jueves, diciembre 07, 2006

Divagando...

Por Angelo Negrón

— El amor nos enternece a tal grado de no necesitar nada más que no sea el beso o las caricias de ese ser que nos envuelve en la pasión más pura. Nos conmueve en el éxtasis increíblemente hermoso de la ternura sin igual de dos cuerpos entregándose a la tarea de ser uno. Cuando eso sucede debo gritar sin miramientos los sentimientos que guardados en el corazón sólo desean estar siempre pensando de igual manera. Es que los recuerdos guardados en mi memoria me traicionan a cada momento. Veo tu cuerpo sobre el mío en la danza sin igual de las olas y la desesperación de no verte me contrae el pecho. El hormigueo me envuelve en sensaciones desprovistas de tus labios. Por eso, en esta noche fría, luego de haber vivido en las fronteras tridimensionales de tu cuerpo, te extraño más que nunca. Te deseo como jamás pensé desear algo o alguien. Si al menos escuchara tu voz. ¿Sabes? Tan sólo sentir tu cabello rozar mi rostro me enloquece. Ver tus ojos me apasiona llevándome al punto mayor de excitación. Transportándome a rendirme sin derecho a replicar y a decir otra cosa que no sea tu nombre una y otra vez. Así que: ven, regresa a mí, abrázame como si fuera la vez primera, como si fuera la última vez. Reconozco que Dios en su misericordia no me dejara morir de amor. Él está en estos momentos bendiciendo con alegría este sentimiento tan puro y tan humano. ¿Acaso no sabe él en su divina grandeza que eres mi otra parte? ¿Acaso olvidó que eres un ángel de alas grandes destinada a convertirme en lo que soy realmente? No. Él está de acuerdo, sino ¿por qué permitir todo este descubrirnos constante? ¿Te admiro? Sí. Definitivamente sí. Has hecho que entienda. También soy un ángel. De tus enseñanzas se desprende. He aprendido lo suficiente como para alcanzar algunos escalones que estén más cerca a la entrada de nuestra próxima vida. Sin temor me atrevo a decirte que estaremos juntos siempre, tú y yo, juntos en el futuro que nos depara nuestro mundo inconcluso, nuestro cielo inmediato. ¿Cómo lo sé? Es fácil reconocerlo. Sé que sabes la respuesta. Sólo me preguntas para probarme. Aún así, te contestaré ahora mismo.

Cuando me llevas al cielo, que es a cada momento en el que estoy a tu lado, identifico el árbol en medio de tu mente paraíso. Me voy encaramando en él. Pruebo el néctar de tu sabor. Sé que puedo regresar sin sentirme pecador a pesar de haber saboreado más de una manzana, a pesar de no querer regresar al mundo terrenal del que me has salvado. Luego en plenitud de soledad recuerdo cuánto he vivido a lo largo de mi vida. Redescubro a cada instante lo amargo de no haberte tenido desde los comienzos de mi pasado lejano. Cuando, en la búsqueda de tus besos y en la necesidad de descubrir tu cuerpo, creí equivocadamente amar a alguien más. Dejando grabado en cada piel poseída la firma o la huella de una colonización inconclusa.

...Y me encontraste. ¡Enhorabuena! Alma gemela de ojos hermosos que un día me descubriste en la soledad de un cuarto lleno de gente que hablaban temas triviales. Me salvaste para demostrarme cuanto puede amarse a través de las palabras, de la distancia, de un beso y de la entrega de la pasión. Me hiciste descubrir también como dos cuerpos pueden al unísono perderse en el luminoso mundo del placer. Ven e ilumíname nuevamente. Deseo saciar mi vida de ti. Seducirte al grado de que puedas ver, en este simple mortal al que ayudaste a ser un ángel, alguien que fue creado para ti...

Sonríe. Siempre sonríe. Con lo que has logrado no hay espacio en este momento en tu rostro para una sonrisa al revés. Mira que la felicidad que acompaña mi ser es tanta, gracias a ti, que podría con ella salvar a más de un planeta si se me escogiera para tal misión. Si bastasen mis plegarias para que tu felicidad fuera eterna; creo firmemente que serias feliz por siempre. Así que en esta oración que ahora elevo le pido al divino creador que te bendiga siempre y que vuelva a bendecir nuestro amor.

Refúgiate en mí. Concentra tu mirada en mi ser. Sigue con el maravilloso hechizo que has logrado para mi vida. Es un encanto poderoso el de tu pasión. Recuerda que necesito seguir siendo un naufrago que descubre tus pechos y los confunde con las islas por colonizar. Desde allí reconoce que puede llegar a la humedad que lo salvara cada vez que llegue al rincón de tu placer. Una vez más; gracias por entrar en mi vida.


