martes, septiembre 28, 2021

En las letras, desde Puerto Rico: 27 minutos con la escritora portuguesa Sandra Santos

 por Carlos Esteban Cana

Sandra Santos en Puerto Rico foto por Fabricio Estrada

Conocí a la escritora Sandra Santos durante el XI Festival Internacional de Poesía en Puerto Rico. Esta traductora y educadora portuguesa llegaba a Borinquen después de haber promocionado en el 2018 su libro Éter en Brasil publicado por la editorial Jaguatirica y en México (durante la Feria Internacional del Libro de Guadalajara en la que Portugal fue el País Invitado) bajo Ediciones Eternos Malabares. También en nuestro Archipiélago, en ese marzo del 2019, este singular poemario circuló en una coedición puertorriqueña/salvadoreña gracias al Proyecto Editorial La Chifurnia que dirige desde San Salvador el poeta Otoniel Guevara. De igual modo, al mes siguiente, fue presentado en Gáldar, Gran Canaria.  

Sandra Santos en Puerto Rico
Durante casi media hora Sandra Santos
compartió con este servidor su cosmovisión artística, una que tiene como base estética una íntima indagación existencial, expresada a través de un hablante lírico que hace alquimia de lo vivido en diversos lugares durante un presente continuo. Una obra que fluye a través de la transparencia del lenguaje, diarios y cartas, que nace de lo personal hasta llegar al delta universal. Y por eso la gran capacidad de esta autora a la hora de sumar lectores.

Además de dominar varios idiomas, Sandra Santos, a nivel académico, logró su Licenciatura en Lenguas y Relaciones Internacionales en la Universidad de Oporto en el 2015. Dos años más tarde, en el 2017, obtuvo su Maestría de Estudios en Edición y Artes Editoriales de la Universidad de Aveiro. Quizás por esa formación y su particular sensibilidad tiene admiración por la dinámica social que tiende puentes entre clases en América Latina y el Caribe.

Esta escritora portuguesa se mantiene muy activa en redes sociales como facebook, Instagram y Telegram, espacios donde comparte una muestra de su poesía y prosa poética. De igual manera Santos tiene su propio canal de YouTube y un blog que funciona como su página oficial (https://sandrasantos-ss.blogspot.com/). En ese mismo espacio hay información de los libros y publicaciones periódicas que ha traducido desde el 2016. También en ese año publicó su valiosa entrevista a Manuel Borrás, editor del prestigioso sello editorial español Pre-Textos.



Lo más reciente de Sandra Santos fue la presentación de la edición portuguesa de Éter en la Biblioteca Municipal de Barcelos, en Portugal, el 8 de febrero de 2020. En mayo del mismo año protagonizó el recital 15 Cartas para un Nuevo Mundo. 

Y precisamente hoy la poeta y periodista Eli Urbina publicó en Santa Rabia Magazine una selección de su poesía traducida al español por Mario Rodríguez García.

A continuación, desde la bitácora Confesiones del narrador Angelo Negrón Falcón, “En las letras, desde Puerto Rico” comparte la entrevista que Sandra Santos nos concedió durante el Festival Internacional de Poesía en marzo de 2019.


Sandra Santos en la Festival Internacional de Poesía en Puerto Rico 2019

***

Carlos Esteban Cana: Sandra Santos, gracias por concederme esta entre
vista en la que conversaremos acerca de su trayectoria literaria. Iniciemos esta conversación con una pregunta obvia: ¿Cómo comenzó todo?

Sandra Santos: Lo primero que dio paso a mi vocación como escritora fue mi capacidad de observar el mundo, mi entorno personal. Yo vivo en el campo y tengo la naturaleza muy cerca y siempre he sido una persona observadora, muy atenta a los detalles. Y como era un poco tímida empecé a escribir antes que leer; fue un proceso anterior a la lectura. Comencé a escribir asombrada por la naturaleza, sobre el amor y el desamor. Y más tarde, cuando ya estaba en la escuela, he leído a Fernando Pessoa y a otros poetas portugueses. La escritura funcionó para mí como un vehículo, un canal entre mi persona y el mundo. Fue algo como que nació del instinto, natural; la escritura como una extensión de mí y más tarde los libros.

Sandra Santos con los poetas participantes de la FIPPR 2019

Carlos Esteban Cana: En su obra, ¿ha explorado otras disciplinas artísticas?

