domingo, abril 12, 2020

En las letras, desde Puerto Rico: Serie Escritoras Internacionales: La escritora italiana Silvia Favaretto en 10 respuestas

por Carlos Esteban Cana


Sísifo
Hace apenas una semana que la escritora italiana Silvia Favaretto resultó ganadora de la XV edición del certamen Lengua Madre del Salón del Libro de Turín con una de sus piezas narrativas, y esto sucedía mientras redactábamos esta edición dedicada a su pensamiento y trayectoria. Ante ese nuevo logro, sostuvimos una conversación con Favaretto en la que manifestó: “Ando apurada, pero emocionada. Ha sido un día de altibajos muy fuertes. El cuento se titula La piedra de Sísifo. Tiene que ver con el mito pero también es una metáfora de lo difícil que es la vida a veces para las mujeres y más cuando son extranjeras en Italia. Lo escribí para mis amigas latinoamericanas que viven aquí y que tuvieron que padecer muchas humillaciones de todo tipo, ser tratadas como prostitutas; porque en la mentalidad del italiano medio, las mujeres latinas que vienen aquí es para prostituirse.  Entonces es muy dura la situación de muchas de ellas y yo lo quise representar en mi cuento. Sísifo representa a las mujeres latinoamericanas. Lengua Madre es un concurso que normalmente es para las escritoras extranjeras pero tiene una sección que es para autoras italianas que escriben sobre esas mujeres”.

Minotaura Girl figurine (Painted) by Dark Town Art
Y esto no es un tema fortuito en la obra de esta escritora que nació en Venecia en 1977. En sus libros más recientes ha ido dando relieve a estas injusticias. Al respecto, aclara: “Realmente en toda mi última producción literaria estoy abordando el tema de los estereotipos, tratando de dar mi versión para darle voz a las mujeres. De hecho, mi antepenúltimo libro se titula Minotaura (Ediciones Malpaso, Honduras, 2018), y es eso, sobre el mito del Minotauro pero con voz femenina. Y en el libro Este cuento no se ha acabado (Morgana Ediciones, México, 2019), son las heroínas de los cuentos de hadas quienes dan su propia versión de la historia. En el caso de Sísifo… también. Es como una necesidad de tratar con las letras los temas que agobian a las mujeres que están alrededor mío. Yo que puedo darles voz, se las doy así a través de las letras”.

A Silvia Favaretto la comenzamos a leer hace 16 años cuando su poesía fue incluida en la antología  Día Mundial de la Poesía 2004 realizada por el portal brasileño de literatura Palavreiros. Más adelante, en noviembre del 2009, fue incluida en la Serie Escritoras Internacionales, junto a la venezolana Astrid Lander y la mexicana Elizabeth Cazessús, edición que este boletín publicó en el blog Boreales de la escritora Yolanda Arroyo Pizarro. Favaretto también figuró en uno de mis reportajes para la red de periodismo ciudadano Global Voices por la exposición itinerante “MigrArte Postale” que gestionó junto a su esposo Daniele Rubín y el Progetto 7LUNE. Tal exposición exploraba el tema de la inmigración a través de 125 postales de arte realizadas por 96 artistas de 14 países.

A continuación En las letras desde Puerto Rico, aquí en Confesiones del escritor Angelo Negrón,
presenta algunas reflexiones de Silvia Favaretto acerca del proceso creativo, el arte y la poesía. Su credo es que la buena literatura y el proceder artístico son armas necesarias ante un panorama convulso y banal; con ellas somos capaces de respirar y visualizar otros caminos, otro mundo posible. Aunque en ese menester el artista pueda toparse con pasajes, por los rigores de la vida misma, donde la musa permanezca en silencio. Si tal es el caso, la poeta puntualiza: “No importa, me contento con sostenerle la mano y caminar con ella”. Estas impresiones fueron extraídas de una entrevista más extensa que Favaretto nos concedió en el 2015.

La escritora italiana Silvia Favaretto en diez respuestas 

“Creo que los poetas nacemos con cierta predisposición para este oficio... en algunos se queda callada por razones contingentes, en otros las mismas vicisitudes de la vida lo llevan a desarrollar este arte que incumbe en nosotros como un remedio o un veneno, según como se lo mire”.

