sábado, diciembre 07, 2013

En las letras, desde Puerto Rico: Vanessa Vilches Norat, protagonista de la literatura contemporánea

por Carlos Esteban Cana

Foto cortesía de Yolanda Arroyo

En la pasada entrega de premios del Pen Club de Puerto Rico, que aconteció el pasado jueves 5 de diciembre, las escritoras Yolanda Arroyo Pizarro y Vanessa Vilches Norat, fueron galardonadas con el Primer Premio para libros de cuentos publicados durante el pasado año. Arroyo Pizarro por la colección Las negras y Vilches Norat por su segundo libro de cuentos, Espacios de color cerrado. Por lo anterior, queremos llevar a los lectores de En las letras, desde Puerto Rico, y de manera exclusiva desde Confesiones, una entrevista que Vanessa Vilches Norat me concedió en septiembre del 2012, cuando recién comenzaba a circular esta nueva colección en las librerías del País.

Tengo que reconocer que me acerqué a esta autora desde la admiración, pues su primer libro, Crímenes domésticos, me deslumbró de tal manera que terminó siendo la primera selección de este boletín en la categoría de libros de cuentos publicados durante el 2008. Y después de nuestro intercambio quedé satisfecho con el resultado, pues el daguerrotipo trazado mediante preguntas y respuestas destila un delta para quienes desean conocer un poco más acerca de una de las protagonistas de la literatura contemporánea: Vanessa Vilches Norat.



Carlos Esteban Cana: Vanessa, desde septiembre pasado circula en las librerías del país tu nueva colección de cuentos, titulada Espacios de color cerrado. ¿En qué se diferencia esa obra a Crímenes domésticos?

Vanessa Vilches Norat: Es un texto bastante diferente a Crímenes domésticos aunque comparte la angustia como tono. En él traté de abordar la locura y la monstruosidad a partir del discurso médico. También me propuse trabajar textos históricos, que explorasen personajes históricos y sus narrativas como el médico del XIX, Francisco de Goenaga, director del manicomio de Puerto Rico, o la periodista norteamericana Margherita Arlina Hamm. Una de las grandes diferencias es que emprendí el reto de narraciones en tercera persona y desde perspectivas masculinas, por ejemplo. En algunos relatos subyace un humor negro. El proceso de escritura fue muy diferente. Te diré que el primero se escribió más orgánicamente, si queremos creer en la organicidad.

CEC: ¿Puedes hablarnos de algunos de los motivos que detonaron la creación de estas historias?

VVN: Creo que padezco una obsesión con la memoria y la locura. Todo esto va atado a la reflexión sobre las categorías sociales, legales e históricas de los comportamientos que se piensan “desviados” en la sociedad. Investigué sobre un personaje muy interesante para el discurso psiquiátrico puertorriqueño, pero totalmente olvidado como suele ocurrir, Francisco de Goenaga. Él fue un alienista venezolano que dirigió el Manicomio de Puerto Rico y que a su vez estaba obsesionado con dejar la huella de su ejecutoria en la escritura de informes y libros. Sus textos y su compasión por sus enfermos mentales me conmovieron. Ese es quizás el cuento sobre el que giran los demás.

Los anormales de Foucault fue un texto de cabecera, es maravilloso. Leerlo me hizo escribir relatos sobre la “anormalidad social y discursiva”.   

CEC: ¿Con cuál género literario te sientes más cómoda?

VVN: El cuento. La brevedad es una estructura espacial que me interesa. No solo porque hace necesaria la concentración y condensación de todos los elementos del texto, sino porque me siento más cómoda en ella. Hay una especie de garantía de expresión que creo me otorgan los relatos cortos. Me encantaría escribir poesía, quizás deba intentarlo.

Foto por David Gasser /Periódico Caridad
CEC: Ahora hablemos de otro de los géneros que cultivas. ¿Qué te otorga el ensayo como vehículo de expresión?

VVN: El ensayo está relacionado con mi trabajo académico. Es la expresión naturalizada de quien trabaja en la academia. Estoy convencida de que las categorías de género pueden ser una especie de traba creativa. Es muy difícil escribir ficción sin líneas teóricas que dirijan el escrito, por lo menos para mí. Lo importante, me parece, es cuestionar las categorías siempre. Lo que para mí determina el tono y la articulación escrita es el lector. Escribir en un medio masivo como el periódico encamina la escritura por unos senderos particulares.

CEC: La docencia universitaria… ¿Te brinda oxígeno a tu dimensión creativa o en ocasiones puede ser una dificultad en tu proceso creativo?