Sandra Santos: El arte en general influye mucho en la manera de estar en el mundo, en la manera de pensar y reflexionar, en la forma de actuar. Para mí ha sido importante el teatro, la música porque me gusta cantar y representar porque funciona como una liberación. Desde que era niña funcionó como una terapia. La poesía también. Pero el arte, de una forma general, fue como una cura para una herida que estaba dentro de mí. Como tuve una infancia un poco triste, ese contacto con el arte fue una forma de sobrepasar esos episodios difíciles de mi infancia.

Carlos Esteban Cana: Escritora Sandra Santos, ¿la poesía salva?

Sandra Santos en Brasil
Sandra Santos: Completamente. Creo que la salvación está adentro. La poesía es una interpretación de lo que está adentro. Al final se escribe sobre lo que está adentro. Es como que encarnas, das cuerpo a lo que sientes y así es más fácil liberarlo y sobrepasarlo. Ganas distancia física, literalmente física, porque lo ves escrito en un papel; te das cuenta que hay cosas que tienes que liberar, sobrepasar, curarte definitivamente. Normalmente el material de los poetas es la tristeza, la soledad, el desamor. También hay poetas que escriben sobre la alegría y la felicidad, pero los grandes poetas escriben sobre temas más pesados. Creo que lo que te salva es esa capacidad de distancia, porque te ves frente a tus miedos, a tus fantasmas, a tus demonios y tú puedes decidir si quieres eliminarlos o no. Es eso…

Carlos Esteban Cana: ¿Y ha esc
rito poesías digamos más “livianas”? Por ejemplo, sobre la felicidad o la alegría, esos temas que acaba de mencionar…

Sandra Santos: Sí, pero siempre es una alegría más nostálgica, melancólica, más en cuanto al vínculo con la naturaleza; el amor, ahí encuentro más alegría. Y es de melancolía porque la estás viendo o desde el futuro porque no la tienes todavía o desde el pasado porque ya la viviste, ya pasó. No sabes si vas a volver a estar así. Claro, tú deseas que sí. El oficio del poeta es ese, es pensar siempre en lo imposible porque el pasado y el futuro son dos tiempos imposibles, porque uno pasó y el otro va a pasar. El único tiempo posible es el presente.

Carlos Esteban Cana: Ser mujer, ¿le da una visión particular?

Sandra Santos en México
Sandra Santos: Ese tema es algo que he hablado con otras poetas en este festival. Actualmente prefiero la poesía escrita por mujeres que la poesía escrita por hombres. Lo que pasó durante muchos años fue que las mujeres no tenían ese espacio público para enseñar su arte porque si lo hubieran tenido creo que la gente se hubiera dado cuenta de que escribían muy bien, que eran buenas artistas y escritoras. Y ahora como existe ese espacio ves poetas buenísimas. La mujer tiene que ver con vida, genera vida; pasa por muchos procesos, desde luego por la biología pasamos por transformaciones y eso afecta de manera particular las emociones. Yo tengo un verso que dice: Son muertes que ensayan la vida. Estamos siempre muriendo y renaciendo constantemente. O sea, eso nos da mucha información. Nos da mucha vida para escribir. Eso nos da ese ánimo, esa necesidad de encarnar eso, de transformarlo a través del arte que también nos transforma. Son procesos tan solitarios y al mismo tiempo universales…

Carlos Esteban Cana: ¿Nos puede hablar de este poemario que ha circulado en el Festival, Éter?

Sandra Santos: Es mi primer libro y fue publicado en Brasil y México. Éter fue traducido del portugués por un poeta español. Aunque a veces yo traduzco y en mis poemas escribo algunos versos en español, preferí que un traductor español lo hiciera. En esa primera etapa de Éter no quise publicarlo en Portugal.

Mi libro contiene poesía que habla de temas etéreos, universales. Son poesías que hablan de amor, de dolor, de todo eso; creo que habla al alma de la gente sin importar a la clase que pertenezca porque la poesía es un lenguaje universal…

Sandra Santos en la Escuela Ecológina Niños Uniendo al Mundo
Carlos Esteban Cana: Las veces que ha dado lectura a su poesía durante este Festival Internacional de Poesía, de inmediato se puede palpar cierta raíz musical…

Sandra Santos: Sí, eso me han comentado que mi poesía era musical y es curioso porque hay una frase del poeta Paul Valery que muestra la poesía como una oscilación entre el sonido y el sentido, y yo he tratado siempre en mi poesía de encontrar ese equilibrio entre sonido y sentido. Para mí es muy importante que tenga una cadencia,
una musicalidad entrañable. No se trata de algo demasiado formal o técnico, de dividir solamente los versos, por ejemplo, con rima. Me gusta mucho utilizar la rima pero me interesa también que tenga esa musicalidad. Y eso se nota más en portugués que cuando leo en español.