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“He sostenido muchas veces que el pasado literario europeo, y en particular el italiano, es tan denso e importante, que a veces funciona más como recurso que disuade que de empuje: si ya Dante Alighieri lo escribió todo en el siglo XIII, ¿qué tendré yo para decir que sea novedoso? Tanta literatura pasada fundamenta, pero al mismo tiempo acalla. Hay que tener cierta fuerza y cierto descaro para lograr ir más allá de ese bloqueo y, a mí, en cierto sentido, ha venido a socorrerme la literatura hispanoamericana, a la que me dediqué desde los años universitarios. En esos momentos encontré en la producción de Storni, Cortázar, Ibarbourou, Fuentes, Asunción Silva, Paz, Benedetti, Lispector y muchos otros, una nueva chispa para alumbrar mis ganas de leer y de escribir. Con la literatura hispanoamericana fue un enamoramiento inmediato, gracias a la importante labor de difusión de mi profesora, la poeta uruguaya Martha Canfield. Es desde la literatura de esos lares geográficos, creo yo, que puede salir algo finalmente inesperado, algo asombroso, que es lo que yo misma intento producir como escritora”.

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“Creo que la poesía es en gran parte, por lo menos en mi caso, un proceso inconsciente, como los sueños o el delirio. Es decir, yo no elijo los temas, ellos se apoderan de mí, sin que yo sepa y brotan del bolígrafo, casi sin que yo me entere. Escribo acerca de lo que advierto y percibo. Mi poesía es mi propia piel. Escribo sobre cómo me tocan las cosas; el roce del espanto, de la alegría, de la tristeza. El tema, finalmente, soy siempre yo. Escribir poesía, creo, es una forma peculiar de autoerotismo, una manera de ilusionarnos con eso de que somos autosuficientes, que no necesitamos el amor de otros. Y, a la vez, la poesía es un tremendo alarido que busca la respuesta del otro”.

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“El proceso creativo en mí es algo bastante automático y espontáneo. Lo expreso en un poema de mi
plaqueta “La noche de los cuerpos” editada en El Salvador por el amigo poeta Otoniel Guevara: El poema me sale/ como cuando te cortas/ y te brota la sangre./ Entonces/ le aprieto encima/ un papel como una garza/ que se embebe de poesía/ hasta parar/ la hemorragia de versos.// Este poema se titula “Mecánica del quehacer poético” y explica exactamente la involuntariedad y necesidad de mi empuje a la escritura. No tengo rituales, pero como casi cada escritor tengo mi libretita chiquita en la cartera en la que apunto notas e inspiraciones que luego elaboro cuando tengo más tiempo. De todas formas, en la poesía, cuando empiezo a escribir nunca sé adónde voy a parar, me dejo llevar por las palabras mismas, el poema llega adonde quiere, yo sólo soy su instrumento”.

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“El arte y la creación son tan necesarios para crearnos grietas por la que podamos respirar, y enseñarles a nuestros hijos sobre la belleza, el esfuerzo, el compromiso, el valor de las palabras, la honestidad y todas esas cosas que yacen olvidadas bajo las pantallas de grandes hermanos y otros talent shows; candidatos políticos que alejan a la gente del servicio al bien comunitario; deportistas multimillonarios que no son ejemplos éticos; cantantes y actrices que les enseñan a nuestras hijas que tienen valor sólo si su cuerpo es un objeto erótico estimado por el hombre; y propagandas que nos vuelven simples consumidores a beneficio de las multinacionales explotadoras. Es éste el momento histórico en que más necesitamos el arte, y su rol es precisamente dar a conocer a las nuevas generaciones que existen otros caminos posibles más allá de estos superficiales y estruendosos ruidos de pura apariencia vacía. El arte también puede ser apariencia, pero nunca vacía”.

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“Para ser una escritora es necesario tener un lápiz y una hoja. Pero eso tampoco es necesario: el pasado nos demuestra que se puede escribir con sangre y hasta en las piedras. Hay que nacer escritor. También creo que frecuentar talleres y encuentros literarios puede ayudar mucho a desarrollar conciencia sobre la escritura, las técnicas y los géneros. Sin embargo, la semilla de la poesía uno la debe tener adentro. Ayuda mucho la lectura y confrontar lo realizado con intentar mejorar siempre. Si eso de ser escritora o escritor no se lleva en sí mismo, nunca podrá llegar a cierta altura. La técnica está extremadamente sobrevalorada. Es la intuición, la percepción, el sentimiento, lo que hace de una pieza literaria un arma capaz de cambiarle rumbo a una vida”.

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“El bloqueo del escritor sí existe y yo lo he padecido. Lo que pasa es que, como me enseñó mi amiga
Lauren Mendinueta, hay momentos para escribir y otros para recolectar imágenes, pensamientos y recuerdos que terminarán en la hoja en los otros momentos, los momentos sin bloqueo, que todos los autores atravesamos echando en la hoja la experiencia de lo vivido en los momentos vacíos, de estancamiento. No es que tenga períodos voluntarios de silencio artístico sino que hay períodos que mi arte se tiene que callar forzosamente, porque la vida diaria me requiere tiempo y concentración. También hay momentos en los que la musa no me habla, pero no importa: me contento con sostenerle la mano y caminar con ella”.

