miércoles, agosto 03, 2005

Presentimiento

Por Angelo Negrón

Apagaré el radio. En este momento se obstina en canciones tristes. Necesito estar concentrado en pensarla obviando que algún día declinará ser mía o que, tal vez, nunca lo ha sido. La felicidad debe estar presente para que no exista ningún derrumbe en mis adentros. El rompecabezas que representa tal paisaje aún no esta terminado; faltan piezas por colocar. Es obvio que hemos estado, cada cual por su lado, sacando algunas fichas que logren aplazar la pieza final que hará que se contemple la fotografía concluyente. Tal imagen se convertirá en algún presentimiento peor a este o sabremos lo que significan los sueños compartidos y los lazos de la vida. Los extremos del amor ¿Cuáles son? ¿Existen? Preguntas y más preguntas. Nacen de los latidos de un corazón real que lucha por convertirse en imaginario. ¿Cómo olvidarla? Mi vida tiene como pedestal la alucinación desquiciada de haberla visto desnuda. Conozco el sabor de sus labios y de su piel. Sus palabras convencen aún sin haberlas pronunciado pues todo esta en su mirada. Un te amo no es nada, ella es todo. Alquimia de palabras y de todo lo que soy. Hasta el infinito seré suyo y ella será de quien quiera. He ahí la diferencia: mi independencia consiste en amarla sin medida y su libertad en hacer lo que le plazca. ¿Acaso con esto deseo que sea mi esclava? No…o debo decir si… Si fuera mi esclava… le ordenaría que fuese libre y que en su libertad fuera mía. ¿Adviertes lo mismo que yo? Si; quedan en mis requerimientos muchas cadenas. Eslabones que ella deberá romper; realidades que debo encarar. ¿Voy a enloquecer todavía más? ¿Puede ser posible? Nuestra historia; capitulo tras capitulo ha ido demostrando que se convierte en iniciación. La suplica es clara: Saludar el nuevo día en la esperanza de verla despertar. Paso por paso la sensación de verla acurrucarse en la búsqueda de dormir un poco más deseando que yo esté a su lado. Estará desvestida. Contemplaré sin disimulo sus pechos y acariciaré su cabello y su espalda. Lo haré con delicadeza ante la certeza de no querer despertarla. Tal vez en sus sueños convivo con ella y, en tal libertad, es mía por conciencia propia. Únicamente mía; por amor…

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