martes, agosto 28, 2012
sábado, agosto 11, 2012
A ustedes y a Carlos Esteban Cana y sus Universos
Por Angelo Negrón
Leer a Carlos esta vez se siente diferente. Hasta hoy, siempre lo había leído en letras escritas por su puño en servilletas o en papeles sueltos carcomidos por el tiempo, en hojas impresas ocho y medio por once o en un monitor que exhibía alguna pagina WEB, a la llegada de uno de sus correos electrónicos o escuchados en su voz al leerlos él en alguna de las muchas tertulias que he disfrutado con los amigos de Taller Literario.
Después de leer los 31 relatos de Universos quiero decirle a mi estimable amigo que antes de comenzar a leer su libro decidí que iría seleccionando los microcuentos que más me gustaran para mencionárselo. Planifiqué escoger diez y cuando me di cuenta mi papel llevaba ya catorce títulos y todavía no finalizaba de leer; por lo que tuve que leerlo de nuevo para, por aquello de cumplir con el plan trazado, preferir sólo diez títulos. Fue una sensación muy rara: tachar algunos títulos muy a mi pesar, como si no hubiese podido cambiar de opinión y variar el número de elegidos…
Mis preferidos fueron: Con su bola roja, El cuarto, Cruzar, En relieve, Palabras, La Bicicleta en el Último sueño, Piezas de pan, Conversando con D.T., Espiral y De raíz. No platicaré de ellos pues hablan por sí mismos, además: Todo lo que uno lea tendrá el significado que uno le brindé. Con las palabras, como con todas las artes el significado estará en quien las aprecia. Es una conspiración constante con cada mente. El escritor dice lo que quiere, pero el lector interpreta y hace suya, a su manera y a sus ganas lo leído.
Leer a Carlos esta vez se siente diferente. Hasta hoy, siempre lo había leído en letras escritas por su puño en servilletas o en papeles sueltos carcomidos por el tiempo, en hojas impresas ocho y medio por once o en un monitor que exhibía alguna pagina WEB, a la llegada de uno de sus correos electrónicos o escuchados en su voz al leerlos él en alguna de las muchas tertulias que he disfrutado con los amigos de Taller Literario.
Hoy leí su libro. Sus letras están dentro
de una cubierta cuya imagen es obra de Mirela Momanu, una pintora y fotógrafa
Rumana que me deleita con su arte y su perspectiva de un mundo donde se
difumina el cielo estrellado con el paisaje terrenal y que me remite a esa
variada dosis que nos regala los misterios insondables de la naturaleza. Nótese
que es mi interpretación de la imagen, usted dele la suya, yo veo allí a un ser
humano cuya sombra o cuya imagen parece mirarle en un encuentro nada fortuito. La
autora de esta foto le dio por título Borde del universo y en su blog escribe
al pie de la foto: …caminar allí y ver la
luz de tu universo interior…
Precisamente es Universos el titulo
que ha dado este autor al libro editado y publicado por Isla Negra Editores cuyo interior es adornado, además de algunos mándalas,
con Un relevo, treinta microcuentos y una
súbita iluminación. Para alguien como Carlos Esteban, cuya trayectoria habla
mejor por los hechos que por lo que yo pueda decir, correspondería haber sido
fácil publicar. Este periodista cultural y motivador excelente, y exigente, de
la existencia de más letras en el país ha tardado mucho, diría yo, para ver parte
de su obra editada y presente en una librería. Él lo ha hecho adrede, eso me
consta, pues el quehacer literario en
Puerto Rico le pedía a gritos que publicara al tener en Carlos a un gestor cultural que más allá de su gigantesca
labor con la revista y colectivo Taller
Literario y su participación en revistas y periódicos nacionales como El Sótano 00931, Ciudad Seva, Narrativa
Puertorriqueña, Letras Salvajes, CulturA, Diálogo y El Nuevo Día, entre
otros, siempre ha sido solidario con todos, inclusive con aquellos que no
pertenecemos a la academia. Basta con sólo escribir en la barra de búsqueda de Yahoo el titulo de su boletín cibernético: "En Las Letras desde Puerto Rico" para
aprender, descubrir y disfrutar, valga la redundancia, de las múltiples entrevistas, ensayos y lo que tiene que decirnos. Después de leer los 31 relatos de Universos quiero decirle a mi estimable amigo que antes de comenzar a leer su libro decidí que iría seleccionando los microcuentos que más me gustaran para mencionárselo. Planifiqué escoger diez y cuando me di cuenta mi papel llevaba ya catorce títulos y todavía no finalizaba de leer; por lo que tuve que leerlo de nuevo para, por aquello de cumplir con el plan trazado, preferir sólo diez títulos. Fue una sensación muy rara: tachar algunos títulos muy a mi pesar, como si no hubiese podido cambiar de opinión y variar el número de elegidos…
Mis preferidos fueron: Con su bola roja, El cuarto, Cruzar, En relieve, Palabras, La Bicicleta en el Último sueño, Piezas de pan, Conversando con D.T., Espiral y De raíz. No platicaré de ellos pues hablan por sí mismos, además: Todo lo que uno lea tendrá el significado que uno le brindé. Con las palabras, como con todas las artes el significado estará en quien las aprecia. Es una conspiración constante con cada mente. El escritor dice lo que quiere, pero el lector interpreta y hace suya, a su manera y a sus ganas lo leído.
