viernes, octubre 15, 2021

En las letras, desde Puerto Rico: Adiós a Norberto González -librero, editor, empresario y amigo-

por Carlos Esteban Cana


Norberto González, librero, empresario, editor y amigo ha trascendido de plano a la edad de 70 años. En su sepelio, efectuado la mañana del 13 de octubre en el estacionamiento de su propia librería en Río Piedras, pude rendirle mis respetos. Y allí él estaba, en cuerpo presente, con dos libros muy especiales a su lado: El principito, del escritor y aviador francés Antoine de Saint-Exupéry; y La Biblia abierta en el Salmo 91 (El que habita al abrigo del Altísimo/ Morará bajo la sombra del Omnipotente). Antes que yo llegara se había realizado en el lugar un homenaje en el que habían participado el poeta Eric Landrón, el dramaturgo Roberto Ramos Perea y el librero Alfredo Torres, entre otras personalidades de la cultura. Mi primera respuesta cuando supe la noticia, y cuando llegue al lugar, fue agradecerle su generosidad con tantos autores boricuas a los que había respaldado consecuentemente de diversas maneras: distribuyendo sus libros; pagándoles anticipadamente la consignación aún cuando no se habían vendido la totalidad de ejemplares; o publicándoles libros en su sello editorial, como fue mi experiencia. En el 2013, cuando ya vivía en la Ciudad de Nueva York y quería dejar un nuevo libro circulando en las librerías del País, Publicaciones Gaviota publicó  “Testamento”, una antología de los 29 cuadernos poéticos que había realizado hasta ese momento. Por eso ese “Gracias” espontáneo a quien siempre me recibió con amabilidad, junto a su hermana y mano derecha de la empresa Ana González y su familia.


Mientras caminábamos en silencio desde la librería hasta la rotonda del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico, pensaba que estaba allí en representación de la promoción de autores que emergieron en la última década del siglo XX y la primera del XXI. Me refiero a los escritores vinculados a las revistas Taller Literario, El Sótano 00931, Zurde y Tongüas. De Taller, Norberto tenía en su catálogo editorial la novela “Ojos furtivos” y la colección de cuentos “Causa y efecto” de Angelo Negrón y la novela “Aryanation” de Antonio Aguado Charneco; de “El Sótano”, Julio César Pol, con las antologías “Edición Mínima” y “Los rostros de la Hidra”, que dieron perfil generacional a poetas y narradores que gravitaron en torno a las cuatro publicaciones periódicas antes mencionadas, capitaneadas también por editoras y gestoras como Nicole Cecilia Delgado, Loretta Collins y Nina Valedón, durante tres
lustros (1993-2008).





En la ceremonia oficial que se le rindió a Norberto González participaron: el Dr. Luis A. Ferrao, Rector del Recinto de Río Piedras; Mayra Olavarría Cruz, Presidenta Interina de la Universidad de Puerto Rico; y Francis Daniel Nina, profesor y editor d’ El Post Antillano, quien leyó una semblanza del empresario. Luego se formaron dos escoltas de honor: la primera integrada por las autoridades universitarias; y la segunda por representantes de la industria del libro, entre ellos autores y libreros. Emotivo fue el momento final de la ceremonia en el que se interpretó “Preciosa” del compositor Rafael Hernández y el himno de la universidad que fue concluido con un sonoro “viva” a Norberto. Afuera, mientras tanto, arreciaba con fuerza y truenos la lluvia que se prolongó por más de una hora lo que demoró la salida de la comitiva fúnebre hacia las instalaciones del Archivo General de Puerto Rico, donde continuarían las exequias.

Norberto González con sus hermanos Ana y Cheo y con el dramaturgo Roberto Ramos Perea.

