Domingo de Artesanos




- Este domingo 1 de diciembre en horario de 12:00md a 5:00pm tendremos nuestro Domingo de Artesanos. Con la compra de la entrada al museo puede disfrutar de las piezas artesanales de:

Jorge Miranda - pilones e instrumentos de percusión, Ponce

Carmen Méndez - aves en cerámica, Toa Alta

Teresa Pérez - pirograbado, Cabo Rojo

Héctor Maldonado - artesanías en hojalata, Rio Grande

Manuel Bonilla - cerámica en torno, San Juan

Jenney Figueroa - joyería en cristal de mar y aluminio, Manatí


*Artesanos auspiciados por el Programa de Desarrollo Artesanal de PRIDCO

sábado, noviembre 23, 2013

Breves en la cartografía cultural: Puerto Rico, una literatura en diálogo con el mundo (Cuarta Parte)

por Carlos Esteban Cana


En la cuarta parte de esta serie de Breves en la cartografía cultural, acerca de lo que escritores puertorriqueños discutieron acerca de nuestra literatura en el Americas Society en la Ciudad de Nueva York, el pasado 18 de octubre, usted encontrará consenso y miradas divergentes. Mientras Janette Becerra explica su predilección por la literatura puertorriqueña que se traslada a otras latitudes, Mayra Santos Febres, por su parte, privilegia la invisibilidad y manifiesta que está dispuesta a ser cualquier cosa por no ser la presa del poderoso. Cierra la edición de hoy Eduardo Lalo, que reflexiona sobre dos temas: lo que habla el escritor y la nacionalidad puertorriqueña.

Janette Becerra: El escritor está por todas partes y no necesariamente el escritor puertorriqueño tiene que escribir desde Puerto Rico, desde esa Isla 100 x 35 o desde la comunidad puertorriqueña para estar escribiendo sobre la experiencia puertorriqueña. Yo, por ejemplo, ubico mucho de mis relatos en lugares remotos con protagonistas que además son de nacionalidad ajena a la mía. Pero es la mirada de un puertorriqueño o de una puertorriqueña, en este caso, a otras culturas y esto también es una literatura en diálogo con el mundo. Eso también es representar al País porque es la mirada nuestra a otras regiones, así que creo que es importante lo que está ocurriendo.

Yo nunca decido leer un libro porque quiero conocer al país de ese escritor, es decir, que me acerco o enfrento a un libro porque quiero conocer la literatura colombiana o quiero conocer la literatura peruana. Yo escojo un libro porque, por alguna referencia, he sabido que es un buen libro y quiero leer esa obra de arte. Me enamoro quizás del autor y de ahí seguiré estudiando su obra y eso me llevará quizás a leer a otros autores de su país, y eso me llevará a, finalmente, hacer unas conexiones que siempre son a posteriori, ¿verdad?; unas características que uno puede derivar a posteriori de la lectura de varios autores de un país. Pero sobretodo el escritor parte de una experiencia individual.

Creo que es un poco una quimera pretender que uno representa al país cuando escribe porque la representación es solo eso, precisamente un planteamiento, un fragmento, una selección de lo que uno escoge y representa, y desde una ideología muy personal.

A mí lo que está interesando mucho es cuando la literatura puertorriqueña nueva se traslada a otras latitudes, a otras geografías a lanzar esa mirada, aun cuando se escribe en Puerto Rico. Creo que eso es un fenómeno importante porque estamos insertos en esta cultura, en esta cultura mundial. Somos educados, viajamos, nuestras librerías están llenas de libros de autores extranjeros. Estábamos comentando hace poco que tantas veces la literatura puertorriqueña puede resultar invisible en muchos países, y nuestras librerías están llenas de libros de argentinos, ecuatorianos, españoles, mexicanos. En Puerto Rico no todo el mundo lee, se lee poca literatura pero el que lee, lee de todo, lee del mundo entero.