Obviamente preferiría haber
leído en estas páginas de Universos
los 154 microcuentos que permanecen en sus archivos, según menciona el autor en
las notas preliminares, y espero que nos proporcione el privilegio de
compilarlos en más publicaciones, después de todo, como el titulo de su libro
nos recuerda es infinito este quehacer de escribir como igual de perpetuo el privilegio
de leer.
Carlos mudó sus bártulos a Nueva York hace apenas unos días. Antes de irse me regaló su libro, luego le mencioné que el hogar de un escritor está en el corazón de quien lo lee y él, dando como siempre una enseñanza mayor me contestó que el hogar de un amigo esta en el corazón de sus amigos. Por esto y por más debo anunciar, estimado Carlos, que vivo seguro de estar entre las personas a quien dedicas tu libro… Gracias por ello.
Carlos mudó sus bártulos a Nueva York hace apenas unos días. Antes de irse me regaló su libro, luego le mencioné que el hogar de un escritor está en el corazón de quien lo lee y él, dando como siempre una enseñanza mayor me contestó que el hogar de un amigo esta en el corazón de sus amigos. Por esto y por más debo anunciar, estimado Carlos, que vivo seguro de estar entre las personas a quien dedicas tu libro… Gracias por ello.
sábado, agosto 04, 2012
Elementos
Por Angelo Negrón
Fuego:
El que sentiré en mi alma y mi piel cuando te haga mía. El calor es tanto que quema en las entrañas y se eleva mi parte vulnerable de sólo mirarte. El ímpetu tiene tanta proporción que las venas quieren lograr ebullición y juntarse al coro de pensamientos lujuriosos que me acompañan. El deseo de tocar tus pechos envueltos en brasas de placer y mi intención de poseer las mil formas y sabores de tu sexo encendido logran que se derrita el hielo milenario de mis frías y solitarias noches. Mi boca perdiéndose en la tuya y las chispas que despedirá nuestra piel capaz de encender el gigantesco carbón del amor de un solo amague. Nosotros somos aves fénix, capaces de morir y renacer en vivo fuego, en candela de pasiones, ven ahora y quémame con tus gemidos; calcíname con tus besos, incinérame con la llama de tu amor...
Tierra:
Tú acostada, yo a tu lado, estudiando las dimensiones de tu cuerpo, buscando en cada promontorio, en cada isla el supuesto continente perdido que me dará sustento. En ti sembraré la simiente y cosecharé pasiones. Me deleitaré con cada uno de tus puntos cardinales. Me mudaré seguido. Por tiempos viviré en tu norte, por momentos en tu sur y siempre tendré mi vida en el meridiano de tu piel. Misma que no acabo de descubrir completa pues en mi ardua colonización termino por perderme en tu mirada apasionada, equivalente a la dueña de todo mi ser. Por ti se hace polémica la duda: ¿Quién, si no yo, debe ser el dueño del lugar donde nos amaremos sin medida? Sí, soy inmigrante en tu cuerpo, pero garantizo que llegué para quedarme. Excavaré hasta profundizar en las ansias que te llevan a desear ser poseída... Que te llevan a dictaminar que se busque entre tu piel las riquezas ocultas que guardas por experiencias pasadas y por codicia de amar... Cultivaré apetito en tu rasurada oquedad. Comeré de los frutos que me brindan tus adentros y como volcán que derrama su lava derretida crearé nuevas razones para que me ames más...