Carlos Esteban Cana: La audiencia escuchó su poesía en español con interés y agrado, pero oír la declamación suya de esos mismos poemas en portugués, su idioma vernáculo, ciertamente le sumó a esa dimensión musical inherente de la que estamos hablando.

Sandra Santos: Es curioso porque hay gente que me dice que cuando hablo o leo en portugués hablo más bajo. Es como un diálogo íntimo, algo más sentido. Y cuando hablo en español es más alto, más expresivo. ¿Entiendes? Es completamente distinto. Un poema tiene un doble significado, una doble interpretación cuando es leído en los dos idiomas. Pero es eso, la poesía es pura interpretación.


https://youtu.be/T3ARJYYmT-o 
O Mundo da Poeta Sandra Santos

 

Carlos Esteban Cana: Hablemos ahora de su proceso creativo… ¿Cómo Sandra Santos fluye cuando está inspirada?

Sandra Santos en Puerto Rico
Sandra Santos: Últimamente no me siento muy inspirada, ¿por qué?, porque estoy viviendo mucho, intensamente. Cuando vivo mucho no tengo necesidad de escribir. La poesía llega cuando estoy más relajada o cuando estoy más triste o nostálgica. Normalmente se da cuando estoy en un estado más íntimo. La poesía se presenta cuando no estoy haciendo nada más porque en tal estado es que estoy sintiendo. Vivir, claro, es sentir también pero se da de un modo automático. El proceso creativo se da cuando estoy en un modo natural en el que las cosas pueden fluir y es así que la poesía puede surgir porque hay espacio. Y todo tiene que ver con espacio.

Carlos Esteban Cana: Espacio, así se titula también el poema más extenso, y quizás más ambicioso, del poeta español Juan Ramón Jiménez… Pero volvamos a eso de que todo, a su modo de ver, Sandra, tiene que ver con espacio.

Sandra Santos: En esa dirección el poeta Wallace Stevens dice que la vida no es una cuestión de personas sino de lugares y es muy interesante eso porque, por ejemplo, cuando iba en el avión para llegar aquí estaba pensando: Qué hermoso es este País que ya se me está presentando con un atardecer maravilloso, con unos colores mágicos. En ese momento yo estoy entrando en una realidad paralela, completamente mágica. Ahí la poesía está llegando porque ya va teniendo su lugar. Pero antes no, porque yo estaba enfocada en mi trabajo, en los muchos compromisos profesionales que tengo, etc…

Sandra Santos en San Lorenzo, Puerto Rico
Carlos Esteban Cana: Sandra Santos, ¿a qué se dedica? ¿En que trabaja?

Sandra Santos: Actualmente soy traductora, pero hace un año estaba trabajando en Madrid dando clases de portugués en una academia; me gusta mucho dar clases. Actualmente, como le dije, soy traductora free-lance.

Carlos Esteban Cana: En el futuro, ¿interesa usted abordar otros géneros literarios?

Sandra Santos: De chica he escrito una novela. Creo que en algún momento haré teatro. Pero siempre lo que me ha gustado es escribir poesía. A veces escribo prosa poética, una mezcla de narrativa con poesía. Y eso me gusta porque es como un híbrido, un híbrido de lenguajes, de tipos de comunicación muy distintos que se juntan y se forma algo original; es un diálogo más profundo pero también más ecléctico y eso es interesante; más plástico para el artista que puede trabajar otro tipo de cosas que no se puede trabajar en la poesía; cosas más confesionales, como si fuera un diario. Sabes, a mí me gusta ese tipo de género entre carta y diario.

Carlos Esteban Cana: Aquí en Puerto Rico, ese tipo de escritura confesional que menciona, tiene espacio en los talleres que ofrece una de nuestras poetas más importantes: Mairym Cruz Bernal.

