lunes, diciembre 29, 2014
domingo, diciembre 28, 2014
Venta de Reyes en El Candil
El sábado 3 de enero de 2014 la Librería El candil te invita
a una tarde junto a músicos y escritores, quienes estarán presentando sus más
recientes trabajos literarios y discográficos. La actividad que iniciará desde
las 12:00 PM contará con la participación de grupo Cafêzz y con los poetas
Gegman Alexander Lee Ríos, Natalia Ortiz Coto, Ángel Matos y Jonathan J.
Berríos.
12:00 PM - Venta y firma de discos y libros
1:00 PM - Presentación Musical grupo Cafêzz
2:30 PM - Presentación, lectura y diálogo con los escritores
Gegman Alexander Lee Ríos, Natalia Ortiz Coto, Ángel Matos y Jonathan J.
Berríos. Hasta las 4:00 PM el público tendrá oportunidad de adquirir libros de
los escritores dedicados y firmados.
No te pierdas la oportunidad de regalar música y literatura
puertorriqueña.
El Candil - Libros, Café, Música, vinos
Plaza Vilariño, Calle Unión esquina Sol, Ponce 00732
(787) 242-6693
jueves, diciembre 11, 2014
domingo, diciembre 07, 2014
sábado, diciembre 06, 2014
En las letras, desde Puerto Rico: Carlos Manuel Rivera, más allá de la utopía y el desencanto (primera parte)
por
Carlos Esteban Cana
Mientras
redacto estas líneas el escritor Carlos Manuel Rivera se prepara para la
presentación de su nuevo libro. Titulado “Para que no se nos olvide”, el mismo
explora desde diferentes marcos teóricos el teatro urbano y transgresor
desarrollado por dramaturgos y teatreros como Zora Moreno, Pedro Santaliz o
Abniel Marat, entre otros. Esta obra de Carlos Manuel Rivera, Catedrático
boricua radicado en Nueva York, que será presentada hoy en la Librería Barco de
Papel en la Gran Manzana, recibió el Premio de Ensayo 2013 del Instituto de
Cultura Puertorriqueña.
Por
todo lo anterior, y por ser Carlos Manuel Rivera uno de los mejores embajadores
culturales que tiene Puerto Rico, “En las letras, desde Puerto Rico”, comparte
con los lectores de Confesiones la primera parte de entrevista que le cursó este
servidor a este singular dramaturgo.
Carlos
Esteban Cana: Carlos, hablemos acerca del mundo de la creación… ¿Por qué crees
que tu vida ha sido marcada por el signo artístico?…
Carlos
Manuel Rivera: Bueno, entiendo que mi vida ha sido marcada por el signo
artístico desde mi niñez. Cuando era niño como lo pasaba solo, ya mis hermanos
eran más grandes, entonces jugaba a crear mis propios dramas. Todos los días yo
creaba una serie con trama, historia, dividida en capítulos, en la que yo
inventaba e improvisaba todos los personajes masculinos y femeninos, como
también los actuaba. Eso se hacía como un ritual de una hora día tras día, mes
tras mes hasta que los finalizaba. Por supuesto, habían personajes favoritos.
Los míos eran los villanos, tanto masculinos como femeninos. Es más te soy
sincero, me gustaban mucho crear e interpretar Las Villanas.
Carlos
Esteban: En cuál género literario sientes que fluyes más como creador, al menos
en este momento…
Carlos
Manuel: El género de creación en el que
más fluyo es la poesía dramática y el arte de interpretarla. A veces es sólo
poesía, a veces se combina y otras veces es puro drama. Me encanta combinar
poesía y drama. También me gusta interpretarla. De ahí el "spoken words performance", el
monólogo y el drama con otros personajes y estructura. Por otro lado, también
me fascina el ensayo, la investigación y la crítica literaria y teatral.
Carlos
Esteban: ¿Cómo contrastas esa experiencia con la que recibes al explorar otros
géneros u otras disciplinas artísticas?
Carlos
Manuel: Esa experiencia tiene su contraste, dependiendo de lo que yo quiero
hacer en el momento. Hay veces que quiero hacer sólo poesía. Hay veces que la
poesía tiene intención de ser representada. Otras veces, me inclino a la
palabrería y "el spoken words", y otras veces al monólogo o al drama.
