domingo, mayo 12, 2024

En las letras, desde Puerto Rico: A diez años de El mercado de Santurce, de Edison Viera Calderón

por Carlos Esteban Cana



Edison Viera Calderón

 Cuando el doctor Edison Viera Calderón, profesor del Recinto de Ciencias Médicas de la Universidad de Puerto Rico, presentó el manuscrito El mercado de Santurce a la editorial Tiempo Nuevo, no imaginó la repercusión que tendría su publicación en lectores, académicos y, sobre todo, entre quienes crecieron alrededor de ese lugar. Con el poético subtítulo de Las pasiones del corazón y la memoria en el barrio San Mateo de Cangrejos, el libro fue seleccionado por Carmen Dolores Hernández, crítica del periódico El Nuevo Día, como uno de los diez más importantes del año. Además fue la publicación que marcó el inicio del décimo aniversario de la editorial Tiempo Nuevo que aún continúa ofreciendo verdaderos clásicos de literatura boricua en su catálogo.

Con el paso de los años, de una u otra forma, he entrevistado en varias ocasiones a este psicólogo social que nació en el antiguo Hospital Municipal en Santurce y creció en el barrio Quintana en Hato Rey. Y por más que otros miren con desdén esa otra cara de la historia, la que vive y produce la gente con sus experiencias cotidianas, lo cierto es que el testimonio oral es una de las columnas imprescindibles de la historiografía. Es en esa rama del saber que el Dr. Viera Calderón –como investigador, docente y conferencista– se ha convertido en un importante referente en Latinoamérica. Por todo lo anterior y más presento, en esta edición de En las letras, desde Puerto Rico aquí en Confesiones, una conversación que sostuve con él acerca de este valioso libro.

 ¿Qué diferencia al barrio de Santurce de otras comunidades?

– La historia de este barrio cangrejero y sanjuanero está muy unida o enlazada con la negritud y la población de los negros cimarrones, aunque algunos historiadores consideran que en Puerto Rico los negros no huyeron a los montes. Tampoco podemos olvidar que muchos de los primeros negros que poblaron Cangrejos vinieron desde las Islas Occidentales, dedicándose a resguardar las murallas de la ciudad capital (El Batallón de los Morenos es un ejemplo), se dedicaron a sembrar, cuidar el ganado, etcétera. Los apellidos, Falú, Verdejo, Cortijo, provienen de la cepa que vino de las otras islas, de allende los mares. Lo que me lleva afirmar que el barrio de San Mateo de Cangrejos es un mosaico de etnias –fue, es y será un poblado multicolor, pero mayormente se nutre de la negritud y los empobrecidos.

Edison Viera Calderón firmando libros durante la presentación de El mercado de Santurce en Casa Aboy, en Miramar; junio de 2015.

¿Por qué Santurce...? ¿Hubo alguna identificación particular suya con ese sector?

– Me identifiqué con el barrio desde hace muchos años. Nací en el antiguo Hospital Municipal, hoy Museo de Puerto Rico. Pero más allá de esa experiencia de vida, fui conociendo esa barriada mediante mi primera investigación científica. En mi tesis de maestría recopilé la historia de varios pobladores que vivieron en la comunidad de Cantera, entre ellas, no puedo olvidar las vivencias que narró doña Virgina, la empleada doméstica de la familia Rexach y Rexach. Tampoco puedo dejar de mencionar que mi familia materna vivió en esa comunidad muchos años antes de yo nacer. Fueron parte de los grupos emigrantes que poblaron un arrabal urbano tratando de buscar un mejor bienestar. Por cierto, los primeros pobladores de la comunidad de Cantera que entrevisté, fueron vecinos de mi familia. Mi tía menor sirvió de enlace para conocerlos y entrevistarlos, debido a que mis parientes maternos ya no viven en ese entorno marginal. Ellos me permitieron conocer de primera mano las dificultades que atravesaron los que vivían en el babote, el mangle, en las orillas del caño Martín Peña: los picapedreros de la Cantera. 

Edison Viera Calderón con estudiantes de Artes Visuales de la Universidad Sagrado Corazón durante la presentación del libro El Mercado de Santurce en marzo de 2016. Foto, Cynthia Morraz

Hablemos de la Plaza de Mercado ¿Cómo ha ido transformándose a través del tiempo?

– Lo que vemos ahora alrededor de la Plaza del Mercado es otra cosa de lo que originalmente fue: un centro de abastos que nutría de variedades de frutas, vegetales, carne y pescado a los pobladores de la urbe metropolitana, por no decir capitalina y su diversidad de barrios. Allí se reunía una variedad de gente: marinos estadounidenses que provenían de la Base Naval en la parada 8, prostitutas, estudiantes, criadas, libaneses, enriquecidos de Miramar, Condado,  y empobrecidos de la parada 21. Aquello era un calidoscopio de gente, casi todos apretujados alrededor del gusto y el paladar: las pasiones de la vida.