Sandra Santos: Curiosamente, entre mis influencias de esa literatura confesional están poetas mujeres suicidas como Sylvia Plath y Anne Sexton de Estados Unidos, Florbela Espanca de Portugal, Ana Cristina Cesar de Brasil y otras más. Y me gustan mucho porque todas tenían su diario. Alejandra Pizarnik, de Argentina, tenía una escritura diarística y poes
ía, y las dos son buenas; géneros distintos pero ambos tienen valor. Y sí, estoy influenciada por ese tipo de literatura pero no me voy a suicidar.

 Sandra Santos y los poetas boricuas Alberto Martínez Márquez y Katia Chico, entre otros

Carlos Esteban Cana: Así sea, Sandra. Que las fuerzas divinas siempre le cuiden. Y volviendo a cosas más terrenales, ¿está trabajando en este momento en otro libro?

Sandra Santos: Ya tengo un par de poemas que escribí hace tiempo y que aspiro a publicar en dos años, más o menos, porque quiero que este primer libro (Éter) tenga espacio para respirar. Y pienso escribir otro tipo de poemas hablando de la muerte porque es una temática que me interesa mucho. Veo la muerte como un performance, porque esa muerte de la que quiero hablar no es necesariamente literal. O sea, no tiene porque serlo porque aunque siempre estamos muriendo, todos los días estamos renaciendo. Y de esa manera también estamos creando formas distintas de lenguaje. La gente se siente cómoda cuando está representando otros roles. Y ese también es el rol del poeta: ser otro. Como decía Fernando Pessoa…

Carlos Esteban Cana: “El poeta es un fingidor…”

Cartas para un Nuevo Mundo
Sandra Santos: Exacto: “El poeta es un fingidor./ Finge tan completamente/ que hasta finge que es dolor/ el dolor que en verdad siente”. Sí. Eso es.

Carlos Esteban Cana: Escritora Sandra Santos, bienvenida a Puerto Rico y gracias por estos 27 minutos de poesía y reflexión que nos ha regalado. 27, número que nos devuelve indirectamente a las escritoras de literatura confesional que antes mencionó;  porque el número 27 también identifica al grupo de artistas (en su mayoría músicos) del llamado “Club de los 27”. En todo caso dejemos mejor que el número 27 nos refiera a otro tipo de referentes como la Generación española del 27…

Sandra Santos: Fíjate, ahora que mencionas el 27 pienso que tiene una interesante relación conmigo. En numerología, mi día, mi mes y mi año de nacimiento forman un nueve. Y me he dado cuenta que cada nueve años me pasa algo muy particular, curioso, memorable. Y por eso sé, intuyo, que algo así, quizás un acontecimiento, me va a pasar a los 27, pero estoy segura que no será el suicidio. Creo que será la maternidad o algo relacionado. Ahora tengo 24 años. Ya veremos…



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Nota del 26 de septiembre de 2021: Lo que sí está sucediendo en estos momentos en la vida de Sandra Santos, a dos años y medio de esta entrevista, es que la escritora portuguesa ha culminado su nuevo libro “Silente” y para publicarlo precisa de su ayuda. Si es posible para usted contribuir a la realización de este acontecimiento editorial y nuevo hijo literario de la poeta, acceda a la siguiente dirección: https://www.gofundme.com/f/a-poeta-sandra-santos-quer-publicar-um-novo-livro

Cómo anticipo al contenido de “Silente” de Sandra Santos, presentamos a continuación el video de la poesía “Um Novo Ser”:https://youtu.be/6-Ti2xwz6qo



 

La escritora Sandra Santos ya tiene 27 años.

sábado, septiembre 04, 2021

En las letras, desde Puerto Rico: Preámbulo a La última caricia de Iris Mónica Vargas

 por Carlos Esteban Cana

 

¿Acaso pueden las partes 

narrar el cuento de la suma?


 El donante (fragmento)

I.M.V.

A

Una noche de poetas en El Viejo San Juan marcó nuestro encuentro. En esa ocasión había cruzado la bahía. Atrás quedaba la patria chica y con grabadora en mano avanzaron mis pies por los adoquines mojados. Cuando llegué, la librería estaba repleta. Aún con la aglomeración de personajes y personalidades culturales, después de abordar a los escritores que protagonizarían la velada, mis ojos se cruzaron con los de ella. Y, si la memoria no me traiciona, las palabras que nos dirigimos fueron espontáneas, como si nos conociéramos de toda la vida.