Pero como me gusta reflexionar, analizar, teorizar y filosofar sobre el arte
poético, dramático y performático, hago ensayos sobre la obra de otros colegas
que me inspiran, como también de la mía. No lo hago por ego o narcisismo, sino
porque visualizo y hago las cosas con mucha seriedad aunque no parezca. El arte
para mí es sagrado y muy serio, lo que me hace reflexionar sobre él y a tratar
de probar mis ideas, mis tesis y mis hipótesis sobre la obra literaria, poética,
dramática y performática. La filosofía que uno tiene sobre el arte tiene que
también ser divulgada.
Carlos
Esteban: ¿Necesitas distancia o soledad para realizar tu obra?
Carlos
Manuel: Sí, me gusta trabajar en soledad para realizar mi obra. Sólo yo con mis
otros yo en un carnaval polifónico y esquizofrénico, podemos realizar la obra
que visualizo.
Carlos
Esteban: Como creador, con toda esa visión propia de tu época… como observas lo
que te precede en el arte… ¿cuáles son, si alguna, esas voces creativas del
pasado o de la actualidad que merecen tu atención
Carlos
Manuel: Merecen mi atención, Antonin Artaud, Ramón María Del Valle Inclán y
Federico García Lorca; de los poetas de la vanguardia de Puerto Rico: Luis
Palés Matos, Clemente Soto Vélez, Francisco Matos Paoli, Juan Antonio
Corretjer, Julia de Burgos y Evaristo Ribera Chevremont. De los más
contemporáneos, pienso en Pedro Pietri, José María Lima y Ángela María Dávila.
En el drama, por supuesto que René Marqués, Myrna Casas, Pedro Santaliz y
Abniel Marat, y en el arte histriónico, pienso en Luz Minerva Rodríguez, Miguel
Ángel Suárez y Ernesto Concepción. También reflexiono en la maestría en la
dirección y en la pedagogía teatral de Victoria Espinosa, Dean Zayas, Gilda
Navarra y Oscar Giner. No dejaría de mencionar a mis maestras de la literatura
y el drama: Gloria Arjona, Piri Fernández y Aurora de Albornoz.
Carlos
Esteban: Puedes describir tu poética… es decir, la materia prima. Esa con la
que haces tu obra…
Carlos Manuel: Mi poética parte de un eclecticismo, de una visión de mundo híbrida y esquizofrénica (a lo Deleuze y a lo Gattari). Pienso a partir de esa hibridez barroca, en distorsionarla (a lo Valle-Inclán), donde lo grotesco y lo sublime abra la hermética caja de Pandora de lo impensable.
Carlos Esteban: Tienes algún ritual a la hora de acercarte a la página en blanco… Concibes la idea, el motivo, con anterioridad o te vas en un flujo de palabras hasta que encuentras el delta indicado…
Carlos Manuel: Muchas de las cosas que escribo parten del sueño, cuando duermo y me levanto a escribir. Otras, me siento y lo hago porque la energía me dirige a eso. También reflexiono días, meses, años y llega el momento y ¡pacatún! sale la palabra que me lleva a un final sumamente creativo, en el que sale la obra. Todo esto por supuesto pasa por momentos alegres, dolorosos, terribles, catárticos y gozosos.
Carlos Esteban: En un mundo como el nuestro, y enmarcado en todo lo que quieras nombrar del mismo -en una dirección u otra-… ¿tiene lugar el arte, la palabra, la creación?…
Carlos Manuel: Yo entiendo que sí y cada día más. Nosotros los puertorriqueños y el mundo en general necesitamos de un arte que manifieste anhelos, sueños, utopías, desencantos, crítica social, política y cultural. Hay mucha falta de conciencia en el mundo post-capitalista y consumista donde sobresale la banalidad, la tontería, la estupidez, la estulticia. Hay que decirle al mundo que hay otros microcosmos.
Carlos Esteban: ¿Qué es necesario para ser un escritor?
Carlos Manuel: Matricularte segundo por segundo en el curso de "Conócete a ti mismo". A partir de ahí, aparecerán las sub-estructuras para llevar a cabo la tarea de ser escritor. Si te conoces, podrás saber o quizás tener la noción de qué se necesita para ser escritor: talento, disciplina, estudio, observación, compasión por el mundo y su gente, y sobre todo querer cambiar las cosas de este mundo tan bueno y tan terrible.
*
(La continuación de esta entrevista está disponible en el blog del editor Caronte Campos Eliseos, Buscando luz al final del túnel, Para visitarlo pulse aquí)
***
Carlos Esteban Cana Escritor y comunicador puertorriqueño.
