guadalupe (la abuela); Adriana Márquez (Angélica, la maestra); José Pérez (Jorge, el novio) y Kenai González (el doctor). Hasta quienes participan como invitados en la escena de la fiesta en la que Carlitos – al ver la indiferencia de su maestra hacia él y, en contraste, las atenciones que ella le ofrece a Jorge – entra en crisis, cumplen su propósito. Ciertamente el equilibrio entre las partes (personajes de gran carácter junto a la acción necesaria de los secundarios) da la suma total de un buen trabajo y, en este punto, es que nos detenemos en el excelente trabajo del director Nelson Alvarado y, también, de su equipo técnico. Nada se vio  fuera de lugar, artificioso o forzado: las luces oportunas entre las escenas y los actos; la música (el sonido) que trazaba el clima de la época y, de igual manera, el vestuario. La escenografía, con cierta textura minimalista, funcionaba como piezas de un mosaico: la sala del hogar a un lado y el dormitorio de Carlitos en el otro; un espacio exterior o el lugar donde se festejaba un cumpleaños.

 Solo queda por destacar, como resultado a todo lo anterior, la gran cooperación del público. Ningún contratiempo inesperado sucedió, hubo cooperación total. El silencio y la atención de quienes respaldaron con su presencia esta producción del Taller de Teatro del Colegio Otoquí fue más que elocuente, siguiendo al dedillo las instrucciones de las tres llamadas.

 Auguramos para l@s participantes de “El niño que enloqueció de amor” un futuro profesional más que prometedor. Todas las energías y horas de estudio y trabajo puestas al servicio de esta producción teatral perdurarán como una experiencia inolvidable en sus vidas.

















Carlos Esteban Cana-Foto por Kike Seba
Carlos Esteban Cana comenzó su labor como periodista cultural a finales de los 80s en Senderos, revista del pueblo de Cataño dirigida por el escritor Angelo Negrón Falcón. En 1991 conoce al escritor Antonio Aguado Charneco en las Peñas literarias del Hotel El Convento, quien se convertiría en su mentor literario. En ese mismo año conoció a Amílcar Cintrón, Juan Carlos (Quiñones) Fret-Alvira, Rodrigo López Chávez y Joel Villanueva con quienes fundaría la revista y colectivo Taller Literario. A lo largo de la década y tras una segunda serie durante la primera década del nuevo siglo, Taller Literario se convirtió en un importante referente en las letras boricuas. Después y simultáneamente a la presencia y gestión cultural del colectivo, Carlos Esteban Cana se especializó como productor de contenido (mucho antes de que el término se acuñara) de ahí su labor como editor del boletín “En las letras, desde Puerto Rico”, reproducido en diferentes bitácoras como: Confesiones, de Angelo Negrón; Bocetos de una ciudad silente (ahora Silencios de papel), de Ana María Fuster Lavín; y Buscando la luz al final del túnel, de Caronte Campos Eliseos, entre otros. En esa dirección y con el paso de los años Cana ha desarrollado columnas con un perfil muy específico, entre ellas “Breves en la cartografía cultural”, “Aquí, allá y en todas partes”, “Crónicas urbanas” (para Diálogo Digital de la Universidad de Puerto Rico) y colabora en plataformas como "Cultureando en Puerto Rico" y “Servicios de Prensa Cultural”. Gracias a su trabajo para Global Voices (2014-2017), red mundial de periodismo ciudadano, su trabajo se ha traducido a más de 10 idiomas. Cana cuenta con estudios a nivel graduado de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras. Ha trabajado durante 10 años en canales PBS (WMTJ Canal 40 –1994 al 1999- y WIPR canal 6 –2004 al 2009-). También se ha desempeñado como: coordinador de publicaciones para la Oficina de Comunidades Especiales (1999-2000); Director de Comunicaciones de la V Feria Internacional del Libro de Puerto Rico (2001); Coordinador Editorial y de Actividades de la Oficina de Revistas del Instituto de Cultura Puertorriqueña (2002-2004); Coordinador de Medios de El Sótano 00931 (2003-2008) por invitación del escritor y director de la revista Julio César Pol; Periodista cultural para El Post Antillano (2012-2015); Corrector y Redactor para El Visitante de Puerto Rico (2012-2016); Redactor especializado para Pro Arte Musical (2014-2015); y Crítico de libros para diversos programas de Radio Universidad de Puerto Rico (2011-2016). La obra creativa de Cana está dispersa en periódicos, revistas académicas y en diversas antologías como: De alisios y pamperos (Abrace, 2007); Estancias del sol, Selección de cuentos de Las Antillas Hispánicas (Sociedarte, 2007); Los rostros de la hidra (coedición Isla Negra Editores y Publicaciones Gaviota, 2008); Antología del Certamen Nacional de Poesía José Gautier Benítez (2006-2012); Los nuevos caníbales vol. 3, Antología del Microcuento del Caribe Hispano (Isla Negra Editores, 2015); La era de la brevedad (Editorial Areté Boricua, 2021) y Nos volvimos a pasar/We Crossed Again (Editorial Colibrí, 2023). Carlos Esteban Cana tiene dos libros publicados: su 1ra colección de microcuentos, Universos (Isla Negra Editores, 2012); y una selección de 29 cuadernos de poesía titulada Testamento (Publicaciones Gaviota, 2013). Sus libros Catarsis de maletas (cuentos) y Ya confiesas algo de tu tiempo y el mío (poesías) --que en el mercado español se titula "No os quiero enamorar pero os leo así"-- circularán en las librerías en el 2024. Desde el 2016 su audiolibro "Un poeta en su propia voz" está disponible en la plataforma de contenido en audio Ivoox. De igual manera diversos videos en los que el escritor declama su propia poesía o es entrevistado por diversos medios están disponibles en YouTube. Actualmente Cana se desempeña como Community Manager en Redes Sociales y recién concluyó una Bibliografía a modo de Curriculum Vitae que comprende más de tres décadas de servicio cultural (1989-2023) que hasta la fecha se extiende por 128 páginas.