 

Ella también escribía poemas, eso me dijo con una amplia sonrisa cuando le abordé al respecto. Entonces quedamos en ‘intercambiar prisioneros’, es decir, compartir algunas de las piezas que habíamos producido. Yo había regresado a la poesía después de casi una década de exilio creativo en la narrativa. Aunque eso que nutre al poeta siempre estuvo presente durante ese periodo, en el ejercicio continuo de lectura que representaba dirigir la revista Taller Literario. 

Cómo no aprender valiosas lecciones de poetas entusiastas y excelentes de aquella época, entre los que destacaban Elidio la Torre Lagares y Mairym Cruz Bernal, jóvenes escritores que accedían al espacio alternativo cultural que representaba nuestra publicación periódica. Pero retorné al primer género literario que exploré de niño y adolescente después de una noche oscura del alma y del entusiasmo que generaron las piezas que nacieron de tal etapa. Ese diminuto cuadernillo titulado ‘Ante el ojo’ detonó en poetas como Amílcar Cintrón Aguilú y Julio César Pol un constante espaldarazo para que asumiera la creación poética nuevamente desde la cotidianidad. Y en esos días en que conocí a esa poeta desconocida en el Viejo San Juan, yo disfrutaba de compartir mis borradores poéticos con otras y otros escritores. Pero el intercambio con Ella fue diferente.

 

Cuando comenzamos nuestra mesa redonda, sus piezas poéticas destilaban -mediante las imágenes elegidas- un diálogo, una especie de soliloquio con Ella misma. Era como si tratara de hallar lo que estaba tras los motivos de la grafía. Una poesía que tenía un hálito inherentemente femenino por la naturaleza de la textura desplegada. Paulatinamente y sin planearlo mucho, los trabajos creativos que comenzaron a emerger en nuestras respectivas propuestas accedían a nuevos horizontes cuando aspiraban a un diálogo mutuo. Por lo anterior, una parte sustanciosa de mis poemas se vieron enriquecidos con su Presencia.


 

D

 Y después Ella transformó aquella aventura en un sencillo espacio cibernético. Gesto sin pretensiones mayores que como objetivo principal aspiraba a compartir parte de nuestra complicidad creativa. Así nació El viaje del poeta. Una página donde el lector podía acceder a diversas muestras de nuestros respectivos cuadernos, así como a diversas reflexiones sobre el oficio poético. Vocación que, a fin de cuentas, y aunque en ocasiones uno pueda resistirse a ella, te lo otorga en esencia, más que cualquier academia, universidad y carrera profesional, la propia vida. Por lo anterior, y como epígrafe inicial al espacio cibernético, decidimos incluir las siguientes reflexiones de Bijuy Das, poeta de Calcuta: "Un hombre me preguntó: '¿Y tú, niño, qué eres?'. Soy un poeta, le respondí. 'Pero limpias los vagones del tren', me dijo. Sí, y así es como me convertí en poeta, le respondí". 

Por todo lo anterior consigno que la conceptualización de El viaje del poeta le pertenece en su totalidad. Ella fue la gestora de los aspectos múltiples del proyecto. Diseñó la estructura, configurósecciones, seleccionó fotografías e imágenes que añadían elegancia a nuestras piezas. Y yo solo me ocupé de remitirle el contenido. Era ella el corazón, el cerebro, el alma detrás de aquella nueva encarnación de nuestro encuentro.

 Los ciclos subsecuentes nos han llevado por senderos diferentes. Ella ha viajado a diferentes partes del mundo, y continuó su formación como escritora tomando diversos cursos de escritura creativa con personalidades culturales en los Estados Unidos, detalle que con su característica humildad apenas menciona. Yo, por mi parte, continué en mi ‘ermita’ de libros Ríopedrense, atareado en el oficio continuo y acostumbrado de la re-escritura de mis cuadernos. Sin embargo, nuestro acompañamiento ha ido ampliando el horizonte, por lo que he sido testigo de acontecimientos singulares como su matrimonio y el nacimiento de su hijo. Experiencias humanas que, sin duda, le han sumado otro sustrato a su visión artística.

 Y más allá del accidente que resulta ser nuestro camino creativo compartido, quiero consignar en este inciso que lo anterior no compromete mi criterio bajo ninguna circunstancia. Por tal motivo, heme aquí hoy, en la Ciudad de Nueva York, intentando apalabrar la huella tras la lectura de este poemario. Hasta este momento, sin embargo, sólo puedo intuir que este libro me acompañará de muchas maneras en diferentes ciclos de mi vida.