VVN: Ambas cosas. La verdadera docencia requiere mucho tiempo y paciencia. En estos momentos cuando se cuestiona el lugar de las Humanidades en la Universidad, es más necesario que nunca le enseñanza de la literatura, que es un lujo, un lujo necesario. Enseñar a leer textos literarios desde la materialidad del lenguaje y abrirles puertas culturales a los jóvenes exige mucho tiempo, pero es meritorio. Por otro lado, esa labor docente de hormiguita, de mirar con lupa los textos es una experiencia magnífica para el oficio, porque obliga a la escritora- profesora a leer con cuidado y calma textos clásicos y recientes para ahondar en su expresión, en la hechura su lenguaje y  sus propuestas literarias.

CEC: Con respecto a tu vocación como escritora ¿Desde cuándo inició esa pasión, esa llamada?

VVN: No podría decir. Supongo que desde el momento que entendí que me quería dedicar a la literatura, como lectora, crítica y profesora. No tengo un recuerdo infantil particular que narre el día en que me di cuenta de que quería ser escritora. Quizás debo inventarme esa memoria fundacional, si como quiera las memorias son eso, una invención. Pensándolo bien, lo haré para futuras entrevistas.
umbral.uprrp.edu

Ahora, recuerdo el texto que me voló la cabeza, el que me hizo pensar: “Wow, se puede narrar esas cosas tan terribles de forma tan maravillosa”. Claro, frente a El obsceno pájaro de la noche de Donoso no se puede pensar otra cosa. Lo leí muy joven, tendría unos 13 años, leía novelas en mis veranos eternos, y en esa primera lectura no entendí mucho, solo la capacidad de perversión de la mente humana y el tono ominoso del narrador. Esa inquietud que me produjo la novela fue más que suficiente, supongo.

CEC: ¿Cuáles fueron esos primeros libros que de alguna manera fueron claves, importantes, para que Vanessa Vilches Norat decidiera acercarse a la literatura, ya no desde la lectura, sino desde su propia producción?

VVN: Son un montón. Te menciono sólo algunos. Además de El obsceno pájaro, de Donoso, El amante de Marguerite Duras; La metamorfosis de Kafka; Fuera de juego de Cortázar.

CEC: Conocemos de esa ‘complicidad’ continua que tienes con otras escritoras como Mari Mari o Sofía Irene Cardona. ¿Qué me puedes decir acerca de ese intercambio? ¿Qué valor, si alguno, tiene esa ‘mesa redonda’?

VVN: Es un lujo. Tener amistades que funcionan como taller literario es una gran suerte. La generosidad de Mari y Sofía es inmensa. Además, las columnas del Fuera del Quicio han sido fundamentales para soltar la pluma y crear oficio. La obligación de las entregas te pone en forma.

CEC: Una de las preguntas favoritas de los lectores de este boletín es acerca al proceso creativo de los escritores. Dicho lo anterior, te pregunto: ¿Tienes algún ritual a la hora de acceder a la pantalla, antes de colocar la primera letra?

VVN: No. Sufro. Me da mucha ansiedad escribir. Trato de tener bosquejos a mano de los escritos antes de colocar mis dedos en el teclado de la computadora. Tengo libretas de muchos colores, especie de diarios de escritora, donde conservo apuntes, resúmenes, notas, posibles peripecias, magníficos personajes que luego trato de hacer concretos. Eso sí, tengo que estar sola, muy sola para escribir. Vuelvo a sufrir y salen palabras, oraciones y entonces me da alegría y me pongo como el mente idiota de Cortázar, necia, embobada con el lenguaje y eso que voy leyendo, eso que es mío y de tantos otros. Luego me da la ansiedad de corrección y leo y releo y corrijo. No creo que haya una fórmula. Ojalá así fuera. Escribir es tan duro como cualquier otro trabajo creativo. No hay que fantasear sobre las musas.

CEC: ¿Ves alguna diferencia en la propuesta narrativa realizada por mujeres con respecto a sus homólogos masculinos?

VVN: Sí y no. Este tema ha sido un debate académico intenso y extenso que es muy difícil de resumir aquí. Me encantaría decir que la experiencia del género está superada en la escritura. Que no cuenta más. Que todos somos escritores y ya, o escritoras y ya. Es un gran deseo, pero no es posible. La forma en la que una se coloca en la sociedad y en la cultura está marcada por las experiencias que aporta el género. El lenguaje no escapa a eso, la literatura tampoco. No hay de otra. Aunque sí hay que reconocer que ha habido un cambio importante en los temas, los tonos y los estilos de las escritoras desde mediados del siglo pasado.

CEC: ¿Has enfrentado en algún momento eso que algunos llaman como bloqueo del escritor?