Mayra Santos Febres: Hay un libro de Richard Wright, Black boy, que dice: Keep this n***** boy runing (mantén a este negro corriendo). A mí me parece que la invisibilidad es bien chévere cuando tú tienes que correr, porque no te ve nadie. Si te ven, te cazan. Lo cual me remite a un texto maravilloso de Clarice Lispector que se titula La mujer más pequeña del mundo; un cuento que yo me lo tatuaría en la espalda, completo. Es  acerca de una mujer que se la encuentra un explorador alemán en Botswana y ella está preñada. Y el explorador ve a esta mujer, la retrata y aparece en todas las portadas del mundo: ¡la mujer más pequeña del mundo!, y luego esta mujer, cuando tiene al explorador al frente, se ríe. Su reacción, de hecho, tira por el piso al explorador. Se ríe, se ríe de que este día no fue comida.

Yo creo que hay muchas poblaciones en el mundo. Nadie tiene el copyright de la tristeza. Nadie tiene el copyright de la marginación. Han habido muchas marginaciones. Si para algo tenemos los seres humanos es para oprimir al otro. Los tutsis a los hutus, los blancos a los negros; es un revolú, una vaina que no se acaba. Pero una de las cosas que marcan mi pensamiento es la posibilidad de la grieta y de como tú te escapas de ser comida, de ser presa, de ser la presa del poderoso. Y yo estoy dispuesta a cualquier cosa por no ser la presa del poderoso. Yo sé que eso no es una posición muy ética pero ayuda mucho a la supervivencia. Quizás, porque siento que es tan fácil ser devorada, devorada-devorada, que lo que queda es el vacío de las mujeres de la Ciudad Juárez; devorada como pueden ser devorados los niños en Haití por la violencia, después del terremoto; devorada-devorada porque me siento tan cerca de los travestis que los matan a cada rato en el mundo. Como me siento tan increíblemente cerca, como me siento tan cerca la invisibilidad para mí es un regalo. Y la celebro, y me gusta saber que no me están viendo.

Yo no creo que hubiésemos logrado esto que estamos logrando con el Festival de la Palabra si yo hubiese sido visible y respetada en mi país. Yo creo que precisamente porque todavía no lo soy es por lo que yo me río. Y me río ante los ojos de la ciencia, de lo que sea, del discurso occidental, si lo queremos llamar así, porque nosotros también somos occidentales, pero en el extremo occidente. Y, con un extraño contubernio, logramos todos juntos cruzar entre las grietas de las devoraciones. Así que para mí la invisibilidad es un gran privilegio. La única manera en que yo he podido y muchos hermanos hemos podido convertirnos en personas que pueden tomar la palabra para contar historias. Es verdad que uno corre como el diablo pero eso te mantiene en buenas condiciones.


Eduardo Lalo: Yo nunca dije que la literatura puertorriqueña no trata de otra cosa que lo puertorriqueño. Yo creo que ninguno aquí lo estamos diciendo. El escritor no tiene la obligación escolar de hablar; uno habla de lo que le da la gana, entonces no importa ponerlo en Marte o en Puerto Rico. Tampoco presupondría que no hay una nacionalidad puertorriqueña. Yo estaría totalmente equivocado si digo que no hay una nación puertorriqueña. Hay una nación sin definición política, pero hay. Es evidente que hay una nación, si no, no estaríamos aquí, porque no es una literatura de un barrio, no es literatura de una ciudad de provincia. Y en la medida que estamos aquí es que somos parte de algo que se articula, por lo menos, como una nacionalidad. A mí me parece eso evidente.

***

Carlos Esteban Cana Escritor y comunicador puertorriqueño. Ha cultivado el cuento, el micro cuento, y la poesía. Actualmente, sin embargo, se ocupa de darle forma a sus dos primeras novelas y a un volumen de ensayos. Colaborador de varias publicaciones impresas y cibernéticas, en Puerto Rico y otros países. Bitácoras y publicaciones alrededor del planeta, como Confesiones, del narrador Angelo Negrón, reproducen su boletín "En las letras, desde Puerto Rico".
Para el periódico cibernético El Post Antillano también publica su columna "Breves en la cartografía cultural". En verano del 2012, Carlos Esteban publica Universos, libro de micro-cuentos bajo el sello de Isla Negra Editores. Para el 2013 publica su libro Testamento. Testamento es un poemario antológico que reúne lo más representativo de su poesía; género del que Cana manifiesta: "Fue la propia poesía que me seleccionó como medio, como intérprete". Cana es conocido además por haber fundado la revista y colectivo TALLER LITERARIO, que marcó la literatura puertorriqueña en la última década del siglo XX en Puerto Rico.