"Raíces trenzadas, poemas del natural"

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No te pierdas el recital "Raíces trenzadas, poemas del natural" que une a tres primerísimas voces de la poesía puertorriqueña: Vanessa Droz, Rosa Vanessa Otero y Natalia Ortiz-Cotto.

 ¿Dónde? Feria de Libros en el Recinto de Carolina de la Universidad de Puerto Rico.

 ¿Cuándo? El 3 de mayo, a las 4: 00 p. m.


Foto de Vanessa Droz por Doel Vázquez Pérez

Rosa Vanessa Otero


Natalia Ortiz-Cotto



"Pinceladas de mujer" en Cayey


 

domingo, abril 28, 2024

En las letras, desde Puerto Rico: "La escalera y el cerbero"

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Nueva antología de Isla Negra Editores celebra los XX años de El Sótano 00931.

por Carlos Esteban Cana

El editor Julio César Pol entrega a Carlos Esteban Cana su ejemplar de La escalera y el cerbero.
Después de 16 años de la publicación de la antología "Los rostros de la hidra", el editor y poeta Julio César Pol e Isla Negra Editores se unen para hacer otro libro antológico monumental: "La escalera y el cerbero, XX años de El Sótano 00931". Con prólogo del propio Julio César Pol, Juanmanuel González, Federico Irizarry y Sonia Gaia, este volumen agrupa en sus páginas poesía de las escritoras y escritores que publicaron y formaron parte, de una manera u otra, del colectivo y revista más importante de la primera década del siglo XXI en Puerto Rico: El Sótano 00931. El libro tuvo como lectora editorial a la Profesora Adelaida Bidot y como lectora final a la Maestra de Maestr@s Lizza Fernanda. El comentario de contraportada fue realizado por Mercedes López-Baralt. También cuenta con Apéndices que ponen en perspectiva la trayectoria y obra de los poetas incluídos: Jorge David Capiello Ortiz, Katia Chico, Sonia Marcus Gaia, Federico Irizarry Natal, Robert Jara, Juanmanuel González, Zuleika Pagán, Mirna Estrella Pérez, Julio César Pol, Amarilis Tavárez Vales, John Torres, Carlos Vázquez y este servidor. "La escalera y el cerbero, XX años de El Sótano 00931" está dedicado "A los hermanos mayores de la generación del 80: Alberto Martínez-Márquez, Carlos Roberto Gómez Beras, Edgardo Nieves Mieles, Mario Cancel y Mayra Santos Febres". Ya está disponible en las librerías.

Algunos de los escritores de El Sótano 00931 en el evento "De-Generaciones" en Caguas, 2003.


sábado, abril 27, 2024

En las letras, desde Puerto Rico: Serie Antonio Aguado Charneco en el recuerdo: conversación con el narrador Angelo Negrón

 por Carlos Esteban Cana

Hace siete años y un poco más que estamos sin nuestro mentor Antonio Aguado Charneco. Cuando escribo “nuestro” me refiero a quienes constituimos el colectivo Taller Literario, grupo que nació paralelo a la revista que publicamos a partir de 1993 durante un periodo de tres lustros, 15 años de actividad si a los ocho números que publicamos le sumamos nuestra participación como colectivo en el encuentro de escritores De-Generaciones y las antologías E. M. (Publicaciones Gaviota, 2005) y Los rostros de la Hidra (Isla Negra Editores y Publicaciones Gaviota, 2008), proyectos vinculados a otras revistas literarias y gestores culturales como El Sótano 00931 (Julio César Pol), Zurde (Nicole Cecilia Delgado) y Tongüas (Nina Valedón y Loretta Collins-Klobah).

