domingo, abril 10, 2005

Dos días después...

Por Angelo Negrón


Es el domingo de rutas alternas y disparates elocuentes. Palabras que adornaran la boca estúpida de las almas vivientes. Más les valdría morir calladas dejando para otra vida la sarta de fonemas audibles, pero sin sentido. Labios que disfrazados de hermosura se besarán a si mismos en la interminable lista de egos que en realidad desmerecen la belleza.

Estaré esperando mentiras y verdades; tan entrelazadas ambas virtudes que no podré diferenciar entre el reloj de arena y las sombras de la noche. Cabellos que se revuelcan, justo antes de dormir, con dedos de mil pesadillas presenciadas por futuros vistos en cartas del tarot y horóscopos de neblina. Mundo de ladridos, ruido de insectos, vino tinto y algarabía de la piel.

Hoy es el día después de anoche y el antes del sepulcro. El amor que acaba o evoluciona; clavo tras clavo. Martillando los oídos del corazón agonizante que resucitará al tercer beso según las melodías de hace dos días. Papeles manchados con tinta inagotable de recuerdos; bella historia de amor terminada en el principio de lo que ahora soy.

Quiero ser un duende que pierda la manera de acercarse a la belleza de las hadas, curvilíneas de sirenas con canciones hipnóticas como las del viento poseído; dueños de cielo y mar; mezcla de instantes, claridad y marejada. Más allá del corazón; en lugares cercanos a la distancia, donde el último de los sueños que tenga mi memoria será su rostro sin ojos de alma sometiéndose a la rabia de la incomprensión de su Yo interno, de su Yo soberbio, de su Yo inexistente y olvidado.

Pesadilla convertida en unión de voz subida de tono, bautizada como un ¡ya basta! Destrucción de amaneceres lejanísimos, caricias de la vida y sus porqués. Resquebrajándose el agua de los ojos al asomarse por la remembranza del apagar de sabanas desgastadas. Brazos estrechados, abiertos a la espera de no ser destruidos con la imposibilidad del entendimiento. Vive entre mascaras, todos las tenemos, pero las de ella se esconden innecesariamente en la espesura de la inconformidad. Vivirá dentro de las respuestas que no supo dar.

Humana disfrazada de ángel con alas rotas y excusas descompuestas. Se fue; se alejó y aunque me gustaría saber a donde irá, será mejor que se aleje mucho para que no me escuche si me da con gritar su nombre, porque ella… ella tampoco me dejó otra opción…Morirá dentro mió y luego exorcizare mi alma; hasta ese día, la percibiré fuera, entonces… exorcizada y fría; comenzará este corazón mío a latir por su propia fuerza y el suyo morirá sin remedio, tal como debió suceder en vidas pasadas donde prometió regresar a hacerme pasar el mismo jubilo y la misma pena, pero donde desconocía que llegaría el momento en que mi intuición se uniría a los demás sentidos de mi ser para descubrirla y querer sentir la alegría de saberla olvidada… de saberme en libertad...

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