Una de las piezas literarias que llegó a mi memoria durante el evento que metaforiza para mí, de una u otra forma, el testimonio de vida que Norberto González deja, es una poesía de Rosa Vanessa Otero titulada “Envío” (Cierta timidez me fuerza/ a un silencioso laboreo de hormiga/ Ojalá, algún día construyera/ un hermoso edificio de palabras/ peligroso al pie como un hormiguero// Mi insatisfacción crónica/ me hace trabajar constantemente/ como una abeja engrosa fielmente paredes de cera/ Ojalá, algún día, mis palabras/ agradecidas de tanto manoseo/ se desborden entre tus dedos/ con el efluvio sano de la miel.// O, cuando menos, zumben/ incansables y molestas en tus oídos/ hasta hacerte rabiar//). Y esto porque el testimonio de Norberto fue de amabilidad, apertura y solidaridad, un testimonio vinculado al valor continuo del trabajo que no se duerme en laureles ni ostenta riqueza, una oda a la gerencia inteligente, autosustentable y exitosa. También, hay que decirlo, en su gestión empresarial y sello editorial dio la bienvenida a libros que problematizan nuestros tiempos y cuestionan entendidos tradicionales en diversas ramas del conocimiento. Libros provocadores, que despiertan y ofrecen otras maneras de entender y comprender el devenir histórico de este archipiélago borincano y caribeño; acontecimientos que nos hacen amar y también rabiar por este Puerto Rico que habitamos y vivimos día a día.

Una de las últimas fotos de Norberto González. Aún con las alas rotas me atreví a a volar.

Y  desde este boletín queremos consignar nuestro apoyo a la propuesta que el Dr. Luis A. Ferrao hará a la Asamblea Municipal de San Juan para que se renombre la Avenida Ponce de León como Avenida Norberto González. Tal como manifestó el rector en su contundente declaración: "Basta ya de Juan Ponce de León. Vamos a honrar a los nuestros y perpetuar la memoria de nuestros editores y libreros que sí hacen patria”.


A continuación “En las letras, desde Puerto Rico” comparte la pieza que el poeta Eric Landrón declamó durante la mañana.


Brindis a Norberto González

 

Brindo por el librero 24-7,

Por el de la mirada mas que clara, ¡clareante!

Por el defensor de la literatura arado

de tierra adentro, espigada firme,

Por el editor que patria de amor y a contracorriente,

Por el que sonreía, tímidamente alumbrador

como un amanecer a canto de sol

recio, acústico, inesperado y urgidor.

 

Brindo por el empresario honesto

y de una sola pieza,

El que respetaba por igual

al escribiente amateur o al célebre escribiente,

El que daba la mano con apretón de corazón, indistintamente

sin doblez de página o de olvidos indiferentes.

 

Brindo por él de la memoria asombrosa

y asombrista,

El antropólogo de títulos perdidos

en rincones de anaqueles,

Por el corsario sin cuchillo en boca

que guardaba tesoros en islas libreras escondidas a la vida

rodeada de oleajes de tomos,

ensenadas de portadas

fondeaderos de pasillos entrepisos

y lomas de lomos

en pestañeos multicolores.

 

Brindo por el que siempre supo

que una librería hechura y ya crecida

es estante y estandarte

de hogar refugio, de nación al talle

y astillero de cultura,

Por el hombre de palabra y la palabra en hombre,

Por Norberto González

Amigo caudaloso y entrañable amigo,

Servidor público de la imaginación impresa

en pliegue de ternura

amparador, arte-ante, mimador

y sapiencial,

Boricua castao que por castao ancla

y revuela,

Paginista de lo eterno y letrado paginista.

 

Brindo el anaquelador de la esperanza indomable

a compromiso invicto,

En la entrega fértil y la siembra memorable,

¡Que viva, viva y viva

Norberto González,

Norberto González!





 

 


1 comentario:

Rosa Vanessa Otero dijo...

Muy honrada con la re contextualización de mi poema "Envío" en este artículo de Carlos Esteban Cana a la memoria de Norberto González. No puedo imaginar mejor ejemplo que el suyo para representar la laboriosidad y la constancia de las "hormigas" y "abejas" que somos todos los que trabajamos por la cultura en Puerto Rico. Se ganó el cariño de toda una comunidad literaria a puro esfuerzo y tesón, sin ruido, como suelen hacerlo los mejores. Larga vida a su memoria y su legado.