Edison Viera Calderón se dirige al público durante la presentación de El mercado de Santurce en Casa Aboy, en Miramar; junio de 2015.

Como especialista del testimonio oral -recordamos aquel dossier de la revista CulturA-, ¿qué valor tiene el testimonio oral en la sociedad contemporánea?

Año 7, Núm. 14, Julio 2003. 
– Antes que nada, tengo que agradecerte que me invitase a ser parte de ese extraordinario número de la revista CulturA. Y contestando a la pregunta, el testimonio oral permite reconstruir la vida de los seres anónimos e invisibles, de aquellos que regularmente no aparecen en los libros de textos. Estos precisamente no son tomados en consideración por su color de piel, procedencia, educación formal e ingresos económicos. La historia oral les da voz –aunque hoy día suene trillado ese término-, les permite estar presente en la historia con “H” mayúscula, la llamada historia oficial. En definitiva, este es un pueblo oral, aunque su memoria muchas veces esté entrecortada, rota, como muy bien recordaba Arcadio Díaz Quiñones en su laureado libro. La historia oral es importante para ser visible a los menesterosos: a las prostitutas, los deambulantes, a las mujeres, negros, ancianos, estudiantes, los homosexuales y lesbianas, inmigrantes, etcétera.

CulturA, Año 7, Núm. 14, Julio 2003. Contenido en el dossier.

Es esa misma dirección, ¿qué valor tiene la historia para un pueblo?
Dossier Testimonio oral.  CulturA, Año 7, Núm. 14, Julio 2003. ICPR

– Permite atesorar la memoria de un colectivo, de los otros, de nosotros, de la gente que suda la patria todos los días: el pueblo trabajador y los obreros; claro, te hablo de la historia con “h” minúscula. Es importante rescatar los chistes, acertijos, leyendas, rituales, etcétera. Hoy en día muchos jóvenes la están recogiendo a través de los murales urbanos y los cómics. No puedo dejar sin mencionar que también los jóvenes están recuperando su historia de vida mediante la fotografía y videos; solo hay que ver, por no decir disfrutar, sus documentales y cortometrajes. El joven de ahora es muy visual y sonoro, a través de su lírica musical recoge la historia vivencial suya y la de un pueblo, tal como lo hizo Tite Curet Alonso años atrás y los que escribían la lírica de la bomba y plena, entre ellos, la mamá de Ismael Rivera.

De boca en boca, las memorias de un pueblo brujo (2010),

Hablemos brevemente de su libro anterior, De boca en boca, las memorias de un pueblo brujo, ¿de qué trata?

– El libro de Guayama fue escrito por mí y el psicólogo clínico Ricardo Enrique Jiménez Reyes. Estetrata de 22 historias de vida que se entrecruzan mediante la sonoridad de tradiciones, rituales, leyendas de pueblo, etcétera. En el mismo puedes apreciar la vida de una costurera que elaboraba o creaba trajes de carnaval y también cocía las mortajas (la ropa) de un difunto. También describe la vida de un payaso, los cuentacuentos (griots), los niños que se deleitaban creando trompos de madera o volando chiringas con colas llenas de filosas navajas, entre otras experiencias de vida.

Edison Viera Calderón en la Placita de Santurce junto al líder cívico Luis Angel Pérez.

¿Cómo contrasta la experiencia de ese primer libro con este acerca de Santurce?

– No es lo mismo escribir a cuatro manos que uno solo. Además el libro de la Plaza del Mercado de Santurce me tomó más tiempo y conllevó investigar más; especialmente me adentré en los Archivos Históricos y entrevisté a 38 personas; muchos de ellos empobrecidos y enriquecidos. ¡Ah!, creo que ambos libros tienen algo en común: el color de la piel, trabajan la negritud, los seres invisibles y anónimos en general. Aunque indico lo antes mencionado, estoy claro que una mujer enriquecida, por poner un ejemplo, por el hecho de ser mujer, aunque tiene dinero y quizás a manos llenas –y algunos podían considerar que no es anónima e invisible-, en una sociedad machista y patriarcal como la nuestra, sigue estando oprimida y pisoteada.

Contraportada y portada de El mercado de Santurce

¿Cuál es la mejor manera para recoger un testimonio oral? ¿Qué se debe hacer? ¿Qué no se debe hacer?

– No hay formulas. Pero ya que preguntas, debo señalar que uno debe saber escuchar –lo cual no es fácil. Debe llevar consigo una buena grabadora y haber elaborado un guión o libreto de preguntas, aunque lo descarte inmediatamente, porque reitero, en una buena entrevista lo importante es saber escuchar. Requiere también convertirte en un ratón –en el buen sentido de la palabra- de biblioteca: leer periódicos viejos, revisar fotografías viejas y recientes de un mismo espacio o lugar; en otras palabras, debes documentarte. No vayas a entrevistar a nadie, sino te has documentado.