En estos últimos pensamientos Ella ya no tiene que ser Ella, sino Iris Mónica Vargas. El libro, el poemario en cuestión, es éste que usted sostiene en sus manos. Y el crítico que aún se conmueve cuando vuelve a estas páginas soy yo, Carlos Esteban Cana. No de otra forma me ha sido posible comunicar la huella que ha dejado en mí La última caricia. Y ese fue el reto que tuve mientras desarrollaba estos pasajes narrativos ¿Cómo corresponder a esta celebración de vida que se sirve, sin embargo, de la materia inerte, de un cadáver en una mesa fría de metal? ¿Cómo estar a la altura de este homenaje? 

Esta experiencia, la lectura de La última caricia, no ha sido otra cosa para mí que un verdadero privilegio. Fascinado queda no tan solo el lector aficionado sino quien disfruta explorar el dinámico proceso creativo. Y es que más allá del universo desplegado en estas páginas (del John Doe suicida; del cuerpo eviscerado, de la silueta de Eva; de la transgresión registrada de Adán; del trazo verde en el monitor, ese soldadito bailarín que no alcanzó al ritmo; de la casa deshabitada, sus paredes mudas, reveladoras, y el árbol melancólico derribado; más allá de los donantes; de la reliquia en que se transformó Chiaria de Montefalco; de todas las manos enguantadas que tocan la Gran Historia o manejan sin temblor el bisturí; de los pedazos del Guernica; del brillo de la navaja; de Margherita de Citta de Castello o la propia muerte, desmentida por la hipótesis escurridiza del instante y la conciencia en un vacío expansivo), estas piezas en su carácter orgánico son además un poderoso manifiesto del acto creador, del propio ejercicio poético, tal como lo plantea, entre otras piezas, la número 20, titulada Protacciones: De todo lo que es cierto, sin embargo,/ la concatenación es falsa, y el orden/ de aquello es arbitrario, lo impone/ lo lineal en esta nota,/ para que sigas vivo en tu contexto.

Otro aspecto que quiero destacar es lo que podría nombrar como vórtice en la infraestructura de contenido. Me refiero al conjunto de poemas en La última caricia que sustraen momentáneamente al lector de la materia inerte en la fría mesa de metal; una especie de paréntesis en el hilo conductor de las piezas (tal como en la clásica canción de Los Beatles A Day in the Life) que nos dirige la mirada, en cambio, hacia otros espacios habitados, a lo que hay tras la interacción entre neuronas o a ese pacto que hace palpable incluso a la propia ausencia. 

Subordinado a lo anterior queda la correspondencia con la textura que un triángulo amoroso ofrece a los sonetos de Shakespeare, aquí la intriga se genera cuando la voz lírica focaliza hacia otras ‘siluetas’ –aún más fragmentadas por la poca información disponible- periféricas. Lo cierto es que este tránsito poético no desemboca en el desgarramiento total, como sucede en Silvia Plath o Alejandra Pizarnik. En estas páginas la muerte no es un callejón final sino una vía por la cual se accede a, o de la cual se desprende, la vida. Por tal motivo, la voz lírica desprende su aroma indagatorio, como en la obra de Olga Orozco aunque no de forma expansiva, sino en pequeñas y contenidas dosis. Y como resultado, la ecuación o emoción aprehendida tras la lectura de La última caricia se mueve en dos poderosas direcciones. Una que coloca en relieve lo esencial de la capacidad y experiencia humana: Mente/ Unidad de cuerpo/ inasequible,/ inaccesible, herméticamente/ contenida./ Si accediéranle, también,/ como a los huesos/ sobre la mesa de metal/ donde reposa/ fría la materia, entonces/ ¿dónde descansaría/ en paz/ la dignidad? (Poema 46. Pregunta final). Y otra que patentiza la máxima aspiración artística, tal como revela Vargas en el poema 10, titulado Disección: ¿Cómo es que los pies/ escandalosamente desnudos/ de la estatua de Balzac son más/ perfectamente humanos/ que los tuyos, los míos,/ y cualquier otro par de pies? Una y otra, matizada, sin embargo, por una mirada consecuentemente amorosa. (…y levanté sus párpados para mirar/ como le habían mirado alguna vez/ quienes le habrían amado. 47. La última caricia)    

Pero no digo más, porque en estos menesteres siempre ando con la cautela de no usurparle a usted ni a nadie su propia experiencia.