Agua:
Torrente que acompañará a tu verticalidad antes, durante y después de recibir la pasión que me envuelve. La saturación no es sólo tuya, también es mía. Confundida, nuestra lluvia placentera descenderá acoplada a las paredes de tu intimidad como catarata que es regalo de las entrañas de la mujer que más he amado. Hembra dispuesta a comportarse celestialmente y que juega con el hecho de saberse naturaleza dispuesta a socorrerme. Me lanzarás a la playa donde, al amarnos, dejaremos de ser plurales para convertirnos en singular. Con besos mojados y lengua poseedora aparecerá el sol a la hora del cíclico acontecer de dejar de ser agua para convertirse en nube. Luego se transformará, otra vez, en el liquido de vida que calma mi sed. Inúndame con tu sabia. Mi vida necesita dejar de ser árida ante la ilusión de que una mordedura tuya llegue a los poros de mi piel reseca y a mi porción erguida en espera persistente. Cual búsqueda constante del rocío que hábilmente ha permanecido sellado por la inquietante forma de labios vaginales y que conservas para mí, en un molde húmedo y caluroso. Estás a la espera del asalto de mi lengua o de la dilatación de mi extremidad que, llena de terminaciones nerviosas, sólo desea sumergirse en tu humedad. Seré barca o pez, no importa. Seré lo que tú quieras que sea sólo por bucear en tus siete mares. Sólo por aprender a bailar la danza de tus olas. Encallaré en tus arrecifes y coexistiré paciente ante la espera de tu marejada. Serás gotas de lluvia que bajando de la montaña llegarán al mar de mis placeres. Y en el océano de tus protuberancias, mismas que deseo acariciar sin mesura, sobreviviré a la soledad...
Aire:
Espacio en que amarse será fácil. El viento azotará nuestros cuerpos de manera sublime y la ley de gravedad nos ayudará en nuestro intento de amarnos. Y es que dicha ley exige que tu cuerpo aunque suba tenga que bajar. Conveniente será esta ordenanza. Buscaré que subas y bajes en movimiento constante para darte y darme placer libre y decisivo. Nuestra respiración a veces agitada, a veces pausada, sólo será el anuncio de los sentimientos antes ocultos y de fantasías logradas. Los suspiros serán elocuentes formas de atraer paz a la caída de un imperio que lograste erigir para luego derrumbarlo con las sacudidas persistentes de tu sexo encendido. Justo después de lograr derrocarlo volverás a constituirlo con la excusa de terminar verlo consumido en el movimiento zigzagueante de tu boca. Definitivamente Dios creó a Adán cuando depositó aire sobre el barro, pero a mí me has creado tú. Cuando anhelé por vez primera que el suspiro de tus ojos me envolviera y que tu lengua fuera mía en la esencia de besos huracanados, en las ventiscas, en los envoltorios de tus pechos... Es que también para mí guardaste una manzana. Me la ofreciste en el momento preciso, justo cuando tus vientos se encargaron de derrumbar el árbol, justo cuando olvidaste al hombre nacido del barro... Ser nuevo en tus ganas, creado a tu perfil y parecido, creado por ti, diosa que piensa que ha sido expulsada del paraíso donde yo mismo te llevaré cuando nuestros cuerpos estén en posición horizontal. Desalojada sólo por sustraer dos manzanas y por demoler el manzanero al que no se te permitió subir. De allí te transformarías en brisa, en aura o lo que es más, desde allí podrías haberme visto antes, en el principio de los tiempos, cuando se determinó que yo soy el alma que es gemela contigo...
...Juntos...
Inhalaremos ansias. Exhalaremos pasiones hasta que en loco desvarío peleemos contra los molinos de la saciedad. Incluso cuando insaciables nos percatemos de que el amor es perpetuo y que se renueva, una y otra vez, más allá de nuestros cuerpos. En el cántico de nuestros ancestrales besos. En recurrentes caricias que añoran ser puestas de nuevo en uso y diseminadas entre el pelo y los dedos de los pies, entre derecha e izquierda y sobre todo en el clítoris hermoso de tu floral belleza añadiéndole el aguijón constante de esta abeja que soy y que sólo se alimenta del polen de tu pasión.
Tú:
Eres el quinto elemento. Ese que busqué en pieles ajenas, en almas equivocadas, en el sinnúmero de pasiones vanas y en la fornicación desvergonzada de mi cuerpo. Eres fuego que quema, tierra que entrega simiente, agua que calma mi sed de pasiones y aire que arruma con su caricia mis instintos más románticos.
