Por Angelo Negrón
Estacionó su auto y la observé caminar hacía mi. Su caminar danzarín y muy altivo enarboló mis sentidos. Parecía modelo de pasarela y mi admiración creció un poco más cuando me abrazó en uno de esos inmortales apretones. Me dio un beso que más bien fue un roce de labios y me tomó de la mano para que nos adentráramos al parque. Después de pasar el área de los columpios subimos varios escalones y allí estaba el verdadero entretenimiento del lugar; su bosque. En ese lugar se respiraba paz y sosiego. Transitamos por una vereda hasta que decidimos apostarnos a un lado de un viejo árbol. Nos sentamos en una banca y platicamos. Fue muy poco lo que teníamos que decirnos con palabras. Estábamos al tanto de a que veníamos. Deseábamos besarnos. Besarnos mucho. Que fuésemos uno en un lugar como ese; calmado, lleno de energía natural. Me besó y su beso no fue un tímido roce sino la tormenta que esperábamos. Nos levantamos de la banca y caminamos hacía el árbol. Saltamos algunas raíces hasta llegar al tronco. Allí la acorralé y me acorraló. Beso tras beso nuestros pensamientos fueron desertando este mundo y…
…el árbol comenzó a moverse. Ahogamos el grito de miedo al ver que el árbol se abrió dejando ver su corazón y la corteza que indicaba cuantos años compartidos entre humanos y él existían. Muchas imágenes llegaron en el brillo de sus anillos; capa tras capa la corteza se movía dejándonos ver a otros amantes…
…primero vimos a una mujer taina y a un mulato. Estaban llamándose por lo bajo con sus nombres. Ella lucía ropas de cacica y respondió al nombre de Yuisa. Él, Pedro Mejías, la rodeó con sus brazos y poco a poco la poseyó...
…después de esa imagen el tronco abierto nos dejó ver a un anciano cavando un hueco donde sembrar las cenizas de su amada…
…saltó a una pareja de recién casados tallando sus nombres a cuchillo en la corteza. Vimos sus nombres aún tallados allí a pesar de que las ropas que usaban denotaban que eso había sucedido hacía más de un siglo…
…dos adolescentes buscando sus bocas en la timidez de un calido beso…
Imagen tras imagen el árbol, nos ofreció una gama de episodios relacionados con visitantes a aquel lugar.
Al cerrarse el tronco todo pareció volver a la normalidad. Y digo “pareció” porque notamos que las aves cantaron más fuerte, el viento fue más placentero, la paz que se respiraba nos decía que si nos desnudábamos allí, podríamos amarnos sin ninguna intromisión humana. De pronto el árbol movió sus ramas y dejó caer miles de hojas verdes. Boquiabiertos observamos al árbol y luego nos miramos. Nos invitaba a utilizarlo de confidente. Sus hojas serian nuestro lecho y sin darnos cuenta nos abrazamos. Envueltos en nuestros brazos y sedientos de amor nos lanzamos al suelo. Nos desnudamos por completo. Desnudamos carne y espíritu. Comenzó a llover a cantaros y nos percatamos de que la lluvia no mojaba, acariciaba. La tierra pareció abrirse y engullirnos. Nos convertimos en raíces del árbol. Entrelazados, ella y yo, lo escuchamos latir.
— Un árbol con corazón — dije yo
— Un corazón con raíces — mencionó ella.
A pesar de estar enterrados y ser soportes del árbol nuestros cuerpos zigzagueaban amándose con vehemencia absoluta. Ella arqueó su espalda ante el desvestir cercano de la humedad sensible de su interior. Y se desnudó, no quedó gota que la vistiera…Yo por mi parte fui, literalmente, un volcán. Enterrados allí, en aquel paraíso, nuestros besos no cesaron, sino que se convirtieron en la caricia obligada y en el renacer de nuestras ansias…
Rato después de la lluvia; la luz que se colaba por las ramas nos despertó. El prodigioso árbol aún danzaba. Las raíces despedían brillantes destellos dejando una estela de armonía. Ambos miramos agradecidos al árbol y concordamos en que nosotros estaríamos en el desfile de eventos que mostraría a alguien más. Al unísono nos pusimos de rodillas y rendimos pleitesía, cual si fuera un dios, al milenario árbol en cuyas raíces dos almas gemelas acababan de ser parte misma de la naturaleza…
Estacionó su auto y la observé caminar hacía mi. Su caminar danzarín y muy altivo enarboló mis sentidos. Parecía modelo de pasarela y mi admiración creció un poco más cuando me abrazó en uno de esos inmortales apretones. Me dio un beso que más bien fue un roce de labios y me tomó de la mano para que nos adentráramos al parque. Después de pasar el área de los columpios subimos varios escalones y allí estaba el verdadero entretenimiento del lugar; su bosque. En ese lugar se respiraba paz y sosiego. Transitamos por una vereda hasta que decidimos apostarnos a un lado de un viejo árbol. Nos sentamos en una banca y platicamos. Fue muy poco lo que teníamos que decirnos con palabras. Estábamos al tanto de a que veníamos. Deseábamos besarnos. Besarnos mucho. Que fuésemos uno en un lugar como ese; calmado, lleno de energía natural. Me besó y su beso no fue un tímido roce sino la tormenta que esperábamos. Nos levantamos de la banca y caminamos hacía el árbol. Saltamos algunas raíces hasta llegar al tronco. Allí la acorralé y me acorraló. Beso tras beso nuestros pensamientos fueron desertando este mundo y…
…el árbol comenzó a moverse. Ahogamos el grito de miedo al ver que el árbol se abrió dejando ver su corazón y la corteza que indicaba cuantos años compartidos entre humanos y él existían. Muchas imágenes llegaron en el brillo de sus anillos; capa tras capa la corteza se movía dejándonos ver a otros amantes…
…primero vimos a una mujer taina y a un mulato. Estaban llamándose por lo bajo con sus nombres. Ella lucía ropas de cacica y respondió al nombre de Yuisa. Él, Pedro Mejías, la rodeó con sus brazos y poco a poco la poseyó...