A base de lo explorado en su libro, ¿cómo compara el Santurce actual con el de antaño? ¿Son diferentes? ¿En qué, si en algo, guardan similitudes?

– Creo que te contesté antes esta pregunta pero, cabe señalar que, el Mercado continúa situado en un barrio empobrecido, Campo Alegre. Hoy en día, como también en el pasado, la llamada gentrificación permea. Los enriquecidos tratan de quedarse con Cangrejos, tal como lo hizo en el pasado don Pablo Ubarri, el Conde de Santurce. La Plaza del Mercado continúa siendo un espacio de encuentro de clases sociales diferentes, aunque cada vez lo acaparan los enriquecidos.

Sabemos que se doctoró en España, que también ha explorado la historia de la comunidad de Cantera, que ha enseñado en algunas de las principales universidades del País, ¿por qué seleccionó la Psicología Social como marco para la docencia? ¿Qué aporta la misma a quienes se acercan a tal disciplina?

– Considero que la psicología social permite al profesional trabajar a favor de los seres invisibles, de los marginales de la tierra, aunque suene muy idílico y hasta político partidista. Estoy claro que la psicología social, la disciplina, ha cambiado, no hay duda. Pero en la esencia se sigue trabajando en la transgresión y la marginalidad: la robótica, el género –las masculinidades y las feminidades-, la transdisciplinariedad, la otredad, la negritud, la política, las religiones, el imaginario social, la historia de las mentalidades, la subjetividad,  etcétera. La psicología social permite que los estudiantes reflexionen, se cuestionen su entorno colectivo, analicen sus tradiciones y culturas –tanto la popular como la oficial-, se preocupen por el del lado, el que sufre y el que a veces no tiene nada: el don nadie.


¿Guardan paralelos la historia y proceso histórico de Santurce con el lugar en el que usted creció?

– Totalmente. Ambos son barriadas, en ambas se vive y respira la calle, en ambas a los seres marginales, los trasgresores, se les castiga con el desprecio y la indiferencia, pero lo interesante es que a pesar de los pesares, los empobrecidos se revisten de una piel gruesa, dura, que les permite resistir por siglos: es la llamada resiliencia que hoy está muy de moda en la psicología. 



Usted ha sido consistente en intercambiar y dialogar con las personas de la tercera edad... ¿A su entender, ellos se sienten valorados por nuestro conjunto social?

 – A los viejos y viejas de Puerto Rico no se les reconoce su sabiduría y su aprendizaje. Ya no están en un pedestal, como ocurre en los países de Asia. Precisamente este texto como otros donde se trabaja la historia oral permite develar la historia de los de abajo, de los arrugados, de los que algunos catalogan como los desmemoriados, de los inservibles, los descartados…

¿Cómo compara el proceso histórico de los pueblos y barrios boricuas con otros lugares y países latinoamericanos que usted ha visitado... México, Nicaragua...?

– No me gusta comparar, pero ya que hablé de viejos y viejas, creo que en los países que mencionas, todavía a éstos se les valora y respeta. Se les escucha. Los cuentacuentos, los griots, todavía continúan vivitos y grandes y chicos los buscan y agradecen su sabiduría y que se hayan dado a la tarea de recoger la historia del pueblo, la de todos ellos y nosotros.

Tenemos más preguntas para usted pero lo dejamos en este punto, Dr. Viera Calderón, no sin antes que le diga brevemente a nuestros lectores qué se encontrarán en este libro que subtitulaste Las pasiones del corazón y la memoria en el barrio San Mateo de Cangrejos...


El mercado de Santurce (Tiempo Nuevo), de Edison Viera Calderón
– La historia de 9 placeros y una paca de clientes que dieron el todo por el todo para que
 Cangrejos fuese lo que hoy es: ¡un barrio de grandes hombres y mujeres extraordinarios! Y cabe señalar
 que te encontrarás la historia de los nacionalistas en la Escuela Superior Central, los libaneses en Cangrejos, la historia de los pobladores de la parada 21, las vivencias de una colegiada que estuvo interna en Blanche Kellogg, limpiabotas, mensajeros pedaleando en bicicletas llevando la compra a enriquecidos y empobrecidos… Te encontrarás dos cómics, anuncios de la época que aparecen en los Anuarios de los estudiantes de la Escuela Superior Central y en la revista Puerto Rico Ilustrado, fotografías de Santurce o del Cangrejos de ayer, entre otras cosas. No puedo obviar que en las páginas del libro te encontrarás una buena diagramación realizada por José Luis Figueroa y lo más importante, estoy seguro que el lector al leer el libro, al reflexionar acerca de lo que expresan los cangrejeros, ya no será el mismo, porque se cuestionará un sinfín de aspectos de su vida y la de pobladores de una barriada: San Mateo de Cangrejos. Así que apreciado lector, date una oportunidad y lee el libro que te acerca a las historias de vida de unos placeros y sus clientes en un lugar muy peculiar, por no decir, único: El Mercado de Santurce.



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