De izquierda a derecha: Juan Carlos Quiñones, Luis Francisco Cintrón, Antonio Aguado, Carlos Esteban Cana y Angelo Negrón

 Tony era imprescindible en nuestro grupo por sus consejos, sabiduría, generosidad y por su gran tenacidad a la hora de escribir. Trabajaba todos los días en sus novelas y cuentos aunque siempre hacía espacio para nuestras tertulias y “bohemias” en su propio balcón al que bautizamos como “La embajada de Taller Literario”. Las anécdotas son numerosas pero hoy quiero dejar espacio al primer episodio de un recuerdo colectivo que se construye con la memoria de algunos “talleristas”. Sucede que hace un tiempo les había remitido varias preguntas sobre la amistad del “Ni-Yamoká” Aguado Charneco con cada uno de ellos. Y tengo que admitir que entre tanta entrevista de turno no le había dado paso al primer episodio de esta polifonía de voces que arrojaría luz sobre la huella que ha dejado el gran Tony, el Gran Chamán como le decíamos, en nuestras vidas. Sin embargo, hoy las palabras del narrador y editor de este blog, Angelo Negrón, me hizo recordar esta serie de entrevistas cuando escribió acerca de su nueva foto de portada en la red social Meta: “Con Tony Aguado Charneco hace unos años… ¡Extraño sus palabras! Esos consejos sabios y sinceros que ahora le hacen falta a esta mente mía. Sí, lo extraño. Es tan necesario, como él dijo una vez, enesos universos aviesos de Angelo”.

La nueva foto de portada del narrador Angelo Negrón en Meta, junto al escritor Antonio Aguado Charneco
 
Carlos Esteban Cana: ¿Cómo conociste a Antonio Aguado Charneco?

Angelo Negrón: “Conocí a Tony en una tertulia en el Hotel El Convento en San Juan. Precisamente, me lo presentaste tú. Había allí una mesa redonda de poetas y escritores a la que me invitaste. Recuerdo que llegué tarde, casi finalizando, y al entrar escuché risas fuertes. Las mismas eran provocadas por comentarios que estaba haciendo Tony. Al finalizar la actividad y tú presentármelo sólo hubo un apretón de manos y el consabido mucho gusto. Tiempo después, nos encontramos con Tony en el Coliseo Roberto Clemente, gracias a una feria de libro y a la participación de la revista Taller Literario en la misma. Ese día, Tony me habló como si me conociera de toda la vida. Su saludo hermanado, sus palabras durante esas horas, a mí y a otros visitantes, me hicieron saber que era un maestro de la vida y de las letras”.

 

 Carlos Esteban: ¿Cuándo piensas en Tony, como le llamaban sus amigos, que viene a tu memoria?

 Angelo: “Primero, nostalgia; lo extraño mucho. Luego felicidad de haberle conocido. Compartir con Tony fue de lo mejor que me ha pasado. Aprecio ese regalo que me dio la vida”.

 

Carlos Esteban: ¿Cuáles son los libros y/o cuentos del “escritor residente” de Santa Rita que están entre tus favoritos?

 Angelo: “Sus novelas Bajarí Baracutey o luzAzul y sus libros de cuentos Ouroboros o Sendero umbrío son de mis favoritos de Tony. He tenido el privilegio de leer parte de su obra inédita y está, como diría el mismo Tony, ‘fantabulosa’”.

 

Carlos Esteban: ¿Recuerdas algunos consejos sobre el ejercicio de escribir que te haya ofrecido el Ni-Yamoká (término taíno que utilizaba para identificarse)?

 Angelo: “¡Son tantos! Tony no solo era inspirador, también enseñaba sabiamente desde la humildad que le caracterizaba. Reunirnos en ‘El balcón de Tony’, como solíamos llamar al lugar donde nos congregábamos muchos aspirantes a escritor, fue lo que necesitaba para aprender (como sabes, no provengo de la academia; mis estudios fueron en ventas y mercadeo). Porque allí se recibía la critica justa, la que no está llena de envidia ni ‘mala leche’ sino la de amantes de la palabra escrita. Mientras hablabas o te escuchaba leer algo, Tony tendía a curvar su dedo y colocarlo entre labios y nariz, como queriendo concentrarse o no decir algo antes de tiempo. Era una especia de sello que rompía sólo para ayudarte, para hacerte ver en qué debías mejorar. Ciertamente, considero a Tony uno de mis maestros”. 


Carlos Esteban: ¿Puedes compartir alguna anécdota con nuestros lectores acerca de Aguado Charneco?