Otro libro aparecerá durante el presente semestre: Titulado "Catarsis de maletas: 12 cuentos y 20 años de historia", ofrece una vista panorámica de una pasión que el autor ha desarrollado, por cuatro lustros, en el género del cuento.  




jueves, noviembre 21, 2013

"Un día en Haití" cuento de Luis Antonio Rodríguez (Laro)


Por: Luis Antonio Rodríguez (Laro)
24 de noviembre de 2004




Un día en Haití ocurrió algo extraordinario, sin precedentes en la historia mundial. Cuando se reanudaron los asuntos cotidianos todos se dieron cuenta que habían amanecido de color blanco.  Algunos tan blancos que hasta el sol les molestaba en la piel.  Para otros, por primera vez en sus vidas su cabello caía dormido sobre su frente.  Los más privilegiados obtuvieron cabellos tan rubios y tan finos que parecían silbidos de ángeles. El mundo entero se estremeció con la noticia. Haití ya no era lo que era antes. Viajaron reporteros de todos los lugares, con todos los equipos necesarios para esparcir la noticia por todos los rincones y a toda hora.  La gente celebraba en las calles, era una fiesta nacional.  El Secretario de la ONU se adjudicó el milagro, logrando así una nominación unánime al Premio Nóbel de la Paz. Inmediatamente el Presidente de los Estados Unidos envió sus tropas para asegurar la democracia y de paso demostrar su apoyo incondicional a su nuevo aliado.  Francia por primera vez reclamó sin llegar a tener suerte. Por supuesto que Inglaterra se unió, y luego llegaron más aliados, ¡muchos!, tantos que hasta había nombres de países irreconocibles.

También llegaron diplomáticos americanos, antes que cualquier otro, para darle la bienvenida al país al Tratado de Libre Comercio.  Lo abrazaron, le dieron cariño y lo rebautizaron como europeos, algunos como hispanos y otros, los más políticos lo llamaban la nueva nación anglosajona.  El Papa, sin ningún precedente, les echó sus bendiciones y hasta envió un cargamento de flores; específicamente rosas blancas. El Presidente de la Republica Dominicana decretó eliminar la frontera como un gesto de buena fe. Eran momentos felices. De todas partes del mundo llegaron expertos en reconstrucción de países.  Se desarrollaron planes de reforestación, de infraestructura, de educación, y hasta de deportes.  Fuera del país, el vodoo se convirtió en una religión nueva, de unión familiar.  Se constitucionalizó, se comercializó, se mezcló con otras religiones y aparecieron algunos capítulos nuevos de los más sagrados libros.  Se vendían brazaletes, cadenas y todo tipo de joyas con sus piedras preciosas en alusión a esta nueva religión.  Camisetas y hasta bultos y carteras.  En Hollywood se crearon más proyectos cinematográficos en referencia al gran cambio que todos los que se habían realizados sobre Vietnam y asesinos en series.  Los actores y actrices mejor pagadas rogaban por un papel. El turismo se incremento a niveles inimaginables.  Por primera vez los hoteles estaban llenos. No se aceptaban reservaciones por los próximos 10 años.  Había prosperidad.