Ha cultivado el cuento, el micro cuento, y la poesía. Actualmente, sin embargo,
se ocupa de darle forma a sus dos primeras novelas y a un volumen de ensayos.
Colaborador de varias publicaciones impresas y cibernéticas, en Puerto Rico y
otros países. Bitácoras y publicaciones alrededor del planeta, como
Confesiones, del narrador Angelo Negrón, reproducen su boletín "En las
letras, desde Puerto Rico".
Para el periódico cibernético El Post Antillano también
publica su columna "Breves en la cartografía cultural". En verano del
2012, Carlos Esteban publica Universos, libro de micro-cuentos bajo el sello de
Isla Negra Editores. Para el 2013 publica su libro Testamento. Testamento es un
poemario antológico que reúne lo más representativo de su poesía; género del
que Cana manifiesta: "Fue la propia poesía que me seleccionó como medio,
como intérprete".
Cana es conocido además por haber fundado la revista y
colectivo TALLER LITERARIO, que marcó la literatura puertorriqueña en la última
década del siglo XX en Puerto Rico.
Otro libro aparecerá durante el presente semestre: Titulado
"Catarsis de maletas: 12 cuentos y 20 años de historia", ofrece una
vista panorámica de una pasión que el autor ha desarrollado, por cuatro lustros,
en el género del cuento.
El castillo
Por: Luis Francisco Cintrón Morales
Venía de adornar con flores violetas y rosadas la
despedida de su perrito “Noche Blanca”. Luego
del taciturno entierro, la niña salió a buscar a sus amigos. Se dirigió a la casa del árbol en la casa de
Maquieva, donde todas las tardes la abuelita les preparaba sándwiches con
Nutella y les contaba sus vivencias. Al
llegar a la esquina del castillo, como ella y sus amigos le llamaban a la
estructura abandonada que daba punta al tope de una pequeña colina a orillas de
la carretera, por primera vez en sus diez años, vio a una viejecilla sentada frente
al mohoso portón que daba entrada a la estructura. La anciana masticaba pan y, mientras las
migajas caían, las palomas jugaban a las memorias. Minerva, que era el nombre de la niña,
asustada, se sonrió mientras avanzaba sobre su bicicleta y la viejita le
contestó con una sonrisa repleta de confianza.
Al llegar a la casa del árbol de casa de Maquieva, le contó lo sucedido
a sus amigos y al percatarse que la abuela de su amiguita no se encontraba en
la casa, los seis salieron a averiguar quién era esa anciana que masticaba pan
junto a las palomas frente al castillo.
Al llegar, el enmohecido portón estaba cerrado con
cadenas esclavistas. La entrada tenía
huellas de serenos y las arboledas, que se desbordaban sobre las verjas
matizadas por los temporales, parecían lluvias de sinsabores. Un silbido alimentaba la especulación
infantil de aquellos embravecidos chicos y chicas y, frente a la antigua
estructura, determinaron que al otro día volverían para entrar e investigar.
Era sábado y Minerva le comunicó a su padre y madre
que iría temprano a casa de Maquieva, estarían todo el día construyendo un
álbum con fotos del ayer. Al cabo de
diez minutos estaban los seis husmeando cada recoveco de la extensa verja que
como dijo Maquieva: ―Se podía ver desde la luna―. Rolando encontró un espacio entre los barrotes
del lugar y penetraron; rápidamente divisaron una fuente con risas de
cañaveral. Las lajas que rodeaban lo que
parecía ser un patio interior se habían contagiado con el azul de un cielo
morboso y un olor a leña quemada. Juntos
y agarrados de sus manos, iban entrando a la propiedad, subieron unos cuatro o
cinco escalones hasta llegar a la pesada puerta hecha con capullos de rosas. Al girar la manecilla que les permitiría atar
el exterior con el interior, el coro de unos goznes invernantes levantó las
respuestas a las sospechas que sus ideas fueron materializando. Un pasillo largo les daba la bienvenida. Entre
ventanas y paredes, las luces y sombras cubrían al piso con la imagen del
teclado de un piano sin raíces. Un gris
verdoso contribuía al coraje que ya comenzaba su despegue de sus cuerpecillos y
los corazones de los seis retumbaban con ecos los techos tiznados de soledad. Más adelante, una silla roja frente a la
misma pared donde estaba sembrado un paño muerto: era la primera esquina de un
desértico pantano de alfombras percudidas y brisas fraccionadas.