…después de esa imagen el tronco abierto nos dejó ver a un anciano cavando un hueco donde sembrar las cenizas de su amada…
…saltó a una pareja de recién casados tallando sus nombres a cuchillo en la corteza. Vimos sus nombres aún tallados allí a pesar de que las ropas que usaban denotaban que eso había sucedido hacía más de un siglo…
…dos adolescentes buscando sus bocas en la timidez de un calido beso…
Imagen tras imagen el árbol, nos ofreció una gama de episodios relacionados con visitantes a aquel lugar.
Al cerrarse el tronco todo pareció volver a la normalidad. Y digo “pareció” porque notamos que las aves cantaron más fuerte, el viento fue más placentero, la paz que se respiraba nos decía que si nos desnudábamos allí, podríamos amarnos sin ninguna intromisión humana. De pronto el árbol movió sus ramas y dejó caer miles de hojas verdes. Boquiabiertos observamos al árbol y luego nos miramos. Nos invitaba a utilizarlo de confidente. Sus hojas serian nuestro lecho y sin darnos cuenta nos abrazamos. Envueltos en nuestros brazos y sedientos de amor nos lanzamos al suelo. Nos desnudamos por completo. Desnudamos carne y espíritu. Comenzó a llover a cantaros y nos percatamos de que la lluvia no mojaba, acariciaba. La tierra pareció abrirse y engullirnos. Nos convertimos en raíces del árbol. Entrelazados, ella y yo, lo escuchamos latir.
— Un árbol con corazón — dije yo
— Un corazón con raíces — mencionó ella.
A pesar de estar enterrados y ser soportes del árbol nuestros cuerpos zigzagueaban amándose con vehemencia absoluta. Ella arqueó su espalda ante el desvestir cercano de la humedad sensible de su interior. Y se desnudó, no quedó gota que la vistiera…Yo por mi parte fui, literalmente, un volcán. Enterrados allí, en aquel paraíso, nuestros besos no cesaron, sino que se convirtieron en la caricia obligada y en el renacer de nuestras ansias…
Rato después de la lluvia; la luz que se colaba por las ramas nos despertó. El prodigioso árbol aún danzaba. Las raíces despedían brillantes destellos dejando una estela de armonía. Ambos miramos agradecidos al árbol y concordamos en que nosotros estaríamos en el desfile de eventos que mostraría a alguien más. Al unísono nos pusimos de rodillas y rendimos pleitesía, cual si fuera un dios, al milenario árbol en cuyas raíces dos almas gemelas acababan de ser parte misma de la naturaleza…
Atrapante historia concadenada, eventos con alma todos, placer visitarte gran amigo y colega de letras.
ResponderBorrarMe encanta la forma como describes esta maravillosa historia con el toque de fantasia al estilo de los clasicos como Alicia en el pais de las maravillas, y mas reciente, Lord of the Ring. En el filme de este ultimo, hay escenas de arboles personificados (realmente maravilloso, una de mis escenas favoritas). Un arbol es un simbolo muy poderoso, por lo que tu cuento encierra mensajes de gran poder y sabiduria. Mas alla de la fantasia explicita de imaginarme un arbol personificado con razon, corazon y dispuesto a ser el confidente de amores y pasiones por los siglos de su existencia, pude detectar tambien la analogia que envuelve el simbolo del arbol y una relacion amorosa: se siembra la semilla, hay que cuidarla (dandole los basicos: agua, sol y tierra; y los extras: amor, carino, tiempo), luego crecen sus raices muy profundas, algunas se muestran en el exterior para el disfrute de todos otras socaban el terreno mas profundo de su corazon, se levanta un tronco (que atraves de los dias cubrira una experiencia con otra/ como las capas de la vida), luego sus ramas (la familia, los amigos, los conocidos, los extranos), sus hojas (es el vestido, los accesorios para el deleite de todos / cambia en cada temporada / se renueva / se cambia) y el fruto (lo que nos sentamos a recoger y disfrutar cuando estamos viejos). Pero no termina ahi, la naturaleza tiene la gran facultad de renovarse todos los dias por lo que este proceso sera infinito, al igual que las historias de amor que existiran por todos los siglos.
ResponderBorrarAlgunas veces me siento a pensar lo mucho que hemos cambiado a traves de los siglos y luego solo veo que no hemos cambiado nada...historias de amor, pasiones aceleradas y urgentes existieron, existen y existiran...bajo la cobija del mismo arbol.
Muy cautivante este escrito, sobre todo para aquellos que tenemos la virtud de transportarnos en el viaje electrificante de la imaginacion.
Thanks for the ride!
Angelo, gracias por tu visita a mi blog y tus comentarios a mi Desde el desierto de las sombras, cada visión, cada lectura, cada mundo, cada alma, retoma la palabra la hace suya y encuentra el camino para salir de ese desierto, un abrazo apalabrado...
ResponderBorrarTu cuento es maravilloso, en todos los sentidos de la palabra maravilla, se siente...
Yolanda: ¡Gracias! Placer para mi tenerte por acá. Regresa pronto.
ResponderBorrarAnonimous: La imaginación es un acelerante para estos escritos que me sirven de exorcismo. Gracias por expresarte de esta forma tan genial.
Ana Maria: Poder visitarte es un honor. Lo que haces desde tu Ciudad Silente es encomiable. Te felicito. Sigue adelante brindándonos a todos los degustadores de palabras con esas buenas copas de sueños y sombras. Un abrazo.