De pronto, como si de la nada, nació un niño… ¡negro!  Con su pelo grifo, sus manitas negras, sus piesecitos negros. Las autoridades tomaron acción inmediatamente.  Declararon el país en estado de emergencia.  Reactivaron el toque de queda y constitucionalizaron el cateo individual.  Les dieron una hora a los responsables de tan vil y atorrante acto.  Especificaron que no iban a negociar con ningún terrorista que se haya atrevido a realizar un acto de esa envergadura. Otros, también llamados terroristas, se fueron entregando a través de todos los hemisferios por temor a que los relacionaran con esta acción tan inaceptable e inhumana.  La gente lloraba y rezaba a los cuatro vientos.  Los Estados Unidos enviaron más tropas para rescatar a sus ciudadanos americanos en caso de que esta tragedia no se pudiera resolver inmediatamente.  Lo arrestaron, y esposando sus pequeñas muñecas lo escondieron en un lugar remoto de alta seguridad. Trataron de extraditar al negrito pero ningún país, aliado o no, le quiso dar albergue político. Los padres, que ya no eran tan blancos, se entregaron y fueron fusilados, en un acto patriótico, aun cuando su constitución ya había sido enmendada y la pena de muerte eliminada.  ¡Pero esto era un desastre natural! ¡Había que tomar medidas extremas!

El Presidente de Haití, que empezaba a dejar de ser blanco, se dirigió al país a través de señal digital.  Con su rostro consternado explicó la situación.  Sus palabras, además de enviar un mensaje de preocupación, estuvieron llenas de esperanzas. Advirtió que cada uno tenía que cuidarse y estar atentos a cualquier intento terrorista.  Exhortó a cada familia a abastecerse de alimentos, y productos de primera necesidad.  Les recomendó tomar adiestramientos de supervivencia, poner alarmas en los hogares y circuitos cerrados de seguridad. Compraron mascaras anti-gas, se vacunaron, y en algunos casos hasta se cambiaron de apellidos. El Presidente reclamaba que mantuvieran la calma aun cuando la alerta de seguridad nacional estaba en el nivel más alto. 

Fue entonces cuando se les ocurrió una idea que pondría final a todo este caos.  Lo consultaron en un plebiscito de emergencia, y todos, todos al unísono y por primera vez desde su independencia estuvieron de acuerdo con una decisión.  Tomaron al negrito, que en ese momento estaba sonriente.  Lo humillaron, lo desnudaron, lo exhibieron en plazas públicas y en revistas, y lo mercadearon por todas las esquinas del hemisferio.  Hicieron canciones y libros.  Convocaron una asamblea pública extraordinaria frente al palacio nacional. Enseñaron al negrito a través de pantallas gigantes.  Mostraron los visuales de su captura, su tortura y su negrura.  Lo colocaron debajo de la memoria de sus ancestros, y lo condenaron al olvido.  Volvió la calma. Los demás países desactivaron sus defensas.  Regresaron a sus hogares, a sus trabajos y a su vida cotidiana… al fin todo estaba normal.

¿O quizás no?



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Luis Antonio Rodríguez (LARO), escritor y fotógrafo puertorriqueño. Ha cultivado la poesía y la narrativa desde muy joven. Durante la década de los noventas, fue incluido por el Poeta y Humanista don Manuel de la Puebla en la antología mundial Ecología y poesía, también fue de los escritores que se desarrolló en torno al colectivo y revista Taller Literario. Su trabajo creativo ha sido reproducido por diferentes bitácoras y páginas cibernéticas, y creadores como el narrador Angelo Negrón, la artista Tanya Torres, la gestora cultural Raven Blackstone, el poeta Eric Landrón y el editor Caronte Campos Eliseos, se han ocupado de difundir su obra. LARO, como se le conoce, ha sido invitado a participar de importantes eventos en librerías y centros culturales de Nueva York, Filadelfia y Puerto Rico. Tiene dos poemarios publicados: Entre la sombra y el albedo (1996) y Versos clandestinos (2001). Actualmente se ocupa de dar los últimos detalles a Historias del ir y venir, su colección de cuentos, y a la novela La noche larga de aquel día. Algunos críticos han destacado el valor de la poesía ecológica de Luis Antonio Rodríguez (Laro), en la que privilegia temas diversos, como la defensa del ambiente y la protección de la naturaleza, en una poética muy propia, desarrollada por los años. Acerca del arte de la imagen y la metáfora LARO manifiesta: “El poeta hace lo que el fotógrafo con su cámara: refleja la vida, plasma los momentos”.   
Dos escritores ante la cámara: Luis Rafael Sánchez y Luis Antonio Rodríguez (Laro)