Ramona comenzó a correr, no se sabía si era por
nerviosismo o porque presintió que nada pasaría. Sus pasos impregnaban con vida un calabozo
iluminado hasta que llegaron a un primer salón.
Un ventanal que cubría desde el piso hasta el techo los cegaba
momentáneamente. Utensilios confeccionados con metales guindaban desde unos
muebles sedentarios y con lenguas amarradas.
Mientras rebuscaban por las gavetas, Maquieva apareció vistiendo una
bata con un cuello anaranjado y puntos azules y amarillos que le seguían cada
paso que daba. Rubén se puso una
chaqueta compuesta de polvos grises, verdes y marrones. La sacudía y agudizaba
su voz fingiendo ser un señor. Minerva
encontró un armario repleto de maletines ordinarios con sus historias
intentando escapar. La madera del
armario era un mural de arrepentimientos, de nombres masculinos y femeninos
tallados, de horas pasadas de meridiano y de parchos con fósiles de tenues
velas. -¡Miren!- gritó Rolando y su eco
pobló cada cuarto dentro de ese primer piso.
Todos corrieron a donde la voz les dirigía. Al llegar a la décima y última puerta del
pasillo, vieron una pared con tabillas blandas, hechas de aliento y de besos
arqueológicos. Era un mapa de colores tiernos dispuestos a contar todas sus
anécdotas, estaban exactamente colocados uno al lado del otro: eran más de cien
cepillos dentales y los secretos comenzaban a florecer dando forma de jardín a
los techos altos, como de catedral, de aquel castillo.
Mientras subían las escaleras y exploraban cada cuarto del lugar, encontraron latas con comida, libros de García Lorca con las páginas pegadas, zapatos hechos de bronce y cuadros cubistas con erotismo y líneas armónicas que al parecer provenían de un artista enamorado. En un momento, todos los chicos y chicas coincidieron en el mismo cuarto, cada uno de ellos tenía un pasado que marcaba las líneas de sus manos y ahí fue que Minerva comenzó a temblar.
Sintieron voces cansadas deslizarse por las escaleras. Se escucharon pisadas que se arrastraban con
quejas petrificadas por los polvorientos pisos exclamando la existencia de ladrones
de tesoros. Los niños comenzaron a
soltar las cosas y salieron corriendo por aquellos largos pasillos que parecían
no tener fin. Atrás, las puertas se iban cerrando, las ventanas despojaron las
sonrisas de los destellos solares con pasaportes. Los niños bajaban las escaleras y los
candelabros se balanceaban, las voces continuaban magnificando sus ecos, carcajadas
entre dientes, las alfombras respondían con una magia escalofriante al flotar
entre las mesas y sofás que se encontraban de camino a la salida por la que los
niños entraron. Subía
el volumen del coro vanidoso de unas décadas febriles y militarizadas. Las vértebras de las paredes eliminaban su
ocio y lentamente se acercaban, rejuvenecidas como víspera de un abrazo antes
cotidiano. Abrieron la puerta de
capullos de rosa y los goznes volvieron a sus invernantes cantos bajo un
aguacero de despedidas entre sonrisas y humor psicodélico. Al cruzar por el patio interior y traspasar
los barrotes, dieron la vuelta y pasaron por frente al portón principal con un
arrepentimiento que les perseguía. Allí estaba nuevamente la viejecilla
masticando pan junto a las palomas que jugaban a las memorias y una confianzuda
sonrisa bajo un gélido mediodía sabatino.
Lc37
***
Nació en San Juan, Puerto Rico en el 1976. En diciembre del 2013, publicó su primer
poemario de micropoesía "Microgramas de sol" bajo el sello editorial
de la Casa de los Poetas. Además ha publicado poemas y cuentos en las revistas
electrónicas Corpus Litterarum (Puerto Rico), Monolito (Mexico) y Factum
(Mexico). Participó en el 6to Festival Internacional de Poesía de Puerto Rico.
Es parte de la Antología de Casa de los Poetas 2014 con el tema de “Fronteras” (Puerto
Rico) y de la Antología de Diversidad Literaria 2014 “Versos en el aire”
(España). Escribe columnas deportivas para el periódico electrónico El Post
Antillano.
miércoles, diciembre 03, 2014
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