Por Angelo Negrón
El encuentro con una amiga a la que no veía hace tiempo no pudo esperar. De sólo pensarla sabía que me recriminaría el hecho de no haberle prestado atención durante largo tiempo. La miré y supe que estaba molesta. También reconocí que aún la dominaba la pasión por mí y que yo, gracias a su amor sincero, tenía el control todavía de sus días.
Me aprovecho de tal poder; comienzo por hablarle dulcemente, le doy cien excusas que sé, no me creerá, pero que aceptará. Le explico todas las veces que la he extrañado; en especial mientras voy en mi auto y al encender la radio están dando alguna canción romántica. Pasan dos minutos y mis manos se tensan; mis ojos se humedecen. Treinta segundos más y acabo de desnudar a esta amiga, (que por ser española tiene fama de “ardiente”). La tomo en mis brazos y busco con mis manos sacarle algún gemido que le dé placer a mis oídos y a mi ego.
Ella me deja tomar su curvilíneo ser entre mis brazos y hasta sentarla en mi falda. ¡Sus Curvas son perfectas! La acaricio con vehemencia antes de intentar dar el siguiente paso. Mis dedos rozan sus labios mientras ella se angustia al sólo poder decirme palabras malsonantes. La tristeza se convierte en furia y desgano. Parece que rememora la soledad que ha sufrido por mi culpa. La miro y me mira con tristeza. Le pido perdón. Después de todo, ella sólo dice lo que le he obligado a decir. Soy una especie de ventrílocuo y ella: la esclava de mis deseos. Angustiado; recojo su traje del suelo y vuelvo a vestirla con delicadeza mientras le pido me excuse.
La acaricio disimuladamente mientras subo la cremallera de su vestido. Ella se da cuenta, lo sé, pero no dice nada. Es un silencio muy sonoro para esta alma mía que llora por el amor de otra y desea a toda costa desbordarlo en su tersa piel. Desquitarme en ella los placeres que están ocultos para todos; excepto ella y yo. Debería conformarme con ella. Después de todo; tiene mil historias que puede contarme. A pesar del tiempo no logro aprender a expresarme con ella como merece. Me siento vil. No debería comportarme de la manera que aborrezco me hayan tratado a mi. Intenté de ser autodidacta y aprender a amarla, pero veo que tendré que estudiar mucho más, obtener otras experiencias; echar raíces en otra tierra.
Ella sabe que dejaré de verla por otro lapso de tiempo y a eso viene su mirada de reproche. Prometo por enésima vez comprar algún manual que me muestre como corresponder a su amor. Si, uno como aquel libro de John Gray titulado; Los hombres son de Marte, las mujeres son de Venus… Resignada: se recuesta a mi lado y sigo cargando mi culpa. Mi conciencia me fustiga y me dice: ¿Por qué le prometes tal cosa? ¿Por qué lo haces? Bien sabes que en aquel estante, en la tablilla número dos, ya existen tres libros a los que nunca les haces caso. Escritos por expertos en la materia que, según tú, se burlan de tu inconsistencia en el amor y la musa.
— Acéptalo — me dice — ya te rendiste. Compraste esos libros hace mucho, los ojeaste y después de varios intentos; te rendiste ante el reto de aprender a tocar Guitarra...
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…así fue; ¿mi excusa? Es más difícil aprender a tocar un instrumento de acordes que ningún otro. (Aunque no sé tocar ningún otro).
¿La verdad? Nunca saco el tiempo para practicar… Lo lamento amiga mía es que… los hombres son de Marte, las guitarras de quien las sepa tocar…
¿Las mujeres? Ese es otro tema. El Sr. Gray dice que son de Venus, yo creo que, la mayoría, son de quien ellas estén sinceramente enamoradas…
¿La verdad? Nunca saco el tiempo para practicar… Lo lamento amiga mía es que… los hombres son de Marte, las guitarras de quien las sepa tocar…
¿Las mujeres? Ese es otro tema. El Sr. Gray dice que son de Venus, yo creo que, la mayoría, son de quien ellas estén sinceramente enamoradas…
Mientras buscaba la confesion del sabado, me tropiezo con este curioso esquema humoristico convertido en cuento. Confieso por mi parte que rompe la sutil delicadeza con la que describes usualmente caricias, la seduccion y la antesala amorasa del acto, tan importante como el acto en si, por lo que pense de inmediato que algo se traia entre mano el protagonista (una guitarra...lol...para mi sorpresa). Definitivamente, no podia ser una mujer, ya que esta la desnudastes en el 2ndo parrafo...para desnudar a una mujer necesitas una vida o unos tequilas, lo que ocurra primero (lol,lol).
ResponderBorrarAgresivo, divertido y con ese "twist" que hace interesante la espera de tu proxima publicacion.
Nos sigues sorprendiendo! :-)
Gracias. Me he reído mucho con tu comentario. ¿Viste? A las guitarras también se les desnuda, se les ama y se les olvida. Lamentable; tengo que aprender. ¡Tequila! Jumm buena táctica…
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