martes, noviembre 19, 2013

Feria Libro de Autor Instituto de Cultura Puertorriqueña

Por Librería ICP

Reconociendo que el libro de autor, ya sea mediante autogestión, medios artesanales o editoriales pequeñas, se ha desarrollado como una de las opciones editoriales de mayor relevancia durante los últimos años en Puerto Rico, celebraremos la Primera Feria del Libro de Autor organizada por el Instituto de Cultura Puertorriqueña (ICP). Esta feria coincide con las actividades de apertura de la Librería del ICP en la Galería Nacional que inaugura el 12 de diciembre de 2013, siendo las fechas para la feria los días 15 y 16 de diciembre en horario de 10a. m. a 5p. m. El espacio propone la convergencia de autores y editoriales independientes en los pasillos del patio interior de la Galería Nacional y una serie de charlas, conferencias, conversatorios y presentaciones en la nueva tienda, además de una oferta musical y recorridos y talleres en la Galería Nacional.


Se convoca, por tanto, a las editoriales y autores independientes y demás gestores de libros de autor a comunicarse con la Editorial del ICP, adscrita a la Oficina de Publicaciones y Grabaciones, al 787-724-0700 ext. 1348 entre 10 a. m. y 5 p. m previo al 27 de noviembre de 2013 para solicitar un espacio de venta. La participación no conlleva costos pero, dado que los espacios son limitados, debe llamar y ofrecer sus datos (nombre, editorial, teléfono y correo electrónico). El ICP proveerá las mesas y sillas.

'En el Reino de la Garúa'

Emilio del Carril acaba de subir su libro 'En el Reino de la Garúa' a Amazon y lo han puesto en especial de introducción.




Reseña


Arquitectura de lo maravilloso: Hacia una morfología narrativa y semiótica del espacio. En el reino de la Garúa de Emilio del Carril Dra. Zoé Jiménez Corretjer Universidad de Puerto Rico en Humacao Llueve sobre mojado, la Garúa impregna el sentido de todo el libro, se personifica convirtiéndose en su propia alegoría espacial. Esa fina lluvia que persiste en la imaginación y que nubla la realidad para crear la veladura del espacio de la ensoñación. Y es que estamos ante un texto de lo maravilloso donde se funden la realidad con el sueño sin llegar al espanto. Lo psicológico obra sin el fenómeno del uncanny freudiano, dando paso al absurdo como objeto estético de reconstrucción formal. En este plano, la irrealidad se asienta en los parámetros de lo ilógico y se acepta. Se funden lo irracional con la realidad para emparejar situaciones, personajes, espacios que parodian la existencia misma. Típico del relato maravilloso, Emilio del Carril recrea, persistente y finamente, como la misma Garúa, articulaciones del lenguaje que son prototipo del mundo de lo maravilloso. --Introducción del ensayo de la doctora Zoé Jiménez Corretjer

Libro trigésimo: En el reino de la Garúa En el reino de la Garúa: Décima Jornada de Emilio del Carril En el reino de la Garúa, el que cuente de corrido 1001 cuentos durante diez jornadas, será Rey; así comienza la introducción al último libro de cuentos de Emilio del Carril. Esta vez nos ofrece los últimos ciento un relatos de los mil que cuenta el cuentacuentos para ganar el reinado de un mundo fantástico y lluvioso. Los cuentos de esta entrega literaria nos bañan como la garúa (o llovizna) del título: son un rocío breve que a veces nos provoca escalofríos por lo inesperado (930 - El nuevo sentido ) y otras veces nos enternece por lo melancólico (952 - Sin explicación, 917 - El secreto del mejor vendedor de sombrillas de Manhattan , 999 - El entierro del globo blanco ). Claro, la inventiva de Emilio del Carril no se limita a una polaridad emocional. Sus microcuentos abarcan una gran variedad de tonos y conflictos. Unos pensarían que bajo la premisa de lo fantástico que se nos presenta al comienzo del libro los relatos estarían limitados quizás a la fábula, al cuento de hadas o a lo fantástico en general. Sin embargo, el autor hace la salvedad muy ingeniosa de que sl narrador de la última jornada, el candidato a ser Rey, se le acaban los relatos que conoce, así que se excusa por un momento para acudir al baño. Allí ingiere una esfera mágica nada menos que el Aleph de Jorge Luis Borges que le permite conocer el pasado, el presente y el futuro. Entonces experimenta una epifanía salvadora, elegante y justamente simple: tendrá que inventarse los otros ciento un cuentos. La musa será su visión de los otros tiempos. --Introducción de la reseña de Anthony Miranda