 Angelo: “Luego de leer su novela luzAzul lo visité y – entre chorizo cantimpalo, quesos y entremeses – hablamos de esa novela y de varios cuentos suyos. Me explicó tantos detalles: desde la inspiración que le trajo la huelga de la UPR; las personas icónicas del pueblo de Jayuya o de Río Piedras; los personajes nacidos en el casino y en otros trabajos que desempeñó; hasta cómo podría ir, paso a paso, caminando el pueblo de Río Piedras dejándome llevar por las escenas descritas por él en varios de esos escritos. En ese momento me invitó a escribir una novela; un género al que aún no había entrado por que sentía cierto temor y se lo hice saber. Él, sin embargo, insistió. Me dio mil y un consejos y se puso a mi disposición. Salí de allí con la certeza de que tal miedo se había disipado y lo que duró el viaje desde su casa en Río Piedras hasta mi hogar en Toa Alta, no paré de pensar en sus palabras. De hecho, al llegar a mi casa ya mi novela tenía tema y final. (Cabe decir que mi novela se titularía Desde mi Ventana y fue Tony quien me recomendó el título de Ojos Furtivos). Hablar con Tony siempre era así: una experiencia educativa y emocionante”.

 

Carlos Esteban: Tony era un apasionado a la historia y la arqueología, y lo que fue descubriendo lo llevó a la serie de novelas que escribió sobre nuestros ancestros taínos…  ¿Puedes hablarnos de ese aspecto de Charneco?

 Angelo: “De su trilogía de novelas de tema taino, he leído las primeras dos y están escritas magistralmente. Siempre le dije que tenían la acción necesaria para ser producidas para cine. Leer Bajarí Baracutei me inspiró a visitar por primera vez la cueva del indio en Arecibo y no olvidaré cuando, meses después, la visité con él. En esa ocasión, también estaba el profesor Amílcar Cintrón y escucharlos hablar cuando bajaron al fondo de la cueva fue enriquecedor. Tony me dio a leer los primeros capítulos de otra novela suya que trata de arqueología y empezaba la trama en Vieques, pero no creo que le haya dado tiempo de ponerle el punto final. La vida se lo llevó antes…”.

 

Carlos Esteban: ¿Entiendes que la obra de Antonio ha sido valorada en el panorama de las letras puertorriqueñas?

 Angelo: “No, y es lamentable ese rotundo no. En su momento fue leído, admirado y premiado, dentro y fuera de Puerto Rico, pero creo que su labor debería seguir teniendo un sitial reconocido y que su obra inédita fuese de interés tanto para La Editorial de la Universidad de Puerto Rico (que publicó su novela Anacahuita: Florespinas en el 2006) como para varias editoriales que deben reconocer su valía y buscar la manera de publicarlo. Incluso, considero que sus libros tienen que estar en el currículo escolar”.

 


Carlos Esteban: Conocemos que Antonio Aguado Charneco era fanático del buen vino, la bohemia y, por supuesto, el refranero boricua… Recuerdas algún refrán que haya acuñado, que lo haya hecho suyo…

 Angelo: “Tony tenía muchos. De hecho, uno de sus libros inéditos es de refranes que hizo suyos. Como anécdota propia puedo contarte que, como sabes, en el balcón de Tony se bebía mucho vino pero, en mi caso, no acostumbraba a beberlo; solo le pedía agua. Como buen anfitrión que era, me traía el agua, pero no sin antes advertirme que ‘es mejor el vino porque el agua da moho’. Debo reconocer que ya, en las tertulias que llegaron después, me convenció y degusté ‘la uva fermentada’, como le nombraba Tony al vino. Además me encantaba escucharle llamarnos “rata” o “sátrapa”. Y en la última etapa de su vida, cuando llegaba a visitarlo, me decía mientras abría el portón (levantando la voz y haciendo hincapié en las repetidas sílabas finales): ‘Angelo, sátrapa del sanedrín. ¡Tú te va a jodeeé!’ Cada vez que recuerdo esto una sonrisa se asoma en mi rostro”.

 

Carlos Esteban Cana: A siete años de trascendencia de plano del escritor – y rebobinando los recuerdos – qué permanece y a qué le darías continuidad…

 Angelo Negrón: “Permanecen sus consejos, su mirada crítica y oportuna; su don para unirnos como colectivo; su amor a las letras y a nuestros ancestros; sus enseñanzas; su camaradería y, sobre todo, su sincera amistad. Le daría continuidad a su obra. Publicarlo. Existe tanto inédito de él que deberíamos hacer lo posible para que se publique y sea leído pues Tony es un referente importante en nuestra literatura. ¿Qué otra cosa quiere un escritor? ¿Qué otra cosa quería el gran Tony? Ciertamente, ser leído”.