... En ti reposan todos los elementos unidos. Eres un alma que tiene el privilegio de convertirse en piel y no sólo transgredir las leyes de la física, sino también derrocar los muros que puedan existir en mi vida vacía. Ven y lléname con tus ansias de combatir la soledad que te quebranta. Hazme el amor, una y otra vez. Conviérteme en tu quinto elemento, complementémonos en ese hermoso vaivén que es el amarse. Colmémonos de caricias, de besos y abrazos. Seamos uno, volvamos a empezar. Con las ansias que nos rodean podemos lograr que tenga sentido la extracción de la costilla de mi antepasado para que fueras habitante en el paraíso y que allí me esperases para asistir juntos frente a la fogata o al volcán, delante de la montaña o a las islas, frente al mar o a la cascada o dentro del huracán de nuestro apetito de lujurias donde podremos escuchar en sinnúmero de ocasiones el te amo que saldrá de nuestros labios y que obligados estamos predestinados a escuchar...
Estruja en mi rostro la caricia de un beso. Defiéndeme del aislamiento y de la locura de saberme el soñador de sueños aplazados a la espera de tus caricias. Conviérteme a la devoción de admirarte cada vez más, de saberme perdido entre el fuego, tierra, agua y aire que representa tu alma...
¿Quinto elemento?
Eres eso y más...
Fuego:
El que sentiré en mi alma y mi piel cuando te haga mía. El calor es tanto que quema en las entrañas y se eleva mi parte vulnerable de sólo mirarte. El ímpetu tiene tanta proporción que las venas quieren lograr ebullición y juntarse al coro de pensamientos lujuriosos que me acompañan. El deseo de tocar tus pechos envueltos en brasas de placer y mi intención de poseer las mil formas y sabores de tu sexo encendido logran que se derrita el hielo milenario de mis frías y solitarias noches. Mi boca perdiéndose en la tuya y las chispas que despedirá nuestra piel capaz de encender el gigantesco carbón del amor de un solo amague. Nosotros somos aves fénix, capaces de morir y renacer en vivo fuego, en candela de pasiones, ven ahora y quémame con tus gemidos; calcíname con tus besos, incinérame con la llama de tu amor...
Tierra:
Tú acostada, yo a tu lado, estudiando las dimensiones de tu cuerpo, buscando en cada promontorio, en cada isla el supuesto continente perdido que me dará sustento. En ti sembraré la simiente y cosecharé pasiones. Me deleitaré con cada uno de tus puntos cardinales. Me mudaré seguido. Por tiempos viviré en tu norte, por momentos en tu sur y siempre tendré mi vida en el meridiano de tu piel. Misma que no acabo de descubrir completa pues en mi ardua colonización termino por perderme en tu mirada apasionada, equivalente a la dueña de todo mi ser. Por ti se hace polémica la duda: ¿Quién, si no yo, debe ser el dueño del lugar donde nos amaremos sin medida? Sí, soy inmigrante en tu cuerpo, pero garantizo que llegué para quedarme. Excavaré hasta profundizar en las ansias que te llevan a desear ser poseída... Que te llevan a dictaminar que se busque entre tu piel las riquezas ocultas que guardas por experiencias pasadas y por codicia de amar... Cultivaré apetito en tu rasurada oquedad. Comeré de los frutos que me brindan tus adentros y como volcán que derrama su lava derretida crearé nuevas razones para que me ames más...
Agua:
Torrente que acompañará a tu verticalidad antes, durante y después de recibir la pasión que me envuelve. La saturación no es sólo tuya, también es mía. Confundida, nuestra lluvia placentera descenderá acoplada a las paredes de tu intimidad como catarata que es regalo de las entrañas de la mujer que más he amado. Hembra dispuesta a comportarse celestialmente y que juega con el hecho de saberse naturaleza dispuesta a socorrerme. Me lanzarás a la playa donde, al amarnos, dejaremos de ser plurales para convertirnos en singular. Con besos mojados y lengua poseedora aparecerá el sol a la hora del cíclico acontecer de dejar de ser agua para convertirse en nube. Luego se transformará, otra vez, en el liquido de vida que calma mi sed. Inúndame con tu sabia. Mi vida necesita dejar de ser árida ante la ilusión de que una mordedura tuya llegue a los poros de mi piel reseca y a mi porción erguida en espera persistente. Cual búsqueda constante del rocío que hábilmente ha permanecido sellado por la inquietante forma de labios vaginales y que conservas para mí, en un molde húmedo y caluroso. Estás a la espera del asalto de mi lengua o de la dilatación de mi extremidad que, llena de terminaciones nerviosas, sólo desea sumergirse en tu humedad. Seré barca o pez, no importa. Seré lo que tú quieras que sea sólo por bucear en tus siete mares. Sólo por aprender a bailar la danza de tus olas. Encallaré en tus arrecifes y coexistiré paciente ante la espera de tu marejada. Serás gotas de lluvia que bajando de la montaña llegarán al mar de mis placeres. Y en el océano de tus protuberancias, mismas que deseo acariciar sin mesura, sobreviviré a la soledad...