Al terminar de leer estas palabras en voz alta sus ojos estaban bañados en lágrimas. Miró hacia todos lados como buscando pensamientos nuevos en otros lugares lejanos y fuera de su mente. Los encontró en donde se supone buscara primero: en su alma y en el recuerdo. Prosiguió hablándole a su amada:

—“Escondí estas palabras. Jamás te las leí antes. Estoy arrepentido de ello. Debí decírtelas desde que comencé a escribirlas. Además de este escrito, tengo otros. Los suficientes como para haber salvado lo nuestro. Ahora me parece una estupidez no habértelos entregado o leído. Ahora es tarde. Has dejado de amarme y yo no he dejado de amarte ni un sólo instante. Es tan sólo que nunca me atreví hablarte de esta manera. Si me lo permites volveré cada vez a leértelos. Esta necesidad de que me escuches es genuina. Posiblemente pierdo mi tiempo. Tal vez te apiades de mí y logres de alguna manera perdonarme por todo lo que te hice pasar. Sí. Reconozco que debí hacerlo mucho antes. Cuando lo necesitaste. Existieron tantas veces. Como aquella en que fuimos a aquel retiro para salvar lo nuestro y yo sólo atine a maldecir cada instante de tu compañía. A criticar cada charla como si no fueran dirigidas a salvarme de perderte. Tú, aún así, seguiste luchando por que tuviera sentido nuestra relación. O en aquel momento en que estábamos de vacaciones y me dediqué a beber licor en vez de compartir contigo el romanticismo que te embargaba por aquellos hermosos atardeceres. ¿Y qué me dices de cuando estabas embarazada de nuestro primer bebe? ¡OH Dios! Sé que te fallé vida mía. Tantas veces que ahora recordarlas me causan gran dolor. No te pido que comprendas algo que yo mismo no entiendo. A ti te derrumbaban cada una de mis acciones y volvías como ave fénix a retomar el vuelo. No importó las veces que te ignoré. Las veces que, en lugar de ser un romántico contigo como en verdad soy, sólo atiné a llevar mis palabras a un papel y esconderlos donde no los encontraras. ¿Por qué? Ya sabes que no lo sé. Lo peor de todo es que nunca lo sabré. Si sé que en tu misericordia de enamorada me perdonaste en más de una ocasión pues: ¿Cómo explicar todo ese tiempo que estuviste conmigo a pesar de mi actitud? No pienses que estoy recriminándote el que te hayas ido. Lo entiendo completamente. Fui precisamente yo quien te empujó a hacerlo. Más bien, me recrimino a mí mismo. Debí darme por completo y no lo hice. Si pudieras regresar conmigo. Te daría todo lo que soy en este instante. Es tarde, lo sé, ¿Por qué te esmeras en recordármelo? ¡OH! Perdóname ya estoy gritándote de nuevo. Jamás debí gritarte y menos sin razón. Como todas aquellas veces en que no estaba de acuerdo o simplemente no quería estarlo con tu manera de pensar y terminaba gritándote mi incomprensión. Incluso tantas palabras malsonantes que no debiste escuchar de mí nunca. Siempre has sido inteligente para estas cosas. Comprenderás de qué te hablo cuando sólo me resta decirte que te amo. Esperaré lo necesario para que me perdones y pueda demostrarte que cambié, que en verdad, cambié. Espero que tú puedas amarme aún. A pesar de todos los momentos amargos que te hice pasar. Fueron suficientes como para que te fueras de mi lado y a los brazos de otro hombre. ¡Que ignorante fui! Pensé que eras exclusiva para mí. Que no habría alguien que pudiese enamorarte llenándote de palabras que yo no utilicé cuando era debido. Dándote verdadero amor. En ese momento fue cuando más me necesitabas. Si al menos hubiese utilizado las miles de palabras que lo que sentía por ti me hicieron escribir en lugar de dejarlas guardadas en el baúl de mi auto y engavetadas en mi corazón. Debieron salir de mi garganta y no de la boca de un intruso. No... No creas que te guardo rencor. Ni siquiera le guardo rencor a quien te llevó consigo. ¿Qué culpa tuvo de ver en ti lo que yo no reconocí en tantos años? Si debo ser sincero: La verdad es que ninguna...