VVN: Claro, todos los días. Soy melancólica. Eso implica que reconozco la imposibilidad del lenguaje como sistema de expresión. Solo me queda intentar acercarme al silencio  con las palabras que reconozco que no lo llenarán. Escribir es un rito que dignifica y permite continuar. Hay que ver cómo se supera o reformula discursivamente lo antes escrito.

CEC: ¿Qué lecturas te ocupan en estos momentos?

VVN: Acabo de leerme See Then Now, de Jamaica Kincaid. Es un texto poderoso como toda su escritura. Una especie de poética del odio, narrado con ese estilo hermosamente repetitivo de Kincaid. Ando con "La condesa sangrienta" de Pizarnik de arriba abajo y releo El fantasma de las cosas de Marta Aponte Alsina y En tierras bajas de Herta Muller. Me llevan a pensar en los límites del exceso, en la imposibilidad de la palabra y la escritura y la maravilla de una prosa poética, violenta y apretada.

CEC: ¿Puedes compartir con nuestros lectores cuáles son esos libros imprescindibles para una lectora como tú? ¿Qué libros son necesarios para la escritora?

VVN: Esta lista me asusta. Son muchos. No garantizan nada de lo que uno escribe. Son rutas de lectura que informan mi escritura a veces tangencialmente. Leo muchos textos que se consideran teóricos, pero que bien pueden leerse retóricamente. Freud, Foucault, Derrida, Kristeva, por decir algunos. En cuanto a los que se piensan textos literarios se me hace difícil pensar en unos pocos, pero sin duda, Virginia Woolf, Julio Cortázar, Donoso, Piñera, Pizarnik, Kafka, Pessoa, Duras, Eltit, Vallejo, Pizarnik y estoy segura de que estoy dejando muchos, muchísimos. Me pones en la posición de ser ingrata con esta pregunta. Si solo estamos formados por las palabras de otros, como tan bellamente dijo Bajtin.

CEC: Has considerado la creación de una novela. ¿Te interesa el género?

VVN: Claro que me interesa. Me encanta leer novelas. Lo he considerado, lo estoy considerando, lo estaré considerando.

CEC: Puedes hablarnos, si deseas, de algunos de tus próximos proyectos. Esos que quizás se están cocinando paulatinamente en estos momentos.

VVN: Sigo obsesionada con la memoria como tema. Ahora me enfrasco en un texto fragmentado, que explore la condensación como fórmula de escritura. Eso, memoria y fragmentación. En eso ando.

CEC: Vannesa Vilches Norat publicó su primer libro de cuentos, Crímenes domésticos, con una editorial extranjera. Ahora, Espacios de color cerrado, su segundo, lo hace con una editorial nacional. Con esa experiencia, ¿cómo describirías la relación ideal entre los escritores y editoras?

CEC: Este es un tema triste y pesado. En Puerto Rico la situación editorial es muy difícil. La circulación de los textos no se da como debería. A penas los libros que se editan en el país se distribuyen. El mercado exterior para los escritores puertorriqueños es casi inexistente. Y ahora con el cierre de tantas librerías, el panorama es desolador. Habría que repensar la manera en que se edita, quizás aprovechar la ventana que se abre con los libros digitales. Pero no soy muy optimista, los escritores que son los que menos se benefician en el circuito editorial, es noticia antigua.

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Carlos Esteban Cana Escritor y comunicador puertorriqueño. Ha cultivado el cuento, el micro cuento, y la poesía. Actualmente, sin embargo, se ocupa de darle forma a sus dos primeras novelas y a un volumen de ensayos. Colaborador de varias publicaciones impresas y cibernéticas, en Puerto Rico y otros países. Bitácoras y publicaciones alrededor del planeta, como Confesiones, del narrador Angelo Negrón, reproducen su boletín "En las letras, desde Puerto Rico".
Para el periódico cibernético El Post Antillano también publica su columna "Breves en la cartografía cultural". En verano del 2012, Carlos Esteban publica Universos, libro de micro-cuentos bajo el sello de Isla Negra Editores. Para el 2013 publica su libro Testamento. Testamento es un poemario antológico que reúne lo más representativo de su poesía; género del que Cana manifiesta: "Fue la propia poesía que me seleccionó como medio, como intérprete". Cana es conocido además por haber fundado la revista y colectivo TALLER LITERARIO, que marcó la literatura puertorriqueña en la última década del siglo XX en Puerto Rico.
Otro libro aparecerá durante el presente semestre: Titulado "Catarsis de maletas: 12 cuentos y 20 años de historia", ofrece una vista panorámica de una pasión que el autor ha desarrollado, por cuatro lustros, en el género del cuento.  

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