Aire:
Espacio en que amarse será fácil. El viento azotará nuestros cuerpos de manera sublime y la ley de gravedad nos ayudará en nuestro intento de amarnos. Y es que dicha ley exige que tu cuerpo aunque suba tenga que bajar. Conveniente será esta ordenanza. Buscaré que subas y bajes en movimiento constante para darte y darme placer libre y decisivo. Nuestra respiración a veces agitada, a veces pausada, sólo será el anuncio de los sentimientos antes ocultos y de fantasías logradas. Los suspiros serán elocuentes formas de atraer paz a la caída de un imperio que lograste erigir para luego derrumbarlo con las sacudidas persistentes de tu sexo encendido. Justo después de lograr derrocarlo volverás a constituirlo con la excusa de terminar verlo consumido en el movimiento zigzagueante de tu boca. Definitivamente Dios creó a Adán cuando depositó aire sobre el barro, pero a mí me has creado tú. Cuando anhelé por vez primera que el suspiro de tus ojos me envolviera y que tu lengua fuera mía en la esencia de besos huracanados, en las ventiscas, en los envoltorios de tus pechos... Es que también para mí guardaste una manzana. Me la ofreciste en el momento preciso, justo cuando tus vientos se encargaron de derrumbar el árbol, justo cuando olvidaste al hombre nacido del barro... Ser nuevo en tus ganas, creado a tu perfil y parecido, creado por ti, diosa que piensa que ha sido expulsada del paraíso donde yo mismo te llevaré cuando nuestros cuerpos estén en posición horizontal. Desalojada sólo por sustraer dos manzanas y por demoler el manzanero al que no se te permitió subir. De allí te transformarías en brisa, en aura o lo que es más, desde allí podrías haberme visto antes, en el principio de los tiempos, cuando se determinó que yo soy el alma que es gemela contigo...
...Juntos...
Inhalaremos ansias. Exhalaremos pasiones hasta que en loco desvarío peleemos contra los molinos de la saciedad. Incluso cuando insaciables nos percatemos de que el amor es perpetuo y que se renueva, una y otra vez, más allá de nuestros cuerpos. En el cántico de nuestros ancestrales besos. En recurrentes caricias que añoran ser puestas de nuevo en uso y diseminadas entre el pelo y los dedos de los pies, entre derecha e izquierda y sobre todo en el clítoris hermoso de tu floral belleza añadiéndole el aguijón constante de esta abeja que soy y que sólo se alimenta del polen de tu pasión.
Tú:
Eres el quinto elemento. Ese que busqué en pieles ajenas, en almas equivocadas, en el sinnúmero de pasiones vanas y en la fornicación desvergonzada de mi cuerpo. Eres fuego que quema, tierra que entrega simiente, agua que calma mi sed de pasiones y aire que arruma con su caricia mis instintos más románticos.
... En ti reposan todos los elementos unidos. Eres un alma que tiene el privilegio de convertirse en piel y no sólo transgredir las leyes de la física, sino también derrocar los muros que puedan existir en mi vida vacía. Ven y lléname con tus ansias de combatir la soledad que te quebranta. Hazme el amor, una y otra vez. Conviérteme en tu quinto elemento, complementémonos en ese hermoso vaivén que es el amarse. Colmémonos de caricias, de besos y abrazos. Seamos uno, volvamos a empezar. Con las ansias que nos rodean podemos lograr que tenga sentido la extracción de la costilla de mi antepasado para que fueras habitante en el paraíso y que allí me esperases para asistir juntos frente a la fogata o al volcán, delante de la montaña o a las islas, frente al mar o a la cascada o dentro del huracán de nuestro apetito de lujurias donde podremos escuchar en sinnúmero de ocasiones el te amo que saldrá de nuestros labios y que obligados estamos predestinados a escuchar...
Estruja en mi rostro la caricia de un beso. Defiéndeme del aislamiento y de la locura de saberme el soñador de sueños aplazados a la espera de tus caricias. Conviérteme a la devoción de admirarte cada vez más, de saberme perdido entre el fuego, tierra, agua y aire que representa tu alma...
¿Quinto elemento?
Eres eso y más...