Por Angelo Negrón
La luz brillaba intermitente y el cuarto rey mago lucia desorientado del todo. Maldijo no haber comido nada en todo el día y sus palabras, dichas de manera entrecortada, fueron acompañadas de saliva demás. El mareo, tercero de esa noche, había sido decorado con el vómito que sobre su traje simulaba yemas de huevo. Se acordó de sus compañeros, la fiesta y las bebidas. Melchor y Baltasar bebían vino. Gaspar; ¿Qué había tomado Gaspar?
Los recuerdos se agolpaban. Casi se va a los puños con Gaspar. La discusión había tenido que ver con un pesebre, algo de incienso y un niño o... ¿era niña? Metió las manos y hurgó en los bolsillos. Del izquierdo sacó varias joyas que al mirarlas, lo más fijo que pudo, hacían rebotar la luminosidad intermitente convirtiéndola en hilillos de luz. Cayó al suelo arrodillado. Le resultó raro que sus piernas adormecidas no sintieran dolor a la altura de las rodillas, aunque si lo apreció en las palmas de las manos. Lloró por un rato extenso. Los otros dos reyes magos lo habían rechazado porque, según ellos, él estaba muy borracho.
— ¡Malditos! — dijo — no vieron lo que yo.
La rabia le dio nuevos bríos. Se incorporó como pudo. La promesa de vengar la afrenta se mezcló con el alto volumen de alcohol en la sangre y que le bullía en el cerebro. Gaspar se las pagaría.
— No merece llevar la vestidura de Rey Mago — se dijo convencido y casi se muerde la lengua.
Todos — caviló — debían estar al tanto. Les pediría que averiguaran lo que hacia la mano del insigne Rey en el interior del pantalón de aquel niño que sostenía un obsequio. Rememoró la mirada asustada del niño. Subió a su vehículo y aceleró al máximo. El semáforo intermitente fue testigo del dilema del rey y el volante cuya curva no serpenteó. EL cuarto Rey Mago fue a estrellarse contra una pared de cemento. Se mató en el acto. Murió con las ganas de que Gaspar desistiera de concederle regalos a aquel niño y a sabe Dios cuantos más.
La luz brillaba intermitente y el cuarto rey mago lucia desorientado del todo. Maldijo no haber comido nada en todo el día y sus palabras, dichas de manera entrecortada, fueron acompañadas de saliva demás. El mareo, tercero de esa noche, había sido decorado con el vómito que sobre su traje simulaba yemas de huevo. Se acordó de sus compañeros, la fiesta y las bebidas. Melchor y Baltasar bebían vino. Gaspar; ¿Qué había tomado Gaspar?
Los recuerdos se agolpaban. Casi se va a los puños con Gaspar. La discusión había tenido que ver con un pesebre, algo de incienso y un niño o... ¿era niña? Metió las manos y hurgó en los bolsillos. Del izquierdo sacó varias joyas que al mirarlas, lo más fijo que pudo, hacían rebotar la luminosidad intermitente convirtiéndola en hilillos de luz. Cayó al suelo arrodillado. Le resultó raro que sus piernas adormecidas no sintieran dolor a la altura de las rodillas, aunque si lo apreció en las palmas de las manos. Lloró por un rato extenso. Los otros dos reyes magos lo habían rechazado porque, según ellos, él estaba muy borracho.
— ¡Malditos! — dijo — no vieron lo que yo.
La rabia le dio nuevos bríos. Se incorporó como pudo. La promesa de vengar la afrenta se mezcló con el alto volumen de alcohol en la sangre y que le bullía en el cerebro. Gaspar se las pagaría.
— No merece llevar la vestidura de Rey Mago — se dijo convencido y casi se muerde la lengua.
Todos — caviló — debían estar al tanto. Les pediría que averiguaran lo que hacia la mano del insigne Rey en el interior del pantalón de aquel niño que sostenía un obsequio. Rememoró la mirada asustada del niño. Subió a su vehículo y aceleró al máximo. El semáforo intermitente fue testigo del dilema del rey y el volante cuya curva no serpenteó. EL cuarto Rey Mago fue a estrellarse contra una pared de cemento. Se mató en el acto. Murió con las ganas de que Gaspar desistiera de concederle regalos a aquel niño y a sabe Dios cuantos más.
Un cuento con dolor de alma. Entre la ternura y la rabia nace tu relato.
ResponderBorrarEsperemos un 2007 más positivos, amor para los niños, protegerlos siempre...
Y como dice el refrán el hábito no hace al monge.
Angelo, recibe un abrazo cariñoso y que sigas pariendo creatividad.
Bueno... no tengo muy en claro porque escribo estas líneas. Supongo que si usted se tomó el trabajo de escribir y yo de leer, no está de más dejar constancia que alguién más que Ana María Fuster (a quien tampoco tengo el gusto de conocer) pasó por aquí.
ResponderBorrarSalud
Vaya, vaya...éste me dejó pensando. Luego te escribo más. Por ahora te envío a tí y tu familia un abrazo enorme y deseos de mucha felicidad para este año!!
ResponderBorrarAngel, luego de lecturas y silencios, hoy debo teclear... la brevedad del relato me asalta, asi intentamos olvidar situaciones como las que aqui se exponen; el relato en si, ha dejado un sabor amargo en mi boca pues me pregunto, cuantos han querido hacer o lograr justicia y alguna pared de cemento les ha crecido justo en frente. Hay que ver el poder que tienen las coronas de hoy dia.
ResponderBorrarUn arazo de letras.
A.
Así es Ana. Me impactó la noticia del individuo que en el pueblo de Juana Díaz se disfrazaba de rey mago representando un símbolo tan grandioso, pero a su vez, en su diario personal, violaba al hijo de su hijastro.
ResponderBorrarRezo por que tus buenos deseos se desplieguen en la atmósfera haciéndose realidad a cada momento. Un abrazo.
Anónimo; te invito a conocer a Ana Maria y sus Bocetos de una Ciudad Silente, será espectacular y gratificante tu visita. Gracias por dejar tu huella por aquí.
Yiara; Gracias y ¡Felicidades! Esta es tu casa.
A.T.V. ¡Exacto! ¿Cuanto poder tendrá esa corona sobre ese niño que durante años fue abusado? ¿Y cuantas veces vemos una pared de cemento donde no las hay? Chocamos contra ellas en cuanto nos quedamos callados. Callados ante alguna injusticia. Tu sensibilidad ante el escrito me grita que hay esperanza.
Gracias por tu visita. Un abrazo.
Fuerte... y lo peor es ese sabor de saberlo tan poco ficción...
ResponderBorrarYolanda: El sabor que deja este tipo de acontecimiento nos obliga a dar la voz de alarma. Hay que gritar fuerte. Hacerlo en nombre de los niños que pueden estar expuestos a tanta maldad y que, sin embargo, muchas veces confiamos su cuidado a quien menos debemos.
ResponderBorrarIniciativas como “Desde la tierra de los niños” de Ana Maria Fuster o entregas como “Momentáneamente” de Carlos Esteban Cana, (Ambas contempladas en el Blog de Ana María Fuster), nos recuerdan que existen posibilidades de un mundo mejor. Sigamos gritando; alguien escuchara…
Un abrazo
Felicitaciones. Muy intersante tu página, la cual confieso la encontré de casualidad. Comparto la misma afinidad por la lectura y por supuesto por Star Wars. Te invito a mi blog, Prisma Digital (http://radatoro.wordpress.com) y si me lo permites resño tu blog y lo añado amis enlaces.
ResponderBorrarBienvenido a este confesionario. Gracias por tu cortesía.
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