Debo irme. Aquí te dejaré este escrito. Perdona si la tinta está algo corrida. Fueron mis lágrimas. Hace tanto tiempo que no los leía que hoy, mientras lo hacía, no pude evitar llorar. No sé si me escuchaste. Imagino que es lo menos que quieres hacer. Los dejo aquí para que los leas. Volveré cada vez a leerte con la esperanza de que me perdones y podamos volver a compartir. Porque de algo estoy seguro. Yo soy tu alma gemela. Y vuelvo a mencionarte que reconozco que es algo tarde. Ya abandonaste el mundo terrenal. Sé que las hojas son tu techo y el cielo tu hogar. Y ante esta lápida de mármol gris, con la que nuestros hijos decidieron adornar el recinto de tu cuerpo, oraré por que me perdones de nuevo. Espero me permitas ser lo que nunca fui y debí haber sido...

Tomando su bastón el anciano se levantó de la banqueta frente a la tumba gris de su amada. Se colocó el sombrero al salir del campo santo. Se perdió entre miles de transeúntes que, como pensó, en ese instante estaban perdiendo la oportunidad de pedir perdón, abrazar al ser que aman o simplemente dejar escapar de sus almas los sentimientos que procuramos esconder innecesariamente.

Ella le escuchó en todo momento. No sabía que en el lugar dónde se encontraba se podía llorar hasta ese instante en el que sintió lágrimas rodando por sus mejillas.

—“Amado mío” — dijo mientras acariciaba los papeles sobre su tumba y el viejo tomaba su bastón —“Tienes razón, ya es tarde, si al menos hubiese sabido que esas palabras iban dirigidas a mí y no a otra mujer. Sin que lo supieras, yo las leí: Miles de palabras que jamás brotaron de tu boca. Pensé que se las escribiste a alguien más. Cometí el error de callar y no preguntarte al asumir que era así. Por eso cuando llegó alguien que me valorizó me sentí atraída por su amor. Nunca dejé de amarte. Yo también sé que eres mi alma gemela. No sólo te esperaré por siempre sino que te acompañaré, cariño mío”.

Diciendo esto se transformó en viento y fue al encuentro del viejo para acariciarle el rostro y el alma como pudiese...

6 comentarios:

  1. ..Ño! que bueno! Me hiciste llorar ( eso es buena señal!). Espero que nunca se nos haga tarde para decirle a los que respetamos, queremos y amamos lo importante que son en nuestras vidas.

    Aprovecho para decirtelo Angelo, te respeto y admiro muchísimo. Tus palabras calan hondo en esta alma que ha sido herida y como ave fénix retoma sus cenizas para reinventarse. Gracias a tí, hermano en letras, tengo fe en que aún existe gente noble.

    Saludos desde el sur de nuestra isla!

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  2. Angelo, que fuerte, que letras que transmiten un sentimiento tan profundo. Concuerdo con Yiara, "Tus palabras calan hondo."

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  3. Yiara: El respeto y admiración es mutuo; tu poesía vuela y hace volar.
    ¡Tu tristeza me alegra! Y es que significa lo temprano que siempre se esta en los linderos del amor. El reinventarse es, no sólo, para aquellos que tienen el alma herida también es para los que disfrutan del amor aún. Siempre terminamos dando por hecho lo que debe renacer con cada despertar y sentimos que la persona que esta a nuestro lado es nuestra cuando lo mas importante es que es libre y en su libertad nos ha escogido; ahí esta la grandeza del amor. En que podemos escoger con quien ser felices. Continua reinventándote y mientras sigue deleitándonos con tus letras.

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  4. ¡Yolanda! Letras fuertes para almas fuertes. Transcribir como puede ser el futuro de alguien que no ha sabido valorizar al ser que ama fue una atractiva experiencia y espero me sirva de auto ayuda. Si ayudan estas palabras a alguien más, al menos moviendo fibras del corazón, entonces reconozco que el camino recorrido es hermoso y el que estoy por recorrer será ideal. Reinventarme, eso quiero.

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  5. Tu sensibilidad es magestuosa, compite en buena lid con tu gran calidad de escritor, esa es la llave... Es un escrito muy muy hermoso.
    Recibe mi cariño, un abrazo y mis deseos de un año 2007 cargado de más amor, salud y magia, siempre la palabra a tu lado

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  6. Gracias Ana Maria. No sabes cuanto quiero que tus deseos se conviertan en realidad perpetua. Y que el 2007 siga el curso de todas esas cosas buenas que te están pasando. ¡Eres grande! ¡Y lo serás más aún!

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