por Carlos Esteban Cana
Norberto González, librero,
empresario, editor y amigo ha trascendido de plano a la edad de 70 años. En su
sepelio, efectuado la mañana del 13 de octubre en el estacionamiento de su
propia librería en Río Piedras, pude rendirle mis respetos. Y allí él estaba,
en cuerpo presente, con dos libros muy especiales a su lado: El principito, del escritor y aviador
francés Antoine de Saint-Exupéry; y La Biblia abierta en el Salmo 91 (El que habita al abrigo del Altísimo/ Morará
bajo la sombra del Omnipotente). Antes que yo llegara se había realizado en
el lugar un homenaje en el que habían participado el poeta Eric Landrón, el
dramaturgo Roberto Ramos Perea y el librero Alfredo Torres, entre otras
personalidades de la cultura. Mi primera respuesta cuando supe la noticia, y
cuando llegue al lugar, fue agradecerle su generosidad con tantos autores
boricuas a los que había respaldado consecuentemente de diversas maneras:
distribuyendo sus libros; pagándoles anticipadamente la consignación aún cuando
no se habían vendido la totalidad de ejemplares; o publicándoles libros en su
sello editorial, como fue mi experiencia. En el 2013, cuando ya vivía en la
Ciudad de Nueva York y quería dejar un nuevo libro circulando en las librerías del
País, Publicaciones Gaviota publicó “Testamento”, una antología de los 29
cuadernos poéticos que había realizado hasta ese momento. Por eso ese “Gracias”
espontáneo a quien siempre me recibió con amabilidad, junto a su hermana y mano
derecha de la empresa Ana González y su familia.
Mientras caminábamos en silencio desde
la librería hasta la rotonda del Recinto de Río Piedras de la Universidad de
Puerto Rico, pensaba que estaba allí en representación de la promoción de
autores que emergieron en la última década del siglo XX y la primera del XXI.
Me refiero a los escritores vinculados a las revistas Taller Literario, El
Sótano 00931, Zurde y Tongüas. De Taller, Norberto tenía en su catálogo
editorial la novela “Ojos furtivos” y la colección de cuentos “Causa y efecto”
de Angelo Negrón y la novela “Aryanation” de Antonio Aguado Charneco; de “El
Sótano”, Julio César Pol, con las antologías “Edición Mínima” y “Los rostros de
la Hidra”, que dieron perfil generacional a poetas y narradores que gravitaron
en torno a las cuatro publicaciones periódicas antes mencionadas, capitaneadas también
por editoras y gestoras como Nicole Cecilia Delgado, Loretta Collins y Nina
Valedón, durante tres
lustros (1993-2008).
En la ceremonia oficial que se le
rindió a Norberto González participaron: el Dr. Luis A. Ferrao, Rector del
Recinto de Río Piedras; Mayra Olavarría Cruz, Presidenta Interina de la
Universidad de Puerto Rico; y Francis Daniel Nina, profesor y editor d’ El Post
Antillano, quien leyó una semblanza del empresario. Luego se formaron dos
escoltas de honor: la primera integrada por las autoridades universitarias; y
la segunda por representantes de la industria del libro, entre ellos autores y
libreros. Emotivo fue el momento final de la ceremonia en el que se interpretó
“Preciosa” del compositor Rafael Hernández y el himno de la universidad que fue
concluido con un sonoro “viva” a Norberto. Afuera, mientras tanto, arreciaba
con fuerza y truenos la lluvia que se prolongó por más de una hora lo que
demoró la salida de la comitiva fúnebre hacia las instalaciones del Archivo
General de Puerto Rico, donde continuarían las exequias.
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Norberto González con sus hermanos Ana y Cheo y con el dramaturgo Roberto Ramos Perea. |
Una de las piezas literarias que llegó
a mi memoria durante el evento que metaforiza para mí, de una u otra forma, el
testimonio de vida que Norberto González deja, es una poesía de Rosa Vanessa
Otero titulada “Envío” (Cierta timidez me
fuerza/ a un silencioso laboreo de hormiga/ Ojalá, algún día construyera/ un
hermoso edificio de palabras/ peligroso al pie como un hormiguero// Mi
insatisfacción crónica/ me hace trabajar constantemente/ como una abeja engrosa
fielmente paredes de cera/ Ojalá, algún día, mis palabras/ agradecidas de tanto
manoseo/ se desborden entre tus dedos/ con el efluvio sano de la miel.// O,
cuando menos, zumben/ incansables y molestas en tus oídos/ hasta hacerte
rabiar//). Y esto porque el testimonio de Norberto fue de amabilidad,
apertura y solidaridad, un testimonio vinculado al valor continuo del trabajo
que no se duerme en laureles ni ostenta riqueza, una oda a la gerencia inteligente,
autosustentable y exitosa. También, hay que decirlo, en su gestión empresarial
y sello editorial dio la bienvenida a libros que problematizan nuestros tiempos
y cuestionan entendidos tradicionales en diversas ramas del conocimiento.
Libros provocadores, que despiertan y ofrecen otras maneras de entender y
comprender el devenir histórico de este archipiélago borincano y caribeño;
acontecimientos que nos hacen amar y también rabiar por este Puerto Rico que
habitamos y vivimos día a día.
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Una de las últimas fotos de Norberto González. Aún con las alas rotas me atreví a a volar.
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Y desde este boletín queremos consignar nuestro apoyo a la propuesta que el Dr. Luis A. Ferrao hará a la
Asamblea Municipal de San Juan para que se renombre la Avenida Ponce de León
como Avenida Norberto González. Tal como manifestó el rector en su contundente
declaración: "Basta ya de Juan Ponce de León. Vamos a honrar a los nuestros y
perpetuar la memoria de nuestros editores y libreros que sí hacen patria”.
A continuación “En las letras, desde
Puerto Rico” comparte la pieza que el poeta Eric Landrón declamó durante la
mañana.
Brindis a Norberto González
Brindo
por el librero 24-7,
Por
el de la mirada mas que clara, ¡clareante!
Por
el defensor de la literatura arado
de
tierra adentro, espigada firme,
Por
el editor que patria de amor y a contracorriente,
Por
el que sonreía, tímidamente alumbrador
como
un amanecer a canto de sol
recio,
acústico, inesperado y urgidor.
Brindo
por el empresario honesto
y
de una sola pieza,
El
que respetaba por igual
al
escribiente amateur o al célebre escribiente,
El
que daba la mano con apretón de corazón, indistintamente
sin
doblez de página o de olvidos indiferentes.
Brindo
por él de la memoria asombrosa
y
asombrista,
El
antropólogo de títulos perdidos
en
rincones de anaqueles,
Por
el corsario sin cuchillo en boca
que
guardaba tesoros en islas libreras escondidas a la vida
rodeada
de oleajes de tomos,
ensenadas
de portadas
fondeaderos
de pasillos entrepisos
y
lomas de lomos
en
pestañeos multicolores.
Brindo
por el que siempre supo
que
una librería hechura y ya crecida
es
estante y estandarte
de
hogar refugio, de nación al talle
y
astillero de cultura,
Por
el hombre de palabra y la palabra en hombre,
Por
Norberto González
Amigo
caudaloso y entrañable amigo,
Servidor
público de la imaginación impresa
en
pliegue de ternura
amparador,
arte-ante, mimador
y
sapiencial,
Boricua
castao que por castao ancla
y
revuela,
Paginista
de lo eterno y letrado paginista.
Brindo
el anaquelador de la esperanza indomable
a
compromiso invicto,
En
la entrega fértil y la siembra memorable,
¡Que
viva, viva y viva
Norberto
González,
Norberto
González!