El nuevo libro de Emilio Del Carril, titulado En el reino de la Garúa (2013) resulta un texto algo sorprendente (y exitoso) dentro del escenario cuentístico puertorriqueño de los últimos años. Se trata de una presentación de cuentos sumamente breves o mini-relatos, género algo en boga en nuestra sociedad postmoderna tan dada a la rapidez y la presteza. Ya Juan Carlos Quintero ha incursionado en el cuento breve, con impresionante dominio escritural, en su libro Brevario (2002, publicado por Isla Negra). En el reino de la Garúa, Emilio Del Carril continúa, sin duda, impresionando a los amantes del la narrativa en general, y que ya traspasa los umbrales del relato minimalista y se acoge al camino incluso más corto de la mini-narración. Y el esfuerzo resulta tan ansioso que lo realiza como la garúa misma, una llovizna tan fina que casi ni se siente (pero que se acumula y resulta notable). --Introducción del ensayo del Dr. Luis
Felipe Díaz.

Sobre el Autor:

Escritor, profesor, gestor cultural y especialista en microficción. Actualmente es profesor de narrativa en la Maestría en Creación Literaria de la Universidad del Sagrado Corazón, en Santurce Puerto Rico. Se especializa en ofrecer talleres de microcuento, novela corta, memorias, autopublicación y cuento. (edelcarril@gmail.com)

domingo, noviembre 10, 2013

Libros para adolescentes

Por Juan Antonio Ramos para El Nuevo Día



Alos 20 años me inicié como maestro en la escuela secundaria Miguel Meléndez Muñoz del barrio La Aldea en Bayamón. Acepté sustituir por un semestre a la maestra de español, quien disfrutaba de una licencia por maternidad. El señor Martínez, director escolar, no me entregó ninguna guía, ni prontuario, ni bosquejo, ni nada. Me dijo que hiciera lo que pudiera y se encerró en su oficina.
Me metí en el almacén de la escuela y logré identificar un puñado de libros del año de las guácaras. ¿Cómo interesar a mis alumnos en la lectura sin contar con textos atrayentes? Hice una lista de cuentos y poemas que pondría a prueba con mis adolescentes. Necesitaba reproducir material didáctico, de manera urgente. El director me dijo que no había papel. Le dije que citaría a los padres de los muchachos para pedirles su apoyo económico. Se echó a reír. “¿Qué materiales necesitas? ”, me preguntó de mala gana. Le dije. “Déjame ver lo que hago”.

No sé cómo lo hizo, pero al día siguiente yo tenía materiales suficientes como para echar a andar mi proyecto de “alfabetización”. Me hice amigo de Rosita Quiñones y María Esther Jiménez, secretarias de la escuela, para que mecanografiaran textos literarios. Me acerqué a Luis Rodríguez, el técnico encargado de manejar el “ditto” y el equipo audiovisual, para que me diera una mano. No me defraudó. Así mis alumnos conocieron a José Luis González, Julia de Burgos, René Marqués, Luis Lloréns Torres, Pedro Juan Soto, María Teresa Babín, Luis Rafael Sánchez, y otros exponentes destacados de nuestras letras. Pude reunir quince o veinte ejemplares despedazados de “Terrazo” de Abelardo Díaz Alfaro, y comenzamos a leerlo en el mismo salón. A veces se juntaban tres estudiantes para leer aquellas páginas amarillentas. “Terrazo” fue la lectura que más disfrutaron mis alumnos.