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“Yo creo mucho en el papel de la poesía como elemento transformador alquímico de lo duro, pesado, de lo difícil que nos toca vivir en algo estéticamente hermoso y valioso como un poema”.

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“Ser creadora es un don por el que tengo que ser agradecida. De alguna forma es como tener fe en Dios. Escribir es algo que me otorga una posibilidad más de vivir bien, de entender la vida, de enfrentar las dificultades. Y como la fe, también la creación literaria presupone cierta responsabilidad que hay que asumir”.

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“El mayor reto como autor es Ser coherente con uno mismo, no venderse, no acomodarse, buscar caminos nuevos y no transitados, arriesgarse, gozar de lo que uno hace mientras lo hace, y darse cuenta que siempre hablamos desde un lugar de privilegio”.

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Silvia Favaretto (Venecia, 1977). Graduada en Lengua y Literatura Extranjera por la Universidad Ca Foscari, 1997. Escritora, docente y traductora. Ha publicado los libros La carne del tiempo (Artificios, Colombia, 2002) y 2da. edición (Argentina, 2004); La tetra santità e il variopinto orrore, coautoría con Christian Panebianco (Penna d’autore, 2002). Parole d’acqua - Palabras de agua (edición bilingüe, 2007); Entre la carne y las palabras, antología personal (Atemporia, México, 2008). Jardín Ardiente (Costa Rica, 2011). De 2014 son los libros Sacrobosco (Sanremo, Vitale Ed.) y La noche de los cuerpos (El Salvador, Proyecto Editorial La Chifurnia) dedicado a Alejandra Pizarnik. En los últimos años destaca el libro compartido con Silvia Longhoni Sil Vías Poéticas (La luna que, Argentina, 2015), el libro digital Desde la mirilla del ombligo (Ed. El Humo, México, 2015) y Quiero tanto a Julio (Poetazos, México, 2015) con prosas dedicadas a Cortázar. En 2018 publicó Minotaura (Ediciones Malpaso, Honduras), y en 2019 Este cuento no se ha acabado (Morgana ediciones, México) y La sirena feíta (Honduras). Además ha grabado Cds poéticos como Veneziaires Multiverso con Silvia Longhoni (Ed. Federico Meier, Argentina, 2004), Mudo destino del poeta con el grupo de música sicodélica mexicano 1973 (2008) y El sacrificio de la mar (MET, Venezia, 2006).

El Hospital de Pordenone publicó su cuento infantil LA FARFALLA ROSSELLA (2004) que se regala a los niños del departamento de pediatría. Ha traducido los poemas de alrededor de 200 poetas hispanoamericanos y algunos cuentos de la cubana Mirta Yáñez. Ha protagonizado cortometrajes y documentales poéticos. Desde 2014 es presidenta de la Asociación Cultural Progetto 7LUNE que difunde la cultura hispanoamericana contemporánea en Italia.

Incluida en varias antologías y revistas literarias en Europa, Latinoamérica y Estados Unidos; ha
participado en importantes festivales literarios como el Festival Internacional de Poesía de Medellín (2000) y la Feria del libro de Bogotá (2002) en Colombia; Festival de poesía de El Salvador (2003); Eventos Coop Adriatica Coop for words, Venecia y Bolonia; Festival Internacional de Poesía de Rosario, Argentina, 2004. En 2008 hizo una gira literaria en México, en las ciudades de Saltillo, Puebla, Tijuana y Ensenada. En su ciudad, Venecia participa regularmente de ciclos de lecturas poéticas como Orapoesia (2005-2006) Rosaforte (Carpenedo- Veneza), Poesia Femmina (Venezia), Poesia Giovane (Bistrot de Venise, 2008).

Ha obtenido numerosos premios literarios a lo largo de 25 años, en poesía, narrativa y teatro, entre ellos Premio Literario Avis La torre (prosa) - Venecia, 1995; Premio Inves (poesía) - Palermo,  Valle Senio (cuento infantil) - Riolo Terme, 1998; Premio Il diritto e il Rovescio (teatro) - Bologna, 2003; Premio Ibiskos di A. Risolo (poesía) - Empoli, 2007; Premio Internazionale Scrittura attraverso le scienze (prosa) - Mestre, 2011; Premio Il Paese delle donne SEGNALAZIONE DI MERITO, 2019; Premio Il presepe oggi del Centro Studi e Ricerche Bartolommeo Capasso di Sorrento (2020); y Premio Lingua Madre, Sezione Especiale Donne Italiane (2020).

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