La escasez de libros me obligó a la utilización de una práctica que jamás abandoné como maestro de escuela pública y como profesor universitario: la lectura en voz alta de trozos de textos, o de textos íntegros. Poemas, cuentos y fragmentos de novelas eran repartidos a distintos lectores. A veces un texto era leído por todo el grupo. Asignaba una oración por estudiante, de manera que la lectura comenzaba con el alumno sentado en el primer pupitre de la primera fila, y continuaba fila por fila hasta terminar la lectura del texto.
La otra estrategia pedagógica surgida de la necesidad fue la de dramatizar textos literarios. A través de estas representaciones escénicas los personajes cobraban vida, y el texto podía ser analizado desde otra perspectiva literaria. De aquí me surgió la idea de escribir una adaptación teatral de los tres cuentos de “Peyo Mercé” incluidos en “Terrazo”. No me resultó difícil repartir los personajes. La representación se ofreció a los estudiantes, padres y maestros.

Concluyó el semestre, y nunca más volví a ver a aquellos queridos muchachos, pues la maestra parturienta regresó a ocupar su puesto, y yo fui a parar a otra escuela.

Han pasado unos cuantos años de esto que les cuento, y tengo que reconocer que la situación del libro y la lectura en el presente, es muy distinta a la de mis años de formación como lector, como escritor y como profesor. Y es que enfrentamos serios retos en esta época de aceleradas y dramáticas transformaciones en el campo de la tecnología. Un hecho que amenaza con secuestrar la imaginación de nuestros jóvenes.
El mundo que rodea al adolescente de hoy día es de alarmante descomposición en todos los órdenes. El programa de español del Departamento de Educación debe incorporar libros cuyo contenido tenga pertinencia para los estudiantes. Deben ser lecturas en las que los muchachos puedan reconocerse en el lenguaje, en las situaciones descritas, en los personajes. Historias que los conmuevan, los diviertan y los inviten a la reflexión. Uno esperaría que la “ñoñera” literaria quedara fuera de este plan de trabajo. Pero las cosas no funcionan así.

Una amiga escritora me contó hace poco que varias editoriales están interesadas en proponer libros suyos al comité evaluador del programa de español. Le pidieron que “suavizara“ el lenguaje utilizado en algunos relatos pues podía resultar “ofensivo”.

Lo que ofende es que el editor haga una petición de esa naturaleza a un escritor. ¿Qué es lo que está detrás de todo esto? El billete. Todos sabemos que las editoriales se tiran al degüello con tal de guisar con el “Departamento”.

¿Les importará la calidad de los libros que someten? ¿Les preocupará que el joven muestre interés por la lectura? Dejemos que las editoriales contesten esas preguntas.

Y los funcionarios del “Departamento”, ¿qué pito tocan en todo este proceso de escoger lecturas apropiadas para los estudiantes puertorriqueños? Si partimos de las posturas que han asumido en el pasado, uno diría que conservar la posición que ocupan en la agencia parece ser más importante que la suerte que puedan correr nuestros candidatos a lectores. No respaldar la adquisición de libros controversiales que pongan en peligro sus habichuelas aparenta ser la consigna. Por eso las pantallitas electrónicas seguirán tragándose las pupilas y la mente de nuestros muchachos.


“La vida es el más profundo de los libros”, le oí decir en una ocasión a mi amigo “Peyo Mercé” hace muchos años, cuando daba inicio a mi larga relación con los adolescentes, primero como maestro y después como escritor. Fueron palabras sacadas de aquellos libros rotos que mis alumnos y yo rescatamos del olvido. Hoy resuenan junto a las que dijo el gran escritor argentino Jorge Luis Borges: “Sólo el libro es una extensión de la imaginación del hombre. Si los libros desaparecieran, desaparecería la historia y, seguramente, también desaparecería el hombre”.